ROGER DACHEZ
Retorno a las fuentes históricas de la primera francmasonería francesa
En los inicios de la francmasonería el Rito no era ni “Moderno”, ni “Francés”, ni siquiera “Antiguo”. Esta unidad o cualidad ritual fue rota en 1751, cuando se crea en Londres la Gran Logia que se denominó “de los Antiguos” por oposición con la primera “de los “Modernos” que se crea en 1717. Nuevos usos rituales fueron adoptados, pero solo en Inglaterra.
De un lado, está la legitimidad de la Francmasonería que le viene a través de los rituales sin edad, intemporales, son tiempos que pudiéramos decir que están suspendidos en usos rituales inmemoriales; y que a su vez son la negación de toda la historia: el universo y decorado familiar de la Masonería que se despliega dentro de una permanente ahistoricidad donde solo cuenta el sentido perenne de los símbolos y de los ritos. Esa es la ambivalencia de la Masonería.
Más la realidad es inevitable, tozuda y en parte viene a hurtar el ideal que expresamos. Es inútil -y hasta vano- negar que la Francmasonería es una institución social la cual a lo largo de toda su historia se ha ido componiendo y construyendo con los valores de su tiempo, integrando las preocupaciones humanas y las especificidades culturales que pululan por las logias que la componen. Todo ello por otro lado muy confrontado con las cuestiones del poder, y los discursos de legitimación que no se refieren únicamente al Templo de Salomón, o a la ambiguas tradiciones antiguas, sino además en acreditar que ella posee un autenticidad jurídica que justifican su autoridad ante las instancias que pretende asumir. En una palabra ella hace política.
Ahora bien para estructurar su discurso la masonería saca ampliamente de su supuesta historia lo necesario para invocar un pasado reconstruido, a veces de patronazgos ilustres más falaces, de transiciones prestigiosas, y a veces un tanto infundadas. Reconozcamos sin dudarlo que después de tres siglos, el poder masónico ha instrumentalizado largamente la historia masónica sin estar siendo observado por los medios.
Los debates en torno al Rito Francés, así denominado a partir de finales del siglo XVIII y las controversias que suscita resultan por tanto hoy sorprendentes a los ojos de los historiadores.
La “Querella de los Antiguos y los Modernos” una mistificación fundacional
Hacia finales del siglo XVII había en Inglaterra un cierto número de logias masónicas operativas que no podemos determinar claramente su número, aún después de tanto tiempo. A fin de cuentas, tan poco eran tan numerosas, tanto es así que tan solo podemos identificar a tres de ellas como existentes a mirad de siglo, de las cuatro logias fundadoras de la primera Gran Logia de Londres de 1717. Dos de ellas se dice que fueron fundadas en el primer cuarto de siglo, hecho muy probable, aunque no haya tampoco ningún documento que pueda atestiguarlo.
Es más todavía queda por establecer en qué logia se inició Elias Ashmole en Warrington en 1646,? Logia que por otra parte aparece en el escenario por la circunstancia de reunir una docena de protagonistas que no se vuelven a reunir jamás, y por ello vemos que se trata de una membrecía compuesta de pequeños comerciantes y artesanos; todos ellos esencialmente preocupados por la ayuda mutua, los cuales son los que mayoritariamente forman parte de la asamblea que en junio de 1717 acude a taberna L´Óie et le Gril.
Aunque lo esencial es que sucedió dentro de los dos años que siguen a la creación de la Gran Logia, hasta ese momento aún no había una Obediencia como tal, y la llegada de un personaje emblemático como Desaguliers, de origen francés pero de integrado en el mundo inglés, es todo un tornado en los ambientes masónicos, a la vez sociológico y político. No se debe olvidar que los medios intelectuales y aristocráticos de la joven monarquía hannoveriana tomaron el poder dentro de la institución masónica que nacía y la orientaron hacia un destino radicalmente nuevo y ciertamente imprevisto.
El primer problema que debió resolver la Gran Logia, no fue por mucho que se crea el simbólico, ni el ritual; fue el estatus puramente administrativo y político. Queda por demostrar que esta institución, en lo sucesivo, dirigida por personalidades de alta extracción estaban deseosas de imponer su yugo a las logias que hasta esos momentos estaban mal organizadas y eran libres, y planteaban que tenían una incontestable legitimidad para subyugar a tales fines o pretensiones al resto de las logias
Las nuevas “Constituciones”, redirigidas por Anderson, que sin duda fue reclutado expresamente a tal efecto, fueron la pieza maestra de tal estrategia, ya que (publicadas en 1723), establecen desde ese momento un sistema de sujeción de las logias al mandato de un Gran Maestre y a sus Oficiales.
