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jueves, 23 de abril de 2020

EL BUEN USO DEL SIMBOLISMO.

EL BUEN USO DEL SIMBOLISMO. 
Ch. Porset


En Homenaje al Hermano Porset, que ha sido enterrado estos días en París. En este trabajo que he traducido podemos ver su genio y pluma.
VG

El Marqués de Chefdebien inventor de un rito un tanto exótico como es el Rito Primitivo de Narbona, en el cual, hay que decirlo todo, hay cierta escasez de sentido común, en un libro inédito, pero que se conoce fragmentariamente gracias al trabajo de Benjamín Fabre (alias Jean Giraud) “Eques a capite galeato” (el Caballero del Casco en la Cabeza) y que está dentro de la nomenclatura de la masonería templaria, plantea la siguiente anécdota:

El hecho de que nos de cierta desconfianza sobre la autenticidad y la importancia de pretendidos monumentos masónicos, nos recuerdan la aventura del Reverendo [Respetable] Hermano de Langes. Viajaba este por la Picardía y entró en una casa de la Comandería de Malta. Imbuido de los cuentos que contaba un buen montón de gentes a cerca de los Templarios y los Franc-masones, este buscaba y visitaba aquellos signos que podían indicar el posible hallazgo de un mausoleo y lo hacía con la mayor de las atenciones.

Una de sus alegrías, la tuvo dentro de la cocina de esta Comandería , pues en la ancha jamba de la chimenea descubrió tres grandes malletes esculpidos con relieves. El Hermano Radel, que estaba con él, se dio prisa en trazar el croquis de la chimenea, y sobre todo los referido a los sagrados malletes.
El Hermano de Langes, se propuso allí mismo dirigir mismo el proceso verbal sobre su precioso descubrimiento, y pronto, este incontestable monumento verificado por un masón, iluminado por su celo y que disfrutaba de una de las más grandes consideraciones, estaba ante los lazos de los Templarios y las tres luces de una logia de Franc-masones.

Afortunadamente o por desgracia, un Comendador, y que fue un regalo para los historiadores locales, procedió a disipar la ilusión al indicar a nuestro Hermanos que la Casa había sido restaurada antiguamente por un Comendador de nombre Mailly y que había puesto los malletes a modo de piezas de armas en la chimenea, entre otras cosas para conservarlas.

Si se examina con atención esta anécdota se puede apreciar que los otros monumentos masónicos después del evento se dispensan de convenir sobre la base la prevención establecida del sistema de los masones-templarios, que los malletes fueran colocados más que para otra cosa, como ilusionar a un masón por más reflexivo e informado que este pudiera estar.

La aventura de Savalette de Langes es ejemplar, y de ella viven numerosos masones, que imbuidos de cuentos e historias, que cuentan cantidad de personas sobre los Templarios y los Franc-masones, ven el símbolo, o en su defecto su preocupación es apegarse a la realidad de una historia imaginaria que se les ha contado sin preguntar acerca de otras cuestiones. El error procede de la sentencia.

Otra anécdota, siempre proveniente del excelente Chefdebien, esta vez concierne a un Hermano italiano, un celoso templarista de la provincia de Turín.

Todavía recuerdo una aventura en Turín, que tiende igualmente a probar los efectos de la prevención. En 1779-1780 el Cardenal de Lances, abusa de la confianza del Rey de Sardaigne y le induce a perseguir a la Franc-masones. Es informado de que un grabador de Turín realizaba joyas masónicas, y realiza un redad en la que cae el pobre grabador.

Durante la enumeración de las piezas, el grabador hace los dibujos sobre una placa de calcografía, de todo aquello que había realizado para el Doctor Giraud, como una serpiente en torno a su nombre.
Y como justificación de tal símbolo tenía una buena respuesta, ya que el Doctor Giraud era médico y en las tarjetas de visita de su profesión la serpiente era su emblema, reconocido por todas las iconologías. El inquisidor obstinado ordena a su secretario escribir y exclama: No , no , Esto es masónico, Esto es Masónico.

Esta vez es la policía quien se equivoca, pero pese a ello, Sebastián Giraud es un Hermano, o un sospechoso de serlo. En la medida en que el poder eclesiástico piensa que los masones son heréticos, y establece el inquisidor, un lazo entre la serpiente que enrosca su nombre y los ofitas que la tuvieron desde sus orígenes, y los gnósticos que rendían un fuerte culto supersticioso a la serpiente, a la cual Cristo debería aplastar la cabeza.

La lección que se puede sacar de estas dos ejemplares leyendas es que no existe la “lengua” de los símbolos, y que es el símbolo quien da el sentido, al menos en estos dos cuentos, pero como se verá en las doxografias de Boucher, Bertaaux et Bayard, la mayor parte del tiempo van contracorriente.

