Estudios misticos (2 de 31) – La Consciencia humana
“Ni el razonamiento abstracto ni la experiencia puede llevarnos a la fuente primera
de donde brotan nuestras ideas… de esta forma, sin ninguna participación del sujeto,
se manifiestan independientemente de nuestra voluntad y conocimiento
la percepción sensorial y la autoconsciencia”
J.C. Friedrich von Schiller (1759-1805)
de donde brotan nuestras ideas… de esta forma, sin ninguna participación del sujeto,
se manifiestan independientemente de nuestra voluntad y conocimiento
la percepción sensorial y la autoconsciencia”
J.C. Friedrich von Schiller (1759-1805)
La conciencia objetiva
Podemos definir la conciencia objetiva como el conjunto de procesos que permiten al ser humano percibir, interpretar e interactuar con el mundo terrenal. Para lograrlo, el hombre no solo precisa de sus cinco sentidos físicos y las facultades objetivas a ellos asociadas (vista, oído, olfato, gusto y tacto); sino también de interpretar lo que ellos le comunican a nuestro cerebro. Para ello, el hombre hace uso de su memoria, imaginación, raciocinio…; esto es, de lo que se denominan funciones subjetivas. Por todo esto, los místicos, y uso místico en el sentido de iniciados en el esoterismos, no vemos lógico la separación entre ambas y consideramos que las facultades objetivas y las funciones subjetivas no son más que una única fase de la consciencia humana: la fase objetiva.
Sin la unión de ambas fases no hay consciencia. Los sentidos recogen las impresiones del mundo pero para ser conscientes es necesario interpretar estas impresiones. La memoria de actos pasados, por ejemplo, nos ayuda a ello. Así una vez identificada una rosa la reconoceremos en el futuro siempre que la veamos; aunque la rosa que veamos no sea exactamente la misma en forma ni en color; el parecido razonable y nuestro raciocinio nos dirá que no puede ser más que una rosa. Podemos llegar a decir que no estamos viendo una rosa (ya que no es para nada igual a la primera que vimos); pero somos consciente que es una porque así lo interpretamos.
Por otro lado, tras un accidente, una persona puede olvidar como leer. Las formas de cada letra, las palabras, siguen a estar ahí, el cerebro las puede ver y el hombre es consciente de ello, la parte objetiva funciona; pero es incapaz de interpretar lo escrito; es decir, falla la parte subjetiva. Así vemos que ambas son necesarias, ambas trabajan en conjunto para ser plenamente conscientes.
Además interpretamos lo que percibimos y nuestros sentidos nos engañan continuamente por lo que si partimos de un error es muy fácil llegar a un error. El ejemplo más simple es hablar de las ilusiones visuales y auditivas; pues el hombre es un ser mayoritariamente visual y auditivo, estando los demás sentidos como “rebajados” con respeto a los dos anteriores; aunque las ilusiones son extensibles a todos ellos. En el caso de recibir un estímulo de este tipo podemos interpretarlo como tal y llegar a una conclusión errónea o, la parte subjetiva, tirar de memoria o de razonamiento, e interpretar correctamente lo que sucede. Si usted sufre un mareo, sus sentidos le dicen que el suelo, las paredes y el techo se mueven; pero su cerebro le dirá que no es cierto. Usted siente una cosa pero interpreta otra. De todos modos, sea como sea, para ser consciente del mundo circundante necesitamos que nuestras facultades objetivas y nuestras funciones subjetivas se coordinen y razonar, así usted puede ver al músico en la imagen pero también “obligar” a su mente a ver a la mujer ¿o no puede?
De todo lo dicho ¿podemos afirmar que la conciencia objetiva del hombre se encuentra limitada a su campo de experimentación?
Los sentidos humanos, la parte objetiva, nos engañan. No hay duda, Además no detectan todo lo que sucede. El ojo humano no “ve” el infrarrojo; el oído humano no “oye” los ultrasonidos… mientras que otros animales si con capaces de hacerlo. En este punto la ciencia dice que nuestros sentidos no son capaces de detectarlos; los místicos decimos que no somos capaces de interpretarlos. El matiz es extraordinariamente importante. Afirmamos que nuestros sentidos si son capaces de recibir la información y que es nuestra mente, la parte subjetiva, la que ha perdido, o mejor dicho olvidado, la facultad de interpretarlo.
Uno de los principios o Leyes Universales que enseñamos dice que todo lo que existe se encuentra en cambio y movimiento constante. Una piedra no es la misma al cabo de una simple fracción de segundo aunque lo parezca. Para ser consciente de la realidad es necesario recurrir a las facultades transcendentales humanas para vencer las limitaciones que subjetivamente imponemos a nuestros sentidos. El hombre ha depositado su fe en sus sentidos físicos y niega que exista algo más de lo que puede ser visto, oído, olido, tocado o saboreado. Esa negación ha eliminado sus capacidades naturales y ha cerrado la puerta a que las impresiones transciendan; ha hecho que su capacidad subjetiva anule todo aquello que cree no existir y, por lo tanto, no sea consciente de su existencia. En una frase típica podemos resumir todo esto: si no puedo verlo es que no existe. Nosotros nos cegamos a nosotros mismos.