Está claro que las cosas no se hicieron sin dificultad, y que las logias se respingaron a la hora de tener que entregar sus archivos- es decir su memoria- a ciertos Hermanos, antes preferían algunas de ellas entregar sus preciosos manuscritos a un nuevo “auto de fé”, que confiarlos al nuevo poder Obedencial.
Pero sobre todo, no hay que olvidar que la obra de Anderson no es solamente un ensamble de textos reglamentarios, que comienzan con una larga e interesante historia de la Construcción. Es sin duda la parte más reveladora del libro de las “Constitutions”, el resto es más copioso.
La operación de comunicación de Desaguliers y de Anserson reside en el interés de todos ellos era beneficiarse de la protección de los poderosos.
La tesis traída como esencial y en pocas palabras, es que la Gran Logia nunca pretendió hablar de la tradición de los Constructores- y tampoco de una creación nueva impuesta por una clase social privilegiada aparecida en las logias- para decirlo de forma suave tal cuestión fue borrada y nunca expresada como tal.
Solo Anderson es el que deplora en sus recetarios históricos, como artificio, que la tradición que desarrolla sobre los pesados argumentos históricos ya conocidos para convencer a sus lectores, que la Gran Logia está adormecida porque sus dirigentes habían descuidado después de decenios, y la presenta sobre sus mejores auspicios como era la paz religiosa y civil, volviendo de nuevo a “despertarse” y reemprender la plaza que siempre había sido suya por el más grande de los bienes y de la propia francmasonería.
Los argumentos a seguramente que son un poco gruesos, sin embargo la operación de comunicación fue todo un éxito, pues no parece que la demostración histórica haya convencido a nadie, más parece que el interés de todos es contar con la protección de los poderes, y atender al trono que no tardará pronto en llegar. Digamos que la Gran Logia está más preocupada en la auto promesa de su fabuloso destino.
En los pasajes, Anderson - o sus comanditarios a través de él- van a crear un precedente en masonería para obtener una cierta hegemonía. Este conocimiento es el que saldrá como un boomerang que después de una treintena de años regresa a la Gran Logia.
En este estadio de la historia masónica, aun no se hablaba ni de “Modernos” ni de “Antiguos” pero es cierto que había una cierta inclinación cultural propia de la sociedad británica y de la mayoría de los hombres y de los tiempos- y entre ellos los masones- que piensan que todo se remonta a un viejo pasado, que había sido siempre prestigioso y muy respetable, el cual reaparecerá de nuevo. Digamos que Anderson conocía bien a sus feligreses y a quien dirigía sus Constituciones.
El segundo acto de esta comedia se juega en los finales de 1740 en Londres, pero con actores nuevos: los irlandeses. Una ola de inmigración irlandesa que arriba a Londres en 1740, Los cuales vienen en busca de un trabajo en el ámbito territorial de sus enemigos los ingleses- que constituye una suprema humillación-, los cuales provienen en su mayoría de los medios más modestos, entre muchos de ellos se encuentran un buen número de masones.
Hay que decir que los orígenes de la masonería especulativa en Irlanda están llenos de misterio. La documentación es un tanto indigente, aunque se sabe de una logia esencialmente compuesta de estudiantes que en 1688 se dio en el famoso “Trinity College” de Dublín. Será necesario esperar a 1725-1730 a que se constituya una Gran Logia de Irlanda, que se va imponiendo poco a poco sobre el resto del modelo inglés. Destaquemos que las Constituciones de Pennell, adoptadas en 1730 por los francmasones irlandeses son una reanudación cuasi que “verbatin” de las Constituciones de Anderson 1723.
La masonería irlandesa, pese a sus Constituciones calcadas de las de Anderson, sobre manera en algunos puntos, adopta usos rituales distintos. Y que los pobres masones irlandeses que se reencuentran en Londres en esos años 1740, no recurren aparentemente al acogimiento fraternal de sus “hermanos ingleses”- ¿Xenofobia anti-irlandesa o segregación social?
