El mundo invisible: ángeles y demonios.
Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles..." Colosenses 1:16-17.
La población humana mundial es hoy de 7 mil millones de personas y según la doctrina católica, basada en los dichos de uno de sus apóstoles, Mateo 18-10, hay un ángel celestial por cada uno de los nacidos en la tierra. Allí este visionario apóstol nos asegura, tal vez porque lo supo de buena fuente, quizás de algún soplón de alguno de los siete cielos, o bien porque así se lo dijo su propio ángel guardián, que "cada persona al nacer se le asigna un ángel para ayudarle en su caminar a la salvación eterna, este ángel nos acompaña hasta que nos lleve de vuelta al Padre el día de nuestra muerte"”.
Esto nos traslada a pensar si creemos los dichos de Mateo, que por lo tanto en nuestro entorno, cerca suyo, alrededor de cada transeúnte, viajero y humano vivo, ronda en forma invisible pero en actitud vigilante un ser espiritual, una especie de guardia de seguridad divino, que matemáticamente suman al igual que los habitantes de la tierra 7 mil millones de Ángeles de la Guarda, dedicados exclusivamente al servicio personalizado nuestro, supuestamente para cuidarnos y protegernos del demonio y canalizar nuestras vidas hacia la salvación del alma.
Lamentablemente, no hay ninguna estadística comparativa confeccionada por los representantes de Dios en el planeta, que nos señale si estas extraordinarias providencias adoptadas por el Gran Hacedor para desestabilizar a su eterno enemigo en la tierra, -ya que si lo expulsó de los cielos y según la doctrina eclesiástica el diablo tampoco mora en los infiernos, no podría sino estar aquí con nosotros-, que nos diga si esta preocupación divina hacia sus hijos preferidos hechos a su imagen y semejanza y el Gran Plan Celestial que nos tiene preparados y que ya lleva varios milenios de rodaje, tiene índices positivos. Más no debe ser así, ya que si nos fiamos del tenor de las noticias de las páginas policiales de todos los periódicos del mundo y de los sucesos que a diario nos estremecen por la bajeza y crueldad humana de todas las condiciones sociales, pareciera ser que Dios y sus ángeles, supuestamente defensores del bien, pierden día a día terreno en esta batalla del mundo invisible.
Esto es desconcertante, especialmente para los creyentes del ámbito "judeo islámico cristiano", que de los miles de credos religiosos existentes, son los únicos que creen en este tipo de seres invisibles en la actualidad, pues a ojos vistas su campeón se quedó en las promesas y su contrincante, ese demonio cornudo y maligno, que jamás ha dicho ni una palabra al respecto le está propinando paliza tras paliza.
En el Apocalipsis se relata la lucha de Satanás contra el ejército de Dios comandado por el Arcángel Miguel siendo Satanás descrito como un dragón rojo de siete cabezas y diez cuernos. A partir de estos relatos, Satanás o el Diablo ha sido relacionado con todo lo malvado y dañino en esta tierra, representa la oscuridad y es responsable por el dolor y la miseria humana. Su principal tarea a partir del momento de su expulsión del reino de Dios ha sido la de tentar a la gente para hacerla caer en pecado; sin embargo, contrario a lo que se piensa, Satanás no habita en el infierno pues aún no ha llegado el juicio final en el cual sería castigado, él y sus demonios tienen libre acceso a la tierra y están entre los humanos causando según estas religiones gran daño. Apocalipsis:12:9: "Y fue lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña á todo el mundo; fue arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él".
Efectivamente el vulgo y muchos creyentes piensan que Satanás es el Gran Administrador del Infierno y que este averno sería el lugar de su residencia habitual, el reino donde impera cómo amo y señor indiscutido, pero los escritos son muy claros para explicar que ello no es así. Todavía Satanás y sus ejércitos de ángeles rebeldes y los demonios que fueron según la Biblia juzgados por Dios siguen igualmente activos porque aún no se ha realizado el Juicio anunciado en su contra. Ap 12,12; Mt 8,29; Lc 8,31.
Por tanto los Ángeles Caídos aún son los gobernadores del mundo de las tinieblas. (Ef 6,12; Dn 10,20) Y aún hoy en la actualidad Satanás anda por la tierra (Ap 12,12; Mt 8,29); Lc 8,31; "...velad; porque vuestro adversario el diablo, ...anda alrededor buscando a quien devorar. (1ª Pedro 5:8) “...). "Todavía Satanás puede si quiere, ir tranquilamente ante Dios para acusar a los fieles o enrostrarle alguna conducta". (Job 1,6-12; 2,1-7; Ap 12,10.
Y ello no podía ser de otra manera, porque quienes confeccionaron el mito de Dios, sabían perfectamente que si no había un demonio suelto a quien echarle la culpa de todos los males, un Dios no tendría sentido.
Toda la doctrina del Dios Único judío y luego la del Cristo Dios del Nuevo Testamento compartiendo el trono con Dios Padre y el Espíritu Santo, doctrina reinventada muchos siglos después como una segunda saga de la Torá, y luego trescientos años más tarde de consolidado el cristianismo y cuando nadie se lo esperaba esa tercera parte, ahora a cargo del mundo islámico, donde otra vez el Dios Padre de Israel, que ahora se llama Alá, vuelve a ser el Único Dios omnipresente en la edición de El Corán, una especie de libre interpretación del Viejo y Nuevo Testamento más algunos libros apócrifos, se basa en que Dios es infinitamente sabio, bueno, poderoso, justo Juez y creador de todas las cosas.
Sin embargo, si no tiene un archienemigo, alguien que se haga cargo del lado oscuro de las cosas, él tendría que cargar con las maldiciones de una humanidad que vive inmersa en vicios, pecados y desamor al prójimo y su culto habría sido de muy poco alcance.
No obstante lo anotado y pese a que se evita que las ideas conflictivas de pasajes bíblicos salgan a la luz, de hecho en los Libros de Isaías, Job, Eclesiastés y Deuteronomio, hay párrafos muy contundentes donde Dios es mostrado derechamente como el creador del bien y del mal de este mundo, y no cómo se busca difundir, solo el defensor del bien en permanente lucha con su diabólico opositor y emperador del mal, una de sus creaciones favoritas y otro de sus múltiples errores.
Por tanto Dios no puede matar a Satanás.
Y a riesgo de parecer sin el poder que proclama que tiene sobre todas las criaturas, solo lo juzga oralmente y lo expulsa del cielo, que en aquél entonces estaba limitado al Edén y en una maniobra dialéctica impresentable de los escribas bíblicos y esos ancianos judíos que escribieron la primera parte del Génesis, Satanás y sus demonios son condenados a vagar por el mundo, según el cristianismo, hasta el Juicio Final. Es decir, cuando se cumpla lo que la escritura menciona como la segunda venida de Jesús, que no es otra cosa que el mismo destino que se fija para toda la humanidad. En resumen, Dios le aplica al demonio y a los humanos la misma ley. Otra amenaza que viene a ser algo así cómo: “Hey don Satán y señores humanos, espérense hasta el Día del Juicio y ahí verán lo que les espera.
