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sábado, 13 de diciembre de 2014

Estudios místicos (1 de 31) – El Tiempo y el Espacio

Estudios místicos (1 de 31) – El Tiempo y el Espacio


Hay cierta marea o movimiento cósmico el cual explica tanto la formación de los Universo
como el influjo de la vida y la consciencia humana.
Dentro de nosotros se encuentran no simples poderes aislados, 
sino fuerzas Universales en acción.
¡Cómo es Arriba, así es Abajo!
“La tabla esmeralda” – Hermes Trimegisto


Estimados lectores, dado que algunos de ustedes me han pedido escribir algo sobre ciencia y estudios herméticos pues ahora les va a tocar aguantarme en esta nueva serie. La terminología que usaré no siempre será la misma pero siempre será sencillo hacer la equivalencia. El motivo de no usar siempre la misma terminología se debe a varias razones: por un lado algunos temas no se tratan hoy algunas escuelas iniciáticas, por otro, mis estudios en el mundo esotérico tiene varias base como la masonería, los rosacruces, los espiritistas, la kábala, etc, lo que ha hecho que en mi cabeza se haya realizado una especie de fusión de varias ideas y puntos de vista y la terminología se haya ido adaptando a lo que a mí me ha sido más sencillo recordar. Pero no prolonguemos más esta presentación y empecemos nuestro camino por el mundo místico.

El Ser Humano aprende en la escuela que habita un espacio-tiempo, que mora en un mundo tridimensional asociado a una variable temporal de la cual es esclavo. Veremos más adelante que la cuarta dimensión temporal de Einstein no es tal para los místicos, sino que es la vibración y, el tiempo, puede ser transcendido. A fuerza de ser exacto también puede ser transcendido el espacio por lo que en el plano material podemos decir que existen cinco dimensiones: tres espaciales, una temporal y una vibratoria. En otros planos el tiempo y el espacio no existen como lo concebimos y esta es la clave, la palabra concebir, pues tiempo y espacio son fruto de nuestra consciencia.

El tiempo

Dice Einstein[1] que el tiempo es relativo y tiene razón; pero vamos a comenzar la historia desde el principio. El hombre siempre ha intentado dominar el tiempo y siempre ha fracasado. Puede medir el tiempo, aunque lo correcto sería decir el paso del tiempo ya que lo que medimos es el tiempo trascurrido entre dos eventos y no el tiempo en sí.

Quizás la primera noción del paso del tiempo fue la sucesión del ciclo día-noche; algo sobre lo cual no se tenía control pero que permitía organizar la vida en base a una cronología. El problema aparece cuando se intenta medirlo, dividirlo en unidades como horas, días, meses….y aparece el concepto de pasado, presente y futuro. Algo tan natural como el transcurrir del tiempo se convierte en un elemento fundamental de la existencia humana, tanto como el alimento. El tiempo ha sido medido, el reloj marca su paso, lo hemos dominado sin darnos cuenta que es justamente lo contrario y que es el tiempo quien nos ha dominado y esclavizado nuestra existencia siempre pendiente del reloj y del “llegar a tiempo” a todas partes.

El tiempo nos domina porque no aceptamos que es algo inmaterial. No podemos verlo, tocarlo, cogerlo… el tiempo no es más que fruto de nuestra mente, de nuestra consciencia y es tan fácil de demostrar que uno se pregunta cómo no nos damos cuenta de ello. Coloquemos un cronómetro para medir una hora y realicemos una tarea de nuestro agrado; repitamos el proceso pero realicemos una tarea monótona, aburrida y desagradable. En ambos caso el tiempo de trabajo es el mismo: una hora; sin embargo en un caso tendremos la idea de que ha sido poco tiempo y en el otro que ha sido mucho tiempo. En ambos caso ha sido una hora pero no nos aparecido el mismo tiempo; nuestra consciencia no lo “mide igual”. Y ¿Qué decir de un enfermo que despierta de un estado de coma meses o años después y cree que han pasado apenas horas o unos días?

