La Belleza en Logia
Por Javier Otaola
¡Que la belleza lo adorne!
“La belleza es verdad y la verdad belleza, no hace falta saber más que esto en la tierra.” Oscar Wilde
El método masónico, la tradición masónica ha mantenido y mantiene un propósito esclarecedor que podemos identificar con la búsqueda de la sabiduría, pero ese propósito está indisolublemente unido a la búsqueda de la virtud y de la belleza. ¡Que la belleza lo adorne¡ es un imperativo masónico que a todos nos obliga. En realidad subyace en todo el simbolismo masónico la idea de que el conocimiento, la bondad y la belleza son magnitudes relacionadas, estrechamente unidas.
Dice Kant que lo estético: no se funda en conceptos, no se puede medir: «No puede haber ninguna regla de gusto objetiva que determine por conceptos lo que sea bello, puesto que todo juicio de esta fuente es estético, es decir, que su motivo determinante es el sentimiento del sujeto y no un concepto del objeto». No hay ciencia sino crítica de lo bello. La sensación sensorial es incomunicable pero se puede argumentar, convenir, apalabrar.
Faltos de una referencia conceptual que mida la belleza no nos cabe sino interpretar las sensaciones que nos produce una imagen, una historia, una melodía, un decorado, un libro…, ensayando una hermenéutica de los significados estéticos
Mi pretensión es ensayar una aproximación práctica al mandato de buscar la belleza en el ámbito masónico por excelencia: La logia.
Hay elementos simbólicos que son preceptivos en la decoración de una logia ya que la logia no es un lugar cualquiera sino que tiene una funcionalidad determinada pretende crear un espacio separado de nuestra conciencia cotidiana, un espacio en el que seamos capaces de encontrarnos con nosotros mismos y con los demás en nuestra pura y desnuda humanidad, no se trata por lo tanto de un lugar más o un espacio más, decorado al uso de un salón-comedor o de un club. Sin embargo esos elementos preceptivos no nos obligan a repetir —encima falsificándolas— fórmulas estéticas del XVIII o del XIX como si nuestra sensibilidad estética fuera hoy la misma que la de nuestros ilustrados hermanos de peluca y paletó, o peor aún la de nuestros hermanos del siglo XIX de sombreo de copa, levita y cuello duro.
La descripción simbólica de la Logia reproduce simbólicamente la estructura del mundo: ¿Cuál es la forma de tu Logia? Un rectángulo. ¿En qué sentido se orientan sus lados largos? De Oriente a Occidente. ¿Y sus lados anchos? De Mediodía a Septentrión. ¿Y su altura? De la superficie de la tierra hasta los cielos (el Cénit). ¿Y su profundidad? De la superficie hasta el centro de la tierra (el Nadir). ¿Qué significan estas direcciones? Que la Masonería es Universal.
Nuestra visión del Mundo no puede ser hoy igual que en el siglo XVIII, hemos incorporado a nuestra “mirada” la potencia de nuestra tecnología, somos capaces de ver más lejos y también más pequeño, en lo profundo y en lo alto, en lo próximo y en lo lejano, el mundo es hoy una realidad mucho más próxima porque somos capaces de verlo de una manera más cabal; tenemos también una visión de lo humano más profunda, somos conscientes de nuestra oscuridad y de las fuerzas inconscientes que nos constituyen, no en vano han pasado muchas cosas desde 1717: las Guerras Mundiales, los totalitarismos del siglo XX, el fascismo y el comunismo, Auschwitz y el GULAG, la bomba atómica, la caída del telón de acero, los nuevos fundamentalismos…, somos más sabios y menos ingenuos, desconfiamos, con razón de las buenas intenciones, hemos leído a los filósofos de la sospecha: Freud, Marx, Nietzsche. Nuestros gustos estéticos son también más complejos, estamos muy lejos de neoclasicismo del XVIII, hemos sido románticos, post-románticos, impresionistas, racionalistas, funcionalistas, cubistas, abstractos, constructivistas, expresionistas, postmodernos…; no podemos sentirnos cómodos en una Logia decorada como en tiempos de Benito Pérez Galdós, con grandes cortinones, apliques rococó, falsos terciopelos y columnas de escayola, estrellas y constelaciones de papel de plata más propias de una caseta de echadora de cartas que de una Logia masónica; la estética de nuestro tiempo debe favorecer las fórmulas donde predomine la claridad geométrica, la sinceridad de los materiales, el minimal art, los símbolos sugeridos mas que mostrados, las nuevas tecnologías de la iluminación, la pureza de líneas lejos de todo lo recargado y vano, la sencillez y verdad de los objetos en su simplicidad originaria. La humildad no está reñida con la belleza y es más hermoso un material sencillo pero verdadero que los falsos decorados de cartón-piedra.
