AMIGOS DEL BLOG

domingo, 22 de marzo de 2015

LA PESTE NEGRA

LA PESTE NEGRA

EL TRIUNFO DE LA MUERTE


Óleo de Pieter Brueghel el Viejo. Es el testimonio de la honda huella que epidemias y guerras dejaron en la conciencia de los europeos,hacia 1562. Museo del Prado


La época en la que vivió el pintor fue, sin duda, turbulenta, un periodo de tránsito entre la Edad Media y los comienzos de la Edad Moderna que sufrió el azote de sucesivas plagas y epidemias, tan violentas que podían llegar a aniquilar poblaciones casi en su totalidad. A esto se añadía, además, el dominio de las guerras continuas por motivos de religión o poder y la transformación social que se produjo a raíz de la explotación del Nuevo Mundo. Años en los que la ciencia sufrió un avance vertiginoso, la religión católica perdió su posición dominante y el poder político -ejercido por el estado español-, hubo de enfrentarse a la sublevación de los Países Bajos. Como ciudadano y artista del momento, la mirada de Brueghel muestra este periodo turbulento desde una óptica en la que se mezcla lo urbano y lo rural, la clase más pudiente y el pueblo raso.

El «Triunfo de la Muerte» es otra de las obras bien conocidas de Brueghel. Es un óleo sobre tabla, pintado hacia el año 1562. Mide 117 cm de alto y 162 cm de ancho. Se exhibe actualmente en el Museo del Prado de Madrid.. Esta tabla del Prado recuerda a las obras de El Bosco, en su aspecto satírico y moralizante.La influencia del Bosco se deja ver en la amplitud del cuadro, las múltiples escenas, pintadas con gran detalle, en las que se va representando las distintas formas en que la Muerte derrota a la vida. 

En 1348, una enfermedad terrible y desconocida se propagó por Europa, y en pocos años sembró la muerte y la destrucción por todo el continente

EL MORTAL VIAJE DE LA PLAGA A TRAVÉS DE EUROPA

Considerada justamente como una de las mayores epidemias de todos los tiempos, La Peste Negra diezmó de forma dramática a la población europea.La enfermedad se antojaba imparable, y muchos creyeron ver en la misma una señal del fin del mundo.


En una época en la que el concepto de higiene pasaba por bañarse un par de veces al año, esta enfermedad, que transmitían las pulgas de las ratas, se propagó a la velocidad del rayo, atravesando todo el continente europeo en apenas unos años.


EL BARCO QUE TRAJO LA MUERTE

La peste propiamente dicha es una enfermedad que se da sobre todo en los roedores, animales en los que se propaga a través de las pulgas. No obstante, de vez en cuando estas pulgas infectan a su vez a las ratas domésticas, tristemente comunes en las casas europeas del siglo XIV, acercando por tanto a las mortíferas pulgas a los seres humanos.

Normalmente la peste afecta a los nódulos linfáticos de la ingles y las axilas, que se hinchan hasta convertirse en dolorosos bubones(agrandamiento de los ganglios linfáticos del que deriva el nombre de Peste Bubónica). No obstante, en ocasiones son los pulmones los que resultan afectados, dando origen a una variedad mucho más mortífera de la enfermedad, la Peste Neumónica, que tiene la horrible capacidad de transmitirse de una persona a otra por el aire.

En algún momento de la década de 1330, una nueva cepa del bacilo de la peste apareció en algún lugar de Asia Central. Dio la casualidad de que dicha cepa tenía la capacidad de infectar fácilmente a los seres humanos, por lo que poco a poco la peste comenzó a transmitirse entre ellos. Hacia 1340, la peste había llegado al Mar Negro.

En la península de Crimea, una lengua de tierra que pentra en el Mar Negro, existía un puerto llamado Kaffa (la actual Feodosiya) donde los comerciantes genoveses habían establecido un puerto, a través del que proveían a Europa de aquellos bienes que solo podían obtenerse en Oriente.

LA PESTE SE EXTIENDE A TRAVÉS DE LAS RUTAS COMERCIALES PROCEDENTES DE ORIENTE



En octubre de 1347, una flota de doce barcos genoveses partió desde Kaffa, haciendo escala en Constantinopla, Venecia, Messina y, finalmente, Génova. Los hombres de a bordo habían sido afectados por una extraña enfermedad, y los pocos hombres que no estaban ya muertos se ha­llaban moribundos. Sin saberlo,esta flota mercante supuso la entrada de la terrible enfermedad en Europa Occi­dental. A principios de 1348, la peste ya había llegado a Francia, y a me­diados de 1348 alcanzó las islas británicas.

Dado que la Edad Media no es un período histórico que se caracterice precisamente por su higiene, la peste se propagó de manera fulminante, ayudada por las ratas que poblaban las ciudades. La enfermedad mató a alrededor de 25 millones de personas en Europa (algo más de un tercio de la población), y muchas más en África y Asia, antes de desapa­recer.

La Peste se propagó fundamentalmente a través de las rutas comerciales y los movimientos de personas, por lo que apenas algunos rincones del continente escaparon a la enfermedad. Los sobrecogedores relatos de la época hablan de naves que arribaban a puerto sin tripulación, ya que toda había fallecido durante la travesía, así como de ciudades y pueblos que quedaban desiertos tras la huída de sus habitantes.

Si la enfermedad dejó de propagarse no fue porque se le encontrara cura, sino por que la mayor parte de las personas vulnerables a la misma habían muerto. Haría falta más de un siglo para que la población europea volviese a los niveles de 1340.

Los habitantes de la época dieron a la plaga el nombre de “La Gran Muerte” o “La Moria Grande”, ya que se introdujo en Europa a través de los puertos italianos. No sería hasta el siglo XIX cuando comenzó a denominarla como “Peste Negra”, en alusión al pánico causado por dicha enfermedad y al característico color de los bubones de la misma.

Por entonces había otras enfermedades endémicas que azotaban constantemente a ola población , como la disentería,la gripe,el sarampión y la más temida: La lepra. Pero la peste tuvo un impacto pavoroso: por un lado, era un huésped inesperado,desconocido y fatal, del cual se ignoraba tanto su origen como su terapia; por otro lado , afectaba a todos,sin distinguir entre pobres y ricos. Quizás,porque afectaba a los mendigos, pero no de se detenía ante los reyes, tuvo tanto eco en las fuentes escritas.


EL MORTAL VIAJE DE LA PLAGA A TRAVÉS DE EUROPA

Desde los puertos a las zonas interiores,la terrible plaga procedente de Asia se extendió por toda Europa en poco tiempo,ayudada por las pésimas condiciones higiénicas,la mala alimentación y los elementales conocimientos médicos

1346
Los mongoles asedian a los genoveses en CAFFA . La peste se introduce en la ciudad, desde donde la enfermedad se difundirá por el maditerráneo

1347
La epidemia llega a Constantinopla y desde allí al Peloponeso, Sicilia y las islas del mar Tirreno. De Mesina pasa a Génova y Marsella

1348
La peste se propaga rápidamente por los Balcanes ,Italia y Francia, así como por el norte de la península ibérica y por el sur de Inglaterra

1349
La peste afecta Europa Central,parte de Polonia y Escandinavia, así como el centro de Inglaterra e Irlanda y el sur de la Península Ibérica

1348 - 1349
La plaga ataca a los ejércitos que luchan en la guerra de los cien años, que pactan una tregua debido a la alta mortalidad

1350
Los países Bajos,gran parte de Alemania,Dinamarca,la franja costera de Polonia,el sur de Suecia y Escocia sucumben a la plaga

1351 - 1353
La peste continúa su mortal viaje hasta el este de Alemania y por el resto de Polonia,llega hasta Moscú y las regiones circundantes


Algunos barcos genoveses lograron escapar, pero la tripulación ya estaba infectada, y los barcos iban plagados de ratas que diseminaron la enfermedad en todos los puertos donde recalaron. Según algunos cronistas, cuando los barcos llegaron a Constantinopla, desde lejos podía verse que gran parte de la tripulación ya venía muerta sobre las cubiertas.