Sin embargo el lector de la obra de Jean-Charles Nehr, habrá comprendido que el símbolo es en masonería una cosa muy importante como para desinteresarse de ella o dejarla abandonada a las “simbolatrías”; aunque no podemos negar que hay quien lo deplora y hasta quien se felicita. La masonería es definida desde las primeras horas del siglo XVII por su simbolismo, sus alegorías, como él dijo entonces, por sus jeroglíficos.

Pero al contrario de lo que algunos nos puedan hacer creer, digamos que los institucionistas de la Orden no ven en el símbolo más allá de un medio que permite a los Hermanos reconocerse entre ellos. Cuando uno toma las Constituciones de Anderson o "La Masonería Diseccionada" de Pritchard, o las primeras revelaciones continentales del “secreto” de los Franc-masones, se ve que el simbolismo masónico no es considerado como el vehículo de un orden esotérico, es más, es un cuadro ritualizado de la logia, una referencia a lo legendario de la institución.

La masonería sin duda, no nace de la nada, pero muchos masones parecen ignorar que ella es en si misma un sincretismo que toma prestadas diversas tradiciones sin las cuales no se produciría esta matriz. Así es que la referencias operativas que vienen de 1725 y que aparecen en los rituales, lo mismo que la leyenda de Hiram, de la cual no se conoce todavía su origen, aunque es tardía, lo mismo que VITRIOL, todo ello es introducido en masonería en la segunda mitad del siglo XIX.

Es en ese momento cuando nace la idea aquella de que la masonería es una sociedad iniciática, lo cual no se encuentra en el siglo XVIII, salvo en aquellos cenáculos criptocatólicos de Martínez de Pasqually y Willermoz, que secretamente pretendián reemplazar la Orden con la vuelta de Roma.

Lo que olvidan los simbolatras, es que masonería es todo salvo una religión; un argumento tópico que se puede tomar de la presencia masiva de clérigos regulares y seculares dentro de las logias, los cuales entran en masonería para no hacer otra cosa- sin duda -que la “masa”, o según el uso común del siglo XVIII, para celebrar los oficios antes que la tenida.

En realidad la masonería, como escribió aquel importante masón que es Salvalette de Langes, es un club a la imitación de otros que se desarrollaron en Inglaterra a principios de siglo, o como se dice en francés: una pandilla que fuera de toda referencia política o confesional, se reúne en torno a los valores de personas que sin ellos no se encontrarían jamás y que se reencuentran con el objeto de contribuir a la edificación de una ciudad más justa.

En una sociedad hundida y fuertemente jerarquizada, la masonería introduce un derecho que se impondrá tardíamente en nuestro mundo occidental. El derecho a asociarse libremente sin el avis del Príncipe o de la Iglesia; y que Pierre Chevalier ha mostrado perfectamente en sus trabajos.

En otros lugares la masonería es vivida en plena simbiosis con los poderes y la iglesia, y por tanto no es difícil entender el porqué de su existencia.. Y no será de nuevo inútil insistir en que la masonería aparece en medio de un régimen de civilización cristiana en una “romania” fracturada por los múltiples protestantismos, en un mundo donde la religión se seculariza, y en que el indiferentismo va ganando pasos por medio de la vía de la incredulidad .

En el Reino Unido la masonería deviene rápidamente en una cuestión de estado propio de un “”statablisment”-tal y como recoge Cécile Revauger-; en Francia donde los protestantes fueron expulsados, o donde los judíos no tenían estatuto alguno, es la ideología latitudinaria la que importa, y veo como lo prueban los diversos textos, que aparecen en los años cuarenta denunciando la tolerancia de los masones y el indiferentismo; solo con leer los libros de Perau, Travenol, Larudan, o la docena de folletos anónimos de la “Relation Apologique”, se ve que no es menos remarcable lo que estoy afirmando.

Está claro que si los masones son de la religión de Príncipe su sentimiento religioso es tibio. Aunque creemos, lo cierto es que ya no creemos como antes, que la biblia de forma recatada era todavía el Libro de la Ley, aquí y allá, la ley es sustituida por los Reglamentos del taller.- como bien ha mostrado Daniel Ligou- los rituales también se secularizan. 

En el libro de oro de los Amis Réunis, logia que se reunía en torno la banca y las altas finanzas del Antiguo Régimen, y pedían a los Hermanos nos reírse “abiertamente” de la religión. Este “abiertamente” es en sí mismo todo un programa, lo que demuestra que el resto son cristianos de boca y no de corazón, y que la religión ha devenido en una cuestión conformista.

Vemos pues que la masonería es una empresa secular que desde sus orígenes se adapta a los tiempos, como a menudo se anticipó. El error será cimentarse sobre creencia trasnhistórica, y sugerir, todo ello como cubierto de simbolismo, que ella es la matriz de todas las religiones. Otra de las ideas que históricamente es falsa, y que no es nueva ya que está históricamente datada, ya que fue causa del largo debate en el siglo XVIII, durante los años 1780, fue cuando la masonería casi sucumbe ante la multiplicidad de los altos grados.