El místico sabe que el tiempo es fruto de su consciencia y aprende que con la transcendencia este desaparece tal y como lo concebimos y podemos lograr la intemporalidad. El tiempo “no existe” en los planos superiores. Un viaje astral de una hora terrenal donde hablamos con un ser superior no sería muy productivo por ser tan poco tiempo; pero el tiempo no existe, esa hora puede equivaler a dos, tres o días en el concepto material que tenemos. Para que usted entienda el concepto piense que es similar a lo que sucede cuando usted duerme. Mientras usted duerme, puede soñar una aventura que tiene lugar a lo largo de varios días pero cuando usted se despierte habrán pasado a lo sumo unas cuantas horas; sin embargo, eses días de sus sueño habrán sido, para usted, muy reales. ¿Cuál es el tiempo correcto? Pues ambos a la vez ya que el tiempo no existe, como le hemos dicho, el tiempo es fruto de su consciencia y esta mide el tiempo, por decirlo de forma algo bruta, como mejor le viene en gana.

A pesar de todo, el hombre ha materializado el tiempo y lo ha unido al ritmo de nuestra vida consciente marcando el movimiento consciente de nuestra existencia, marcando los periodos conscientes en el mundo material. Pero más allá de esta referencia existe un mundo espiritual tan real como el que percibimos a diario; un mundo ligado a la Eternidad Cósmica al que podemos transcender y donde el tiempo no tiene sentido ya que no existe referencia en lo eterno. El eterno no posee comienzo, no tiene origen, por lo tanto no es posible medir el tiempo de su existencia al no tener referencia.
El espacio

Si buscamos la definición de espacio en un diccionario veremos que hace referencia a una extensión que limita dos objetos; es posible que le hable de las tres dimensiones si es un diccionario enciclopédico; pero poco más. Sin embargo, el espacio es mucho más que esto. Para empezar existen planos invisibles que, desarrollando las facultades adecuadas de nuestra consciencia, se vuelven tan reales y perceptibles como el mundo en el cual vivimos; por otro lado, conocer el espacio que ocupa un objeto, su forma, no implica conocer el mismo. Si le digo que imagine una caja de 30x20x20 sabrá cómo es pero no de que es, de que material está construida, puede ser madera, puede ser papel, cartón…. Es más, si usted ve esa caja a una distancia suficientemente lejana tampoco podrá saber de qué material está fabricada. Para conocer el material es necesario conocer la naturaleza vibratoria del objeto, la cuarta dimensión que los místicos afirmamos existir; pero esto es otro tema diferente al que nos ocupa.


El espacio existe como resultado de la evaluación consciente de la información que recibimos de nuestros sentidos. La vista es el más importante pero no el único sentido necesario; el oído nos permite conocer la dirección y calcular la distancia a la cual se encuentra, por ejemplo, alguien que nos habla, incluso con los ojos cerrados. Nuestra percepción del entorno precisa de referencias visuales y audibles para medir la separación entre nosotros y lo percibido. Dado que nuestros sentidos nos engañan a cada momento y cada persona percibe los estímulos visuales y auditivos de modo diferente, el espacio es percibido de forma diferente por cada individuo. Si desea ver una prueba de cómo sus sentidos le engañan mire la figura lateral, es un dibujo, no se puede mover, y si lo ha impreso en color o lo ve en la pantalla de su ordenador, parece que se mueve.

Como ya habrá pensado, las ilusiones ópticas son la forma más sencilla de demostrarle que vemos lo que nuestra consciencia quiere ver. Nuestro cerebro interpreta “lo que ve” y nos muestra “lo que quiere que veamos”. Los científicos alegan que esto se debe a que la experiencia ayuda al cerebro a comprender el mundo en el cual vive y este trata de adaptar todo lo que vemos a algo conocido con el fin de obrar en consecuencia. Algo que se sabe es nuestra tendencia a las figuras o formas completas. Si se muestra a alguien la figura lateral, la mayoría dirá que es un círculo, unos pocos que un círculo abierto y pocos, muy pocos dirán lo que es realmente: la letra C. Eso se debe a que la letra está fuera de contexto, la gente sabe que no es normal poner una letra C sola y el cerebro trata de buscar una solución al problema. Pongamos más ejemplos de cómo vemos lo que queremos ver. Miramos a lo lejos y vemos un árbol, sabemos que un árbol es alto, mide varios metros; nuevamente vemos una cosa, un árbol pequeño, de apenas unos centímetros en nuestro campo visual; pero nuestro cerebro se basa de la experiencia para interpretar otra cosa. El espacio, como el tiempo, es una interpretación de nuestra consciencia, una interpretación necesaria para sobrevivir en el mundo terrenal, pero interpretación a fin de cuentas.