. Otras naves continuaron el viaje hasta Mesina (Sicilia), donde se les impidió entrar, aunque ello no evitó que buena parte de las ratas abandonaran el barco y se quedaran. Desde el sur de Italia, la peste se extendió hacia el norte, pasando por Suiza, Baviera y los Balcanes. Otras naves llegaron hasta Marsella, desde donde penetró la peste por toda Francia, España y Portugal. 


Propagación desde Kaffa en 1347 

EL AVANCE IMPLACABLE DE LA PESTE

Hasta la epidemia de la Peste Negra, no se recordaba en el mundo conocido una epidemia semejante. Más de un tercio de la población europea falleció, y los habitantes de Europa en esta época vivían con la constante sensación de que la muerte pendía sobre sus cabezas.

Lo que un día comenzaba con una simple tos, podía desencadenar en apenas unos días en una muerte horrible y dolorosa. En una época imbuida de una religiosidad mucho más profunda que la actual, no faltó quien quiso ver en dicha epidemia un castigo divino. Las muertes se contaban por millares y ciertamente parecía que el juicio final había llegado.


LAS CALLES ATESTADAS DE CADÁVERES

Cuando la epidemia golpeaba una ciudad, la vida cambiaba en todos sus aspectos radicalmente, desde las relaciones dentro de una misma familia, hasta las estructuras sociales, políticas y económicas. Los teatros se encontraban vacíos, los cementerios llenos y las calles atestadas de pestilentes cadáveres. 



LA PESTE NEGRA

Pero la Peste afectaba a todos por igual. Solo algunos individuos conseguían superar la enfermedad, o eran afectados por una forma suave de la misma que les permitía desarrollar los anticuerpos necesarios. El resto de los afectados, sin embargo, morían en un corto período de tiempo de entre uno y tres días, una vez asomaban los primeros indicios de la enfermedad.

Ni siquiera los representantes de Dios en la tierra se libraban del castigo. Entre 1348 y 1349, tres arzobispos de Canterbury murieron de la peste. En la capital pontificia de Aviñón, murieron cinco cardenales y cien obispos. Y la enfermedad también afectó a las más altas esferas dela nobleza. Juana, hija de Eduardo III que estaba en camino hacia Castilla para casarse con el hijo del rey Alfonso XI, murió de la peste en Burdeos, antes de llegar a su destino. Y, en Castilla, murió el rey Alfonso. En Francia, murió la esposa de Felipe, Juana de Borgoña. Sin duda, si era un castigo divino, se estaba aplicando sin distinciones y con extrema dureza.



Los gobiernos europeos de la época no tuvieron ninguna respuesta ante la crisis, porque nadie conocía la causa ni sabían cómo se propagaba. En 1348 por ejemplo, se extendió tan rápidamente, que antes de que los médicos o las autoridades pudieran pensar en algo, un tercio de la población ya había muerto. En las ciudades más pobladas no era raro que muriera hasta la mitad de su gente. Quienes vivían en zonas aisladas sufrieron menos, en contraste con los monasterios y conventos que fueron los más afectados, ya que se dedicaban a cuidar a las víctimas que habían sido abandonadas por su familia, algo que se hizo común. 

La reacción ante el desastre

“Mucha gente se aisló pensando que la vida moderada y el no mantener contacto cotidiano los preservaría de la epidemia. Se encerraban en las casas donde no había enfermos, comían y bebían muy frugalmente, evitando todo exceso, pero no llegaban noticias o soluciones para la enfermedad. Otros hacían todo lo contrario. Pensaban que una cura segura para la plaga sería estar bien alimentado y que el vino alejaría al mal. Bebían, cantaban y se divertían, satisfacían todos los apetitos que podían y bromeaban acerca de la situación. Literalmente pasaban día y noche en las tabernas bebiendo sin moderación. Esto se podía hacer fácilmente porque todos se sentían condenados y dejaban abandonadas sus casas y propiedades, y estas pasaban a ser propiedad común de viajeros de paso y vagabundos. Cualquier extraño las tomaba como si fueran suyas. Todo este comportamiento bestial, era para evitar a los enfermos tanto como sea posible. 

En medio del sufrimiento y la miseria de nuestra ciudad, las autoridades humanas y divinas desaparecieron casi por completo, ya que, como todos, los ministros y ejecutores de las leyes estaban todos muertos o enfermos, o encerrados con sus familias, de manera que nadie trabajaba. Todo hombre, por lo tanto, podía hacer lo que quisiera.” 

En esta imagen, San Borromeo asiste a víctimas de la peste. En sus períodos más letales, la antigua epidemia, cualquiera que haya sido su causa, mató a seis de cada diez personas en las zonas afectadas. 

La ruptura del orden social

“Cada ciudadano evitaba al otro, ningún vecino se preocupaba por los demás y los familiares dejaron de visitarse. El corazón de hombres y mujeres fue tan golpeado por el terror, que hermanos abandonaron a hermanos, al igual que los cónyuges entre sí. Lo que es aún peor y casi increíble, es que padres y madres se negaron a ver y atender a sus hijos, como si no hubieran sido de ellos. 

Por lo tanto, una multitud de hombres y mujeres enfermos se quedaron sin ningún cuidado, excepto de la caridad de los amigos (pero fueron pocos) […] Dado que los enfermos fueron abandonados por todos sus parientes y amigos, surgió una costumbre de la que nunca se había oído hablar antes. Mujeres hermosas y nobles, cuando cayeron enfermas, no tuvieron escrúpulos en tomar criados jóvenes o viejos, y sin ningún tipo de vergüenza, les exponían su cuerpo desnudo porque la enfermedad las obligaba a hacerlo. Quizás por esto, las mujeres con moral más relajada fueron las que sobrevivieron.” 

Los entierros en masa

“La situación de los pobres y las clases medias fueron aún más lamentables. Ellos se encerraron en sus casas, ya sea por pobreza o con la esperanza de seguridad, y aún así enfermaron por miles. Sólo se sabía que estaban muertos porque los vecinos seguían el olor de los cuerpos en descomposición y sus cadáveres eran hallados en los rincones. Los sobrevivientes estaban más interesados en deshacerse de los cuerpos en descomposición, que en darles cristiana sepultura. Sacaban los cuerpos de las casas y los ponían en la entrada. Cada mañana podían verse cantidades de muertos en las puertas de las casas. 

Llegaban tal cantidad de cadáveres a las iglesias todos los días y a cada hora, que no era suficiente la tierra consagrada para darles sepultura. Como los cementerios estaban llenos, se vieron obligados a cavar trincheras enormes, donde se enterraban los cadáveres por cientos. Los arrumaban como pacas en bodega y los cubrían con un poco de tierra, hasta que la zanja se llenaba.” 


JUDIOS TORTURADOS POR SOSPECHOSOS

Para colmo, millones de gatos fueron torturados y asesinados, ya que para la Iglesia Católica estaban asociados con las brujas diablo. Las grandes ciudades no tenían gatos, y en los pueblos habían muy pocos que alejaran a las ratas. 

La gente estaba en shock, y a pesar de estar rodeados de muertos, cadáveres y pestilencia, se seguía asesinando a personas inocentes, porque obviamente, alguien debía ser culpado. Como la medicina medieval nunca estuvo a la altura del desafío de prevenir o curar la peste, tampoco podía haber espacio para la magia y la superstición. 

Fue de esta forma que empezaron a aparecer los primeros “médicos de la peste”, que al inicio eran médicos sin trabajo o de segunda categoría, uno que otro temerario que se ganaba la vida atendiendo a los enfermos apestados, ricos o pobres, y como siempre había alguna ciudad que los necesitaba, eran muy cotizados y bastante bien pagados. Sus honorarios los pagaba la autoridad de la ciudad que los llamaba. 

