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jueves, 7 de noviembre de 2013

PITAGORISMO Y MASONERÍA

PITAGORISMO Y MASONERÍA
Denys Roman

Entre las múltiples organizaciones iniciáticas, de las que la Masonería reivindica su herencia, una de las citadas más frecuentemente es el Orden pitagórico. Se sabe que la razón de una tal pretensión, es la presencia, en el simbolismo masónico, de emblemas utilizados por los discípulos del maestro de Samos: los citados más ordinariamente son: la estrella de cinco puntas, en lo que concierne a la Masonería latina, y, la joya de Past Master, en lo que concierne a la Masonería de lengua inglesa. Esta última joya reúne, incluso, a dos símbolos pitagóricos importantes: por una parte, figura la demostración gráfica del teorema sobre el cuadrado de la hipotenusa; y, por otra, esta demostración se hace con ayuda del triángulo 3-4-514, del que ya conocemos su importancia en el Pitagorismo.




El hecho de que el pentágono estrellado, no esté forzosamente asociado al nombre de Pitágoras, y que muchos Masones latinos ignoran, incluso, que el trazo de esta figura constituía el signo de reconocimiento de los Pitagóricos, mientras que, al contrario, el teorema sobre el cuadrado de la hipotenusa, es universalmente conocido bajo el nombre de teorema de Pitágoras; este hecho, decíamos ha sido la consecuencia de que la Masonería anglo-sajona, ha guardado, mucho más vivo que la Masonería latina, el recuerdo de su conexión con el Pitagorismo. Por lo demás, la cosa se le había facilitado porque ciertos antiguos documentos llamados Old Charges, hacen expresa mención a Pitágoras como introductor de la Masonería en Europa. _Sin embargo, es un Masón italiano -hoy en día fallecido-, Arturo Reghini, quien ha publicado, sobre las relaciones entre la Masonería y el Pitagorismo, la única obra de valor, que nosotros sepamos15.

Antes de referirnos a lo bueno de este Libro, debemos adelantar una crítica, y una crítica grave. Su autor desconocía absolutamente el Cristianismo, a pesar de encontrase en lugar adecuado para conocerlo, al menos bajo una de sus formas. Hasta peca de discreto decir que lo desconocía, pues ofrecía una imagen consistente en una verdadera caricatura. ¿Cómo expresarse cuando se ve a un autor estigmatizar “la obsesión16 sexual difundida en religiones derivadas del Hebraísmo y que se reencuentran en el Cristianismo, como por ejemplo: la circuncisión, a la que es consagrada el primer día del año, y en el dogma de la Inmaculada Concepción”17?

Este pasaje es verdaderamente increíble. Es imposible acumular más errores en tan pocas palabras. Si los calendarios cristianos occidentales, llevan, el 1 de Enero, la mención “Circuncisión”, no es para consagrar una observancia mosaico que el Cristianismo, por su parte, ha abolido, sino simplemente porque Cristo, situando tradicionalmente su nacimiento el 25 de Diciembre, fue circuncidado, según la ley, el 1 de Enero, y que todas la Iglesias Cristianas tienen la costumbre de celebrar los eventos de la vida de su fundador18. Y la circuncisión es, como mínimo, el efecto de suna “obsesión sexual” de origen israelita, practicada, no sólo por judíos y musulmanes, sino otros muchos pueblos, civilizados o salvajes. En Australia, por ejemplo, en los “ritos de pubertad”, ciertas tribus practican la circuncisión; en otras tribus practican la extracción de un diente; pero no creemos que las primeras de estas tribus estén más “encantadas” sexualmente que las segundas.

Y, en lo referente a la Inmaculada Concepción -que, por otra parte, no es un dogma más que en el Catolicismo romano-, no vemos en qué, el hecho de creer que la madre de Cristo haya sido eximida del pecado original, pudiera tener algún vínculo cualquiera con la sexualidad.

Estas reservas, que todo hombre de espíritu tradicional hace, como es natural, y que todo Masón debería hacer a fortiori porque, respetando todas las religiones, debe respetar especialmente a la que pertenecen la inmensa mayoría de Masones, no deben impedir el reconocer los méritos excepcionales del Libro de Arturo Reghini. El autor, si conocía mal el Cristianismo y la “tradición monoteísta” en general, en contra, tenía un remarcable conocimiento de las matemáticas (profanas y tradicionales), la literatura y la tradición greco-latina, y el Pitagorismo en particular. También había estudiado Hermetismo, la Obra de Dante y de los “Files de Amor”. Y así es como ha podido, antes de morir, escribir esta preciosa Obra, indispensable para cualquiera que se interese sea a la ciencia de los número, sea a la doctrina masónica.

