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viernes, 9 de febrero de 2018

El delta de Hiram

El delta de Hiram 
Ysrael Molero Borges

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Ubicado el cadáver de Hiram Abí, procedieron los maestros al traslado del mismo hasta Jerusalén, donde fue sepultado.

Salomón quedó satisfecho por la labor realizada y agregó a los nueve maestros otros seis, denominando al grupo como elegidos. Como distintivo les confirió una banda negra que cruzaba desde el hombro izquierdo hasta la cadera derecha, de la cual pendía un puñal con empuñadura de oro y su labor se circunscribió a supervisar los trabajos y albañiles, cuando éstos cometían una falta, eran enjuiciados reservadamente.

Finalizando la construcción del templo faltaba localizar un lugar secreto donde depositar el nombre del GADU inscrito en un triángulo equilátero de oro. Este nombre era desconocido por la muchedumbre y cuando se pronunciaba anualmente en público, el gran orador se hacía acompañar de una algarabía de forma tal que no trascendiera a los presentes.

Salomón ordenó la construcción de una bóveda en la parte más oculta del templo donde colocaron un pedestal triangular y se accedía al recinto mediante una escalera de veinticuatro tramos, cuya existencia era conocida por el rey y los maestros que habían trabajado en ella.

Hiram grabó la palabra sobre un triángulo de oro puro que pendía sobre su pecho hacia donde se orientaba GADU. En el momento del crimen, el sabio arquitecto logró desprenderse de la joya y la arrojó a un pozo que se encontraba en el oriente. Por supuesto, nadie sabía dónde estaba. Un buen día, tres maestros pasaban por el pozo y notaron que los rayos perpendiculares del sol se reflejaban en un objeto yacente en el fondo. Uno de los maestros bajó y asió el delta áureo. Fueron donde el rey Salomón quien se alegró efusivamente por el encuentro y sobresaltado, dio un paso atrás dándole gracias a Dios. Convocó a los veinticuatro maestros para que lo acompañaran al vestíbulo oculto y allí incrustaron el delta en el pedestal y lo cubrieron con una piedra cuadrangular de ágata; en cuya cara superior se grabó la nueva palabra y en la inferior todos los vocablos que permitían reconocer los diferentes grados de la masonería: Los veintisiete maestros juraron entera alianza y Salomón lo señalizó regalándole a cada uno de ellos un anillo de oro.

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