La pérdida de tantas vidas en un mismo sitio debido a la peste, fácilmente podía desatar un desastre económico en un pueblo o ciudad. Por eso estos hombres eran tan valiosos y se les daba privilegios especiales. 

Giovanni Boccaccio 

Sólo para que tengan una leve idea de la pesadilla que se vivía cuando la peste llegaba a una ciudad, les dejo con el desgarrador testimonio en primera persona del escritor italiano Giovanni Boccaccio, quien sobrevivió a la plaga que asoló Florencia en 1348. Tan terrible experiencia lo inspiró a escribir El Decamerón, una historia de siete hombres y tres mujeres que escapan de la peste fugándose a una villa a las afueras de la ciudad. 

Nunca una epidemia de Peste negra fue, seguramente, tan inspiradora y oportuna como la habida en Florencia (Italia) en el año 1348. El gran escritor Giovanni Boccaccio (1313-1375) fue testigo de ella; imaginó además que unos jóvenes, siete mujeres y tres hombres, se refugiaron lejos, en un bosque, para evitar así los maléficos efectos de la enfermedad, y decidieron que cada uno de ellos contase un cuento durante las diez noches (decameron) que estuvieron retirados. Así surgió de la pluma de Boccaccio una de las obras maestras de la Literatura Universal. En uno de los capítulos se relata el encuentro entre Ifigenia (personaje a su vez ya de la mitología griega, transportado aquí como una bella doncella) y Cimón (Cimone), el hijo de un noble personaje de Chipre.

La historia describe a Cimón como a un joven de una gran belleza, alto, bien parecido, pero absolutamente estúpido casi sin solución. Ni su padre ni sus maestros habían conseguido que Cimón se educase, siendo incluso hasta su propia voz aberrante, y sus maneras groseras. De modo que el padre lo envió al campo a labrar la tierra y en una ocasión de regreso a su casa, al finalizar el día, vió a una hermosísima joven durmiendo, cubierta sólo por un vestido tan sutil que casi nada de las cándidas carnes escondía. Fue tan grande la admiración del jovenCimón, que pensó que aquello era lo más maravilloso y hermoso que había visto cualquier ser viviente nunca. La joven dormida era Ifigenia; y Cimón, impresionado y enamorado desde aquel día, cambió ya todo su carácter, su apostura, sus maneras y sus formas, convirtiéndose así en un refinado espíritu, cauteloso, elegante y educado.

Los síntomas de la muerte inminente

"Los síntomas no son los mismos que en el Este, donde un chorro de sangre nasal es el signo claro de la muerte inevitable; pero empiezan en hombres y mujeres con ciertas hinchazones en la ingle o la axila que llegan a ser del tamaño de una pequeña manzana. Poco después aparecen las manchas de color negro o púrpura en los brazos, piernas o cualquier parte del cuerpo. Estos puntos también son un signo cierto de la muerte. 

No había medicina que ayudara o aliviara esta enfermedad, aparte de que nadie sabía que la causaba. Muy pocos se recuperaban, pero la mayoría de infectados morían a los tres días de la aparición de los tumores anteriormente descritos, la mayoría de ellos sin ningún tipo de fiebre u otros síntomas.” 

COMBATIENDO LA ENFERMEDAD

Dada la escasa higiene y el nulo conocimiento sobre los gérmenes de la época, la sabiduría popular afirmaba que la única forma conocida de evitar la peste era huir de ella. El pueblo, totalmente ignorante de los mecanismos de transmisión, se esforzó sin embargo en encontrar un chivo expiatorio. Y estos fueron, como en tantas otras épocas de la historia, los judíos.

Surgió el terrible rumor de que los judíos habían envenenado las fuentes para matar a los cristianos, y se les persiguió llevando a cabo una terrible matanza. El hecho de que la peste afectase por igual a judíos y a cristianos no parecía tener importancia cuando se trataba de buscar un culpable. No obstante, al igual que a los judíos se perseguía a los forasteros o a los leprosos, intentando buscar una razón al origen de la plaga.

Pero no todos huían de la enfermedad. Los médicos de la Edad Media buscaron la forma de combatirla, aunque todos sus intentos resultaron infructuosos, cuando no eran directamente contraproducentes. Para protegerse del contagio, solían vestir un atuendo característico que les daba un aspecto de aves apocalípticas.

Eran los llamados Médicos de la Peste, que llevaban una máscara con forma de pico de ave, en cuyo interior introducían hierbas aromáticas. En aquella época se creía que el contagio de la enfermedad estaba relacionado con su desgradable olor, razón por la que los doctores adoptaban esta medida de protección.


Sea de una forma o de otra, las muertes se sucedían implacablemente. Lo cierto es que las gentes del siglo XIV sí fueron conscientes, sin embargo, de que el estar cerca de un enfermo aumentaba las posibilidades de contraer la enfermedad, por lo que rápidamente estos eran repudiados y aislados.

Las crónicas de la época al respecto resultan sobrecogedoras: “No se había conocido nada semejante. Los vivos apenas eran suficientes para enterrar a los muertos” “El padre abandonaba al hijo, la mujer al marido y un hermano a otro hermano”. Describen las casas vacías, los pueblos y los campos abandonados, los terrenos cubiertos por los muertos, el silencio sepulcral que reinaba en todos lados.
Los habitantes de Europa creían que habían llegado su fin y una nube de oscuridad se extendió sobre el mundo La Peste destruyó el optimismo me­dieval del siglo XIII y alimentó un sentimiento fatalista que duraría muchos años después de la remisión de la enfermedad. Ante el sentimiento de que la muerte acechaba en cada esquina, las gentes que vivieron en esta convulsa época adoptaron la actitud de vivir el momento, exprimir al máximo el día a día sabiendo que al día siguiente podrían estar muertos


MÉDICO DE LA PESTE

Estos médicos especiales firmaban un contrato previo con la ciudad que los requería, y entre las cláusulas especificaban por ejemplo, que debían recibir tres salarios por adelantado, que era algo como un seguro porque también ellos temían morir. También dejaban muy en claro que se dedicarían exclusivamente a la peste y no a otro tipo de enfermedades. La ciudad que los llamaba cubría sus gastos de hospedaje y alimentación (aparte del sueldo) durante su permanencia, y se les daba otras garantías como indemnizaciones por despido intempestivo. Como les decía, la época y la ignorancia acerca de la enfermedad, se prestaba para que estos médicos especiales impongan sus condiciones, y sean vistos como seres especiales.


PICO DE MÉDICO

A partir del siglo XIV empezaron a protegerse con una máscara de pájaro, que era conocida como "el pico de médico"; y es que una creencia muy común en la Edad Media era de que las aves podían propagar la peste. Se pensaba que al ponerse la máscara de pájaro, el médico podía alejar la plaga de la zona donde estaba atendiendo a los enfermos. Una correa sostenía el pico sobre la nariz del galeno y sobre ella había dos aberturas con vidrio para los ojos. Esta máscara también tenía orificios pequeños para respirar, y el cono propiamente dicho, se rellenaba con hierbas aromáticas, flores secas, especias, y alcanfor o en su defecto una esponja con vinagre. En lo que si debió haber sido efectivo este "pico de médico", es en alejar los malos olores, los que se llegó a pensar, eran la principal causa de la peste. 



La máscara en sí, junto a los guantes, botas, un sombrero de ala y esa especie de “sobretodo” exterior que les cubría toda la ropa, convirtió a éstos médicos medievales en personajes tétricos. Y es que era lógico, su sola presencia indicaba que la peste estaba cerca o que pronto se desataría una epidemia. Ver de repente en tu pueblo o ciudad a uno de estos médicos de pico completamente ataviados, debe haber sido lo más cercano a ver ahora una calavera paseándose con su guadaña. 