(A este respecto la religión judía, que no reconoce en Jesús al Mesías ni menos que sea hijo de Dios, sigue esperando la Primera Venida, que será anunciada por el verdadero Mesías del Pueblo de Dios. Este Mesías llevará al milenio que Isaías y otros profetas han descrito. Y en el Islam, en su corriente mayoritaria, se mantiene la visión de que Jesús fue reemplazado por un duplicado que se parecía a Jesús y que fue este duplicado el que fue crucificado y el Jesús real fue elevado al cielo y salvado por Alá, donde está esperando para descender en "los últimos días" cuando la corrupción y la perversidad sean abundantes en la Tierra. Entonces emprenderá una batalla en contra del falso Jesús y del anticristo (Dajjal), romperá la cruz, matará a los canallas y llamará a toda la humanidad al Islam).
Es decir, aquí hay una estratagema, un trabalenguas, un lenguaje engañoso para ocultar esta desidia de Dios o su incapacidad manifiesta para eliminar a Satanás. Se dice que lo juzga y que después vendrá el juicio donde lo condenará a morar toda la eternidad en el infierno. Pero todos sabemos que los pasos a seguir en cualquier juicio son justamente al revés. Primero se hace el juicio, luego al tenor de los antecedentes se juzga y finalmente se condena.
Acorde a la Biblia, Dios realmente no lo juzga sino solo lo amenaza, porque según las mismas escrituras el Demonio sigue vivito y coleando en el mundo junto a sus huestes sin que haya perdido ninguna de sus prerrogativas ni poderes y ni ha sido, como muchos creyentes ingenuamente creen, desterrado en el infierno. Solo fue expulsado del cielo, que en ese entonces era como la Casa de Dios y por lo tanto tal acción es como si uno impidiera recibir en su hogar a un sujeto despreciable, o por quién, no se tiene ninguna simpatía.
Como cualquiera puede establecer con solo reflexionar un poquito, este Dios no tiene cojones para detener la acción de Satanás para sacarlo de circulación, para impedir que siga actuando, para eliminar su maldad y defender a los humanos. Y no lo hace ni jamás lo hará, porque si así ocurriese, el culto a este Dios y lo que es peor el poco respeto que queda por la organización eclesial, por esa Iglesia que se arroga ser su representante, desaparecería a poco andar, pues tanto a la deidad y todo el aparataje de su reino invisible cómo a estos monjes caradura, les caería encima el mismo axioma bíblico con que el que hacen estereotipo a quienes quieren ningunear: "“Por sus obras los conoceréis". Sin diablos a quienes culpar de la maldad humana, todos los dardos apuntarían al único creador de todo lo existente, creador por tanto de la maldad y el odio, de los crímenes y desgracias que asolan a la raza humana.
Curiosamente, ya sabemos que el tal Satán, o Lucifer, era desde el principio de los tiempos el ángel favorito de Dios. Y no solo eso, en Ezequiel 28,14 se dice que Lucifer era el querubín protector, el que cubría (Ex 25,20) el Arca de Dios en el cielo (Ap 11,19). Ezequiel dice que los querubines llevan la gloria de Dios (Ez 9,3; 10,18) y que están muy cerca del trono de Dios Ez 10,1; 1,26). Ello indica que Satanás, antes de su rebelión, fue un querubín ungido, el primero y el mejor de todos, que estaba muy cerca de su trono, siendo portador de su gloria. Y ya sabemos por los mismos Padres de la Iglesia y los Apóstoles y todos aquellos "expertos del mundo invisible", que los querubines son los representantes de la creación para adorar a Dios; Satanás como el supremo sacerdote de los querubines, era entonces el más cercano, querido y de mayor poder de todos los ángeles del cielo, el hijo de Dios.
Satanás era perfecto desde el día en que fue creado (Ezequiel 28,15). Además de Ezequiel 28, Isaías 14,12 nos ayuda también a comprender el origen de Satanás. Nos dice que era el Lucero, hijo de la mañana. Igual que ese lucero matutino era llamado la principal estrella, Lucifer era el líder de todos los ángeles. Su origen era maravilloso, pues hijo de la mañana significa que él existía desde el comienzo de la creación de Dios. Dios se sentía orgulloso de su creación perfecta.
Así fue según las Escrituras, hasta que se produjo el quiebre en el mundo invisible y hubo una guerra en el cielo, al parecer no prevista, calculada ni adivinada por Dios, lo que significa que también su poder es limitado, sin visión de futuro para prever el destino de las cosas y seres que dice haber creado.
Tal quiebre es explicado por el catolicismo a los creyentes y otros cristianos, con una interpretación amañada de las escrituras, asegurando que Satanás miente a Eva y Adán y hace que ellos desobedezcan a Dios, achacando un pecado de orgullo y un arrebato de maldad que de pronto invadió a esta criatura tan perfecta y principal asesor de Dios.
Sin embargo esta explicación es muy parcial y la interpretación de los hechos señalados no se ajusta a lo que cualquiera entiende al leer los versículos pertinentes donde se narra el suceso. Veamos lo que dice el Génesis:
2:9 Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
2:16 Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
2:17 Más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
3:1 Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
3:2 Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
3:3 Pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.
3:4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; 3:5 Sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.
3:6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella
3:7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos.…
Esta lectura es muy decidora. Dios, egoísta y celoso (Exodo 20:5) y por tanto bastante imperfecto, no quiere que los muñecos humanos recién creados tengan discernimiento y distingan el bien del mal. Y les prohíbe acercarse, tocarlo o comer de sus frutos diciéndoles que si lo hacen morirán.
Ya tempranamente en los primeros párrafos de Génesis esta idea aparece y nos revela este egoísmo de Dios: "No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; pero vivirá ciento veinte años". (Génesis 6)
Siendo la interpretación de esta frase según los eruditos, que Elohim, (nombre que se da a Dios en la Biblia hebrea) no deseó que permaneciera para siempre su espíritu (esencia de vida) en el hombre; ya que con ello éste viviría mucho más de lo que él deseaba, o viviría para siempre. Dios no quería otro ser inmortal y tampoco con discernimiento propio, distinguiendo el bien del mal, como su primera creación, los ángeles.
Lucifer, que se había abanderado en la polémica surgida entre los ángeles con la reciente creación del hombre, de si estos debían o no tener la misma perfección que ellos, se inclinó por la postura que el hombre debía ser perfecto desde el principio, en contra de la idea de Dios de irlo haciendo por escalas. Por ello es que les dice que no morirán si comen tales frutos. Y que por el contrario comiéndolos distinguirán, como Dios, la diferencia entre el bien y el mal.
Adán y Eva comen del fruto y generan la cólera de Dios, que los expulsa del Edén y los maldice, y con ello a todo el género humano. Y en el plano angélico rechaza a quienes quieren la perfección del hombre encabezados por Lucifer, generándose una guerra que duró varios milenos donde Luzbel combate apoyado por un tercio de los ángeles del cielo en contra de los dos tercios leales a Dios, siendo vencidos finalmente en esta primera batalla (Ap 12,4.9; Jd 6; 2 Pe 2,4).
Curiosamente, en esta disputa como se puede apreciar, quien miente es Dios. Les dice a Adán y Eva que morirán y ello no ocurrió a pesar que comieron del fruto prohibido. Además esta cantidad de apoyo al favorito de Dios que se confiesa a regañadientes, no es poca cosa. Si pensamos en cualquier cifra de tres tercios, un tercio es una cantidad importante y es extraño que estos millones de ángeles que lo componen, de pronto se hayan vuelto malvados por el hecho de sostener una idea. Por querer al hombre dotado de las mismas virtudes que tenían los ángeles, la primera creación de Dios, es decir inmortales, invisibles, espirituales, sobrenaturales y sin alma.
