EL PROBLEMA DE SIEMPRE.
Los diferentes documentos que los masones han escrito en su correspondiente espacio-tiempo histórico, nos dejan reflexiones y enseñanzas que perduran, que han trascendido y son útiles. Así pues leía a Fermín Vale Amesti, un hermano venezolano que mora en el oriente eterno, su trabajo: LA MASONERÍA DEGENERADA Y LA MASONERÍA RESTAURADA, y en ella encontré el mensaje que buscaba en las palabras justas, para motivar el cambio de actitud de nuestros hh:., y que comparto con algunos toques personales.
Resulta absurdo pensar que una antiquísima, sabia y genuina escuela iniciática como la Masonería, tuviese por mero objetivo enseñar a hombres ya “hechos y derechos”, todo el simbolismo relacionado con el arte de la construcción, simplemente para inculcarle enseñanzas y “virtudes morales”, como las que se enseñan a los niños en las escuelas y en las clases de catecismo de las iglesias parroquiales. Tampoco es su objetivo, convertir a los miembros de un Consejo de Alto Grado, en un grupo de “boy scouts” rindiendo “honores a la bandera” y brindando por la salud del gobernante a sabiendas que su gestión no es del agrado del pueblo que lo eligió.
La falta de conocimiento de los principios de la masonería, no le permite al masón considerar nada, más que el simple conocimiento racional y discursivo, que bien le puede servir para fines prácticos profanos, es totalmente, inútil y estéril para elevarlo como un mejor hombre y a la trascendencia real que el masón busca.
Todos carecemos de suficiente conocimiento, pero lo condenable es intentar prohibir a los demás la búsqueda de ese conocimiento que ignoramos, con un pobre recurso: ¡No es de tu grado!, y ponen paños tibios a su deficiente formación, con un profundo, dedicado y casi exclusivo afán ritualista. Quizá es necesario escuchar opiniones como la de Sigmund Freud, que comentó que los rituales eran actividades que permitían a los individuos que las practicaban liberar sus tensiones. Al revisar los comportamientos religiosos, Freud, notó que tenían un efecto catártico y de ahí provenía su intensidad, pero nada más.
A los ojos del hombre ordinario o de quien, a pesar de haber recibido una iniciación, aún no ha logrado alcanzar los niveles correspondientes para trascender, le es necesario el estudio y la guía por el sendero del conocimiento, por verdaderos maestros, aquellos que ya se sacudieron de la estrechez de conceptos o de la vanidad de los títulos y honores, que se incuban en ágapes fastuosos, que no justifican la razón de la augusta orden. Salvo que digan que, están emulando a los masones de las cuatro logias primigenias que en 1717 dieron a luz a la Gran Logia de Londres.
Muchos llegan a la masonería, porque le “vendieron” una idea ajena a lo que es la masonería. Unos se hicieron masones “porque los Hermanos se ayudan mutuamente entre sí”. Otros, porque sólo deseaban disponer de un lugar donde reunirse “en camaradería” con gente afín y poder hablar de asuntos relacionados con sus propios intereses, gustos e inclinaciones, tal como podría hacerlo en un club social. También hay quienes se iniciaron en procura de “protección”, porque el que los “motivó”, enfatizo en el aspecto simplista y utilitario de la “fraternidad”, formando una idea distorsionada, de que la orden es un escudo protector, contra quienes intentar algo contra ellos. Otros, se dan por satisfechos con ser “masones” de nombre únicamente; es decir, de “jugar a los masones”, que suelen disfrutar de la pompa de lucir vistosos collarines, bandas e insignias, sin que les falte el consabido anillo con la Escuadra y el Compás, la calcomanía en el vehículo que conducen y sus tarjetas de presentación personal y/o profesional. Este tipo de masones “de utilería”, van pregonando por doquier su condición de “masón”, tal vez no se dan cuenta que su actitud, además de ridícula es totalmente anti-masónica. Si algo distingue al masón del hombre común, es su conducta y su modo de ser: "Por sus obras se conoce al masón".
Son pocos los que entran a la Orden, buscando “algo más” que toda esas nimiedades, porque intuyen que la orden fue constituida y establecida para fines superiores, realmente nobles y trascendentes. Es en este último grupo de individuos, donde quisiera que vos hermano mío estuviera, para recuperar su antiguo prestigio, para que realmente sea honorable ser miembro de ella.
La tarea no es fácil, claro está. Pero es la mejor de las tareas, que el masón emprende. Tenemos los medios y estos son las herramientas masónicas, que no solo se usa como símbolos: Sobre todo debe usarse para eliminar las imperfecciones de nuestra piedra bruta. Y finalmente no debemos confundir fraternidad con complicidad, si algo esta mal: Se debe decir y corregir.
Herbert Oré B.
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