Ahora, desde la seguridad que sentimos tras la pantalla, con nuestras vacunas completas y una gama de antibióticos para cualquier molestia, vemos estas historias demasiado lejanas, irrepetibles; y los atuendos hasta cierto punto extravagantes. Pero me gustaría que sepan que fue la peor época que vivió Europa, aun más terrible que las dos Guerras Mundiales porque la peste no discriminaba países, nobleza ni plebeyos, ni a mujeres ni a niños. 

LA CIUDAD QUE SE SALVÓ DE LA PESTE

A pesar de todo, aunque la peste afectó de manera más o menos virulenta a casi toda la población europea, no tuvo el mismo impacto en todo el territorio. Por ejemplo, las regiones del norte de Polonia tuvieron sorprendentemente una incidencia mucho menor de la epidemia que en las regiones colindantes.

En cuanto a Italia, país asolado por la enfermedad, la ciudad de Milán evitó casi milagrosamente de la pandemia, sin que a día de hoy se haya encontrado una explicación aceptable a la razón por la que la ciudad tuvo tan baja incidencia de la plaga. Quizá las condiciones higiénicas o las redes de saneamiento fueran mejores en esta ciudad que en el resto de Italia, pero el caso es que permaneció como un Oasis en el que la incidencia de la plaga fue mucho menor.




Aunque, según algunos historiadores, una de las razones fundamentales para ello fue la extrema resolución adoptada con los primeros afectados. El Obispo de la ciudad ordenó que tapiaran las tres primeras casas a las que afectó, de manera que muertos, enfermos y sanos quedaron atrapados en su interior sin distinción.

Por otra parte, a pesar de su mayor preocupación por la higiene, los países musulmanes no se libraron de la plaga, lo que resalta más el carácter casi milagroso de la salvación de Milán y lo dificil de combatir que resultaba la enfermedad.

LAS CONSECUENCIAS DE LA EPIDEMIA

Al terminar las oleadas más virulentas de la peste, la población del continente había sido diezmada de forma drástica. Si hasta entonces la mano de obra era un bien relativamente abundante, la enorme mortandad provocada por la epidemia lo convirtió en un valor escaso.

Los siervos y los artesanos supervivientes comenzaron poco a poco a tomar conciencia del valor de su trabajo, y a reclamar condiciones más justas y salarios mayores, que muchos señores se veían obligados a conceder ante la escasez de mano de obra. Además de acabar con gran parte de la población europea, la Peste Negra resquebrajó la estructura económica del feudalismo.

Aunque los Señores y los gobiernos promulgaron todo tipo de leyes para salvaguardar sus privilegios, lo cierto es que ninguna ley pudo poner coto a un hecho económico imparable. La población escaseaba, y los supervivientes estaban dispuestos a vender sus servicios al mejor postor.

Conscientes de que su trabajo había aumentado repentinamente de valor, los siervos reclamaban un mejor pago de sus servicios y mayores privilegios. De este modo los salarios del pueblo llano comenzaron a aumentar paulatinamente. Algo estaba cambiando e la población europea que, tras estar sometida durante cientos de años a la voluntad de un Rey o un Señor, comenzaba a ser consciente de su poder.

Tímidamente al principio, este hecho dio origen a la cada vez mayor conciencia social de las clases bajas, y a la larga motivó un cambio en toda la estructura de la sociedad que trastocaría la sociedad medieval por completo.Junto a la mejora de las técnicas agrícolas y el incremento del comercio, la Peste Negra y sus efectos demográficos fue uno de los muchos factores responsables del origen del Renacimiento.

Puede que la Peste Negra fuera tan solo una de las muchas plagas que han asolado a la población mundial, pero su alto índice de mortandad y los cambios sociales que se originaron tras la misma la hacen digna de estudio como una de las épocas más oscuras y convulsas de la historia de la humanidad.

Consecuencias demográficas de la Peste Negra

Sin duda fue en el terreno demográfico donde el impacto de las mortandades se hizo sentir de manera más directa. Medir su alcance efectivo es, no obstante, sumamente difícil, pudiéndose señalar a lo sumo algunas tendencias indicativas. Así se piensa que, en general, la epidemia causó mayores estragos en las zonas litorales que en las interiores. Igualmente se estima que la pestilencia se propagaba con mayor facilidad en los núcleos urbanos, en los que el contagio era mayor que en los rurales. Por lo que se refiere a su incidencia social, parece que sus efectos fueron más acusados entre las capas populares que entre los poderosos. No obstante, hasta los reyes podían sucumbir a la epidemia, según se vio en el caso de Alfonso XI de Castilla. Los judíos, acusados de provocar el mal, no fueron respetados por la mortandad, lo que se comprueba analizando las inscripciones funerarias del cementerio hebraico de Toledo. De un total de 25 inscripciones fechadas entre 1205 y 1415, nueve son del año 1349, indicándose en todos los casos que aquéllos murieron a consecuencia de la peste.

Cuantificar la mortandad causada por la Peste Negra es de todo punto imposible, salvo, a lo sumo, para determinados ámbitos regionales o locales. Por lo que se refiere a los reinos peninsulares, los estudios de esta naturaleza afectan, preferentemente, a la Corona de Aragón Recordemos algunos ejemplos significativos. Entre 1342 y 1385 la población de Teruel disminuyó en un 37 por 100 y, si tenemos en cuenta el conjunto formado por la ciudad y sus aldeas, en un 35,8 por 100, según investigaciones de Russell Aunque la Peste Negra no fuera la única responsable de ese descenso, producido en el transcurso de casi medio siglo, cabe pensar que su protagonismo en el mismo fue muy grande. En la plana de Vic, según los trabajos realizados por Pladevall, la población experimentó un retroceso espectacular a consecuencia de la Peste Negra, pasando de unos 16.500 habitantes antes de la primera mortandad a sólo unos 5.500 con posterioridad a la misma, lo que representaría la pérdida de unos dos tercios de sus efectivos demográficos. En Mallorca, de acuerdo con los estudios de Santamaría, perecieron el 4,4 por 100 de los habitantes de la ciudad de Palma y el 23,5 por 100 de los residentes en los núcleos rurales. Si de la Corona de Aragón pasamos al reino de Navarra, encontraremos un panorama semejante. Así, en la merindad de Estella, basándonos en los datos aportados por Carrasca, hubo un brusco descenso poblacional entre 1330 y 1350, siendo lógico pensar que la causa principal del mismo fuera la gran mortandad. Claro que, en sentido contrario, hay igualmente algunos ejemplos ilustrativos de regiones o de comunidades poco afectadas por la pestilencia. En la plana de Castellón, como ha demostrado Doñate, no hubo mortandad por este motivo y apenas causó víctimas entre los Hospitarios de Aragón, como ha probado Luttrell.

La mortandad ha sido igualmente estudiada a través de caminos indirectos, como las vacantes en los cargos eclesiásticos o municipales, la multiplicación de los testamentos, el aumento del número de huérfanos, etc., aunque es muy difícil efectuar progresos importantes en el terreno de la cuantificación de las mortandades. Parece, en cambio, más fructífera la investigación acerca de los despoblados. En principio hay que admitir que existe una estrecha relación entre la propagación de epidemias de mortandad y el incremento del número de despoblados. Es evidente que éstos pueden producirse en cualquier época y obedecer a las más variadas causas. El abandono de un lugar raramente se produce de golpe. Lo habitual es que a la despoblación se llegue a través de un proceso, más o menos largo, por lo que difícilmente puede achacarse a la Peste Negra un papel de protagonismo exclusivo. Pero no es menos cierto que la primera gran mortandad incidió de forma directa en el proceso despoblador, realidad indiscutible en los reinos hispánicos desde mediados del siglo XIV. Cabrillana, el principal estudioso de los despoblados en la Península Ibérica, ha afirmado categóricamente que la aparición en España de la Peste Negra borró del mapa, para siempre, buena cantidad de lugares. Conviene advertir, sin embargo, que el abandono de un núcleo de población no presupone necesariamente que todos sus habitantes hubiesen fallecido. Con frecuencia se despoblaban aquellos lugares con unas condiciones de explotación de la tierra poco favorables, por más que la presencia de la epidemia fuera el aldabonazo definitivo.

