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viernes, 10 de octubre de 2014

EL DRAGON INICIATICO

EL DRAGON INICIATICO
Vicente Alcoseri


¿Por qué? ¿Por qué, tras haber superado la dualidad, ver aparecer a este ser monstruoso, que escupe fuego, con las patas sólidamente aferradas a la tierra por medio de sus garras y unas alas en el lomo?

Porque no es un monstruo. Mira al Dragón de más cerca. Representa la unión de los cuatro elementos: el luego, que sale por la boca; el aire, por sus alas; el agua, por su cola; la tierra, por sus garras. La materia universal es ofrecida así a los futuros Maestros de Obras. Queda por buscar la Quintaesencia, el quinto elemento.

¿Luchar con el Dragón?

Sí, es el momento de vivir como guerrero, en el sentido inicia tico de esta función. 

Por todas partes, los héroes lucharon contra unas fuerzas temibles: Horus en Egipto, Marduk en Babilonia, Apolo en Grecia, san Miguel en la cristiandad. Al igual que los demás Sabios, también Cristo se encontró con dragones. Recuerdo un pasaje de los Evangelios llamados «apócrifos» en el que se dice que la Sagrada Familia llegó a una cueva para descansar en ella. María se bajó del asno y se sentó, con Jesús en sus rodillas. Había tres muchachos que acompañaban a José y una muchacha con María. De repente, aparecieron numerosos dragones del interior de la cueva. Los niños lanzaron unos gritos de espanto. Entonces, Jesús, bajándose de las rodillas de María, se alzó delante de los dragones. Éstos dejaron de mostrarse amenazantes. Le adoraron y luego desaparecieron.

Un niño puede vencer al Dragón. O dicho más exactamente, un guerrero que ha recobrado su condición infantil, la de todas sus potencialidades. Antaño, se mostraba el Dragón a todo el mundo. No se le mantenía escondido. Acuérdate de esos cocodrilos disecados que se trajeron consigo los cruzados y los peregrinos de Tierra Santa. Eran colgados de la bóveda de un porche o de una capilla, e incluso a veces en el interior de la iglesia, como en Saint-Bertrand-de-Comminges. -El dragón-cocodrilo... En Egipto, al dios cocodrilo se le conocía como Sobek. Mostraba una temible agresividad contra los espíritus adormecidos. 

No te limites a la apariencia de un maléfico dragón-cocodrilo, emblema del diablo. 

Es cierto, existe un Sobek solar. Es Plutarco, un iniciado en los misterios de Osiris, quien habló del aspecto positivo del cocodrilo divino. De él se decía que es la imagen de Dios, porque es el único animal que no tiene lengua. De hecho, la razón divina no tiene necesidad de articular sonidos para manifestarse. Asimismo se dice del cocodrilo que es el único animal que, viviendo en el agua, tiene los ojos cubiertos de una ligera y transparente membrana que le baja de la frente, de forma que puede ver sin ser visto, lo cual era también el privilegio del primero de los dioses. El Libro de los Muertos me ha enseñado un medio de someter al cocodrilo-dragón: si se presenta bajo su aspecto más aterrador, tengo que volver mi rostro hacia la diosa Maat, garante de la armonía universal. -Entonces, la ilusión se esfuma. El Dragón revela su naturaleza divina. Defiende una fuente y protege unos tesoros ocultos. En determinadas regiones, se llevaba en procesión, detrás de la cruz, un dragón cuya cola había sido rellenada de paja. Cuando ésta quedaba vacía, la Ley divina se veía cumplida. En alquimia, la cola del Dragón abre la vía hacia la piedra filosofal. Recuerda el cuento de Peredur que nos habla de la cola de un reptil en la que se escondía una piedra maravillosa, que permitía a su poseedor obtener todo el oro que desease. En su gaznate, el Dragón esconde piedras preciosas. Determinados dragones llevan incluso en la frente un carbúnculo, una de las «piezas honorables» de la heráldica, donde se ven ocho líneas saliendo de un único punto.

¿Todo ello para indicar que el Dragón no representa el mal, sino la posibilidad de expurgarlo por medio del descubrimiento de la piedra de la transmutación? 

El Dragón la posee, así como también posee la «Lengua de los pájaros».

¿El conjunto de las voces celestiales?

La comprensión de los estados espirituales y su transmisión al prójimo. Lo que se conoce también como el «don de lenguas», la facultad de hablar el lenguaje de cada uno, de abrirse a la visión del prójimo. 