Vayamos un poco más allá. La consciencia en todas sus fases es inmaterial, por lo tanto el espacio (y el tiempo) en lo Absoluto son inmateriales. Por ello, los intentos del hombre por ver cada vez más lejos, por viajar más y más lejos son fútiles. Es imposible abarcar lo inmaterial usando medios materiales. Solo transcendiendo la consciencia es posible vencer el espacio y el tiempo.

Hablo de tiempo y espacio porque el hombre los ha asociado; no es capaz de separar ambos. Lo ha unido hasta el punto de hablar de Kilómetros por hora o de medir las distancias muy grandes con claves temporales como el Año-luz[2]. Cuando decimos que tenemos que ir a algún lugar nos importa mucho el tiempo del viaje. El ser humano desafía en todo momento el espacio-tiempo tratando de viajar lo más lejos posible en el menor tiempo posible. Sin embargo existe un límite físico a todo ello, el límite que el propio espacio y tiempo ponen a la naturaleza física del hombre y de todo lo material. La famosa ley de Einstein e=mc2 y todo el desarrollo posterior nos dice que nada puede viajar más rápido que la luz, he ahí un límite que no podemos romper ¿o sí?

La respuesta es que si podemos, pero no usando medios materiales. Usted ya sabe que tanto el tiempo como el espacio es fruto de nuestra consciencia y necesarios para sobrevivir en el mundo material; pero también sabe que el ser humano es un ser múltiple, que posee varios cuerpos que iremos estudiando en futuras entregas de esta serie. Desde siempre los místicos han transcendido su cuerpo físico para librarse de las limitaciones físicas; poder viajar en el tiempo y conocer el pasado y el futuro o desplazarse en el espacio proyectando su cuerpo psíquico a miles de kilómetros de donde se encuentran. Sin embargo, para lograr todo ello es necesario desarrollar las capacidades adecuadas, lo cual lleva su tiempo y estudio y no siempre se logra.

Aunque no es tema de este capítulo, conocer el pasado es posible consultando lo que escritores como Leadbeater[3] han denominado Archivos o Registros Akáshicos. Los Registros Akáshicos serían una memoria universal de la existencia, un espacio multidimensional dónde se archivarían todas las experiencias del alma incluyendo todos los conocimientos y las experiencias de las vidas pasadas, la vida presente y las potencialidades futuras. Ese sistema energético contiene todas las potencialidades que el Alma posee para su evolución en esta vida y su verdadera razón de ser, el sentido de la existencia. Existe para el plano individual, planetario y universal con diferentes frecuencias vibratorias. En Egipto se conoce como las “Tablas de Thoth[4]”, en la Biblia como “Libro de la vida“, en el Islam como “Tabla Eterna” y los Mayas los denominan el “Banco Psi”.


El adjetivo Akáshicos proviene de Akaśa, un término existente en el antiguo idioma sánscrito de la India, que significa ‘éter’, espacio o energía cósmica que penetra en todo el universo y es el peculiar vehículo que transporta el sonido, la luz, la vida. Este Akasha contiene todos los elementos dentro de sí mismo y al mismo tiempo se halla fuera de estos sin limitaciones del tiempo y espacio. Es una matriz cósmica inobservable y omnipresente, el trasfondo sutil desde el cual surgen todas las formas inclusive nosotros mismos. El yogui Paramahansa Yogananda[5] aclara:

El Akasha subyace bajo todas las cosas y se convierte en todas las cosas; está oculta y tan solo se puede observar cuando se convierte en las cosas que vemos. Es la realidad fundamental del mundo.

El Akasha nos abre los ojos a la dimensión profunda más allá de las cosas, el tiempo y el espacio; nos aproxima a la comprensión de la naturaleza fundamental del mundo y de nosotros mismos. Nos hace consciente que realmente somos uno, nosotros, los seres humanos, el mundo, el universo, que el macrocosmos está en el microcosmos, y que nuestra acción le afecta al todo. Nos recuerda del poder creador que llevamos dentro, de las responsabilidades y las infinitas posibilidades.

