José Antonio Vázquez
Hoy está de moda esto del esoterismo. No hay más que ir a cualquier librería medianamente grande y allí nos encontraremos con una buena sección de libros dedicados al tema. Creo que, en general, lo que se ofrece son libros bastante delirantes, que no hacen más que inducir a confusión y que, aún inspirándose a veces en conocimientos reales, los interpretan de los modos más subjetivos y peregrinos que uno se pueda imaginar.
Rene Guenon
Junto a esta realidad, hay que recordar que en el siglo XX se ha realizado un estudio serio de estos asuntos y ha surgido toda una corriente de pensamiento ( en especial, el pensamiento tradicional o perennialista) que alimenta un moviendo espiritual que enarbola la bandera del esoterismo como solución a los problemas de nuestro mundo, contraponiéndolo, a veces, a las religiones.
Sin duda, quien más ha contribuido a difundir en el mundo contemporáneo el interés por el esoterismo ha sido el francés, René Guenon. Guenon ha elaborado una verdadera síntesis doctrinal sobre el tema, indudablemente seria y llena de interés, a la que muchos se han adherido como si de una tabla de salvación espiritual se tratara, para sobrevivir en un mundo que ven materialista y en ruinas.
Para Guenon, por encima de las religiones estaría la Tradición Primordial, la tradición esotérica, de la que las religiones son meras formas exteriores (exotéricas) adaptadas a las diversas culturas y épocas. El esoterismo es el centro de las religiones y constituye una doctrina supraconfesional. Perdido este núcleo las religiones degeneran y se convierten en caminos que no permiten la realización en plenitud del ser humano.
Esto es lo que le habría pasado al cristianismo, que estuvo dotado de un esoterismo hasta el final de la Edad Media, época en la que fue perdiéndose. De forma que el actual cristianismo no permite la realización humana en plenitud y los cristianos deben buscarla en otras vías o recuperar ese esoterismo perdido que Guenon identificó especialmente con el hermetismo cristiano.
Conocer el pensamiento de Guenon creo que es de un gran interés por su erudición y rigor, pero dudo mucho que sus tesis puedan ser compatibles con la fe cristiana. Y si me apuran, con cualquier fe.
Creo que Guenon se confunde al hacer del esoterismo el núcleo de todas las religiones (ese núcleo es la mística) y dudo mucho que pueda decirse que existe una doctrina esotérica "única", aunque existan afinidades indudables (y una perspectiva similar) entre las diversas corriente esotéricas.
El esoterismo viene a ser una perspectiva, una cosmovisión, que encontramos en casi todas las culturas, encarnada en diversas sabidurías que tienen una visión “interna”, espiritual de la realidad. Para esta visión, junto a la realidad histórica externa, existe una dimensión interna de la historia o de la existencia, una intrahistoria.
Los esoterismos se basan, por lo tanto, en la idea de la existencia de un mundo “imaginalis” (Henri Corbin), un mundo de los arquetipos, el mundo angélico, la naturaleza pura y virginal, que influye en la historia externa que conocemos y al que podemos y debemos acceder para recuperar nuestro verdadero ser, nuestro rostro original, la pureza anterior a la “caída”.
De esta forma, los caminos esotéricos nos enseñan, a través del simbolismo fundamentalmente, cómo abrir nuestra conciencia a esas dimensiones, purificándonos, espiritualizándonos, relacionándonos con esos arquetipos o dimensiones angélicas, hasta recuperar una visión espiritual de la realidad y acceder a nuestra verdadera naturaleza virginal y santa, paradisíaca.
Recorrer este camino interior tiene sus riesgos y, por ello, no todos están llamados a entrar en una vía esotérica, sólo los cualificados para ello, que además sean iniciados en un grupo discreto que vigila que el proceso se realiza sin peligros y de modo correcto.
En cualquier caso, el esoterismo, con toda su riqueza espiritual, no es el núcleo de las religiones. Este núcleo es la mística o la dimensión monástica.