En el centro de la Logia se extiende el “pavimento mosaico”, tapiz de cuadros blancos y negros. El pavimento mosaico es un símbolo de la lucha y del delicado equilibrio que entre sí sostienen en la vida y en el mundo las energías positivas, masculinas y centrífugas (yang, luminosas) y las energías negativas, femeninas y centrípetas (yin, oscuras), expresadas también en la alternancia de los ritmos y ciclos de la naturaleza y el cosmos: el día y la noche.
Esas mismas energías están representadas por el Sol y la Luna, que en la Logia se encuentran presidiendo el Oriente, a uno y otro lado del Delta luminoso.
La riqueza de estos símbolos debe llenarnos de responsabilidad ya que es fácil que los desvirtuemos si no los tratamos con respeto y naturalidad, si nos dejamos llevar por la simple acumulación sin atender a la nobleza de los materiales y a la debida disposición de los elementos.
En medio mismo del pavimento mosaico se dispone el “cuadro de la Logia”, que constituye el símbolo fundamental para la meditación y la concentración, ya que hace referencia a nuestra propia existencia, a las herramientas del grado y a la materia prima de nuestra obra: nuestra vida con sus días y sus noches. El cuadro de la Logia, al contener en su interior los símbolos más significativos tiene un papel determinante en nuestro despertar masónico.
Alrededor del pavimento de mosaico y del cuadro de la Logia se encuentran los tres pilares de la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza.
Los pilares son encendidos durante la apertura de los trabajos y apagados en la clausura, su brillo nos recuerda la necesidad de tenerlas en cuenta en todos nuestros trabajos pues como se dicen en los rituales “la Sabiduría concibe, la Fuerza ejecuta y la Belleza adorna”.
La estética masónica como toda pretensión de belleza está amenazada por su mayor enemigo: Lo kitsch [1]
Kitsch es todo objeto estético pretencioso, que se tiene por “bonito”, sin embargo empobrecido por mala factura y moralmente dudoso por su vanidad. Un arte y una decoración llena de pretensiones, retórica, exagerada, que se traiciona a sí misma por su falsedad de materiales y por su deseo de aparentar más de lo que es.
La palabra kitsch se origina en el término yidis etwas verkitschen. Es arte que se limita a ser copia inferior de un estilo existente y es a la postre una manifestación artística o decorativa pretenciosa, pasada de moda o de mal gusto.
Típico de la decoración kitsch son todas aquellas cosas exageradas, empalagosas, falsas y pretenciosas: tipografías llenas de volutas y adornos de falso gótico, , falsos escudos nobiliarios, tapetes de falsa piel o de falsa lana, espejos gigantescos con marcos de falsa madera tallada realizados en plástico, o cuadros idílicos de falsos antepasados, falsas antigüedades, falsos misterios, falsas tradiciones, falsos terciopelos, falso oro, falso mármol, falsa piedra, falso cuero, falsos brillantes, falsas luminarias, melosas imágenes de “pájaros y flores”, vírgenes y santos, dioses griegos de pacotilla, signos del zodíaco de purpurina, soles y lunas de cartón, “artísticas” escenas pintadas industrialmente, “chinerías” de plástico, bucólicas estampitas…, desgraciadamente de todo esto también tenemos ejemplos en nuestras logias masónicas.
Otra característica típica del Kitsch es su sentimentalismo estético, dice Umberto Eco:
“…es kitsch no sólo porque estimula efectos sentimentales, sino porque tiende continuamente a sugerir la idea de que, gozando de dichos efectos, el lector está perfeccionando una experiencia estética privilegiada”[2]
Lo kitsch es a la vez grandilocuente, cursi y baratija. Lo kitsch es un error estético que anuncia una ética dudosa de la retórica, la vanidad y la apariencia. Debemos trabajar por erradicarlo de nuestras logias si deseamos de verdad que la belleza adorne nuestros trabajos.
[1] Lo kitsch es una imitación estilística de formas de un pasado histórico prestigioso o de formas y productos característicos de la alta cultura moderna, ya socialmente aceptados y estéticamente consumidos. Cfr Adorno, Theodor (2001). The Culture Industry. Routledge. ISBN 0-415-25380-2
[2] Umberto Eco Apocalípticos e Integrados, en traducción de Andrés Boglar.
http://www.xn--masoneriaespaola-jub.com/la-belleza-en-logia/
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