La cuestión no es una trinchera, pero los irlandeses tendrían seguramente la voluntad y de buen grado de integrarse en las logias londinenses, si ellos mismos no se hubieran puesto contra la masonería inglesa. No olvidemos que hubo en Irlanda, toda una colonia dominada por los colonos venidos de Gran Bretaña, y sus cuadros dirigentes erán bien recibidos por parte de la aristocracia unionista muy ligada al poder. Algunos de ellos serán para el resto, y de forma sucesiva Grandes Maestros en Londres, en Dublín…etc
No obstante la masonería irlandesa tenía ciertos puntos rituales, en los que adopta usos diferentes a los usados o desarrollados en Inglaterra. Los mal pensados dedujeron una diferencia de naturaleza profunda entre las dos masonerías- de lo cual nada de ello se confirma en los textos de historia-, finalmente se va a crear en tierra inglesa su propia obediencia. Entre 1751 y 1753 fu establecida una segunda logia Gran Logia inglesa “según las antiguas instrucciones”, y bautizada como la Gran Logia de los “Antiguos” en contraposición como ya dijimos de la primera “la de los Modernos”.
El argumentario es simple. Está el tema andorsiano que acoge por su propia cuenta la nueva Gran Logia no como una reintroducción de una “antigua” Masonería, sino que viene a decirnos que es más “auténtica más venerable”, y se encierra aún más en las pretensiones de Anderson, relativas a la antigüedad de Gran Logia, cuya reivindicación de antigüedad por parte de esta nueva Obediencia no se funda en ninguna corriente historiográfica convincente. Al término de sesenta años de oposición con episodios grotescos y con juegos intelectuales finalmente en 1813 las dos Obediencias se fusiona para formar parte de la Gran Logia Unida de Inglaterra.
Después de esta época es cuando podemos decir que existen dos tradiciones simbólicas y rituales en el mismo universo masónico, y en función de esa dualidad es cuando podemos decir que el Rito Francés deriva de la Gran Logia, que fue calificada como “Moderna”, aunque toda esta terminología es muy tardía, y no existía por tanto el nombre de Rito Francés, sino simplemente de Francmasonería. La cual luego va a tener una larga prosperidad en Francia, y que como tal no se va a definir como una alternativa al Rito Antiguo, ya que esto último tampoco existía, ya que podemos decir que tanto las logias inglesas como las francesas practicaban substancialmente la misma Masonería.
EL RITO MODERNO O RITO FRANCÉS UNA TRADICIÓN INDIVISA
Realmente tenemos que decir que no siempre tenemos certeza de cuando fue establecida la primera logia en Francia. Es más que probable que los francmasones sobre el suelo galo fundaran sus propias logias, de ahí viene sin duda la leyenda de San Germain en Laye. Es posible en efecto que de los regimientos jacobitas venidos a Francia después de 1866, pues hubiera en las tropas diversos francmasones, más ello no deja de ser anecdótico, ya que la primera logia que la que tenemos certeza fue creada en Paris en 1725, y está claro de que todos su miembros eran británicos, su desarrollo y existencia se puede decir que fueron discretos, también lo fueron con relación a sus miembros.
Es en 1736 cuando algunos rumores comienzan a surgir por Paris a propósito de los “frimassons”, y será finalmente en 1737 cuando aparezcan las divulgaciones de los usos masónicos, con la famosa Receptión d´un frey-maçon, largamente difundido por los servicios del teniente de policía René Hérault, el cual acaba por colocar a la francmasonería sobre las luces de la actualidad. Será preciso luego esperar a 1738 para que se designe al primer Gran Maestro francés: Louis Antonie de Pardaillan de Gondrín, Duque de Antin, amigo de juventud de Luis XV.
Durante todos estos años, los primeros pasos de la masonería francesa fueron esencialmente llevados a cabo por diversos sujetos británicos implicados a su vez- en diversos grados y en las diversas posturas- en la gran querella dinástica y religiosa que estalla tras la destitución de los Stuarts, en la gloriosa revolución de 1688. Después de ello no creo que el resto de los exiliados permanecieran en tierras parisinas. Es más muchos de ellos van a tener una gran importancia en Inglaterra, uno de los más influyentes de esa época, era el Charles Radcliffe, Conde Derwentwater, el cual terminará su carrera bajo el hacha del verdugo en 1746, mártir de su fe católica y estuardista, el cual fue uno de los principales fundadores de la Masonería en Francia.