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Debe entenderse que un Libro de este género, que comprende numerosas demostraciones matemáticas y figuras geométricas, no puede resumirse. El Autor estudia sucesivamente, la Tetraktys pitagórica (que equivale al Delta luminoso de la Franc-Masonería) (cap.I), el pentalpha (estrella de cinco puntas) (cap.IV) y la tabla tripartita (que es la plancha a trazar) (cap.VI), es decir, tres de los símbolos fundamentales de los grados simbólicos. Además examina ampliamente cuestiones tales como los “números sintéticos” (cap. II) los primeros números (cap. III), las potencias aritméticas (cap.V), la Gran Obra y la palingénesis (último capítulo). Reghini compara ampliamente el ternario 1-2-3, que es el único ternario de numeración sucesiva, cuya suma de los dos primeros números (1 + 2) es igual al tercero, con el “ternario egipcio” 3-4-5, único ternario de numeración sucesiva, cuya suma de los cuadrados de los dos primeros números (9 + 16), es igual al cuadrado del tercer número: 25. Siguiendo consideraciones sobre la Geometría en una dimensión (símbolo de la manifestación “lineal”), sobre la Geometría de dos dimensiones (símbolo de la manifestación “en superficie”), que conduce a la toma de posesión de la Tierra. Explica también que el paso del ternario 1-2-3 al ternario 3-4-5, hace que la Logias de primer grado estén iluminadas” por “Delta radiante” de tres puntas, y que, las de segundo grado, lo son por la Estrella flamígera de cinco puntas19.

Otras consideraciones son posibles sobre los números 3, 4 y 5, cuyas figuras geométricas correspondientes, son el triángulo, el cuadrado y el círculo. En efecto los Árabes, que han transmitido su numeración al mundo occidental, asocian la cifra 5 a un círculo. En el Atlante fugitivo del Rosacruciense Michel Maier, estas tres figuras son asociadas al problema hermético de la “cuadratura del círculo, y, según antiguos textos, habían sido particularmente veneradas por Masones operativos. Es por otra parte probable que sea esta la razón por la que los “cuatro santos coronados”, fueran elegidos como patrones secundarios en la Masonería, en razón de las relaciones del número 4 con el cuadrado, de la palabra “santo” con el triángulo (a causa de Dios “tres veces santo”) y, de la corona, con el círculo.

El autor da interesantes detalles sobre la Tetraktys “donde están comprendidos todos los nombres, en principio”: se sabe que es por ella, por la que Pitágoras presta juramento20.

René Guénon ha hablado frecuentemente de esta figura, “fuente y raíz de la Naturaleza eterna”, que nos limitaremos a mencionar, después de Reghini, una cuestión de la “instrucción” de los Pitagóricos Acusmáticos: “¿Qué hay en el santuario de Delphos? _ La santa Tetraktys, por que ella se encuentra la armonía donde residen la Sirenas”. Y el autor precisa que las Sirenas, en una época muy antigua, simbolizaban la armonía de las esferas”21.

Sobre el pentalpha o estrella de cinco puntas, el Libro que analizamos saca a la luz las numerosas relaciones remarcables que ligan entre ellas a los diversos elementos de esta figura, y que la “marcan”, por así decirlo, como la “ley de armonía”. _ Estas relaciones son tales, que cada elemento del pentalpha es la “sección de oro” de otro elemento. Y el autor, citando a Cantor, subraya que, esta sección de oro, tenía una gran importancia en la Arquitectura anterior a Pericles.

El capítulo VI contiene largas consideraciones sobre la plancha a trazar en la tabla tripartita, que es también la “llave de las letras”22. El autor ve la tabla del matemático Théon de Smyrne, y muestra su vínculos con este sistema de numeración de los Griegos. Y recordando que la piedra bruta, la piedra cúbica y la plancha a trazar, son las 3 “joyas inmóviles”, añade que las 3 se refieren “a la construcción de templos, que, después del ritual, es la tarea de la Franc-Masonería”. La plancha a trazar,  “recuerda que esta construcción exige el conocimiento de los números sagrados, y, por su misma forma, subraya la especial importancia de la división ternaria” (pg.154).