Así, por ejemplo, la mayor parte de la humanidad no puede ver el aura. No porque no exista. No porque sus ojos no sean capaces de ello. Sino porque simplemente no cree en ello y su mente subjetiva se niega a interpretar lo que recibe como una posible aura, simplemente lo elimina, lo anula, pensando que es un error de interpretación, que es una ilusión óptica más.
No hay mayor ciego que el que no desea ver. Usted, como místico ha iniciado un camino que le llevará a “despertar” sus facultades subjetivas y se dará cuenta de que la interpretación objetiva del mundo que habitamos dista mucho de ser real.
El subconsciente
Nadie puede negar que el subconsciente existe. Existe “algo” que escapa a nuestro control consciente. Las actividades básicas del cuerpo humano físico como el respirar o la circulación de la sangre son automáticas. Es cierto que podemos ser consciente de ello ya que notamos como respiramos y como late el corazón; pero poco más. Aunque la consciencia deje de funcionar, estas funciones básicas, entre otras, nunca dejarán de hacerlo mientras el hombre tenga vida. Es decir, si dejan de hacerlo, simplemente nos morimos. La ciencia llama a estas funciones involuntarias ya que trabajan de modo autónomo.
El subconsciente es quien contrala las funciones involuntarias del cuerpo y es un hecho que aun usando toda nuestra voluntad no podemos lograr que el corazón deje de latir, que el metabolismo se pare… Ello se debe a que dichas funciones vitales para la vida son controladas, como se dijo, por el subconsciente, el cual está dirigido por la Consciencia Cósmica[1] presente en nuestro ser.
Ahora ya sabe por qué al transcender la consciencia tenemos lo que los profanos llaman poderes mágicos. El subconsciente está en íntimo contacto con la Consciencia Cósmica, con todo lo que ello implica en cuanto a posibilidades de conocimiento místico. Resulta evidente que la Consciencia Cósmica corresponde al Cósmico. El Cósmico podemos definirlo como el conjunto de leyes naturales y universales que la Inteligencia Divina emplea para manifestarse en la Creación. En síntesis, el hombre posee en su interior una conexión permanente con la Inteligencia Divina.
Si todos los hombres estamos conectados a lo divino, en cierto modo, también lo estamos entre nosotros pues la Consciencia Cósmica lo envuelve todo. Transcender y entrar en comunión con esa Consciencia es la que permite explicar supuestos poderes como la telepatía.
Además, por definición, la Consciencia Cósmica es imagen de su origen, es decir, es perfecta. Contiene toda la Sabiduría del Universo y el conocimiento del pasado, presente y futuro, no solo de la humanidad, sino de todo el Universo; y este matiz es vital. Quédese con ello. No es fácil comprender todo lo que esto implica; por ahora llega con que sepa que debido a la Consciencia Cósmica usted posee la clave de todos los misterios de su propia vida y del Universo en sí mismo. Recuerde lo escrito en el frontispicio del Oráculo de Delfos.
“Te advierto, quien quiera que fueres, Oh! Tú que deseas sondear los arcanos de la Naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera.Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias?En ti se halla oculto el Tesoro de los tesoros.¡Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a los Dioses”
Transcendiendo los límites
Le hemos dicho que la única forma de conocer y acceder al conocimiento de los misterios es transcender la consciencia objetiva para librarnos de sus limitaciones. Un buen método para comenzar es dejar libre a nuestra intuición que, dicho sea de paso, es una de las principales funciones de la Consciencia Cósmica en el hombre.
El problema es que intuición y razonamiento no van de la mano y la mayoría de la humanidad es esclava de la razón matando a la intuición y acallando a nuestro Ser interior. Las impresiones intuitivas superan los sentidos físicos, no los necesitan, y no pueden ser engañados por las interpretaciones subjetivas de la consciencia. La intuición real transciende todo esto.
Seguro que usted conoce la expresión “la primera impresión es la que cuenta”; si cambia el término impresión por el término intuición tendrá la clave de cómo funciona todo esto que le estoy contando. Si usted recibe una intuición y duda estará dejando que la razón actúe; duda porque la razón le dice que no es posible y, automáticamente, busca una nueva respuesta “razonable”. Ha matado su intuición.
Es posible realizar experimentos para potenciar la intuición. Practique y confíe en su intuición, se sorprenderá del poder que usted posee. Para finalizar le diremos que el tiempo y el espacio no afectan a la intuición ya que para lograrla usted habrá tenido que transcender su consciencia objetiva.
Para finalizar voy a dejarle un simple ejercicio para comenzar, tome un reloj, mire la hora, y siga haciendo lo que estaba haciendo. Cuando termine pregúntese qué hora será. Cierre los ojos, relájese y cuando lo esté hágase esa pregunta a sí mismo. Tome la primera hora que le venga a la mente, por inverosímil que le parezca, no trate de cambiarla por otra que le parezca más lógica. Fíese de su intuición y luego compruebe si ha acertado. Si se fía de su intuición se sorprenderá de los resultados.
Próxima entrega: Estudios místicos (3 de 31) – La Materia (1 de 2)
NOTAS
[1] Entendemos por Consciencia Cósmica la Consciencia del Creador, de Dios, del GADU o el término que quieran dar al Ser Supremo en el cual crean.
http://iluminando.org/2014/12/17/estudios-misticos-2-de-31-la-consciencia-humana/
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