Nos sumamos a los estudiosos y expertos que interpretan en este acto una actitud personal de celos del Dios de la Biblia judía para con su Ángel Satán que le robaba protagonismo y se atrevió a desafiar su voluntad. A esto hay que agregar que en realidad existen dos grupos de ángeles caídos.
Aquél tercio que siguió a Luzbel y que ahora son denominados demonios y aquellos que no lograron acompañarle y fueron hechos prisioneros con posterioridad, al descubrirse que también estaban en desacuerdo con Dios y confinados en cadenas. (suena curioso que un espíritu pueda ser encadenado).
De éstos, la Biblia no proporciona datos para estimar su cantidad, pero sin duda no eran pocos y por ende serían los ángeles rebeldes más de un tercio. Sobre la exacta cantidad de Ángeles existentes Enoc, el profeta visionario, nos dice que en su viaje misterioso al cielo donde ve a los ángeles en toda su gloria infinita. "Vi cien mil por ciento mil, diez millones por diez millones, una multitud innumerable e incontable estaba frente a la gloria del señor de los espíritus. Y llegué a conocer sus nombres, pues el ángel que estaba conmigo me lo reveló." (primer libro de Enoch 40.1).
La versión de las escrituras es que Dios no perdonó a estos últimos ángeles que pecaron sino que los arrojó al infierno y los entregó a prisiones de oscuridad donde están reservados para el juicio. (2 Pedro 2:4.) "Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propio hogar, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día" (Judas 6). Es claro entonces entonces que existen demonios confinados y demonios activos. El líder de ambos grupos es Satanás, quien es llamado el Príncipe de los demonios (Mateo 12:24). (¿será´posible retener en prisiones privadas de luz a seres espirituales?) (¿cuál sera la naturaleza de las murallas o barrotes que impiden ser atravesados por ésta materia sutil e invisible de los ángeles?)
Ahora en el universo, en la burbuja sobrenatural del mundo invisible en que se nos trata de hacer creer, y para los despistados que juran que los demonios son criaturas horripilantes nacidos de la negrura, es necesario aclararles que hay dos categorías de ángeles: los buenos y los malos. No hay diferencia alguna entre ángeles y demonios pues fueron creados todos por el mismo Dios. Los llamados demonios no son sino simplemente aquellos ángeles rebeldes caídos, que en vez de obedecer a Dios, ahora obedecen a Satán. La diferencia entre Dios y Satán, es que solo Dios creó a los Ángeles y a los demonios. Satanás no ha creado ninguna criatura.
Las escrituras dicen que Satán era el Angel más bello de la creación, sin embargo el odio exacerbado y el fanatismo religioso de los primeros cristianos lo asociaron a seres inmundos y grotescos, representándole con pezuñas, cuernos y de intenso color rojo, tal vez en su ignorancia al pensar que vivía quemándose en el fuego del infierno.
De este acto nació la palabra satanizar, (Satán, nombre hebreo del demonio; en hebreo Satán significa “adversario, enemigo”) en el sentido de tratar de convencer a otros que tal idea o tal persona es mala, exacerbando defectos, llevandolos incluso a la caricatura ridícula; hacer que alguien o algo sea temido como un compendio de maldades o defectos.
Pero en esta disputa, importa rescatar que Lucifer estaba a favor del hombre perfecto, igual o superior a los arcángeles y con claro discernimiento y que no solo enfrentó valientemente a Dios y a una mayoría de ángeles sino que le dijo la verdad a Adán y Eva. Que no morirían y así fue. Y les dijo otra verdad. Que distinguirían el bien del mal y dejarían de ser como animalitos de exhibición en el Huerto de Dios.
Esta acción es lo que se conoce como la primera mentira de Dios, al decirles a Adán y Eva que al comer del fruto prohibido morirían. (Gén.5:3): "Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set." 5:4 . "Y fueron los días de Adán después que engendró a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas". 5:5 . "Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años; y murió".
Por tanto, Dios y las dos terceras partes de los ángeles leales encabezados por Miguel, el que seguía en poder y perfección a Lucifer, crearon un hombre inferior a los ángeles. Recordemos el poder sobrehumano de éstos, cuando según la Biblia solo dos ángeles provocaron la destrucción ardiente de Sodoma y Gomorra y uno solo mató a 185.000 soldados del ejército asirio y un tercero mató de una sola vez, por orden de Dios, a todos los primogénitos de Egipto.
¡Y qué su apariencia es humana, real y tangible es indudable!, pareciendo personas normales y corrientes, ya que como se describe en algunos pasajes bíblicos comen, se cansan, duermen y se lavan los pies, e incluso como en el caso de los Grigori, tienen sexo; tanto que el profeta Abraham confundió a tres de ellos por vecinos y el mismo Lot, que hospedó en su casa a los seres sobrenaturales que destruyeron Sodoma y Gomorra, no notó nada extraño en ellos. En todo caso, en esta leyenda cristiana todo indica que Lucifer tenía buenas razones para disentir de Dios, entidad dictatorial y caprichosa, quien tenía un comportamiento colérico, errático y vengativo.
Baste recordar que además de expulsar a Adán y Eva del Paraíso y castigar a toda su descendencia, la cual no puede volver a ingresar a él hasta el fin de los días, decidió también exterminar mediante el diluvio a todo ser viviente de la faz de la tierra; permitió que su pueblo elegido sufriese 400 años de esclavitud en Egipto; exterminio de un ejército egipcio, mediante su inmersión en las aguas del Mar Muerto: Éxodo 14:21-28; Judas: 1:5 ; Genocidio de 14,700 personas por medio de una plaga mortal: Números 16:49; Genocidio de 24,000 personas por medio de otra plaga mortal: Números 25:9 ; Aplastamiento con grandes trozos de granizo de un número indefinido de hombres: Josué 10:10-11. Asesinato de los “hombres más robustos” de Israel: Salmos 78:21-31.
Castigo con sequía a Israel por 3 años consecutivos a causa de un acto de Saúl: 2 Samuel; 21:1; órdenes de masacrar a “viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres hasta que no quede uno...” Exequiel: 9:4-6; Genocidio con epidemia de 70,000 hombres de Israel: 1 Crónicas 21:14; innumerables asesinatos de cientos de miles de hombres mujeres y niños, de diversos pueblos, sádicamente atacados por epidemias de lepra, ceguera, hemorroides y otras plagas mortales con la que se gozaba de aniquilar a quienes no hacían su voluntad y una centena de barbaridades parecidas descritas con lujo de detalles en los escritos bíblicos.
Estamos describiendo por tanto a un ser sádico, de claros instintos criminales y peligrosa enajenación, que casi acaba con el pueblo de Israel, el que curiosamente no solo le teme, sino que los que quedaron vivos y sus descendientes, terminan por alabarle y seguirle ciegamente, adorarle y rendirle pleitesía, proclamándole en una especie de sadomasoquismo, como un Dios amoroso, clemente, piadoso y de bondad infinita.