Nos podemos conectar con los Registros Akáshicos a través de nuestro Ser Superior y Guías Espirituales y revelar las respuestas a las preguntas más profundas del alma:
¿Para qué he venido?
¿Cuál es mi aporte único e irrepetible?
¿Por qué y para qué me pasa lo que me pasa?…

No hay ninguna pregunta que no encuentre respuesta en los Registros Akáshicos!

Como usted puede deducir de todo lo dicho sobre los registros Akáshicos, su conocimiento y acceso ofrece un gran conocimiento y un gran poder, por dicha razón, no a todo el mundo le es permitido su acceso. Solo los puros de corazón, lo que no harán mal uso del conocimiento podrán acceder a dicho registro. El Cósmico, el Único, no lo permitiría de otra forma. Si usted pudiese acceder a los registros podría vivir la batalla de Normandía o cualquier otro evento como si usted estuviese allí mismo, como si fuera una película en 3D en la cual usted puede moverse hacia donde quiera. Eso le daría acceso a información que quizás la historia no conoce y que igual no conoce porque no está preparada para ello todavía. Lo mismo podemos hablar del futuro. El propio Cristo dijo a sus discípulos que hablaba en parábolas porque no estaban preparados para conocer ciertas cosas. El mundo actual es lo mismo, este mundo materialista no está preparado para conocer muchos misterios, aquel que tenga el honor de poder acceder a los registros debe ser tan integro que no comunicará a la humanidad más que aquello que debe conocer en cada momento.

Próxima entrega: Estudios místicos (2 de 31) – La Consciencia humana

[1] Albert Einstein (en alemán [ˈalbɐt ˈaɪnʃtaɪn]; Ulm, Imperio alemán, 14 de marzo de 1879 – Princeton, Estados Unidos, 18 de abril de 1955) fue un físico alemán de origen judío, nacionalizado después suizo y estadounidense. Es considerado como el científico más importante del siglo XX. Manuel Alfonseca cuantifica la importancia de 1000 científicos de todos los tiempos y, en una escala de 1 a 8, Einstein y Freud son los únicos del siglo XX en alcanzar la máxima puntuación; asimismo califica a Einstein como «el científico más popular y conocido del siglo XX»

[2] Un año luz es una unidad de distancia. Equivale aproximadamente a 9,46 × 1012 km (9 460 730 472 580,8 km, más exactamente). Es calculada como la longitud que recorre la luz en un año. Un año luz es una unidad de longitud (es una medida de la longitud del espaciotiempo absoluto einsteniano).

[3] Charles Webster Leadbeater (Mánchester, 16 de febrero de 1854 – Perth, 1 de marzo de 1934) fue un influyente miembro de la Sociedad Teosófica, autor de libros de ocultismo. Originalmente un clérigo de la Iglesia de Inglaterra, su interés por el espiritualismo provocó que se desafiliara de la Iglesia en favor de la Sociedad Teosófica, donde se asoció con Annie Besant. Se convirtió en un oficial de alto rango de la sociedad, pero renunció en 1906. Luego se mantuvo como un autor prolijo del ocultismo importante dentro de la Sociedad, hasta su muerte en 1934.

[4] Dyehuthy (en egipcio Ḏḥwty, en griego Tot [Θωθ1 ]) es el dios de la sabiduría, la escritura, la música, los conjuros, hechizos mágicos y símbolo de la Luna en la mitología egipcia. También se puede ver escrito como Thot, Toth o Thoth (Zoz). Posteriormente se conoció como Hermes y muchos lo asocian con Hermes Trimegistro el autor del “Kybalion”

[5] Paramahansa Yogananda (5 de enero de 1893 – 7 de marzo de 1952) fue un yogui y gurú hindú, propagador del yoga en Occidente, particularmente del método llamado kriya yoga. Introdujo a muchas personas en las enseñanzas de la meditación y muchos conocieron por vez primera la filosofía oriental en su famoso libro Autobiografía de un yogui.

http://iluminando.org/2014/12/11/estudios-misticos-1-de-31-el-tiempo-y-el-espacio/

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