Sigue diciendo: “percibamos que la plancha a trazar de la antigua corporación masónica, puede asociarse -sino identificarse- de una manera muy simple y natural, aunque vaga y de interés relativo, con el antiguo ábaco23 pitagórico, el deltos, o mensa pitagórica, confundida más tarde con la antigua tabla de Pitágoras que, aun no hace mucho, se enseñaba en las escuelas” (pgs. 158-159). Y el autor termina este pasaje indicando que, en los Romanos, la palabra mensa significa a la vez mesa de cálculo y mesa para comer24.

A.    Reghini recuerda también que la plancha a trazar, después del ritual del Aprendiz, simboliza la memoria; y añade: “La diosa de la memoria, Mnemosyne, es la madre de las 9 Musas, esas Musas que le enseñan la Osa a Dante, conducido por Apolo e inspirado por Minerva (Paradis, cap. 2). Mnemosyne, en el mito órfico-pitagórico de los 2 ríos -o las 2 vías- es la fuente de vida el Eunoe dantesco, opuesto a la fuente mortal de Leteo. Además, para Platón, la comprensión es una amnesia, un recordar. Hay que tener en cuenta este sentido superior de la memoria en los antiguos, si queremos comprender porque está simbolizada por la plancha a trazar (pgs. 161-162).”

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La Obra contiene gran número de interesantes consideraciones sobre la música y los lazos que unen a este arte con la ciencia de los números. Se cita una tradición aportada por Diogène Alerce, que explica como Pitágoras, “escuchando el sonido emitido por los martillos de un herrero golpeando su yunque, observa que la intensidad de éstos, depende del tamaño del martillo, y después, ensayando con cuerdas igualmente tensadas, vio que, a menos longitud de cuerda, mayor elevación del sonido, y que se obtenían sonidos que, el oído percibía el acorde cuando las longitudes de cuerda se encontraban en las relaciones numéricas simples” (pg. 83).

A.    Reghini hacía remarcar así, que las relaciones numéricas más simples son aquellas que tienen, como elementos, números de la Tetraktys: 1, 2, 3 y 4, y que las cuerdas de la lira de Orpheo, o tetracuerda de Philolaüs, en la relación 1/2 2/3 3/4. Pero convienen remarcar también que la leyenda aportada por Diogène Alerce, atribuye un origen metalúrgico a la música y, particularmente, a la lira; esta misma lira por la que Apolo regulaba los movimientos de los astros, Orpheo apaciguaba la discordia, Arion encantaba a los delfines y escapaba del naufragio, y Amphion edificaba las murallas de Tebas25.

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Ahora debemos abordar otra cuestión. Sabemos que la estrella de cinco puntas, o pentalpha, era el signo de reconocimiento de la escuela pitagórica, es decir, su símbolo más importante. A.Reghini recuerda que los miembros de esta escuela se correspondían con los vértices de la figura de una de las letras de la palabra .............. en griego (salud). Y el autor añade que la salud es para la el cuerpo lo que la armonía es para la totalidad del ser (pg. 125); es verdad, pero parece no haber remarcado una curiosa particularidad: cada una de las letras que componen la palabra .............. en griego (salud), es una letra pitagórica:

.., upsilón (i griega), letra pitagórica por excelencia, que simboliza las “dos vías de la derecha y de la izquierda”, y “bajo una forma esotérica, el mito de Hércules entre la virtud y el vicio”26.

.., gamma, la letra G de la Masonería, que tiene forma de escuadra, símbolo esencial (con la espiral) del segundo grado, y de la que Guénon indicó que “representa a los dos lados del ángulo recto de un triángulo 3-4-5, que tiene (...) una importancia totalmente particular en la Masonería Operativa”27.

.., iota, símbolo universal de la Unidad28.

+I, es decir la inscripción misteriosa gravada en la puerta del templo de Delphos, y que, en respuesta a la exhortación: “Conócete a ti mismo”, formula explícitamente la doctrina “solar de la Identidad Suprema29.

Y al final A, alpha, elemento constitutivo del pentalpha, primera letra del Alfabeto, que representa la “vuelta a los orígenes”.

