A una, o un, Aprendiz Masón
Te acabas de iniciar, ya eres Aprendiz Masón, y mantenemos la primera conversación formal como hermanos. Las preguntas se agolpan en tu boca, las disparas como una ametralladora una tras otra, de esto, lo otro y lo de más allá; sin mucho orden ni concierto. Sólo tienes una cosa clara quieres saber, ya, rápido.
Cómo es el método, cómo se debate, cómo, cómo, cómo. Demasiadas cuestiones para ésta primera conversación entre tú, Aprendiz Masón, y quien será el encargado de guiarte en esos primeros pasos.
Tomo la palabra y te recuerdo que lo único que no tenemos en masonería es prisa, todo llega a su tiempo y su tiempo no es el tiempo. Marcamos el paso de manera distinta a como se hace en la calle porque sabemos lo lejos que se encuentra la meta, si es que existe alguna meta.
Me miras asombrado ¿no hay meta?
Te respondo ¿crees que realmente alguna vez habrás alcanzado la sabiduría, habrás conseguido que tu piedra sea perfecta?
Te callas, reflexionas, quizás por primera vez desde que diste el paso para llamar a la puerta de una sociedad de la que poco, muy poco sabías, comiences a entrever el camino por el que discurrirá tu vida desde ahora si realmente entiendes el Arte que practicamos.
Vuelvo a responder a tus preguntas, no hay debate, no somos un ágora, construimos.
Nuevamente el asombro se asoma a tu rostro. ¿Construimos? Preguntas y vuelvo a ponerte, espero, sobre el camino. No es casualidad el que hayamos tomado los modos y costumbres de los antiguos constructores aunque, bueno, sí, quizá en su momento haya sido casualidad, pero de aquella decisión se derivó una manera de trabajar, un método que nos lleva a construir en vez de confrontar. De todas maneras eso, la construcción, aún te queda un poco lejos, estás en las primeras fases de tu instrucción; es tu tiempo de silencio, de ver, aprender, entender, intuir.
Te quedas callado, quizá tratando de interiorizar lo que será tu camino durante el próximo tiempo. Un camino de silencio, de reflexión sobre algunos temas propuestos y de conversaciones fuera del taller. Vis a vis o en grupo. Compartir reflexiones, puntos de vista. Medir tu piedra, observar sus imperfecciones, aplicar el mazo y el cincel para desbastar aquello que, de repente, empiezas a ver que sobra, que es imperfección que impide que tu piedra encaje perfectamente en el edificio en el que esperas integrarte.
Y vuelves a preguntar. La fraternidad. ¿Cómo se practica?¿Hasta dónde se lleva?
Te comento que su práctica es un ejercicio que requiere tiempo, práctica del respeto hacia el otroy, sobre todo, considerar que una vez dentro del taller, y con los trabajos abiertos, se debe buscar una relación especial con todos los allí reunidos.
En fin, Hermano, Hermana, seguiremos hablando, aprendiendo cada quien de cada cual, puliendo nuestras piedras y tratando de hacer el mejor uso de nuestras herramientas.
Un fraternal abrazo
Tomado de: MASONERIA MIXTA.
Yo aprendiz.Me reflejo mi iniciación.
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