Estudios místicos (12 de 31) – La vida (2 de 4) – La Fuerza Vital
En la entrega precedente dijimos que para poder crear vida es necesaria la Fuerza Vital. Vamos a ver lo que se entiende por ello desde el punto de vista esotérico o místico.
Los místicos definen la Fuerza Vital como una energía Cósmica latente en todo el Universo y dispuesta a manifestarse bajo decretos Cósmicos, que nunca actúa ciegamente y que lo hace solo en favor de la Evolución Universal.
Como energía que es, ni se crea ni se destruye. Por tanto el hombre no puede crearla artificialmente y, dado que solo actúa bajo decretos Cósmicos, nos falta el punto para cerrar la Ley del Triángulo[1] y ello hace que el ser humano jamás podrá crear vida; pensar lo contrario es ponernos a la misma altura de Dios. El hombre puede, como mucho, contribuir a la manifestación de la vida pero jamás crearla de modo artificial.
Podemos reproducir la vida; pero no producirla.
La frase superior marca un matiz importante. Los seres humanos y toda la creación puede reproducirse, es decir, crear “copias“ de ellos mismos dando lugar a sus descendientes. Pero no puede crear vida. Cuando la ciencia clona a un animal no crea vida, sino que la reproduce a partir de células ya existentes.
Antes de seguir con el estudio de la Fuerza Vital le ruego que examine los dos triángulos que le muestro en el lateral y medite sobre ellos.
El Espíritu actúa sobre la materia cuando las condiciones son las adecuadas y se crea una forma material. Cuando la Fuerza Vital penetra esa forma material se manifiesta la Vida tal como todos la concebimos. Si esa vida recibe el Alma se forma la Consciencia por la interacción de las energías del Espíritu y el Alma en el cerebro y tiene lugar la vida Consciente[2].
La Fuerza Vital es, por lo tanto, la energía que insufla vida a las formas materiales y, en el caso del hombre, el niño recibe su Fuerza Vital en el momento de la primera respiración al nacer. Esto no quiere decir que el feto no sea un ser vivo; pero sin la Fuerza Vital no es apto para vivir por si sólo; de hecho usa la Fuerza Vital de la madre ya que esta respira y se alimenta por él y comparte los elementos vitales con el feto.
Por otro lado, al morir, con la última respiración, la Fuerza Vital abandona el cuerpo. De todo ello se deduce una fuerte relación Fuerza Vital – Respiración
El cuerpo humano no es más que un conglomerado de células trabajando en conjunto, lo cual implica que la vitalidad física es producto de la actividad celular. La célula es el microcosmo de la Vida Universal y reúne los cuatro postulados básicos para que la ciencia la incluya en el grupo de los seres vivos, a saber:
- Su vitalidad es autónoma, es decir, depende de ella misma.
- Posee cierta forma de consciencia.
- Puede crecer por su propio metabolismo.
- Puede reproducirse.
En el momento del nacimiento, la energía dela Fuerza Vital penetra en el organismo y alcanza todas y cada una de las células que lo componen provocando que la actividad de las funciones orgánicas comiencen. El feto se convierte en un verdadero ser vivo ya que el mismo puede mantenerse. Hasta ese momento ¿Cuántas de las cuatro condiciones superiores podemos decir que cumplía el feto?
La energía o Fuerza Vital, como toda energía, posee dos polaridades[3]; o dicho de otro modo, aplicando la Ley del Triángulo, a partir de dos puntos, uno positivo y otro negativo, se produce la generación del tercer punto, en este caso la energía del Fuerza Vital. Para el mantenimiento de la Vida es necesario que esas dos partes o polaridades se mantengan en el ser vivo; pero ¿Cuáles son?
Está muy claro que uno de estos puntos es la energía que será proporcionada por el aire que respiramos, no en vano es al respirar cuando se inicia la vida. Es importante aclarar aquí que no nos referimos aquí al oxígeno. Si solo fuera necesario el oxígeno bastaría con dar oxígeno a los muertos para que viviesen. Los místicos dicen que en el aire se encuentra una “sustancia” vital que todo lo envuelve, algo como el éter de los alquimistas, que es la responsable de la vida. Así pues, con cada respiración obtenemos el oxígeno necesario para el cuerpo físico y también la “energía sutil” necesaria para el cuerpo espiritual, psíquico, astral o como usted le denominen.
La otra energía es la proporcionada por la materia que empleamos como alimento. Resulta también evidente que el aire es mucho más sutil que la materia alimentaria. El aire es intangible y, por así decirlo, más espiritual. Siguiendo ese razonamiento. La energía proporcionada por la respiración es de tipo positivo y la proporcionada por la comida es de tipo negativo. Estas dos energía se funden en lo que denominamos Fuerza Vital y provocan la actividad celular, base fundamental de la vida orgánica.
Es importante que entienda la diferencia. No es el aire ni la comida lo que mantiene la vida desde el punto de vista místico, sino la energía que nos proporcionan. No siempre es sencillo ver esa diferencia e, incluso viéndolo, no siempre es fácil de comprender o aceptar dicha diferencia. Sería largo explicarlo más detalladamente; pero quizás lo hagamos más adelante. Por ahora es suficiente con que se queda con la siguiente idea: Toda la vida y todo lo que hay en el Universo no es más que energía en estado vibratorio.