Todo ésto, contenido en la Biblia o Antiguo Testamento, tenido como única verdad por judíos, cristianos y musulmanes, que desde luego no ignoran tales atrocidades, las cuales están expresadas hasta la saciedad por sus más connotados Patriarcas y Padres de la Iglesia, sin contar con sus actuales seguidores, que hacen vista gorda de esta personalidad homicida de su deidad a quien ensalzan permanentemente en rezos y oraciones, y qué que junto a las promesas de vida inmortal que su doctrina promete, existen castigos, fuego eterno, infiernos y torturas sin fin para sus almas una vez muertos, obstáculos casi insuperables, que solo serán resueltos en el día de la Gran Tribulación, donde otra vez este energúmeno y sus ángeles obedientes, escogerán y salvarán según los escritos bíblicos muy pocos, solo unos miles de entre toda la humanidad, para llevárselos a los mentados cielos idílicos a comer maná-miel. El resto, ya está notificado que solo le esperan sufrimientos que no cesarán jamás.
En ISAÍAS: 2:19: leemos: "Y meteránse en las cavernas de las peñas, y en las aberturas de la tierra, por la presencia espantosa de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levantare él para herir la tierra".
En 2 SAMUEL12:11: "Así ha dicho Jehová: He aquí yo levantaré sobre ti el mal de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré á tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista de este sol".
En EZEQUIEL: 5:17: "Enviaré pues sobre vosotros hambre, y malas bestias que te destruyan; y pestilencia y sangre pasarán por ti; y meteré sobre ti cuchillo. Yo Jehová he hablado". SALMOS:64:7: “Mas Dios los herirá con saeta; De repente serán sus plagas.”
Sin embargo y queremos ofrecer estos datos como contraste cultural, Satanás, es ponderado por estas religiones y sus seguidores como el maldito responsable de todas las iniquidades que padece la humanidad. Todo adjetivo es poco para endosarle vicios, crímenes, sadismos, mala leche, enfermedades y todo aspecto negativo y contrastante. El bien y el mal, el yin y el yang, arriba y abajo, la oscuridad y la luz, vida y muerte, son los claroscuros que representan Dios versus Satanás, llevando este último por supuesto la peor parte.
No obstante en el Libro Sagrado, en esta Biblia de los judíos que es la misma para cristianos y musulmanes, las únicas iniquidades que se relatan son las que hemos expuesto en un apretado resumen y que corren por cargo del inefable Dios.
De Satanás, esta alimaña inmunda que recoge todo lo maligno existente en el universo, incríblemente sólo hay UNA MENCION en la Biblia, que remarca su iniquidad. La encontramos en Job: 2:7 y dice que ha sido responsable de una “Provocación de una molesta sarna corporal a Job".
El resto de menciones que de él se hacen en todas las escrituras solo dan por hecho que es el malo. Veamos: APOCALIPSIS:12:9: "Y fue lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña á todo el mundo; fue arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él".
ZACARÍAS:3:1: “Y mostrome a Josué, el gran sacerdote, el cual estaba delante del ángel de Jehová; y Satán estaba a su mano derecha para serle adversario”.
2 CORINTOS:2:11: “Porque no seamos engañados de Satanás: pues no ignoramos sus maquinaciones”.
2 TESALONESES: 2:8-9 “Y entonces será manifestado aquel inicuo, al cual el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; A aquel inicuo, cuyo advenimiento es según operación de Satanás, con grande potencia, y señales, y milagros mentirosos...”
JUAN 8:44 . “Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y los deseos de vuestro padre queréis cumplir. Él, homicida ha sido desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”.
Es decir, en verdad la Biblia ofrece todas las pistas para quienes realmente desean dilucidar el mensaje que contiene, para establecer a quienes son creyentes de estas mitologías y leyendas, quién de estos personajes principales es el Bueno y cuál el Malo, tal cual ocurre en el cine y los guiones de las películas. Siempre la trama de los filmes de acción, tienen un malvado. A los espectadores les corresponde, según su inteligencia y sagacidad, descubrir cuál es.
A su vez, el cielo ha ido poco a poco cambiando de lugar y representa un oasis plácido que viene a ser una especie de recompensa por los sufrimientos padecidos en la tierra y la constancia en el servicio al Dios. Antiguamente y casi como en la creencia del Olimpo de los dioses griegos, el cielo cristiano estaba al alcance de la mano. Dios hablaba con voz de trueno desde la cúpula del cielo desde donde sentado cómodamente en su trono, observando el comportamiento de los humanos y si algo le molestaba, les gritaba desde allí mismo su molestia o les lanzaba la calamidad que en ese momento asaltaba su divino cerebro, una tormenta, algún rayo que les destruía el granero o una subida del agua de los lagos que destruía sus cosechas. O bien, desde algún monte donde paseaba, envuelto en una nube espesa, sostenía diálogos amistosos con alguno de sus favoritos.
Si estaba enojado, rayos y truenos salían de la nube, espantando a sus siervos. A veces su indignación subía de tono, cuando sospechaba que los humanos intentaban invadir sus dominios, como ocurrió con el episodio de la torre de Babel, donde sencillamente confundió todos los idiomas de la tierra, porque tal torre ya casi penetraba en el cielo. Si estaba ocupado en otras cosas, durmiendo la siesta, mandaba a uno de sus ayudantes, que curiosamente tenían nombres comunes, Gabriel, Miguel etc. Estos mensajeros o bien iban personalmente a dejar el encargo, sin importar las distancias que debían recorrer o hablaban con disimulo tras una zarza, a través de una pared y otros métodos sofisticados, para anunciar algún nacimiento, una enfermedad y otros detalles.
Aburrido de estas intromisiones y de que le quitaran su tiempo para solucionar cuestiones domésticas creó varios cielos estableciéndose en el más lejano. Cada uno de estos cielos, según las tradiciones y leyendas de los sabios judíos y cristianos, se encuentran encima del otro, alrededor de la tierra y en forma de esferas concéntricas.
Dejamos constancia que la Biblia habla de tres cielos. (2 Corintios 12:2)El primer cielo es donde la atmósfera y las nubes se localizan, desde dónde viene la lluvia, e.g., Gén. 7:11. El segundo cielo es el espacio exterior, hogar de los planetas y las estrellas, e.g., Sal 8:3. Y el tercer Cielo está donde está ubicado el trono de Dios, e.g., Sal. 11:4.
Cómo puede apreciarse, los escribas de la Biblia de la antigua cosmología judía, poco sabían de lo que pasaba en estos recintos sagrados y menos de Astronomía.
En el apócrifo libro de Enoc se habla de siete cielos. Este Libro de Enoc es un libro intertestamentario de la Biblia de la Iglesia Copta, que no es aceptado como canónico por las demás iglesias cristianas a pesar de ser parte de la Septuaginta comúnmente llamada Biblia de los Setenta y generalmente abreviada como LXX, que fue el texto utilizado por las comunidades judías de todo el mundo antiguo más allá de Judea, y luego por la iglesia cristiana primitiva, de habla y cultura griega. Junto con la Biblia hebrea, constituye la base y la fuente del Antiguo Testamento de la gran mayoría de las Biblias cristianas
El primero de estos cielos de Enoc llamado Shamayin o Wilon, viene a ser el nivel más bajo y cercano a la tierra, lo que constituye un factor de protección durante el día, ya que en la noche el cielo se descorre como una cortina dejando ver la maravilla de las estrellas. Allí moran los ángeles guardianes de la nieve, el hielo, nubes y rocío y los ayudantes encargados de subir y bajar a diario la mencionada cortina celestial. También hay un caudaloso río por el cual en lugar de agua fluye fuego. Para San Pablo, que tuvo la suerte de viajar hasta allí siglos después, en sueños o visiones naturalmente, que era la forma en boga en la antigüedad, ésta es la Tierra de Promisión, en la que cada árbol da al año doce cosechas con frutos variados. Según él, este cielo brilla siete veces más que la plata. A este curioso lugar destinó Dios a los primeros y más rústicos y aburridos habitantes del planeta, como Adán y Eva y su descendencia, que están en eterna espera para que el Día del Juicio Final se decida su futuro. El soberano de este cielo es el arcángel San Gabriel. Este es uno de los tres principales arcángeles de las religiones “judía, cristiana e islámica” y considerado según la tradición bíblica además de Mensajero de Dios como el Ángel de la Muerte por los cristianos.