A diferencia del esoterismo, la mística está abierta a todos, ya que todos estamos llamados a vivir la dimensión mística (aunque en la práctica sean pocos los que lo hacen) y, aunque comparte la cosmovisión esotérica (existencia de niveles de ser y de conciencia diversos y superiores a los racionales), la mística no se centra en esos niveles “angélicos” sino que busca directamente la experiencia de Dios, la comunión con Él y en Él con el Cosmos y los hombres.
Esto no impide que podamos considerar a la sabiduría esotérica como una gran ayuda en el camino de la mística, para los que están cualificados para ello. Especialmente para todos aquellos profesionales llamados a construir el orden, la armonía y la belleza del mundo arquetípico en la cultura y sociedad humana histórica. De ahí, que en la mayoría de culturas el esoterismo está ligado a los oficios que se ocupan de esto (artistas, constructores, caballeros…). De hecho, para Guenon las instituciones esotéricas occidentales han sido las antiguas órdenes de caballería y con posterioridad la masonería, que hoy sería el último vestigio accesible al hombre moderno que quiere seguir la vía esotérica. Naturalmente, esto ha llevado a muchos masones a aceptar las ideas de Guenon.
Como dije no comparto la visión que Guenon tiene del esoterismo. Creo que Guenon ha caído en el gnosticismo, una doctrina que niega el carácter único de cada Revelación y pretende situarse por encima de las religiones, impidiendo con ello, la posibilidad de convertirse de verdad a una fe religiosa.
La Restauración Esotérica Guenoniana Versus la Revolución Monástica Mertoniana
Por otro lado, Guenon hace toda una propuesta de renovación social y espiritual. Su propuesta parte de una visión absolutamente negativa de la modernidad occidental, que considera una cultura sin principios y, por lo tanto, llamada a desaparecer. Para él, no queda otra que realizar una restauración tradicional del orden anterior a la modernidad. Esta restauración debe ser realizada por una élite espiritual que ha de beber de Oriente ya que en Occidente no hay ya fuentes espirituales puras.
Lo cierto es que, al final, toda esta propuesta termina llevando a una rigidez y autoritarismo notables, que quieren hacerse pasar por espirituales. No hay más que ver las actitudes de los diversos grupos guenonianos, descalificándose unos a otros, idolatrando a Guenon y dogmatizando a diestro y siniestro. Desde luego, muy lejos de la altura intelectual del maestro.
Frente a la figura hierática de Guenon y sus seguidores prefiero la figura alegre y sencilla (pero profunda) de Thomas Merton. Merton es un monje cisterciense del siglo XX, que también formula una propuesta de transformación de nuestra cultura en una dirección espiritual. En Merton la crítica al materialismo y al egoísmo del mundo moderno va unida a una gran compasión hacia los hombres y una valoración de las cosas positivas y rescatables e la modernidad. El suyo es un análisis mucho más matizado que el guenoniano.
Su propuesta es volver a la sabiduría monástica como camino de sanación social y personal. Volver a la mística.
Personalmente, no creo que el esoterismo guenoniano sea la solución que busca Occidente y creo mucho más en la necesidad de que la sabiduría monástica vuelva a fecundar la cultura de Occidente. Es la propuesta de Merton y también la de R. Panikkar.
Masonería en la encrucijada
Hoy los grupos esotéricos occidentales, pienso, por ejemplo, en la masonería o el martinismo, deben sentirse interpelados ante ambas propuestas. O la propuesta guenoniana que quiere hacer del esoterismo una suprarreligión o la propuesta monástica, que considera que también el esoterismo está llamado a convertirse y a aceptar una revelación que sobrepasa su propia sabiduría.
En el caso de la masonería cristiana, creo que está clara la opción. El optar por al fe cristiana supone dar la mayor importancia a la revelación y a la tradición cristiana como fuente fundamental en la que beber. De ahí, la necesidad de que hoy la masonería cristiana se abra al monacato, se enriquezca con su doctrina, que no es otra que la doctrina patrística viva y apoye la iniciativa monástica de transformación de la modernidad para lograr una sociedad más espiritual y más solidaria.
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