En Cataluña, numerosas tierras quedaron abandonadas a raíz de la propagación de la Peste Negra. Son los masas rónecs de los documentos, que tanta importancia tuvieron, algunos años más tarde, en la génesis del alzamiento remensa. Por lo que se refiere a Portugal, l. V. Gonlçalves ha aportado testimonios documentales de numerosos lugares que se despoblaron tras el impacto de la pestilencia (Ponte de Lima, Santar, Vale de Lobo, Ferreira, etc.). En los libros de cuentas del cabildo catedralicio de Burgos del año 1352, el racionero inscribió como vacías a diversas heredades, presumiblemente a consecuencia de la Peste Negra. El Becerro de las Behetrías, confeccionado hacia 1352, registra numerosos núcleos de población de la cuenca del Duero abandonados, acaso a raíz de la gran mortandad. En algunos casos se menciona explícitamente la peste, como en Estepar, del que se dice: desde la mortandad acá non pagan martiniega que se hyermó el dicho lugar. En el obispado de Palencia, Cabrillana, contrastando una estadística de la citada diócesis del año 1345 con el mencionado Becerro de las Behetrías, ha llegado a la conclusión de que sobre un total de 420 lugares que figuran en el primer testimonio documental, 88 habían desaparecido en el segundo, es decir, el 20,9 por 100. La causa de dicho abandono no podía ser otra sino la difusión de la Peste Negra en el territorio aludido. Es posible que estas conclusiones deban de ser matizadas (algunos núcleos de población no figuran en el Becerro por razones que ignoramos, pero no porque se hallasen deshabitados; el proceso despoblador en la Tierra de Campos venía de atrás, etc.), pero en cualquier caso la incidencia de la mortandad parece evidente.

Otro aspecto demográfico, relacionado con la propagación de la Peste Negra, fue la acentuación del proceso migratorio del campo a la ciudad. Nada importaba que en los núcleos urbanos las posibilidades de contagio fueran mayores. Las gentes que huían despavoridas de las miserables aldeas creían encontrar en las ciudades no sólo un trabajo mejor remunerado (por el alza de los salarios de los menestrales), sino también un apoyo psicológico a su desamparo. 

Consecuencias económicas y sociales

La Peste Negra tuvo, asimismo, importantes consecuencias de carácter económico y social en la Península Ibérica. Aunque la gran mortandad no fuera el punto de partida de una profunda crisis, que arrancaba de atrás y tenía otras motivaciones en su génesis, vino a acentuar sin duda el desarrollo de un proceso de claro signo depresivo. Ahora bien, la influencia de las pestilencias no fue en todos los casos negativa. Se beneficiaron de las mismas aquellos que pudieron aumentar su patrimonio inmobiliario, al incorporarse heredades de parientes fallecidos. También salió ganando de la Peste Negra la ganadería lanar, cuya expansión, según algunos autores, tuvo mucho que ver con la propagación de la gran mortandad. No obstante, a la hora de calibrar el impacto de la Peste Negra prevalecieron sin duda los aspectos negativos. Fueron éstos, limitándonos a los más significativos, el brusco aumento de los precios y de los salarios, el retroceso de la producción agraria, la caída de las rentas señoriales y la acentuación de la conflictividacJ social.

La difusión de la Peste Negra tuvo un efecto inmediato en la vida económica de los reinos hispánicos. Por de pronto se produjo un incremento impetuoso tanto en los precios de los productos agrarios y manufacturados como en los salarios de jornaleros y menestrales En la plana de Vic el precio de la quartera de trigo pasó de cinco a quince sueldos en el período comprendido entre julio de 1348 y julio de 1349 

En un corto período de tiempo, de un extremo a otro de la Península se dictaron numerosos ordenamientos de precios y de salarios, que pretendían contener la inflación, al tiempo que se regulaba severamente el régimen laboral. Medidas de ese tipo se tomaron en el reino de Aragón (Cortes de Zaragoza de 1350), en el de Castilla (Cortes de Valladolid de 1351), en el de Portugal, en Mallorca, etc. Claro que las disposiciones oficiales de poco servían, pues los precios y los salarios, particularmente estos últimos, continuaban disparándose.

La gran mortandad y el proceso de despoblación rural que le siguió repercutieron sin duda en la producción agraria, que experimentó, en términos generales, un retroceso, imposible de cuantificar, pero claramente perceptible en la documentación de la época. Los masas abandonados que registran las fuentes catalanas, las heredades vacías de que se habla en los testimonios documentales castellanos y, en general, las tierras que se dejaron de cultivar en los lugares despoblados se tradujeron, de manera inmediata, en una disminución global de la producción agraria. Paralelamente la vegetación natural recuperaba su predominio en numerosos lugares. Hablando de Portugal, Oliveira Ramos ha llegado a afirmar, no sin exageración, que la Peste Negra marca el fin de la época agraria y el comienzo del predominio de la ciudad.

La caída de las rentas señoriales, fenómeno característico de la decimocuarta centuria, según ha puesto de relieve la historiografía contemporánea, está asimismo relacionada con la Peste Negra. La mortandad supuso para los señores una disminución del número de sus dependientes y, por tanto, una merma de sus rentas. También perjudicó a la clase señorial el alza de los precios y de los salarios, pues sus ingresos procedían, en una parte sustanciosa, de tributos fijos.

En el terreno social, la propagación de la Peste Negra tuvo una incidencia inmediata. La acusación lanzada contra los judíos, a quienes se achacaba el origen de la epidemia, aunque no se apoyaba en ninguna prueba concluyente, prendió rápidamente en la sensibilidad popular, propicia a las iras antisemitas. De ahí que en el mes de mayo de 1348, apenas unos días más tarde de la aparición de la peste en la ciudad, el call o aljama judaica de Barcelona fuera asaltado. La ola antisemita se extendió al resto de Cataluña, afectando a los calls de Cervera y Tárrega y, en menor medida, a los de Lérida y. Gerona. En tierras de la Corona de Castilla, por el contrario, no hay noticias de furores antisemitas. No obstante, en 1354 se registró un ataque a la judería de Sevilla, pudiendo sospecharse que fuera consecuencia lejana del clima creado a raíz de la difusión de la Peste Negra.


LAS CIFRAS DEL HORROR

La península Ibérica, por ejemplo, pudo haber pasado de seis millones de habitantes a dos o bien dos y medio, con lo que habría perecido entre el 60 y el 65 por ciento de la población. Se ha calculado que ésta fue la mortalidad en Navarra, mientras que en Cataluña se situó entre el 50 y el 70 por ciento. Más allá de los Pirineos, los datos abundan en la idea de una catástrofe demográfica. En Perpiñán fallecieron del 58 al 68 por ciento de notarios y jurisperitos; tasas parecidas afectaron al clero de Inglaterra. La Toscana, una región italiana caracterizada por su dinamismo económico, perdió entre el 50 y el 60 por ciento de la población: Siena y San Gimignano, alrededor del 60 por ciento; Prato y Bolonia algo menos, sobre el 45 por ciento, y Florencia vio como de sus 92.000 habitantes quedaban poco más de 37.000. En términos absolutos, los 80 millones de europeos quedaron reducidos a tan sólo 30 entre 1347 y 1353.