En el Islam Gabriel es igualmente considerado un Mensajero por cuanto fue quien reveló a Mahoma El Corán y se le conoce como Yibril. Más para el Islam, Azrael es uno de los nombres que recibe el Ángel de la Muerte. También llamado Abou-Jaria por los musulmanes y Mordad entre los persas, quien tiene por misión recibir las almas de los muertos y conducirlas para ser juzgadas.
Según cuenta la tradición, Dios envió a cuatro de sus arcángeles para buscaran polvo de las cuatro esquinas de la tierra para crear a Adán a su imagen y semejanza. De los cuatros arcángeles enviados –Michael, Israfel, Gabriel y Azrael-, solamente Azrael pudo cumplir el recado y trajo ante Dios el polvo del cual creó a Adán. Por esta acción, Dios le dio a Azrael la misión de ser el ángel encargado de separar el alma o espíritu de los cuerpos de los seres humanos; de esta forma Azrael se convirtió en el Ángel de la Muerte. Azrael es pues conocido como el Ángel de la Muerte entre los judíos y musulmanes, y es la derivación del nombre árabe Izrail, el cual aparece en el Corán y significa “Quien a Dios ayuda”. También se mencion en el Corán como Malaikat Al-Maut, que es una traducción literal de “Angel de la Muerte”. Otros nombres son Azrail, Ashriel, Azaril, Azriel, y Ozryel, e incluso aparece en los escritos del hereje cristiano Marción, donde es mencionado como el Ángel de la Ley.
Luego fundó Raquia, el segundo cielo donde se encuentran también en espera los Ángeles Caídos, ese grupo de ángeles que fueron hechos prisioneros en la guerra celestial y que no alcanzaron a sumarse a las huestes de Lucifer, quienes se encuentran encadenados y en una oscuridad total. El soberano del segundo cielo es el Arcángel Rafael. Allí estarían también Enoc y Moisés. En la tradición islámica en ese cielo moran también Juan Bautista y su primo Jesucristo. Este último se llama allí Isa ibn Maryam, que es su nombre de profeta del Islam, donde Jesús es el predecesor más importante de Mahoma, pero no Dios, ni hijo de Dios. Moisés habría pasado además por este cielo cuando visitó la Morada Divina, teniendo su encuentro con el ángel Nuriel. (Uno de los ángeles más pequeños, ya que se dice que el tamaño de los ángeles supera al sistema solar. El arcángel Rafael es uno de los tres arcángeles cuyo nombre aparece en la Biblia (Tobías 12:6, 15) "Yo soy Rafael, uno de lo siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia"; los otros son San Miguel y San Gabriel.
El tercer cielo, Sagun o Shehaquim, que también es llamado Gehena, tiene unas enormes puertas de oro macizo Su soberano es el ángel Anahel y en ese lugar vive el llamado Ángel de la Muerte islámico Azrael, existiendo presunciones e indicios que al Norte de este cielo se localiza el Infierno, preparado por Dios para alojar allí a Satanás cuando se le condene por toda la eternidad. El salmo 90 señala que el Paraíso se encuentra a la derecha de Dios y el Infierno a su izquierda. Todas las almas íntegras llegan allí tras la muerte y reciben su recompensa. Por eso en este cielo hay comodidades tales como las abejas divinas, que colectan en el sur el maná-miel que es el alimento celestial que posteriormente es molido por dos poderosas piedras molares. De estas últimas proviene el nombre de Shehquim, que en hebreo significa piedra molar. Para todos aquellos que se han preguntado si los espíritus comen o no, esta sería una respuesta. Según Enoc todos los seres celestiales y aquí se incluyen por lo tanto ángeles buenos y malos, los que viven en los siete cielos e incluso aquellos soterrados en las cárceles celestiales y el propio infierno, reciben a diario su ración de maná-miel.
El cuarto cielo o Sebhul, conocido también como Machanon, se describe como el lugar de la Jerusalén celestial, con el Templo Sagrado y el Altar Divino. El apóstol Pablo según se describe en la Biblia, dice que era toda de oro macizo y la rodeaban doce murallas y dentro había doce torres de gran belleza. También habla que hay cuatro ríos, uno de miel, el Fisón; otro de leche, el Eufrates; otro de aceite, el Geón; y otro de vino, el Tigris. Según Enoc, en el cuarto cielo se encuentra el Paraíso, con el Árbol de la Sabiduría, cuyos frutos confieren el saber a quien los come. En Zebhul circulan movidos por los vientos, los grandes carruajes donde están el sol, la luna y las grandes estrellas. El soberano de este cielo es el arcángel Miguel.
El Machon o Maón es elquinto cielode la desesperanza destinado para los Grigori, que fueron un grupo selecto de 200 ángeles enviados por Dios a la tierra en el comienzo de la humanidad y conocidos en la Biblia, en el Génesis y algunos de los llamados Libros Apócrifos como Observadores y como los Hijos de Elohim. Estos ángeles, según el Libro de Enoc no cumplieron cabalmente las misiones que les encargó Dios y en cambio enseñaron algunas ciencias prohibidas a los hombres como la Astrología, la Adivinación y la Magia así como técnicas para producir armas y el arte de la guerra.
Este nombre es mencionado en el libro apócrifo de Enoc, y más tarde en la literatura judía. De acuerdo con el libro de Enoch, Azazel era el líder de los Grigori. Azazel es particularmente significativo entre los grigori porque fue él quien enseñó a los hombres cómo forjar las armas de guerra así como enseñó a las mujeres cómo hacer y utilizar los cosméticos.
Pero el colmo ocurrió cuando percatándose de la belleza y atributos de las mujeres terrestres tuvieron relaciones con ellas, resultando de tal unión una raza de gigantes conocida como los Nefilim. Tales noticias se dice que desencadenaron la furia de Dios y su decisión de enviar el diluvio para exterminar los Grigori, los hijos de los Grigori y las mujeres: los Nefilim.
Con el tiempo las enseñanzas de Azazel crearon tal iniquidad entre los hombres que Dios decidió destruir toda la vida en la Tierra con una gran inundación, salvando solamente a Noé, la familia de Noé, y a siete parejas de cada especie de animales "limpios", y un par de cada especie de animales "sucios", de los cuales escaparon a la destrucción viviendo durante un año en elArca de Noé que Dios le mandó construir.
En el norte del quinto cielo, detrás de una grieta por la que asciende humo y llamas, se localiza una prisión celestial. En ella según algunas teorías de connotados teólogos y sabios cristianos, pena el Coro Décimo de los ángeles que aguarda allí su juicio. En el sur por el contrario, los ángeles cantan toda la noche sin interrupción, solo callan al alba para que Dios pueda oir las alabanzas de su pueblo en la tierra. El soberano de Machon es Sandalfón hermano de Metatrón, o bien el ángel Samael. Se dice que este cielo es la morada de Aarón, hermano de Moisés y de los ángeles vengadores.