La cuestión que luego se habían planteado los propios masones era la siguiente: ¿Cuál era el propósito de la masonería? Y por supuesto en el debate había opiniones encontradas.

Y allí estaba el Convento de las Galias, luego del Wilhelmsbad. El cual había sido precedido del Atemberg o el Kolho, los cuales reglamentaran la cuestión templaria y ello será la perdición de un cierto von Hund [Estricta Observancia Templaria] y luego resulte que este se convierta secretamente al catolicismo en tierra protestante, después de haber hecho creer a los masones que su Orden descendía del Temple, y que por esa vía era el propietario de su fabuloso tesoro.

En París y especialmente organizado por los “Philatelèthes” era el momento de poner todos los regímenes encima de la mesa, para concluir diciendo que todos ellos se valían del simbolismo masónico, substancialmente propuesto, el cual soportaba todas las lecturas, y todas las inversiones, en fin, todo y su contrario.

Había en esos momentos una constante que se impone, los masones repiten los rituales y las fórmulas, cuyo sentido se les escapó, y se tuvo que dar marcha atrás a esta forma delirantemente recurrente propia de ciertos Hermanos: Matheus, Salverte de Thoux, Cagliostro, Matinez de Pascally, Bacon de la Chevalerie, Bourré de Courberon) y tantos otros del siglo XVIII como Ragón de Bettignie, Wirth, y otros más contemporáneos como Papus, Guenon o Evola, volviendo la Orden a su verdadera vocación “filadelpica” y filantrópica.

Frente a ello Salvalette de Langes, Chefdebien, Roettiers de Montaleau, Bode, crean una logia secreta decididos con ello a contribuir mejor a la felicidad de la humanidad, dentro de lo cual la Logia “Las Nueve Hermanas” se van anticipar en lanzar una suscripción entre los masones para poder fletar un navío destinado a ayudar a los insurgentes de Estados Unidos de América.

Está claro que el simbolismo no es más que un lazo, una ligazón que permite a los masones reconocerse en ellos, ni más ni menos.

Es decir, aún sigue siendo como lo habían pensado los fundadores de la masonería, lo que demuestra sobre qué autoridad hablaban, haciéndonos creer que el simbolismo sería el mediun de las verdades transcendentales, de la sabiduría ancestral de la cual losa intercesores acreditados serían los depositarios.

Dejar que las “sectas” que destilan la verdad “pondere metalli” ,según las canciones de los comerciante del Temple, que vendrían a hacer de la masonería una religión, para un mayor beneficio., que nunca ha sido, o una pieza a gogo, para incultos por definición, y de la cual se podrá decir que es un “suplemento del alma” o cualquier cosa del estilo Mac Donald o la espiritualidad laica.

La masonería jamás ha sido nada de todo eso, solo por accidente o porque se quiso utilizar como un programa para usar, cuando el precio era la tolerancia. 

Sociedad tradicional, ella se mantiene sobre su cabo contra viento y marea. Por la liberación de las estivales charlatanerías, fuertemente tematizadas por el Hermano Herlvetius, en primer lugar, es decir para hacer frente al simbolismo como lo que es un ejercicio de estilo, pero nosotros no somos todos, por desgracia Roucher, Chéiner, Baudelaire, o Heredia, y tenemos la deprimente prueba en cada tenida, donde cada Hermano o Hermana se aventura sobre el terreno minado del “houpe dentelée, y de la letra “G”, y del nivel y la escuadra para coger con sus manos y su buen sentido y comprender que la masonería como un testimonio de su historia.

Y jamás por la ambición de reemplazar las iglesias, y en su función siempre y eminentemente, crítica. 

Fue en Inglaterra de los Estuardo cuando se introduce la tolerancia, de otro modo es decir un régimen que acepta irreductiblemente la diferencia del Otro, (Los Presbiterianos y la Circunstancia) para construir el Reino Unido, haciendo el camino para desarrollar el Imperio Británico , que se presenta hoy día para nosotros bajo las formulas de la “Regularidad”.

En una Francia muy cristiana, el plan fue muy otro, en el país de Bousset, la ortodoxia más estricta sería toda una regla,que se esparce por todo el país bajo la mano de Roma, pero serán los parlamentarios y los filósofos que por gusto o por fuerza, los masones fueron todos legitimistas, pronto inventarían la Republica.

Ese es el verdadero símbolo; la masonería hace al hombre liberarse de las escorias de la creencia y lo confronta con su libertad.

¿Pero en estos tiempos de angustia, pueden la mayoría de los francmasones enfrentarse a este desafío.? 

Yo creo que la experiencia de Jean Charles Nehr, masón confirmado, el cual no renuncia a su buen sentido- como todo Alto Grado que es- a la prueba de ensayo que es toda una promesa de futuro.

Charles Porset
(Prefacio al libro de Simbolismo y Francmasonería de Jean Chales Nehr.)

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