El simbolismo de la sucesión de estas 6 letras, sería digno de estudio. Remarquemos que están dispuestas en torno a la estrella de 5 puntas, según el sentido polar, lo que es perfectamente normal, puesto que el Pitagorismo procede de la tradición hyperboreana30. Por otra parte, en la masonería de lengua inglesa, la “preparación del recipientario” en el segundo grado, parece indicar que los viajes, de este grado, deberían
hacerse en sentido polar, lo que, además, era el sentido de los viajes en la Masonería Operativa.

Lo que hemos dicho sobre la probable razón de la elección de la palabra .............. en griego (salud), no debe impedirnos el reconocer la particular importancia que tenía la salud, y, de forma general, el desarrollo corporal, para los Pitagóricos. Se sabe que el mismo Pitágoras no desdeñaba el acudir a los Juegos Olímpicos31, y el Padre de la Medicina, Hipócrates, establecía su ciencia sobre bases pitagóricas, como él mismo se declaraba expresamente. La ciencia de los números (teoría de los “días críticos”) juega un gran papel en esta Medicina, que, por lo demás, era un “arte sacerdotal” (exactamente como el Ayur-Veda de los Hindúes, con el que sería interesante la comparación); y el “juramento hipocrático”, prestado sobre 4 divinidades (Apolo, Esculapio, Hygie y Panacea) es calcado a las obligaciones iniciáticas, y comporta -al igual que el juramento masónico en particular- 3 elementos esenciales: invocación, compromiso e imprecación32.

Pensamos que podría ser interesante comparar estas dos ciencias heredadas del Pitagorismo: la Medicina hipocrática y la Masonería. Y si algunos de nuestros lectores encontrasen estas consideraciones extrañas, les preguntaríamos que cómo se explican el hecho de que toda Logia operativa, entre los miembros “aceptados”, contaba obligatoriamente con un Médico33.

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A.    Reghini cita en diversas ocasiones, una expresión de los rituales italianos, en la que se habla de los “números sagrados que son conocidos tan sólo por los Franc- Masones”, y ve, justamente, un índice de filiación pitagórica. En Francia -donde no se encuentra esta expresión-, creemos, hay otra fórmula igualmente significativa. Es el saludo que debe emplear un Masón escribano a uno de sus hermanos: “Yo os saludo por lo números misteriosos que ya conocéis”. Esta fórmula indica claramente que los Masones conocían la “ciencia de los números”, y que éstos no son los números “vulgares” de los profanos, sino más bien unos números “misteriosos”, en lo que los Pitagóricos veían la esencia de todas las cosas.

Pero la “ciencia de los números” no es especial del Pitagorismo, podríamos decir, y la Kábbala y el esoterismo islámico, hacen constante uso. Es verdad pero, tal como remarcó René Guénon, las tradiciones judía y musulmana, consideran al número “aritméticamente”, mientras que el Pitagorismo -nacido en el seno de un pueblo sedentario y, en consecuencia, constructor- los considera ligados a las forma geométricas: triángulo, cubo, etc... Y es evidente que ocurre lo mismo en la Masonería.

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A.     Reghini cita, aun, al silencio como elemento común a las órdenes pitagórica y masónica; en verdad, es un trazo común a todas las organizaciones iniciáticas, pero es cierto que los neófitos pitagóricos, estaban 3 años -a veces 5- guardando silencio e instruyéndose34. Y estos números pueden recordar las “edades” del Aprendiz y del Compañero, que están sujetos al silencio durante su tiempo de prueba. Conviene también mencionar que, cada uno de estos 5 viajes del segundo grado, se dice representar cada uno de los años de estudio del neófito.

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Así, la Masonería tiene, entre sus símbolos y usos, varios elementos comunes con el Pitagorismo: Delta, estrella flameante, plancha a trazar, triángulo 3-4-5, importancia dada al teorema sobre el cuadrado de la hipotenusa, ciencia de los números, silencio de 5 años, uso de cenas rituales, importancia dada a la salud del cuerpo35.

Comprendemos que el autor del Libro que aquí tratamos, haga suya la afirmación del Arcipreste Domenico Anghera: “La Orden masónica, es la misma cosa, absolutamente la misma cosa, que la Orden Pitagórica”. A. Regini,, por tanto, sabe bien que existen elementos judaicos, joánicos, templarios, rosacrucenses, herméticos, en la Masonería; pero, en su entusiasmo por el Pitagorismo, considera a todos estos elementos como adjunciones inútiles e, incluso, perjudiciales. Y esto le lleva depreciar el grado de Maestro, donde los elementos salomónicos, como se sabe, son predominantes36.