El sexto cielo de la dualidad es conocido como Makhon o Zebul. Es el único gobernado por dos ángeles : Sabat lo gobierna durante el día y Zebul por la noche. En él viven siete querubines que cantan alabanzas a Dios y siete aves fénix. En Zebul hay una casa grande del saber, una Academia donde los ángeles aprenden todo sobre la humanidad, el tiempo y el cosmos. También se dice que aquí los ángeles estudian astrología. Según Enoc, de quien nadie duda que si visitó estas extrañas regiones del mundo invisible, en este cielo estudian los ángeles en grupos y tienen a los arcángeles como profesores. Este cielo frío, con bajas temperaturas, granizo, hielo y nieve, recibe también el nombre de Makhon (en hebreo, «residencía»). El príncipe del sexto cielo es el arcángel Zadquiel. En este cielo se guardan todos los infortunios de la humanidad. Es aquí donde habita el Angel Guardián del Cielo y de la Tierra.
Por último, el séptimo cielo o Araboth es donde vive Dios y su Corte Celestial, permanentemente arropados por el Espíritu Santo y servidos como se debe por una legión de ángeles principales. En este cielo más elevado se encuentra el trono de Dios y en torno a él, los ángeles que siempre permanecen a su vera: querubines, serafines y tronos. El príncipe de Araboth es el arcángel Miguel. Se dice que las almas de los que aún no han nacido esperan allí a su nacimiento.
Los humanos, según mi personal impresión, en verdad no nos percatamos ni creemos en esta lucha entre el bien y el mal entre Dios y el Demonio, que ocurre aquí en la tierra ante nuestras propias narices, a cada momento y en cada lugar. Nada vemos de estas legiones que luchan encarnizadamente en cada esquina, en medio de partidos de fútbol, en las galerías comerciales, en los campos y las ciudades, en el llano y los montes. Cada guerra que se precie debe ser organizada y contar con oficiales y tropas y cada una de las facciones en lucha sufre necesariamente bajas.
Pues bien, extrañamente, teniéndose en cuenta que estamos hablando de una conflagración de tipo global que no ha cesado en la tierra desde la aparición misma del hombre, nunca se ha sabido que se haya encontrado los restos sea de un soldado ángel o mercenario demoníaco y el único indicio que podríamos mencionar lo constituyen unas cuantas plumas que según el catolicismo se habrían desprendido de un ala del Ángel San Gabriel, y que se guardan hoy como un tesoro sagrado en las arcas vaticanas, donde suele ir el Papa a venerarlas.
No decimos adorarlas, a pesar que es un sinónimo, porque la Iglesia aprecia y señala la sutileza no compartida por muchos, que adorar no es venerar y que por ello esa veneración que hace de sus innumerables reliquias, de los iconos y estatuas de sus santones y vírgenes, medallitas y otros, no son por ello idolatría, sino solo veneración. Se hincan ante ellas, es cierto, les rezan y les piden asistencia ante Dios, pero no las adoran. Realizan procesiones y llevan estatuas paseando por la ciudad en medio de vivas y oraciones. La gente se inclina ante estas efigies, se humilla y hace mandas y peticiones, pero eso no es adoración, es veneración. Las llevan como amuletos en prendas de vestir, en estampas y libros de rezos, compran medallitas y cruces de oro que se cuelgan al cuello y en la Iglesia y sus casas hay cuadros y efigies donde suplican favores, pero eso no es idolatría, es solo simple veneración.
Y esta idea de que podríamos encontrar restos de armas de combate no es una especulación, porque de hecho la Biblia describe y relata ángeles guerreros provistos de espada y luchando con adversarios. En el Libro de Enoc, éste dice que los ángeles tienen una Academia donde son instruidos por los Arcángeles y todos los ángeles que vio Enoc en dicha Academia tenían el mismo rostro y vestían igual, afirmando que los coros inferiores son representados principalmente como guerreros equipados con lanzas, hachas y espadas, haciéndonos sospechar que fueron creados en serie, bajo un mismo molde, tal cual robots.
Y en las descripciones que se hacen respecto al quehacer de los ángeles, se dice que una de sus ocupaciones es que estos luchan y batallan intensamente contra los demonios en sangrientos enfrentamientos. El hecho es que jamás se ha encontrado armas, ropas o enseres de estos guerreros ni nada que nos diga que esta lucha es en verdad real y no una fenomenal mentira. Pero claro, la explicación es que son espíritus, espíritus del diablo y espíritus de Dios; y por más que haya 140 mil millones de estos seres trabados en descomunal batalla aquí en la tierra, se nos dice que hay que comprender que los espíritus no se ven, no se sienten y sobre todo que son inmortales. Es decir, estamos jodidos, no podemos buscar indicios.
Extrañamente, esta es la primera premisa para la búsqueda de cualquier hecho que suscite dudas y que se quiere esclarecer: probar que el hecho es cierto. En esto de los seres espirituales nada podemos probar, solo hay que creer, tener fe y confiar en quienes nos dicen que el mundo invisible existe, y que en él hay un mundo paralelo silencioso que a pesar que no deja rastros, que nadie ha visto, está no obstante poblado por millones y millones de seres extraterrestres, sobrenaturales, dotados de fantásticos poderes de traslación instantánea, rayos de la muerte, capaces de salvar nuestras almas, brindarnos consuelo y vida eterna, allí en los territorios de Dios, donde en sucesivas capas milagrosas se registran siete cielos, cada uno de ellos provistos de maravillas, donde pululan los profetas y santos de la antigüedad y del mundo moderno, se pasean apaciblemente los Papas de la Iglesia fallecidos, todos ellos buenos y santos y los inmolados en nombre de la fe de las sangrientas y crueles guerras santas que han diezmado a la humanidad.
Hay trozos de cielo privados, sin acceso para todos sus habitantes sino sólo para algunas de sus celebridades, donde podemos encontrar quizás con suerte, como le pasó a Mahoma en su maravilloso viaje turístico llevado por el Arcángel Gabriel, o a Pablo, ese extraño y postizo autoapóstol que no conoció a Cristo en vida, que no fue uno de sus discípulos y que en tal tiempo era un cruel servidor y soplón del Estado Romano para ajusticiar a cristianos y judíos, sin importar que él mismo lo era, toparse con Isaac o el profeta Abraham junto a sus camellos, o divisar entre cortinas doradas al mismo Jesús en ameno diálogo con su madre María, o quizás en la zona oscura con María Magdalena, la cual por supuesto ha sido alejada de los cielos.
Desde luego para los cristianos allí en estos cielos no están los judíos, los musulmanes ni aquellos representantes de otros credos paganos y herejes que hay o existieron en el mundo real; tampoco los disabilitados ni los esclavos negros y paganos que no conocieron a Dios, ni los ateos u otros agnósticos que rechazan sus ideas o se mofan de la santa Madre Iglesia, ya que siendo culpables del pecado original, deberán esperar como todos el Fin de los Tiempos en el Purgatorio, sin importar que hayan sido buenos.