Los brotes posteriores de la epidemia cortaron de raíz la recuperación demográfica de Europa, que no se consolidó hasta casi una centuria más tarde, a mediados del siglo XV. Para entonces eran perceptibles los efectos indirectos de aquella catástrofe. Durante los decenios que siguieron a la gran epidemia de 1347-1353 se produjo un notorio incremento de los salarios, a causa de la escasez de trabajadores. Hubo, también, una fuerte emigración del campo a las ciudades, que recuperaron su dinamismo. En el campo, un parte de los campesinos pobres pudieron acceder a tierras abandonadas, por lo que creció el número de campesinos con propiedades medianas, lo que dio un nuevo impulso a la economía rural. Así, algunos autores sostienen que la mortandad provocada por la peste pudo haber acelerado el arranque del Renacimiento y el inicio de la «modernización» de Europa.


LA EPIDEMIA ATACA LA PENÍNSULA

El hambre, la guerra y la peste constituyen la trilogía de grandes catástrofes tradicionalmente asociadas a esa profunda desgarradura que conoció la Europa feudal en la decimocuarta centuria y que la historiografía denomina crisis del siglo XIV. La Península Ibérica no se vio libre de dichos azotes. Aunque con intensidad diversa, según las épocas y las regiones, los reinos hispánicos vivieron en el siglo XIV numerosos períodos de malas cosechas y hambres subsiguientes , interminables guerras que ocasionaron enormes destrozos, ante todo en el medio rural, y la proliferación de pestes mortíferas. De todas éstas, la que causó mayor impacto fue, sin ningún género de dudas, la difundida a mediados de la centuria, la tristemente célebre Peste Negra. Fue tal la impresión que produjo a quienes la conocieron que hicieron de ella el punto de partida de los posteriores ramalazos pestilentes. llamándola la primera mortandad. Esta fue la primera et grande pestilencia que es llamada mortandad grande, dice la crónica del monarca castellano Alfonso XI, añadiendo a continuación que causaba estragos desde 1348 en las partes de Francia et de Inglaterra, et de Italia, et aun en Castiella, et en León, et en Extremadura, et en otras partidas.

No es fácil reconstruir ni la cronología ni el itinerario seguidos por la Peste Negra en su propagación por la Península Ibérica. Las fuentes más antiguas acerca de la epidemia datan de marzo de 1348, en tanto que los testimonios más tardíos se refieren a marzo de 1350. De acuerdo con esta información, la Peste Negra habría actuado en las tierras penínsulares durante un período de dos años como mínimo. Si prestamos nuestra atención al itinerario de la mortandad, observaremos cómo puede reconstruirse, en sus líneas generales, el de la Corona de Aragón, que ha conservado fuentes mucho más explícitas, pero no el de los restantes reinos hispánicos.

La peste se propagó al Occidente de Europa a través del Mediterráneo. No tiene por ello nada de extraño que las primeras tierras hispánicas afectadas fueran las islas Baleares, concretamente Mallorca. Allí, en la villa marinera de Alcudia, falleció a fines de marzo de 1348 un tal Guillem Brassa, la primera víctima documentada. Poco tiempo después prendió en la Península. En los primeros días de mayo está documentada la presencia de la muerte negra en la costa catalana (en concreto en Barcelona y en Tarragona). En el mismo mes, aunque en día no precisado, la peste actuaba en la ciudad de Valencia. En el citado mes de mayo de 1348 había llegado al sur de la Península, pues, según el testimonio transmitido por Ibn Hatima, estaba causando víctimas en la ciudad musulmana de Almería. Volviendo al ámbito de la Corona de Aragón, sabemos que la epidemia se difundió desde la zona litoral hacia las regiones del interior. Es probable que desde Barcelona se propagara a Lérida y desde esta población a Huesca, donde nos consta su presencia a finales de septiembre. Más tarde se extendería a Zaragoza, adonde llegó cuando el monarca Pedro IV estaba reunido con las Cortes de Aragón. Estant en los tractaments de les dites corts comenya la gran mortaldat, se lee en la Crónica del Ceremonioso. Esto sucedió, presumiblemente, entre fines de septiembre y comienzos de octubre de 1348. Simultáneamente, la peste se habría propagado desde Valencia a Teruel, víctima de sus estragos, al parecer, desde fines de julio. Señalemos, por último, que las tierras aragonesas fueron, según todos los indicios, la antesala de Navarra, adonde la mortandad llegaría hacia el mes de octubre.

Es mucho más difícil reconstruir el itinerario seguido por la mortandad en el reino castellano-leonés, en el reino de Portugal o en la Granada nazarita. Por de pronto, la referencia antes citada sobre la presencia de la peste en Almería no tiene continuidad en otras fuentes de información. Asimismo, el dato ofrecido por la crónica de Alfonso XI, cuando afirma que en 1348 la epidemia actuaba en Castilla, León y Extremadura, resulta demasiado escueto y parcial, y de él se obtienen muy pocas conclusiones. El profesor Ubieto ha intentado reconstruir el itinerario de la Peste Negra en tierras de Castilla y Portugal basándose en las vacantes producidas en las sedes episcopales. Pero estos datos, aparte de imprecisos, pueden estar en contradicción con otras fuentes, por lo que resulta muy arriesgado deducir que el fallecimiento de un determinado obispo se debió necesariamente a la peste. Así, la probable presencia de la epidemia en Santiago de Compostela entre los meses de marzo y julio de 1348, que, según Ubieto, pudo haber sido llevada por un peregrino, se contradice con lo que se lee en los documentos. Según un testimonio aportado por el profesor Portela, la mortandad no pudo llegar a Galicia como mínimo antes de finales de julio de 1348 ... (el día de Santiago de julio) ... que veera ao mundo tal pestilencia e morte ennas gentes) y, lo más probable, no antes de octubre. A partir de octubre, la peste, según diversos indicios, había llegado a tierras asturianas, leonesas y del norte de Portugal. La siguiente indicación cronológica acerca de la mortandad data de los meses de junio y julio de 1349, época en la que murieron varios miembros de la comunidad judía de Toledo. Sucumbió de la peste, que sobrevino con impetuosa borrasca y violenta tempestad, se lee, por ejemplo, en la inscripción funeraria de David ben Josef aben Nahmias. La última referencia procede de los primeros meses de 1350. La Peste Negra, por esas fechas,estaba presente en la zona próxima a Gibraltar, cobrándose entre otras víctimas al propio rey de Castilla Alfonso XI.

A finales de marzo de 1348 moría en Alcudia (Mallorca) Guillen Bassa, la primera victima documentada de la peste en los reinos hispánicos. En Junio, ya perecían 300 personas cada día en la ciudad de Valencia.

La epidemia fulminó reyes y campesinos, cambio el comportamiento de las gentes y modificó la economía peninsular

Las cabezas coronadas no escaparon a la enfermedad. El 30 de Octubre de 1348 moría Leonor de Portugal, esposa de Pedro el Ceremonioso, rey de Aragón y en 1350 la peste se llevó a Alfonso XI de Castilla mientras asediaba la fortaleza de Gibraltar. Fue el único monarca europeo que pereció a causa de este mal

Alfonso XI el Justiciero 

Sus logros reconquistadores que aseguraron el Reino de Algeciras y el Estrecho de Gibraltar
La energía con la que trató de cortar de raíz las revueltas, ambiciones e intrigas nobiliarias que fueron importantes durante su reinado, lo que causó que le apodaran el Justiciero.

Su muerte en 1150 en el asedio a Gibraltar como consecuencia de la Peste que asoló casi toda Europa e mediados del siglo XIV.