Me parece que también el Dragón posee un carácter regio. Incluso los mismos cristianos no lo han echado en olvido siempre. En plena batalla de Argentoratum fue un dragón de color púrpura, el color del emperador, el que permitió a los soldados reconocer a Juliano. Éste intervino directamente en la guerra descendiendo de su trono celestial para prestar su protección a un rey. Los bizantinos hacían del Dragón un Basileus, un emperador que poseía un palacio y una corte.

Aunque el Dragón es un monstruo que vence al cobarde, es sobre todo Dragón divino, comparado a un monarca que se sienta en el trono celestial y está en posesión del rayo. Es a él a quien debemos la fertilidad de la tierra. 

El rey de las antiguas tradiciones -observé yo- estaba considerado como un sacerdote y un guerrero. No un fanático que impone sus arbitrarias leyes, sino el que lucha sin cesar para que esta tierra fértil siga siéndolo. Probablemente tales valores han sido conservados en vuestras cofradías. -Sí, y los encontrarás en los textos iniciáticos. En el ciclo del Grial, la función de sacerdote la desempeña Merlín; la de rey, Arturo. Se nos cuenta que Arturo y sus valerosos compañeros se reunieron bajo la enseña de Merlín, en la que un pequeño dragón parecía lanzar llamas. Se hubiera dicho que su lengua se movía sin cesar en su boca. Merlín es el sabio que inspira al soberano por medio de su verbo de fuego. Si eligió al Dragón para adornar su enseña fue porque conocía la Quintaesencia. Arturo, antes del combate, colocaba sobre su cabeza un yelmo de oro con un penacho doblado en forma de dragón. 

El símbolo que designaba al mismo Abad era a veces un dragón. Así lo vemos, por ejemplo, en la Chaise-Dieu, en una misericordia de las sillas del coro. 

El Abad era concebido a la vez como rey y sacerdote. Guía de la comunidad, reunió en sí lo humano y lo divino. Capaz del mayor de los amores y de la máxima severidad, mantiene a sus monjes dentro del recto camino y los incita sin ningún miramiento a buscar la verdad en todas las circunstancias. No es distinto para el Maestro de Obras y sus aprendices. 

¿Es el Hermano Dragón quien me enseñará a entender las enseñanzas del Maestro de Obras? 

Según Hermes Trimegisto, el Dragón es un animal vigoroso, de larga vida, carente de malicia y, de alguna forma, amigo de los hombres. Se dejará amansar por quien sepa hablarle. Una vez envejecido, recobrará una nueva juventud, como la raza de los dioses. 

El Dragón es una fuerza que me permite regenerarme y poner en tela de juicio mi ideal.

Es potencia de fuego. Espera la mano que le dome. Por dicho motivo debe ser pacificado y convertido en amigo. No te llames a engaño: cuando ves las numerosas escenas en que unos santos y unos héroes luchan con unos dragones, su intención no es darles muerte. Saben que sus adversarios, en ese terrible combate, son inmortales. Esta lucha no es un desencadenamiento de odio, sino la conquista de un dominio. Al término del combate ritual, el iniciado le pregunta al Dragón: «¿Tienes intención de devorarme con tus llamas?». «No -responde el Dragón-, más bien voy a despertarte para que puedas alimentarte de mí.» 

Yo creo que el miedo al Dragón sería un error fatal. Desear el diálogo con él supone ya apaciguar su furor. 

Él tiene por misión llevar el alma del justo hacia el cielo indicándole los caminos secretos de las nubes. El hombre que se hace a sí mismo sella un pacto con el Dragón para que él le muestre el lugar donde se encuentran los auténticos tesoros, las fuerzas espirituales que nunca faltarán al verdadero viajero. 

¿No es, en este ritual de iniciación, la etapa «Dragón» un despertar formidable? 

El despertar de una fe consciente. Tu Hermano Dragón -dijo Pierre Deloeuvre-, no mide su tuerza. El despertar que provoca es a veces de una violencia tal que lo derriba todo a su paso, corriéndose el riesgo de destruir lo que quería regenerar. Es por eso por lo que necesitas al Delfín. Me sentía animado por una fuerza nueva, comunicada por el Dragón. Pero las últimas palabras de Pierre Deloeuvre eran angustiosas y tranquilizadoras al mismo tiempo. Era indudable que había que dar un nuevo paso. Pero ¿qué peligros habría que arrostrar? 

