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lunes, 19 de agosto de 2019

Reagregación o fase post-liminal: la incorporación a la Logia

Reagregación o fase post-liminal: la incorporación a la Logia
Raquel Ofelia Barceló Quintal 
Universidad Autónoma de Hidalgo

En la fase post-liminal el candidato logra un estado relativamente estable que le hace adquirir derechos y obligaciones con la Logia. De él se espera un comportamiento acorde a las normas dictadas por la costumbre masónica y a los principios éticos vinculantes para quienes ocupan ciertas posiciones sociales. 

El iniciado, al igual que el feto, se pliega sobre las rodillas mientras recibe nuevos símbolos de la Logia para convertirse en un aprendiz de masón; tendrá sobre su corazón la punta de un compás o de una espada ritual (Rito de Memphis-Misraím). La utilización del compás, la espada y el mazo juegan un papel importante en el ritual; se dice que el compás perfora el corazón, lugar simbólico del espíritu a través del cual se pone el iniciado en comunicación con la luz espiritual. El compás es el elemento que simboliza el conocimiento, su poder y su fuente. 

El candidato vuelve a la claridad y ya libre contempla la gran estancia oblonga que le recibe llena de figuras revestidas de blancos delantales druídicos. Admira el bordado de algunas telas, el bruñido de las insignias crípticas, las ligeras escuadras suspendidas de los cuellos mediante cintas de seda. Deslumbrado, logra mostrarse gentil al recibir y conocer sus nuevos atributos, aprende su nombre, ocupa por fin un lugar en la asamblea. 

Desde el momento en el que el candidato se pone de pie ante la Logia, se le indica si consentirá en derramar en un futuro su sangre y después si consiente en prestar juramento solemne. Cuando el candidato se encuentra delante del altar, preparado para pronunciar su juramento, está en el proceso ritual rodeado de condiciones materiales anteriormente evocadas. Para que el juramento sea válido necesita dos condiciones: primero, definir la capacidad del candidato para prestarlo; y segundo, para dar vida al juramento será convertido en masón. 

El rito de incorporación implica una serie de fórmulas, entre ellas la del juramento después de recibir la luz, este acto varía según el Rito, se llama Juramento en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado; Jura al Compromiso en el Rito Escocés Rectificado, y Obligación en los Ritos de Emulación y Francés. 

Se le pregunta al candidato: ¿Estáis aquí por vuestra propia voluntad, en plena libertad y sin ninguna sugestión? Después del juramento tomado sobre la Copa de las Libaciones escucha: “si aún os queda alguna aversión, algún escrúpulo, todavía sois libre para retirarlos”. Es pertinente definir los conceptos anteriores. Juramento (del latín, iuramentun, de iurare, que significa afirmar o negar una cosa, poniendo a Dios como testigo) se define como un acto por el cual se pone a Dios por testigo de la verdad de una afirmación, de la sinceridad de un compromiso, de una promesa. La palabra obligación (del latín obligare, de ligare vincular) es el compromiso que impone ciertos deberes y compromiso es una promesa de obligación por la cual uno está ligado o comprometido. Vemos que las palabras que se emplean en los diversos Ritos forman parte de un campo de pensamiento en el que todos los conceptos se remiten unos a otros. Pero debemos subrayar que la palabra juramento es en sí una promesa sincera y sagrada. 

Para que el juramento de un masón sea pronunciado con eficacia y con el fin de que la iniciación masónica tenga posibilidades de realizarse, es importante que el candidato tenga la oportunidad de actuar con toda libertad. Una de las exigencias que deben cumplir es el artículo tercero de la Constitución de Anderson: “Las personas admitidas como miembros de una Logia deben ser hombres buenos y leales, nacidos libres, en edad de madurez de espíritu y de prudencia, no ser siervos, ni mujeres, ni hombres inmorales o escandalosos, sino de buena reputación”. 

El candidato tendrá que hacer determinados gestos, pronunciar determinadas palabras o fórmulas y mantener ciertas actitudes. Se trata de “gestos eficaces”, de gestos rituales o litúrgicos que deben ser realizados con todo el rigor y precisión necesarios. La organización iniciática deberá asegurarse de que el candidato es sincero y nada puede romper la armonía de la Logia, de ahí que el candidato tuviera que ser aceptado por unanimidad. En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado el venerable Maestro preguntará: “Si alguien se opone a la iniciación”, esto demuestra que uno de los miembros presentes puede hacerlo. El iniciado pronuncia el juramento: 

Yo (nombre y apellido), de mi libre y espontánea voluntad, en presencia de esta respetable Asamblea de masones, juro por mi honor, solemnemente y con sinceridad no revelar jamás ninguno de los misterios de la francmasonería que me sean revelados, si no es un buen legítimo y buen masón o en una Logia regularmente constituida. Prometo asimismo amar a mis hermanos, socorrerles y prestarles toda mi ayuda en sus necesidades, y verter en su defensa y en la de la orden hasta la última gota de mi sangre. Obedeceré la Constitución de la Gran Logia de (se Dice el nombre), de sus Estatutos y Reglamentos generales, leyes, decretos y disposiciones, como también el Reglamento particular de este Respetable taller que me recibe, y preferiré se me corte el cuello antes de faltar a mis promesas [Frau Abrines, 1995:581, vol. 5). 

En el Rito Escocés Rectificado después del juramento se le pregunta: “Ha llegado el momento de probar que vuestra determinación es sincera. Debéis sellar aquí con vuestra sangre el compromiso que acabáis de contraer. ¿Consentís que sea derramada para hacer indisolubles los lazos de fraternidad que deben uniros a la Orden?” A la respuesta afirmativa del candidato el Segundo Vigilante toma una pequeña copa, llena de vino tinto o licor rojo, con la mano derecha y con la mano izquierda remoja una esponja en licor rojo que representa la sangre, coloca la copa en el corazón del candidato y deja fluir algunas gotas sobre su piel, como si la sangre fluyera de ella. 

El masón admitido aprende el signo y palabra del Aprendiz, también le enseñan el paso o el modo en que ha de avanzar al Maestro sobre el dibujo en el suelo, le explican otras figuras, adornos y emblemas de la orden. Concluida la ceremonia, ésta transforma profundamente su condición anterior, despierta de su mal sueño y le hace apto para vivir de nuevo la vida social bien asentada. Esta transformación no difiere esencialmente de una verdadera resurrección, un hálito o una aspersión vivificante bastan para devolver a los huesos la carne y el espíritu (Hertz, 1990:84). 

Siguiendo la tradición, como miembro está obligado a borrar el dibujo si está hecho con carbón. Entonces se le conduce a un cuarto, se le devuelve todo lo que le habían quitado y toma asiento a la derecha del Maestro. También recibe un delantal, que se pone, y le entregan las listas de las Logias. Ya es miembro de una comunidad por lo que sus hermanos lo congratulan y brindan a su salud [Jachin y Boas, 1822:4]. 

En cuanto al compromiso personal del iniciado es evidente que en un rito iniciático cuya primera función es, entre otras cosas y en ese momento, destruir cualquier rasgo profano en la vida del candidato, al darse a sí mismo cae por su propio peso.


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