Por otra parte, cuando se considera que todas las palabras sagradas de la Masonería son hebreas; que la era y el calendario masónico, son específicamente judíos; que el presidente de una Logia, se dice que ocupa el trono del rey Salomón, y que sus 2 asesores representan a: Hiram, rey de Tiro, e Hiram-Abiff; que las leyendas del tercer grado, y de grados subsecuentes, se apoyan por entero sobre eventos que las han precedido, al mismo tiempo o después de la construcción del Templo de Jerusalén, podemos plantearnos el pensar que el carácter “salomónico” de la Masonería no ofrece ninguna duda.

Por el Pitagorismo, la Masonería se vincula al Orphismo e, incluso, a la tradición hyperboreana conservada en Delphos, Pero a lo largo de los años, la influencia de la Tradición judía, después la cristiana, han venido a imprimirle sus características definitivas. Las “leyendas” de Salomón, del asesinato de Hiram-Abi y de la gran maestría de los dos San Juan, son testimonio de ello. Y esta “impregnación” judía y, sobre todo, cristiana, preparaba las vías a las numerosas herencias que iba a recoger la Orden masónica; herencias de las que la más ilustre, la más noble y la más preciosa, es la de los Templarios.

NOTAS:

14 En la Joya de Past Master, los cuadrados construidos sobre los lados del triángulo, son efecto constituidos por dameros que tienen, respectivamente, 9, 16 y 25 casillas.
15 Los Nombres Sagrados en la Tradición Pitagórico-Masónica (Archè, Milano, 1981). En apéndice, trece cartas de René Guénon a Arturo Reghini, fueron publicadas.
16 En la edición original, la palabra “obsesión” estaba en francés y subrayada en el texto.
17 Cap. VII, pg. 166 de la traducción francesa.
18 Además, los primeros cristianos han variado mucho la fecha en la que hacían empezar el año: 25 de Marzo, 25 de Diciembre, 1 de Enero, etc...
19 Cap. III. A propósito de las expresiones masónicas 1º, 2º y 3º grados, remarquemos que la marcha del Aprendiz traza una recta; la del Compañero determina un plano; y, la del Maestro, recorre el espacio.
20 En el cap. I, cita las palabras de Lucien; “Mira, lo que tu crees como cuatro, es diez, y el triángulo perfecto, y nuestro juramento”. La Masonería da a la Tetraktys el nombre de Delta; y remarcaremos que la letra griega Delta, es la cuarta del Alfabeto, que tiene la forma de un triángulo, y que es la inicial de la palabra Deka (diez).
21 Es extraño que las Sirenas hayan devenido –notablemente en Homero- monstruos ávidos de sangre humana, como si se hubiera cesado de comprender, desde una gran antigüedad, el significado de este mito órfico-pitagórico. Ciertos elementos de la leyenda homérica, podrán ser fácilmente traspuestos en un sentido iniciático: los alegres y floridos  ados donde las Sirenas están sentadas, simbolizan sin duda la bóveda estrellada; los marinos con las orejas tapadas con cera, son los profanos “qui aures habent et non audient”; las cuerdas que sujetan los pies y las manos de Ulises al palo mayor de la nave, simbolizan probablemente la renuncia a la acción del ser que sigue la vía y se identifica así con el eje del mundo. El canto “celeste” de las Sirenas es suficiente significativo, puesto que ellas dicen “conocer todo lo que ocurre en el amplio Universo”.
22 Tabla tripartita se dice en inglés tiercel board, que se ha convertido en trestle board y tracing board.
23 Esta palabra designa a la vez: la tableta cuadrada que forma la parte superior de un capital; una máquina de calcular en los Romanos; una tabla o estantería para la vajilla; y una pila para lavar el oro. La palabra ábaco evoca, entonces, a la vez: Arquitectura, ciencia de los números, el repaso y la metalurgia del oro. Por otra parte, la palabra cálculo, designa, no únicamente el arte de contar, sino a toda piedra situada en el interior del cuerpo humano (y que simboliza así a la “piedra oculta de los sabios”).