El Delfín -dijo observando la escultura- era considerado como el rey de los peces. Se afirmaba que poseía unas excepcionales cualidades morales. Se consideraba que su instinto, tan agudizado, estaba muy próximo a la razón humana. Las experiencias científicas han demostrado acerca de este punto, como acerca de tantos otros, que la intuición de los Antiguos no andaba errada. -Se insistía sobre la rapidez del rey de las aguas. Va derecho a lo esencial, sin extraviarse por los caminos sin salida, sin dejarse llevar por las pérfidas corrientes que hacen que el nadador o el barco se vayan a la deriva. Burlándose tanto de las ilusiones como de las tentaciones, el Delfín es la luz del mundo marino. -El naturalista Plinio decía que el Delfín gusta de la música, yendo incluso delante de las embarcaciones en las que los marineros tocan algún instrumento. 

Unos marineros, a fin de apoderarse del dinero que había ganado Apión, se dispusieron a darle muerte una vez se encontraran en alta mar. El músico consiguió que le dejaran cantar una última vez acompañándose de su lira. La música atrajo a los delfines. Apión se arrojó al mar y fue transportado por uno de ellos a la costa del promontorio de Ténara. 

Para encontrar al Delfín, ¿es necesario aprender a tocar esta música? 

Lo es crear tus ritmos personales armonizándolos con la melodía del universo, con las vibraciones del cosmos. Pero el Delfín no está sólo en relación con el agua. La leyenda refiere que, tras el Diluvio, los delfines invadieron los bosques y se apoderaron de la madera. Pues no existe ninguna división entre la corporización de la tierra y la sensibilidad del agua para la inteligencia que unifica en vez de dividir. Los bosques guardan el recuerdo del tiempo en el que los vegetales formaban una lengua sagrada. -¿No estuvo el propio Dioniso en contacto con unos delfines? -Unos piratas ebrios ataron a Dioniso al mástil de su nave. Y acto seguido cayeron al agua y se convirtieron en delfines. Dioniso, cuyo cuerpo fue descuartizado en una montaña y dispersado por los cuatro confines del mundo, es la interpretación griega del hombre cósmico que el Maestro de Obras reconstituye. Atar a Dioniso es algo imposible. Es como querer restringir lo inconmensurable. Sin embargo, es necesario atarlo por medio del rito, ese yugo liberador. Dioniso no castiga a los marineros; les concede una nueva mutación. -¿Es también el Delfín un Hermano que me guía en el camino? 

También el te conduce a la muerte, de donde renacerá tu vida. Permíteme contarte la historia de Coeranus el Bizantino. Coeranus vio a un pescador que había capturado a unos delfines y que se disponía a matarlos. Entonces compró los peces y les devolvió la libertad. Algún tiempo después, mientras navegaba entre Paros y Naxos, su nave zozobró y sólo él fue salvado por un delfín que lo llevó a una gruta. Al morir, su cuerpo fue quemado ritualmente cerca de la orilla, y los delfines se reunieron para asistir a sus exequias y rendir un último homenaje a su protegido. El hombre es capaz de «comprar» su liberación reconociendo los verdaderos valores en lo que le rodea. Coeranus dio una prueba de inteligencia salvando a los delfines. Los funerales por el fuego acaban con la individualidad perecedera; el hombre renace bajo la mirada vigilante de la comunidad de los delfines, que revelan los caminos del más allá. -Si el iniciado tiene a su alrededor a los delfines, ¿es para transmitirle unas fuerzas invisibles que le mantengan en el recto camino? -No se limitan a esto. Luciano de Antioquía, al negarse a renunciar a su fe, fue martirizado en Nicomedia. Poco después, un delfín, tomando los caminos terrestres, se llevó el cuerpo del mártir sobre su lomo, lo depositó a los pies de sus discípulos y expiró el último suspiro. El cuerpo del santo permaneció perfectamente estable sobre el curvo y resbaladizo lomo del delfín. Este ultimo vela para que la fraternidad sea preservada, que es el único lazo inmortal entre los hombres que comparten un mismo ideal iniciático. 

¿No había una luminaria ritual dispuesta a modo de corona de la que salían unas ramas que recibían el nombre de «delfines»? 

Del círculo del universo nacen sin cesar unas luces que orientan nuestro camino. El Delfín dirige nuestra nave hacia un puerto desde el mismo momento en que se prepara una tempestad en el fondo de los mares. Por intuición, prevé los acontecimientos trágicos antes de que éstos se produzcan y sabe hacérselos evitar a quien le escucha. Conduce las almas de los bienaventurados hacia las islas donde conocerán la beatitud eterna. -¿No me enseña el delfín a sacrificar lo que se está materializando en mí, lo que es inercia, lo que me impide moverme en las aguas con absoluta libertad? 