El 14 de mayo de 1348 una procesión religiosa en Barcelona para pedir el fin del contagio derivó en muertes de judíos y en el asalto al call,la judería,cuando varios clérigos responsabilizaron a los hebreos de envenenar agua y alimentos. La explosión de antisemitismo se extendió por la Corona de Aragón. En Andalucía también hubo ataques en algunas localidades, como Arjona



En Castilla, los judíos obtuvieron una gran influencia en tiempos de Don Pedro (1360-1369), y los percances que les ocurrieron se debieron en parte a que, con frecuencia, se aprovechaban de su poder para quedarse con los bienes de la gente a través de la exacción de impuestos y, en parte, a su constante lealtad a la causa de Don Pedro, durante la guerra civil que estalló entre él y Don Enrique. En castilla los judíos sufrieron las consecuencias del enfrentamiento. Los mercenarios franceses e ingleses de ambos bandos, que se habían acostumbrado al saqueo y el pillaje durante la Guerra de los Cien Años en Francia, y que eran antijudíos, causaron grandes daños en las comunidades hebreas de la ciudades que sitiaban y ocupaban entre los años 1366 y 1369.

Algunas de estas comunidades se vieron obligadas a pagar grandes sumas de dinero a ambos bandos;millares de judíos murieron en los asedios y en las batallas habidas, produciéndose matanzas de judíos en varios lugares del país. La zozobra de los judíos se habría de mantener incluso cuando Enrique III subió al trono de Castilla después de la caída de don Pedro, en 1369. los efectos de las persecuciones, la extorsión de dinero y la venta de judíos como esclavos proseguirían durante mucho tiempo. La situación de éstos continuó empeorando con el paso del tiempo con mayor intensidad, tanto en Castilla como en Aragón.

En el año 1378, se inició una larga serie de provocaciones religiosas originadas en Sevilla y derivadas de la oposición al buen éxito de los judíos en las actividades económicas y las funciones financieras oficiales.

En España, el reinado de Juan I (fallecido en 1390) fue testigo de un importante recorte del poder y de los privilegios de los judíos; y el de Enrique III (fallecido en 1406) se distinguió por sangrientos asaltos en muchas ciudades de Castilla y de Aragón.

Combinación de circunstancias originaría en el año 1390 un fuerte declive en la situación general de los judíos. En 1391 las predicaciones incendiarias del arcediano de Sevilla, Ferrán Martínez, llevan a los cristianos a asaltar la judería, causando muchas muertes. Rápidamente, como un reguero de pólvora, las matanzas de judíos se extienden por casi toda España. Las ciudades de Córdoba, Toledo, Valencia, Palma de Mallorca, Barcelona, Gerona y otras muchas ven sus juderías asaltadas. Muchos judíos para salvarse piden la conversación al cristianismo. Muchas juderías quedarán muy empequeñecidas y algunas, como Barcelona y Valencia, desaparecerán.

La muerte de los cónyuges y los padres que procuraban el sustento,así como la voluntad de disfrutar de la vida mientras se pudiera, extendían las relaciones extraconyugales y la prostitución , incluso entre el clero.

En 1351 se hablaban en las cortes de Valladolid de las"barraganas de clérigos......que andan muy sueltamente.......y trayendo paños.....con adobos de oro y plata"




En la Europa de la Edad Media se dio la paradoja de la tolerancia universal por un lado y la condena en lo que respecta a la prostitución por otro. Aunque técnicamente era pecado(porque gira en torno al acto de la fornicación), la prostitución fue reconocida por la Iglesia y por otros sectores como un 'mal necesario'.

Se aceptaba como hecho el que los hombres jóvenes buscasen relaciones sexuales independientemente de sus opciones, por lo tanto la prostitución servía para proteger a las mujeres respetables de la seducción e incluso de la violación. 

En 1358, el Gran Consejo de Venecia declaró que la prostitución es "absolutamente indispensable para el mundo".

Aunque se aceptase como mal menor, la Iglesia no dudó en declarar la prostitución como"práctica moralmente equivocada", a pesar de que San Agustín proclamaba que "si se expulsa la prostitución de la sociedad, se trastorna todo a causa de las pasiones".

Muchos canonistas instaban a las prostitutas a la reforma, bien a través del matrimonio, o bien convirtiéndose en monjas. De hecho, había muchos monasterios creados específicamente para las meretrices que deseasen abandonar la profesión.

La prostitución en la Edad Media era sobre todo una institución urbana. Especialmente en Italia, se hicieron esfuerzos por parte de los gobiernos municipales para expulsar a las prostitutas de las ciudades, pero en vano. Simplemente la demanda era demasiado grande, ya que no sólo los hombres solteros buscaban sus servicios, sino también los hombres casados y muchos miembros del clero.

Muchas ciudades trataron de resolver el problema desterrando a las prostitutas a zonas concretas, que acabaron convirtiéndose en sectores marginales asociados a los pobres y a los indeseables.

Otra restricción prácticamente universal que sufrieron las prostitutas se refería a la ropa que se les permitía llevar. Con el fin de ponerlas al margen de la 'mujer decente' y evitar la confusión, la Iglesia requirió que adoptasen algún distintivo en su vestimenta, que el gobierno de cada ciudad seleccionaba. Por ejemplo, en Milán la prenda que las distinguía era un manto negro, mientras que en Florencia llevaban guantes y campanas en sus sombreros.

Muchas ciudades decidieron sacar tajada de la situación y crearon leyes que regulaban los burdeles, cobrando un porcentaje de sus ingresos. 

El temor a la muerte con la marcha a un más allá donde aguardaban las penas del purgatorio o las llamas del infierno,alentó los testamentos a favor de la Iglesia y monasterios para esquivar la ira divina que engrosaron el patrimonio de la Iglesia.Abundó también la devoción a los santos protectores, como Roque y Sebastian y a la virgen,protagonista de apariciones milagrosas

LA DANZA DE LA MUERTE


La "Danza de la Muerte" castellana es de principios del siglo XV. Se conserva en unmanuscrito de la Biblioteca de El Escorial. Consta de más de seiscientos versos y en ella, la Muerte va llamando a bailar a diversos personajes, como el Papa, el Obispo, el Emperador, el Sacristán, el Labrador, etc., al tiempo que les recuerda que los goces mundanos tienen su fin y que todos han de morir. Todos caen en sus brazos.

Este macabro espectáculo se desarrolló en toda la literatura europea, procedente deFrancia. El tema de la muerte dominó la Baja Edad Media, y frente a ella no había resignación cristiana, sino terror ante la pérdida de los placeres terrenales.Presenta, por un lado, una intención religiosa: recordar que los goces del mundo son perecederos y que hay que estar preparado para morir cristianamente; por otro lado, una intención satírica al hacer que todos caigan muertos, con independencia de su edad o su posición social, dado el poder igualatorio de la muerte.

La peste acabó con la vida de muchos campesinos,lo que llevó al retroceso de las tierrascultivadas,terrenos que en muchos casos se convirtieron en pastos;de ahí la afirmación de que la importante ganadería lanar castellana era hija de la pestilencia. Por otra parte lsa falta de brazos en el campo subió los precios de los jornales,algo de lo que se quejaba la nobleza


La peste, una realidad cotidiana

Las fuentes documentales de la segunda mitad del siglo XIV nos han transmitido abundante información de los ramalazos pestilentes que asolaron a los diversos reinos hispánicos. Con frecuencia aproximadamente decenal, una nueva mortandad se abatía sobre un determinado territorio de la Península Ibérica o sobre el conjunto de ella. Ahora bien, ninguna de las nuevas oleadas pestilentes alcanzó la magnitud de la Peste Negra Si los cronistas reseñaron puntualmente todos los brotes de mortandad posteriores a 1350, quizá fuera por el enorme impacto que la muerte negra les causó.

En la Corona de Aragón la peste se difundió nuevamente en torno a los años 1362-1363. Sus víctimas principales, al menos por lo que se refiere a Cataluña, fueron los niños Por las mismas fechas se registró en Navarra otro brote epidémico. El médico converso Juan de Aviñón, residente en Sevilla, afirmaba que entre 1363 y 1364 fue gran mortandad de landres en las ingles y en los sobacos en aquella ciudad. 

