EL G:.A:.D:.U:.
Un Símbolo no es sino la representación material de lo inmaterial. Si bien su diseño es convencional, su contenido puede ser tan amplio como lo permita el conocimiento o la capacidad de interpretación de quien lo considere. La Mas.: es un sistema de Moral velado por alegorías e ilustrado por Símbolos, lo que la hace tan rica en su contenido, contenido que está destinado a ser captado o ampliado por el Inic.:. El Símbolo estimula la investigación del Intelecto y es muy indicado a nosotros los occidentales para introducirse en el estudio de un Sistema Filosófico. Pero tenemos también un "Gran Símbolo" que de alguna manera aglutina a todos los SSimb.: de la Ob.: o hacia el cual se proyectan todos los demás que nosotros llamamos "G.: A.: D.: U.:". A su Memoria o Gloria dirigimos toda nuestra acción o encauzamos nuestra Vida, entendiéndolo como el Fundamento y Fin de nuestra Existencia. Ningún M.: o Mas.: puede prescindir de una noción de G.: A.: D.: U.:, y es que entonces se encuentra recogido en los Ancient Landmarks o Antiguos Límites de nuestra Gr.: Log.: (No. II). Puesto que somos una Inst.: de LLib.: PPens.:, nadie está obligado a entender como "G.: A.: D.: U.:", aunque a veces lo designemos como "Ser Supremo", a una Entidad o a un Ser Espiritual dotado de Voluntad. Por éso ya desde la Inic.: se nos enseña que el contenido de nuestro Gran Símbolo lo da la conciencia y leal saber y entender de cada H.:, para quien el G.: A.: D.: U.: puede ser un Espíritu, el Universo, un Principio de Acción o de Moral, un Ideal o una Meta Superior.
La denominación "G.: A.:" recuerda nuestros orígenes como Corporación de Libres Albañiles operativa, pero recordemos que ya Hermes Trismegisto hablaba del Superior Principio "como Gran Obrero Universal" (Tratado "Asclepios") o "Gran Obrero" (Tratado "La virtud del Mundo").
No han sido pocos los problemas que han existido en la interpretación y la necesidad de que todo M.: considere la existencia del G.: A.: D.: U.:. Mencionaremos que cuando en México se propuso la candidatura del H.: Sierra Partida para la Gr.: Maes.:, alguien le recriminó su incompatibilidad para éllo por su Ateísmo, recordándole que las Constituciones de Anderson establecen que no puede ser M.: "ni un libertino irreligioso ni un estúpido ateo", a lo que Sierra Partida le contestó: "Es cierto, ¿pero qué tal un ateo inteligente?". Digamos que este H.: no estaba ni se sentía obligado a sostener la creencia de un Dios Espiritual. La palabra "Ateo" no la entendemos hoy los MM.: en el sentido de la prescindencia de toda noción de "Dios", sino que para nosotros es "Ateo" quien niega que existe un Principio Rector o Fundamento de Todo, o rechaza la necesidad de Algo o Alguien (sea Entidad, sea Ideal) a quien tributar nuestra Tarea. El concepto de "Ateísmo" de Anderson debe interpretarse en su sentido histórico y cambia su significado con los tiempos, como también cambia el contenido del concepto de "G.: A.: D.: U.:" a medida que el Hombre evoluciona. El alcance del mismo es una conquista que se descubre, se redescubre, se redimensiona y se perfecciona, por ello es tan complejo y da lugar a tantas discusiones la definición de nuestro G.: Simb.:.
Sin perjuicio de la libertad individual, los MM.: decimos y debemos "creer" en un G.: A.: D.: U.: cuyo concepto preciso no podemos traducir o explicar sin caer en nuestras propias opiniones personales. No podemos asegurar su existencia porque no hay unanimidad de criterios para determinar su esencia, y menos podríamos imponer una conceptuación. Una Ley de la primera Revolución Francesa proclamó su existencia, pero no pasó de ser el producto de una Gimnasia Intelectual y por supuesto no definió qué entendía por "Dios". Los MM.: no perdemos tiempo con esos devaneos y permitimos que cada uno extraiga de ese G.: A.: D.: U.: lo que entiende como cierto. Apostamos o creemos que Algo o Alguien hay por sobre encima nuestro como Orientador o Destino conforme a nuestras particulares convicciones, ciframos una Esperanza en su existencia, lo que no es muy distinto a decir que la creencia en un G.: A.: D.: U.: es un Acto de Fe y Amor.
Representaciones de ese G.: Simb.: hay muchas. Las más conocidas son el Triángulo o Delta Radiante con el que llamamos "Ojo que todo lo ve" o la letra "G" (inicial sajona del equivalente a nuestro español "Dios") en el centro, el entrelazamiento de la Esc.: y el Comp.: con la "G", o las iniciales "G.: A.: D.: U.:", todo en el Pr.: Gr.:.. Hablamos de Este como un Supremo o Gr.: Arquitecto o Hacedor, lo que nos lo recuerda como un Planificador y Creador de un Orden Universal. La palabra "Arquitecto" proviene del griego "Archos" ("Antiguo" o "Principal") y "Tekton" ("Constructor"), que en su interpretación mística toma la palabra "Arché" equivalente a "Materia Primordial" y así el Principio Supremo es el Edificador sobre la Materia Primordial que forma la base material del Universo, dinamizada por el Logos o Palabra que le da sentido, por éso en San Juan 1:1, en donde abrimos la Biblia del Ara, leemos en griego "´En Arché to Lógos"; "En la Materia Primordial estaba el Principio Dinamizador". "...kai Théos to Lógos"; "...y Dios era el Principio Dinamizador".
QQ.: HH.:: Tan ilimitado como el Universo es el significado de nuestro Gran Símbolo que caracterizamos como "G.: A.: D.: U.:", sustrato que da base al Cosmos y a nuestro Microcosmos individual. Sin un Fundamento, un Ideal, un Proyecto, Algo o Alguien que dé sentido a nuestra Existencia, no tiene propósito vivir. Nadie puede afirmar, so pretexto de su Libertad de Pensamiento y de la necesaria diferencia de interpretaciones, como Ser Humano y M.:, y es absurdo aseverarlo, que no hay nada que nos rija. Dejémonos llevar por Ese Principio, y hagamos que nuestro Trabajo sea un dedicado Canto de Alabanza a Aquel a quien con nuestro Amor día a día también construimos mientras edificamos nuestro propio Templo.
http://www.granlogiadelcentrodelperu.com/UNIVfaq.html#7
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