El Delfín es señor de las aguas del otro mundo a través de las cuales pasa el iniciado para obtener su purificación. El Hermano Delfín te lleva hacia el Océano primordial, de donde fueron extraídas las aguas de arriba y las aguas de abajo, hacia el lugar de universalización del ser. 

Los egipcios llamaban «Jun» al Océano primordial. Para ellos era un centro de energía vibrante. En él están eternamente los dioses, en él está la chispa energética que crea los mundos permanentemente. -Ahora comprenderás por qué la etapa Delfín es una de las más delicadas que existen, puesto que tienes que atravesar océanos de todo género, desde el de la energía primordial hasta el de tu afectividad. Sin embargo, en el corazón de esta prueba, la sonrisa del Delfín te dirige estas palabras: la salvación siempre es posible para quien la desea verdaderamente. A condición, eso sí, de no permanecer en las aguas y de escuchar la voz de la Paloma. Del dominio de las aguas donde el Delfín me había enseñado a moverme, había sido súbitamente transportado al de los aires, con la aparición de una Paloma. Ésta me incitaba a elevarme por encima de lo que acababa de vivir. 

De nada serviría haber conocido un símbolo del interior -dijo Pierre Deloeuvre- si no fueras más allá. -¿No es la Paloma el espíritu de Dios planeando sobre el universo en formación? Este pájaro aportaba la inspiración a los autores sagrados, les revelaba el significado de los acontecimientos que se produjeron «en aquellos tiempos». -Ella es el mensajero seguro y rápido que guía la nave de la comunidad iniciática. 

La Paloma encuentra siempre el camino del palomar, decían. -O dicho de otro modo, el camino del templo. Ser fiel en pureza no implica la sumisión ciega a una autoridad arbitraria, sino la facultad de conservar, suceda lo que suceda, su punto de referencia en el espíritu. Durante los primeros tiempos del cristianismo, una paloma traía el fuego nuevo a Jerusalén, cada víspera de Pascua. Tan pronto como se debilita el deseo de conocimiento del iniciado, aparece una paloma y le proporciona el dinamismo necesario para continuar la aventura. 

¿No es la Paloma simplicidad, inocencia, candor?

Si estas palabras no estuvieran en la actualidad completamente vacías de significado, no te faltaría razón en emplearlas. La simplicidad, que es receptividad a lo divino, no debe ser confundida con una estupidez beata. Para muchos, el «simple» se confunde con el tonto del pueblo. En la lengua de los antiguos, el simple era considerado como un sabio que no oponía ya ninguna pantalla individual a la vida. La pureza de la Paloma es el fruto consciente de esta inocencia humilde, resultado de un largo trabajo, de una atención constante a lo universal que pasa a través de ti. 

Pero ¿no es esta humildad una renuncia fácil? 

En ningún caso. Humildad no significa humillación ni tampoco debilidad, sino más bien una mirada elevada hacia el cielo. 

¿No son esenciales las alas de la Paloma? Ellas aportaban la gracia del Espíritu. 

Contemplando una paloma, Hugo de San Víctor meditaba así: «La paloma tiene dos alas, así como hay dos tipos de vida, la vida activa y la vida contemplativa. Las plumas azules de sus alas indican los pensamientos del cielo. Los matices del resto del cuerpo, esos colores cambiantes que hacen pensar en una mar agitada, simbolizan el océano de las pasiones humanas». 

La vida espiritual de Occidente, por lo menos desde el comienzo de la era cristiana, oscila entre el claustro y la ciudad. En nosotros mismos hay un conflicto idéntico. 

Porque nuestro orden social no es resultado del modelo cósmico. Nos dirigimos, a través de períodos de terribles caos, hacia un nuevo estado de indiferenciación del que saldrán sin duda nuevas arquitecturas. Los templos y las catedrales son la ilustración de un trabajo de comunidades que ignoraban la separación entre lo activo y lo contemplativo. Debe ser así en el espíritu del iniciado que, poco a poco, sobrepasa las categorías arbitrarias que separan su meditación de su acción. -Si no he comprendido mal, la Paloma nos invita a unir las verdades del claustro y las de la ciudad, a dar un mismo cuerpo a estas dos alas. 

Es por dicho motivo por lo que la esposa del Cantar de los Cantares, una de las numerosas expresiones de la Madre universal, tiene unos ojos de paloma. Su mirada contempla la acción divina en la que meditación y realización están indisolublemente unidas. Tu alma se convertirá en Paloma en la medida en que se acerque a la luz. La mirada que nazca de esta aproximación iluminará a la vez al viajero y el camino

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