El hecho es que a todas luces nuestra estupidez humana, nuestra corta visión y escasez de facultades nos impiden darnos cuenta de nada de lo que ocurre en este mundo invisible, pletórico de espíritus elevados que flotan por el espacio infinito, seres de luz que alumbran el destino de la humanidad, que hablan con Dios, que le ayudan en su Obra, que organizan las batallas celestiales, que se preocupan de nuestro destino y cada cierto tiempo transmiten a pastores e indigentes, a drogadictos y desequilibrados mentales, mensajes en forma de profecías, sea que se los diga la Virgen María, el mismo Dios, Jesucristo su hijo, el Espíritu Santo o cualquiera de estos fantásticos personajes, sean alados o de propulsión espiritual, que navegan cruzando los espacios siderales y se trasladan desde su hábitat invisible y quizás lejano, a traernos noticias, aconsejarnos y cuidarnos.
Más, por fortuna todo lo que sabemos, que es bastante y sobre lo cual hay millones y millones de escritos al respecto, lo hemos ido conociendo porque existen unos seres maravillosos y desde luego privilegiados, que al igual que Mateo el Apóstol, saben, intuyen, adivinan, tienen visiones, sueñan o escuchan voces dentro de sus cerebros que les dicen como es la cosa allí en este mundillo paralelo, etéreo y sublime.
El Papa por supuesto es el primero de ellos, él es infalible y lo que diga en cuestiones de fe ello es así, después vienen las dignidades sacerdotales y hasta los humildes curas de pueblo, son los encargados de traernos estas noticias excepcionales del mundo invisible y sus criaturas mágicas. Ellos son los portavoces y contactos escogidos, quienes tienen la verdad de lo que ocurre y quienes en un acto de gran generosidad nos transmiten en sus sermones, homilías y conferencias qué cosas son del agrado de Dios, cómo debemos servirlo, qué debemos creer y dónde y cuánto debemos cotizar para caminar por el camino recto.
Y ello es muy lógico, porque no habiendo evidencia histórica seria y documentada alguna, de la existencia de los seres que menciona la Biblia cristiana, ni constancia de las leyendas de la Biblia judía, ni menos de los hechos milagrosos o vidas ejemplares de algunos de sus santos que en general han sido inventadas o retocadas por sus biógrafos, es imposible que tengamos una guía para saber que tales excentricidades ocurrieron realmente.
Sólo hay que recogerse a lo que la Iglesia denomina tradición cristiana, que son sus propios escritos a través de los tiempos, arreglados y modificados una y otra vez en la "Casa de las Falsificaciones", como por siglos se conoce al Vaticano, como es fácil establecer y por supuesto debido a ese otro engendro o técnica de lavado cerebral al que llamanLa Fe. Esta última puede explicarse muy fácilmente. Si el Papa dice que el Sol es ahora la Luna, los creyentes deben repetir a coro. Si, el sol es ahora la Luna. Y basta. Eso sería la mentada Fe cristiana.
Cualquier materia que rebatamos a un creyente, pastor o sacerdote tiene su explicación y se afirma, no en la historia, ciencia o investigaciones antropológicas, sino en algún dicho de la Biblia. Capítulos y versículos salen rápidamente a relucir, que explicancientíficamente hechos donde iluminados pastores y ancianos de épocas remotas, según estos escritos, dijeron, mencionaron, soñaron, o tuvieron una aparición o algún tipo de trastorno mental que provocó alguna visión o alucinación, que a través de los tiempos los fanáticos han convertido con esta fe ciega y sorda que los domina en una verdad monumental.
Eso que dijeron tales personajes al desgaire hace decenas de siglos, tal como cualquier cosa que usted o yo decimos a cada rato, debe creerse que es así porque está en la Biblia. Y nosotros, debemos conformarnos con el dicho de ese campesino o pescador iletrado e ignorante de una época de gran atraso cultural, de sociedades agrícolas que sucedieron a la Edad de las cavernas y que probablemente nunca nacieron ni vivieron en esta tierra, y que si así fue, seguramente jamás pensaron, reflexionaron o dijeron tales palabras, que la Biblia y sus escribas a través de muchos siglos han puesto paciente y ladinamente en sus labios.
Las religiones en general y en particular aquellas que como el cristianismo primero, con sus ramas católica y protestante y luego el Islam, se colgaron del libro sagrado de los israelitas, han tratado durante todo el periplo de su existencia de administrar ese mundo inexistente, poblado de seres irreales y de fantásticas locuras mágicas a la que llaman el mundo invisible, por la sencilla razón, que en este supuesto plano de la espiritualidad etérea y paralela, no tienen que demostrar nada y todo aquello que prediquen no puede tener contestatario porque ellos se han atribuido su legítima, única y total representatividad.
Por tanto pueden decir las inconsecuencias más abismantes, que desafían el raciocinio humano y rebajan el nivel de la inteligencia de los habitantes del planeta, asegurando que este mundo dual es más importante que el mundo real, que no solamente existe y dentro de él todas esas extrañas criaturas como los dioses, vírgenes, espíritus santos y los inefables ángeles alados que combaten contra los demonios, sino que quienes dudan de tal aseveración "carecen de ojos espirituales", "se niegan a ver estas verdades tan manifiestas" y que por lo tanto...son candidatos seguros a quedarse fuera de LA VIDA ETERNA.
¿Y qué pruebas presentan? ¡ Ninguna! Solo manejan el viejo y manido cuento de las religiones paganas antiguas, de que hay que agradar a los dioses con ofrendas, con oraciones y sacrificios, para aplacar su ira y ser aceptados en su reino espiritual. Fácil receta para lo que no se necesita estudiar mucho, digo para comprender que hay gente que cree en cosas que no ve ni oye. Pero claro, habrá muchos que dirán que una de las características de los curas, chamanes, sacerdotes o monjes especialmente católicos es estudiar para titularse como Teólogos, por supuesto en sus propias universidades Católicas, ya que estas disciplinas están fuera del saber universal.
Pero ello es algo de fácil explicación. Si no lo hicieran, cómo explicarían sus sacerdotes tanta sandez, fantasías y contradicciones de su caprichoso Dios apocalíptico; encontrar el “significado simbólico” a tantas declaraciones cretinas y desatinadas de sus prohombres, santos, patriarcas y doctores de la iglesia; explicar cómo Dios, la Iglesia y sus santos relegaron a la mujer casi en comparación con las bestias y su misogenismo está presente en todo el Libro Sagrado por siglos; ni siquiera hay mención de un solo ángel mujer.
Asegurar estrambóticamente cosas tan ilógicas y faltas de realidad cómo que en una entidad hay TRES DIOSES EN UNO SOLO; qué Jesús nació de una mujer humana virgen, sin relación sexual ni embarazo, que nació a su vez inmaculada, que lo era antes de nacer y que sigue siéndolo en el cielo dónde al igual que su hijo ascendió por los aires; creer ciegamente en milagros y maravillas, todos ellos dando crédito a visiones y alucinaciones de gente a todas luces enfermos mentales; tornar tantas supersticiones y supercherías en algo cotidiano de dónde se extraen parábolas y enseñanzas. Cómo explicar los millones de asesinatos durante quince siglos realizados en nombre de Dios por los sicarios del Vaticano, esos monjes de la Inquisición, y convencer a la gente, como dicen sus sabios y doctores modernos que sólo fueron un par de miles los llevados a la hoguera santa.