24 Sobre las relaciones verdaderamente curiosas que existen entre la mesa tripartita y la mesa de comer, citemos el siguiente pasaje de La Vida Privada de los Antiguos, por René Menard (t.II, pgs. 188-189): “Los Romanos hacían 3 comidas diarias. La más importante era la cena (caena) que se tomaba una vez concluidos lo trabajos. Una cena en regla debía tener 3 servicios. Había ordinariamente 3 camas por mesa: es lo que llamaban el triclinium. El triclinium regular venía dispuesto por 3 personas. Había un orden determinado para la colocación de los comensales. Las camas estaban situadas en 3 lados de la mesa, y el 4º Lado Estaba reservado a las necesidades del servicio. El pitagórico Varrón, en una obra perdida de la que Aulu-Gelle nos ha conservado algunos fragmentos, dice que el número de comensales debe empezar con el de las Gracias y, acabar, con el de las Musas, es decir, que deben ser como mínimo 3, pero nunca más de 9”. Es inútil subrayar la analogía que existe entre las disposición de los asientos en una “Logia de Mesa” y el del triclinium, la única diferencia es que los asientos eran para acostarse.
25 Sobre la lira de Amphion, cf. El rey del Mundo, cap. XI. Para las relaciones de Tebas con la Thébah hebraica, cf. ibid. A propósito del papel jugado por el Herrero en la construcción de la lira de Pitágoras, convienen recordar que la Biblia (Gen. IV 21-22) mira como hermanos a Jubal, padre de los que tocan el arpa, y, Tubalcaín, que fue el primero en trabajar los metales. Sabemos el importante papel que éste último juega en el simbolismo masónico. En muchas Logias americanas (no sabemos si también ocurre en Inglaterra) figura un cuadro que representa la historia de Herrero y del Rey Salomón; esta historia, muy remarcable, parece hacer alusión a una cierta “reintegración” del arte metalúrgico, del que conocemos, a la vez, su carácter peligroso y sagrado.
26 Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, caps. XVIII y XXXVII.
27 Ibid., cap. XVII.
28 Cf. La Gran Tríada, cap. XXV
29 Es Ananda Coomaraswamy quien, por primara vez, ha expuesto en la Rewiew of Religión, el significado que Plutarco no hizo más que entrever... o bien, no quiso divulgar. (Cf. los Informes de René Guénon, Estudios Tradicionales, Octubre 1946).
30 Está dicho que Pitágoras había domesticado a un Oso, que le obedecía a su voz. Sobre los lazos del Pitagorismo con el culto délphico de Apolo hyperbóreo (el Dios geómetra), cf. La Crisis del Mundo Moderno, cap. I.
31 Todos los juegos en la Grecia Antigua, tenían un evidente carácter tradicional; los vencedores de la Olimpia, entraban en su patria “por la brecha de los muros”, simbolizando, sin duda, la necesidad de la “violencia” para reganar el “país natal”, que es el “reino de los cielos”.
32 “Los Fieles de Amor”, en el tercer grado de su jerarquía, poseen un rito llamado saluto (saludo) o salute (salud). Es curioso que estas palabras: saludo y salud, sean 2 elementos esenciales del ritual de la “Logia de Mesa”. Parece, incluso, que el número de “brindis” (a la salud), que ha variado mucho a lo largo de los años, debe ser regularmente de 5; para el último, en las Logias anglo-sajonas, se utilizaba una fórmula que se remonta a una gran antigüedad, en la que se evoca el “regreso al país natal”. Y todo lo que ocurre después de este brindis, es considerado como  “extramasónico”, como si quisiera sugerirse que, con este regreso, los “objetivos de la Masonería” se han alcanzado.
33 Cf. Apreciaciones sobre la Iniciación, cap. XXIX.
34 Philosophumena, II.
35 Hay un elemento muy importante de la ascesis pitagórica, que nos disgusta no haber encontrado en la Masonería actual: es la música. La Masonería operativa que utilizaba -como el Compagnonage- numerosas canciones, ¿poseía ciertos cantos, de un ritmo particular, que permitían al cantante entrar en comunicación con la armonía de las esferas? Es posible, pero lo que nos ha ocurrido, al menos en Francia, es que las canciones masónicas están a un nivel del que preferimos no hablar.
36 A.Reghini parece que piensa que el grado de Maestro ha sido introducido después de 1717, porque, dice, las Constituciones de Anderson lo ignoran. Es posible que Anderson haya ignorado este grado, pero en todo caso los elementos existen desde mucho antes del siglo XVIII, pues la Masonería operativa tenía un carácter salomónico muy pronunciado.


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