En la célula, la energía positiva siempre se concentra mayoritariamente en el núcleo y la negativa en la membrana celular. Este “siempre”entra en conflicto con la ciencia ya que esta afirma que algunas células, como es el caso de los eritrocitos, no poseen núcleo. Las enseñanzas místicas dicen que el hecho de no ser detectado por la ciencia y medios actuales no implica que no exista; de hecho, afirma que todas las células poseen un centro energético responsable de su actividad celular y su consciencia individual. Puede ser o no visible; pero siempre existe. Por dicha razón, el centro de la célula es positivo y la membrana es negativa. Esto no quiere decir que todo el aire o, mejor dicho, la energía proporcionada por el mismo se encuentre en el núcleo y toda la energía proporcionada por la materia en la zona de la membrana sino que es ahí donde se encuentra la mayor proporción de cada una de ellas; pero ambas se encuentran en todos y cada uno de los puntos de la célula.
La Sangre y la Fuerza Vital
Una vez que sabemos que la Fuerza Vital está formada por dos energías y que llega a todas las células del cuerpo solo nos queda preguntarnos como lo hace. Lo más lógico es que lo haga por medio de la sangre ya que esta puede llegar a todas y cada una de las células y en este caso, lo lógico es la verdad.
La energía positiva del aire es tomada a su paso por los pulmones y la energía negativa de la materia alimenticia llega al torrente sanguíneo por un proceso de ósmosis que sucede en los intestinos. Por lo tanto, aún teniendo otras funciones, la función principal de la sangre es transportar las dos componentes energéticas de la Fuerza Vital hacia todas las células.
Evidentemente, como he dicho, posee otras muchas funciones como la defensa ante patógenos externos; sin embargo, los eritrocitos o hematíes (glóbulos rojos), encargados de llevar el oxígeno, son muchísimos más que el resto de componentes de la sangre (leucocitos y plaquetas); además, el plasma sanguíneo, donde se transportan los componentes energéticos de la alimentación representa un 55% de todo el volumen de la sangre. Todo ello demuestra que el trabajo fundamental de la sangre es el descrito. En un hombre con parámetros sanguíneos normales tenemos los siguientes valores
Eritrocitos, hematíes o glóbulos rojos: Unos 4.800.000 en la mujer y 5.400.000 en el varón, por mm³
Leucocitos o glóbulos blancos: Unos 4.500 a 11.500 células por mm³
Plaquetas: Entre 250.000 y 450.000 plaquetas por mm³
Resulta también evidente que una vez entregadas las energías de la Fuerza Vital a la célula es preciso regresar a por más; es decir, la sangre ha de circular para mantener un suministro constante de energía a la célula. Esto que nos resulta tan evidente a nosotros no lo fue tanto hasta el siglo XVI porque la ciencia pensaba que la sangre estaba inmóvil en el cuerpo. No fue hasta los trabajos de Miguel Servet[4] (1509 – 1553) y el Dr. Willian Havey ( 1578-1657), rosacruz, que se aceptó la circulación de la sangre. William Harvey fue un médico inglés y se considera que fue el primero en describir correctamente, la circulación y las propiedades de la sangre al ser distribuida por todo el cuerpo a través del bombeo del corazón. Descubrimiento que confirmó las ideas de René Descartes, quien en su libro Descripción del cuerpo humano había dicho que las arterias y las venas eran tubos que transportan nutrientes alrededor del cuerpo. Es probable que para sus descubrimientos acerca de la circulación de la sangre Harvey se hubiese inspirado en las obras de René Descartes y Miguel Servet o en la medicina musulmana antigua, especialmente en la obra de Ibn Nafis[5], quien realizó trabajos sobre las arterias en el siglo XIII.
Así pues, la sangre no solo es responsable de distribuir la Fuerza Vital por todo el organismo sino también de recoger los desechos generados y llevarlos a los órganos encargados de su eliminación, ser primera línea de defensa por medio de los leucocitos, etc. De todo lo dicho se deduce la inmensa importancia de la sangre en la vitalidad del cuerpo y en su salud. Esto nos conduce a los siguientes temas a tratar, las enfermedades y como mantenerse sano desde el punto de vista de los místicos.
Próxima entrega: Estudios místicos (13 de 31) – La vida (3 de 4) – Visión mística de las enfermedades
Notas
[3] Recuerde que en misticismo toda generación parte de la dualidad y toda energía posee siempre dos polaridades que dan lugar a la misma.
[4] Miguel Servet, llamado también Miguel de Villanueva, Michel de Villeneuve o, en latín, Michael Servetus (su nombre auténtico era Miguel Serveto y Conesa, alias «Revés») (Villanueva de Sigena, Huesca, probablemente el 29 de septiembre de 1509 o 15112 – Ginebra, 27 de octubre de 1553) fue un teólogo y científico español.
[5] Ibn Nafis nació en Damasco (Siria) entre 1210 y 1213 según la referencia. Sería en su ciudad natal donde años más tarde ejercería como médico en el Hospital Al-Nouri. Además de medicina, Ibn Nafis recibió instrucción en jurisprudencia, literatura y teología. En 1236 emigró a Egipto. Allí trabajó en los hospitales de Al-Nassri y de Al-Mansouri, en los que ejerció de jefe médico (así como jefe personal del sultán). Tras su muerte en 1288, su casa, su biblioteca y su clínica pasaron al Hospital Mansouriya.
http://iluminando.org/2015/03/18/estudios-misticos-12-de-31-la-vida-2-de-4-la-fuerza-vital/
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