Y finalmente uniformarse en las formas y técnicas dialécticas y sofísticas, de acallar toda duda razonable y lógica, extirpando la raíz de una de las características más reconocibles de la raza humana como es su poder de raciocinio, para reemplazarla por la más oscurantista de las técnicas de lavado cerebral sobre sus creyentes, convenciéndoles a negarse a utilizar su inteligencia y raciocinio natural y remplazarlo en cambio por ese acto irracional del Acto de Fé.
Sin hablar del chantaje y temor a un Dios que vigila y castiga, amenazas de perdición del alma y oportunidad de vida eterna y particularmente tratar de convencernos de la idea inaudita, que sólo la Iglesia puede ayudarles intermediando directamente ante la divinidad gracias a su poder de golpear directamente “las puertas del cielo”, facultad que Dios les dio sólo a ellos, junto a la de administrar los bienes y fortuna de la congregación, que para agradar a Dios debe crecer a diario, para lo cual todos deben cotizar el diez por cientos de sus ingresos.
Qué son capaces de absolver en nombre de Dios todos los pecados. Qué a cambio de dinerillos u otros bienes tienen poder para acortar los sufrimientos de los parientes que están en “lista de espera” en el Purgatorio. Qué domingo a domingo en cada iglesia católica del mundo, (las demás iglesias de otras religiones afines están jodidas) Cristo se personifica en el milagro de la comunión. Aparece en cuerpo y espíritu y misteriosamente se entremezcla con las láminas de pan que hacen las monjitas y que llaman ostias y con el buen vino que los ricachones regalan al párroco.
Y en un acto de magia pura, se subdivide en una miríada de cristitos, que van a parar al aparato digestivo de los fieles. Por supuesto la porción más grande de Cristo va a depositarse al estómago del sacerdote oficiante, que devora la ostia más voluminosa que digiere con ayuda del vinito puesto generosamente en un copón de vino de oro, consagrado desde luego.
¿Para qué? - ¡Para que la gente siga creyendo en milagros, para mostrar el poder mágico del sacerdote, único ser en el mundo que puede hacer tal magia. Justificar una iglesia que cobra por sus servicios espirituales, por el bautizo e ingreso de recién nacidos sin voluntad propia a sus registros de miembros; por sus sacramentos, casamientos, misas fúnebres, acceso a sus cementerios exclusivos y discriminatorios. Por todo esto y otras cosas que no hay espacio de enumerar, pues es claro que estos chamanes deben estudiar bastante y conocer los trucos y artilugios, las frases y menciones correctas para contra argumentar sobre tantos flancos débiles, supercherías y carencias doctrinales!
Para hacer crecer este temor deben referirse una y otra vez al demonio, ese maligno ser que lucha a brazo partido con los ángeles y la Iglesia y sus monjes y monjas, que hacen intentos heroicos por salvar el alma de los fieles. Satanás pesca las almas y tira de ellas, los ángeles y los curas la toman del otro extremo y la aferran al cuerpo del cristiano. Nadie sino alguien que estudiara mucho esta ridiculez podría contestar coherentemente para que querría el Diablo sacarle a esta buena gente el alma del cuerpo si no tiene Infierno donde caerse muerto.
Claro que hay que partir viendo primero si existe el alma, otro engatusamiento que proviene del mundo invisible y que la ciencia y el saber humano aún no ha detectado en nuestro organismo. Los creyentes y a sus credos les conviene decir que existe, ya que si no fuera así el maldito no tendría que tironear. Y Dios se quedaría con sus cielos deshabitados.
¿Qué podría hacer el Demonio, este Ángel tan vitupereado con 7 mil millones de almas más otros tantos millones de los que han muerto antes?. Y sobre todo si la gente está viva.
¿Para llevarse el alma dónde? Podría comprenderse mejor este intento que el alma fuese peloteada por Dios y su pandilla, o Satán y sus secuaces, cuando uno estira la pata y el alma se supone nos abandona. Ese sería buen momento para agarrarla y apretar cachete.
Pero si uno está con vida, disfrutando de una fiesta por ejemplo y viene el diablo y te roba el alma, o te la compra o te hace alguna proposición que no puedes rechazar, ¿qué pasa? ¿Te quedas sin alma?
Debe ser espantoso quedarse sin alma en medio de una fiestoca animada.
De otra manera, ¿qué tanto problema se hace Dios con las almas si a casi todas las que ha conseguido, las tiene cociéndose a fuego lento celestial, encadenadas en zonas oscuras y pensando colocar muchas más en el infierno, ese sitio creado por Él para los humanos?
Por lo que se desprende de las lecturas bíblicas casi no hay habitantes en los cielos, solo ángeles y los santos y patriarcas antiguos que se salvaron de la ira de Dios y ahora pasan el calvario de estar cantando a todas horas y rindiéndole pleitesía a su soberano. Cuidándose de no causar su enojo, sino pasarán directo al infierno vecino.
Y aterrizando las cosas. ¿Cuál es en verdad la oferta de Dios? Nos tiene a todos espantados con las predicciones apocalípticas de sus evangelistas. Cómo no temer a esos ángeles, que más bien parecen demonios cómo los cuatro jinetes del Apocalipsis, cabalgando por la tierra y destruyendo todo a su paso, con bestias que se comen todo lo que se mueve y pestes que diezmarán a toda la humanidad.
Cada uno de estos jinetes celestiales, que ya dijimos parecen haberse parido en el más terrible de los infiernos, tiene solo características asesinas. Ni un átomo de piedad hay en sus ojos vacíos; son robóticos e insensibles al sufrimiento humano y derechamente descerebrados como los zoombies, pues su misión es aniquilar a justos por pecadores. ¡Cómo se aprecia aquí el estilo de Dios, que ya anticipó esa sed de sangre matando y sembrando el terror cuando estuvo en la tierra!
Esta doctrina de convencer por el terror se ve que ha sido provechosa para las religiones pero es a su vez muy peligrosa, porque cuando la gente entiende que todo ello es una falacia, tal doctrina cae en el olvido. En el mundo real años ha, la gente temía al marxismo porque sus apologistas decían que se basaba en destruir todo lo realizado por el capitalismo, para desde la ruina y las cenizas construir el nuevo mundo del socialismo.
Con la doctrina católica sucede lo mismo. Dios y sus Ángeles inmisericordes, asegura la Biblia, vendrán un día cualquiera, como un ladrón en la noche y matarán toda criatura viviente y destruirán totalmente su mundo, los mares se abrirán y desde el cielo seremos bombardeados por aerolitos incandescentes.
¿Por qué y para qué? Al parecer, porque Dios quiere nuestras almas igual que el Diablo. Pero no las quiere a todas, solo algunas que le interesan, tal vez un 0,1 por ciento de las existentes, en verdad las escrituras dicen que solo irán al cielo con Cristo 144.000. (revelacion cap 7 versiculo 4 : "Y oí el número de los que fueron sellados, ciento cuarenta y cuatro mil, sellados de toda tribu de los hijos de Israel"
El resto se irá al Infierno, porque sería una utopía que después de este Argamedón quedase nadie vivo o a salvo de la furia asesina de esos espantajos de Dios que cabalgarán por la tierra. En ese día aciago, también Satanás será llevado al Infierno.
Eso me huele a un trato entre enemigos. El 99,9 por ciento de las almas, que serían de los pecadores se irá al Infierno ahora ocupado por Satán, que por supuesto irá de Mánager. El 0,1 por ciento, se irá con Dios a sus cielos. Vaya cosa.
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