Lo mismo digo de la historia de la masonería antes de 1751, estamos ante una continua comunidad de intereses entre París y Londres, es como si solo hubiese un sola masonería, y las diferencias que se pueden observar entre dos logias parisienses, son las mismas que se pueden observar entre las logias de Oie et le Gril en el seno de Saint Paul Churchyard, o la de Louis d´Argent de la rue des Boucheries de Paris las cuales figuran en 1735 sobre el tablero de pertenecías de la Gran Logia de Londres.
Recordemos que Montesquieu es iniciado en 1730 en Londres en la logia Horn y que cuatro años más tarde en París asiste a una tenida de la logia de Aubigni-Richmond en donde se reúne la fina flor de la aristocracia de la capital parisina bajo la presidencia de Jean-Theophile Desaguliers, antiguo Gran Maestro en Inglaterra, llegado a París desde el vecino Londres. En esta época los francmasones de las dos orillas del Canal de la Mancha- o del British Channel- , no se sentían ni del Rito Francés ni del Rito Moderno, digamos no se sabía nada de ello, ellos practicaban todos la “Masonería” aparecida en Londres a finales del siglo XVII bajo la bandera de la primera Gran Logia que durante un buen tiempo sería la única.
Durante una época se dio la creación de usos y los rituales que proliferaron poco a poco y de forma simultánea en los dos países, por eso nos parece abusivo pretender como se pretende decir que “Francia es la hija mayor de Masonería”, cuando fue una suerte de co-fundación de la primera tradición masónica. La abundante documentación que nos va llegando nos permite decirlo y afirmarlo como tal.
Los más antiguos rituales masónicos conocidos son escoceses y se remontan a un período comprendido entre 1696 y 1710. El análisis del ritual y la decoración de la logia, para los dos primeros grados apenas si tiene incertidumbres, y nos revelan un mundo sin sorpresas. Las divulgaciones inglesas de los años 1720-1725[1] son fragmentarias y por tanto sujetas a cierta precaución, aunque tienen plena conformidad global con los rituales escoceses.
Cuando llegó la gran divulgación, la de Pritchard en 1730, ella introduce la novedad del Grado de Maestro fundado sobre la leyenda de Hiram, pero los elementos rituales de los dos primeros grados que expresan no dejan de ser de corte clásico. En 1737 todavía la primera divulgación masónica francesa citada anteriormente, nos expone los misterios de la recepción del candidato en los dos primeros grados-recepción del Aprendiz-Compañero- dentro de una coherencia semejante y equiparable a los textos ingleses precedentes.
En fin, las divulgaciones impresas se suceden en Franca a partir de 1744 y en general no muestran innovaciones importante. Los célebres grabados de Lebas destinados a ilustrarlos en 1745, nos permiten de una manera viva penetrar en una logia de Desaguliares, de Antin de Montesquieu, y comprobar sin ninguna dificultad el hecho de a encontrar las señales… y por esa misma causa podemos decir de que la logia es universal en cualquier parte. La masonería es ritualmente y simbólicamente una, por eso se puede hablar de un “Ritual fundamental”
Un último texto que además aporta un testimonio importante es una obra intitulada “Le Maçon demasque” publicada en 1751. Esta divulgación se presenta como la exposición de un trabajo de una logia londinense pero quizá de expresión francesa; y en él se observa que hay muchos puntos comunes como revelan las distintas obras impresas en París, unos años antes, prueba de ello es que hasta que podemos afirmar que hasta entonces no existía nada más que una masonería. Tanto es así que el dato de 1751, no es cualquier fecha, es cuando la segunda Gran Logia fue fundada por los “antiguos” haciendo por fin su aparición, con ella la unidad simbólica y ritual de las logias inglesas se rompe, mientras que las últimas logias francesas siguieron fieles a la tradición recogida y mantenida durante veinticinco años.
Por una ironía de la historia, la Gran Logia Unida de Inglaterra, que fue fundada en 1813, en base a los usos de la Gran Logia de los “Antiguos” que prevalecieron sobre los diversos puntos que arrancaban de la primera tradición masónica inglesa de Gran Logia de 1717, cuyas raíces o presencia no subsisten nada más que en el Rito Moderno, constituyéndose éste en una especie de conservatorio de los más antiguos usos conocidos de la masonería especulativa.
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