Las Bodas del Cordero según las tradiciones judías
Muchos de los misterios relacionados con las palabras de Jesús en el Nuevo Testamento acerca de su regreso suelen tener respuesta en los interesantes detalles de una boda según las costumbres judías. En realidad, la Biblia entera habla acerca del matrimonio entre Jesús y la Iglesia. Muchas de las palabras que no entendemos con nuestra mentalidad "occidental" pueden ser comprendidas con una mentalidad "judía" si logramos comprender las costumbres judías de una boda. Por esto las páginas de la Biblia terminan relatando las Bodas del Cordero, la boda entre Cristo y la Iglesia.
La Biblia comienza con el matrimonio entre Adán y Eva (Génesis 2:18-24), pero esta boda es en realidad una profecía sobre el matrimonio entre Jesús y la Iglesia, tal como lo deja en claro Pablo:
"Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia." Efesios 5:31-32
¿Quién eligió a la Iglesia como la novia? En las costumbres judías, la novia era escogida generalmente por el padre del novio. Un ejemplo claro es la historia de Isaac y Rebeca. Abraham (tipo del Padre) envió a su siervo de confianza Eliezer (tipo del Espíritu Santo) a buscar una novia para su hijo Isaac (tipo del Hijo). Finalmente escogió a Rebeca (tipo de la Iglesia) como novia (Génesis 24). Rebeca no sólo fue escogida por el padre a través del siervo de confianza, sino que además aceptó casarse con Isaac sin aún conocerle. Esto habla de la elección de los creyentes, el Padre envió al Espíritu Santo a buscar una esposa para su Hijo:
"No me elegisteis a mí, sino yo os elegí a vosotros..." (Juan 15:16)
"A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no le veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso." (1 Pedro 1:8)
Según las costumbres judías, una vez elegida la novia se debía establecer un precio a pagar por ella, conocido en hebreo como mohar. Este compromiso de pago se sellaba mediante un ritual donde el padre del novio llevaba un ánfora de vino y servía una copa. Tenían que tomar de ella el padre del novio, la novia y el novio. De esta manera aceptaban el trato.
"Porque habéis sido comprados por precio;" (1 Corintios 6:20)
El precio establecido para comprar a la Iglesia fue la sangre del novio. La Iglesia (los creyentes) aceptaron este pago cuando tomaron de la copa en la última cena (Lucas 22:20). Sin embargo, para Jesús fue un poco más complicado tomar de la copa - en el Huerto de Getsemaní - , pues sabía que estaba aceptando el precio por la novia, la cual era su propia vida:
"Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya." (Lucas 22:42)
Una vez tomando de esta copa y según la tradición sonaba la primera de dos trompetas para anunciar el compromiso. Éste se legalizaba mediante un contrato matrimonial en donde se les consideraba casados pero no podían cohabitar juntos hasta después del matrimonio. Esta era la situación de José y María cuando se les prometió el nacimiento de Jesús (Mateo 1:18). Estaban desposados. La iglesia hoy está desposada con Cristo, pero aún no viven juntos en el Cielo:
"Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo." (2 Corintios 11:2)
El documento legal de desposorios era el ketubah, donde se establecía el precio de la novia, las promesas del novio, los derechos de la novia, debiendo ser firmados antes de la boda. Según la tradición, el novio se iba al hogar del padre para preparar el lecho nupcial (chuppah), una morada para su novia. Jesús ha estado preparado este lugar durante los últimos dos mil años para su novia:
"En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis." (Juan 14:2-3)
Durante este tiempo la novia debía estar preparada y consagrada para la llegada del novio. ¿Cuándo regresaría el novio por ella? Nadie lo sabía. Si los amigos e invitados preguntaban al novio cuándo sería la boda, tampoco éste lo sabía, pues en efecto sólo el padre del novio determinaba el momento en que su hijo estaba preparado para ir a buscar a la novia, dependiendo si el lecho nupcial estaba listo. Aunque en muchos matrimonios judíos de aquellos tiempos el hijo sabía el tiempo aproximado de la boda, éste por respeto a su padre y a su autoridad en el hogar (donde viviría junto a su novia) afirmaba que sólo su padre lo sabía:
"Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo." (Marcos 13:32-33)
Según las tradiciones hebreas, el novio iba a buscar a la novia generalmente a la medianoche, por ello era necesario que la novia estuviese velando. Esto es a lo que se refería Jesús en la parábola de las 10 vírgenes (Mateo 25). Se debe dejar en claro que ninguna de las vírgenes era la novia, pues Jesús no puede casarse con 10 mujeres, sino más bien eran las sirvientas de la novia, las cuales debían estar preparadas con lámparas con aceite para alumbrar el camino al novio cuando llegará en busca de la novia en medio de un campo oscuro de Israel.
Cuando el novio finalmente regresaba por su novia sonaba una segunda trompeta - la última trompeta - que era el sonido de un cuerno de carnero (shofar). Este anunciaba la llegada del novio. Así será la llegada de Jesús en busca de la Iglesia:
"Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor." (1 Tesalonisenses 4:16-17)
Durante este momento se gritaba "Bendito el que viene", tal como lo dejó claro Jesús (Mateo 23:39), y luego era recibido como rey en el chuppah (cámara nupcial). Jesús será recibido como el Rey de reyes en el Cielo cuando llegue con su Iglesia. En este punto comienzan las Bodas del Cordero.
Según las tradiciones, las bodas judías duraban 7 días, una semana (Génesis 29:22-28; Jueces 14:1-18). En profecía bíblica, 1 semana de días equivale a 1 semana de años, por lo que se estima que las Bodas del Cordero durarán 7 años en el Cielo, tiempo aceptado por la mayoría, mientras que en la Tierra se tendrán 7 años de Tribulación.
El novio y la novia debían permanecer en la cámara nupcial durante estos 7 días, mientras que el amigo del novio permanecía en la puerta esperando anunciar la consumación del matrimonio una vez informado por el novio. Esto es a lo que se refería Jesús en las bodas de Caná:
"El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido." (Juan 3:29)
Esto ocurría la primera noche de boda (Génesis 29:23), y como prueba de la virginidad de la novia se guardaba la sábana con la mancha de la sangre de aquella noche según lo exigía la ley (Deuteronomio 22:13-21). Jesús viene por una Iglesia sin mancha y sin arruga (Efesios 5:25-27). ¡Nosotros somos la Iglesia! Prepárate y espera a Jesús, quien te compró a precio de sangre.
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