En la década de los setenta reapareció la peste En 1371 estaba causando estragos en el campo catalán (fue la denominada mortalidad dels mitjans). En 1373-1374, un cronista castellano afirmaba que la tierra padecía la tercera mortandad Hacia 1380, las actas municipales de Murcia hablaban de la gran presencion de la mortandat que ha seydo e es aun agora en esta dicha cibdat. En 1381 había peste en tierras catalanas; en 1382, en Navarra, y en 1384, en el reino de Aragón. En los últimos años del siglo XIV, una vez más surgieron brotes epidémicos en diversos lugares de la Península, desde los campos de Cataluña hasta los de Sevilla

La peste era un fenómeno endémico, que reaparecía cada poco tiempo. Pero la repetición de oleadas de mortandad que afectaron a los reinos hispánicos en la segunda mitad del siglo XIV puede inducimos a error. En realidad, las grandes heridas abiertas por la Peste Negra comenzaban a curarse. Durante la primera mitad del siglo XV la Península fue nuevamente azotada, cada cierto número de años, por epidemias de mortandad, y, sin embargo, la recuperación demográfica, en aquellas fechas, era un hecho cierto. También en el orden económico y social se estaba produciendo una adaptación a las nuevas circunstancias. La Peste Negra, con su trágico cortejo de horrores, era ya, desde la perspectiva del siglo XV, un simple recuerdo del pasado.

DEL PLACER TERRENAL A LA CONDENACION ETERNA

En vísperas de la epidemia, se pintó en el camposanto de Pisa un fresco sobre el juicio final, cuyas dramáticas imágenes cobraron una relevancia imprevista al término de pocos años



Jóvenes de ambos sexos conversan en un jardin tachonado de flores, bajo unos árboles de copa frondosa, en lo que posiblemente sea una representación de amor cortés. Sobre la alegría de los jóvenes y el gozo de los placeres materiales se cierne la muerte, muy próxima al grupo aunque éste resulta ajeno a su presencia.

Pese a lo bucólico de la escena, la muerte acecha a estos jóvenes que disfrutan de la vida. El mensaje moral contra la lujuria aparece simbolizado en el perro que sostiene la joven y en los "pájaros" que definen a los hombres que los sostienen

Para ello se han buscado esencialmente un caminos: la vanitas: al hombre se le recordará por sus obras; grandes monumentos jalonan la historia, unidos a brillantes, eruditas o magnas biografías.



Un rey y sus caballeros, que viven su existencia de forma despreocupada, y que integran una partida de caza, se topan con tres muertos en diferente estado de descomposición (el soberano se tapa la nariz con los dedos por el olor a materia putrefacta). El encuentro construye un recordatorio de lo efímero de la vida y de los placeres terrenales





Varios ermitaños, cerca de un pequeño templo que se alza en un paisaje escarpado (símbolo de alejamiento del mundo), siguen con sus ocupaciones, uno ordeña una cabra,otro lee sentado,otro reza.......Su indiferencia ante la muerte traduce una serena confianza en la salvación eterna como fruto de la piedad y la salvación.

Todas estas cuestiones como vemos se materializan en los fantásticos frescos del Camposanto pisano. Su cronología de mediados del siglo XIV y pese a su controvertida autoría (bien es cierto que en el propio lugar la obra se atribuye a Buffalmacco y se data entre 1336-1341), nos sitúa en un momento incierto de la historia donde la Peste Negra campaba por Europa a caballo de un cuestionamiento de las verdades absolutas con el Cisma en su momento más álgido y donde el humanismo se convierte en el vórtice del cambio con autores como Petrarca, Erasmo o Dante Alighieri.

Se trata de salvar esas almas que abandonan el cuerpo mortal con el último suspiro:


La imagen del alma como vemos es un cuerpo de niño que abandona el cuerpo. Esta idea no es poco importante ya que la corporeidad ultraterrena fue un elemento desconcertante para muchos, por ejemplo Miguel Ángel, al que su longeva vida le hizo preguntarse ¿si muero viejo y decrépito como resucitaré?. El no quería una vida eterna marcada por su vejez sino conservar los atributos físicos y mentales de su juventud y madurez.

Esas almas como vemos atacadas por el mal serán el objetivo de una gran batalla que libraran el bien y el mal para conquistar cada una de ellas:










Como vemos el mensaje no es exclusivamente religioso sino también moral desde la óptica del humanismo. Petrarca en sus "Triunfos" busca respuestas al ubi sunt:

Infeliz el que espera en lo terreno,

(pero, ¿quién no lo hace?) y si encuentra
al final engañado, lo merece.

¡Oh ciegos! ¿De qué sirve luchar tanto?
A la gran madre antigua volveréis
y vuestros nombres apenas serán nada.

Entre cuidados miles, ¿hay alguno
que vanidad no sea como todos?

Quien sepa vuestro afán, que me responda

Ángeles y demonios libran una guerra implacable por las almas de los difuntos, representadas,según una antigua tradición,con la forma de niños que salen de la boca de los fallecidos. Es el momento terrible evocado en el himno Dies Irae: "Aparecerá el libro escrito/en que se contiene todo/y con el que se juzgará al mundo"

NUEVA INTERPRETACIÓN

LLEGADA DEL CIELO O SURGIDA DE LA TIERRA

Mike Baillie ,profesor de paleoecografía de la Universidad de Belfast publicó en el año 2006 la obra New light on the Black Death the cosmic connection , en la que aportaba una nueva interpretación sobre la peste que azotó Europa

Baillie Detectó una acusada alteración en los anillos de crecimiento de los árboles que coincidía con las epidemias de peste de los siglos VI-VIII y XIV. Paralelamente advirtió la presencia inusual de concentraciones de amonio en bloques de hielo de Groenlandia. La Tierra no genera amonio de forma natural, y su presencia se explica por la aportación de aeroliticos que han penetrado en la atmósfera, y cuyos impactos pueden generar movimientos sísmicos y erupciones volcánicas. Las crónicas que narran los horrores de la peste negra recogen numerosos fenómenos cósmicos que que aterrorizaron a los contemporáneos (lluvias, estrellas fugaces,cometas) y una actividad sísmica y volcánica inusual por su intensidad. Hablan también de una extraña corrupción del aire (humo apestoso,podredumbre ambiental,atmósfera venenosa).

¿Fue el amonio liberado por los cuerpos cósmicos, o acaso el cianuro y los gases tóxicos emanados de las entrañas de la tierra lo que asesinó a millones de personas en las fechas mencionadas?

CRITICAS

¿LA MUERTE NEGRA ERA PESTE BUBÓNICA?

No todos los historiadores y epidemiólogos aceptan que la plaga que azotó a Europa a mediados del siglo XIV fuera una epidemia de peste bubónica,idea que ha sido objeto de criticas y a la que se han ofrecido alternativas.

Las críticas más severas se sustentan en que el desarrollo delbacilo exige temperaturas altas y niveles elevados de humedad, condiciones ambientales que no suelen darse en las regiones más septentrionales de Europa. Tampoco parece habitual el desarrollo de colonias de ratas y la presencia de pulgas en cantidades suficientes en zonas como Inglaterra. Se duda también de que la peste bubónica pudiera transmitirse con la celeridad que lo hizo y que alcanzara tamañas cotas de morbilidad (proporción de personas enfermas) y mortalidad. Además, ciertas descripciones de la enfermedad (proliferación de erupciones,carbuncos y abscesos por todo el cuerpo) no parecen concordar con las manifestaciones habituales de la peste bubónica que acostumbra a desarrollar un solo tumor. Se ha planteado que la plaga pudo ser una epidemia de ántrax pulmonar extraordinariamente mortífera. Una combinación de ántrax y la ingestión de carne de ganado infectada o una epidemia de virus ébola . el misterio continúa


BACTERIAS CAUSANTES DE LA PESTE



Sergio Pérez Guerra

http://seperra.blogspot.com/2012/08/la-peste-negra.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario