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viernes, 26 de agosto de 2016

EL DESCENSO DE INANNA AL INFRAMUNDO Y LA DIVINA COMEDIA 3 de 5

“EL DESCENSO DE INANNA AL INFRAMUNDO” Y “LA DIVINA COMEDIA” 3 de 5
Herbert Ore B. 33°

No sabemos si la ejecución de Inanna ilustraba algún rito sacrificial pero, en todo caso, el relato que conocemos narra un descenso voluntario al reino de los muertos, más cercano a un viaje iniciático o chamánico que a un sacrificio. La alusión a los ciclos estacionales es evidente, pero el regreso de la primavera aun no exige un tributo. De momento sólo se constata un contacto perturbador de lo que está arriba con lo que está abajo, una experiencia de la estación oscura, una inmersión en el psiquismo inconsciente, es decir, una experiencia de las energías elementales en las que laten todos los renacimientos.


Este poema que muchísimos estudiosos iniciados y no iniciados han analizado desde diferentes perspectivas, es el primer viaje a la “tierra sin retorno”, irkalla, el inframundo, el hades o el infierno que personaje alguno antes había realizado. Ello ocurrió en sumeria mucho antes que en cualquier otra civilización, y es allí donde efectivamente nacieron las escuelas de misterios y sociedades religiosas e iniciáticas que serían replicadas y acomodadas conforme a sus propias concepciones y necesidades en otras civilizaciones posteriores como los egipcios, babilonios, asirios, persas, griegos y romanos, hasta llegar a la edad media en que Dante escribirá la “Divina comedia”.

El descenso de una divinidad a la tierra, el cumplimiento de su misión, y su retorno a su lugar de origen, es un patrón que encontramos no sólo en la historia del Logos (Jesús) en el cuarto evangelio, sino que es también el caso del mito indo-iraní que llego al imperio greco-romano del dios Mitra, quien desciende a la Tierra para cumplir su misión y que luego asciende a los cielos. Esta historia será importante en el temprano desarrollo de las sociedades iniciáticas, especialmente en relación a la figura femenina de la sabiduría. El culto a Mitra tenía siete grados de iniciación, cada uno presidido por un planeta (o el dios asociado a ella) y simbolizado por una o varias enseñas propias de la ceremonia que se llevaban en la mano o eran usados.

Mitra.

El ritual de iniciación en primera instancia, era el cuervo. Según algunas tradiciones, de hecho, el recipiendario tenía para resistir el agua de doble rito (inmersión en un baño de agua fría) y fuego (cruce de un incendio o una placa caliente). Estos ritos constituyen una especie de muerte mística del iniciado a la vieja vida, para renacer en el nuevo como un seguidor de Mitra. El cuervo es negro y el adepto llevaba una túnica de este color que simbolizaba el tema universal y simbólico de la alquímica de la negritud que se encuentran más o menos igual en cada personaje en el inicio del culto. A continuación, se tenía la fase en blanco, o albedo: el culto a Mitra, que es el grado de Ninfo, el niño virgen. Para pasar la prueba de admisión tenía que dejar y quitarse el traje negro y permanecer completamente desnuda delante de todos los demás, sólo para ser cubiertos con un manto blanco, para simbolizar el renacimiento de su condición. Las pruebas iniciáticas de los grados posteriores, fueron mucho más benignas, sólo un carácter simbólico (para ir al grado de Leo, por ejemplo, que simplemente tenía que rociar la boca con miel), para otros son las pruebas más complicadas están destinadas a mostrar el valor como guerrero. De hecho, los tres primeros grados eran accesibles a todos, pero más tarde los estaban al alcance de unos pocos. El último grado de “Padre”, estaba reservado para muy pocos elegidos, y parece que por lo general, venían más las recomendación en lugar de valores reales. 

Así, detrás de la historia de Osiris, Mitra, Heracles y otros, encontramos una larga tradición que descansa en el mito del Descenso de Inanna (Ishtar) a los Infiernos, poema que se remonta hacia el tercer milenio antes de nuestra era. Ishtar o Inanna, en la tradición mesopotámica es la diosa de la fecundidad, de la vida, de la salud, de la fertilidad, el amor, los placeres, y en algunos, de la guerra. Algunos textos la describen como el ornato del cielo, donde resplandece como piedra preciosa y que se eleva en el cielo al lado de su padre Sin (la luna) y de su hermano Shamash (el sol). En la versión sumeria de este mito, cuando Inanna (Ishtar) desciende de los cielos hacia los infiernos se tiene que enfrentar con varios poderes que gobiernan los distintos cielos. Fijémonos en las preguntas que tiene que responder Inanna al portero infernal Neti. Primero, éste le pregunta quién es, y tras obtener la respuesta, se sorprende que la reina de los cielos haya venido al país del que no se vuelve. Luego le pregunta por el motivo de su descenso. Luego de responder,  la diosa tiene que atravesar por siete murallas sucesivas en las cuales se va despojando de sus atributos y alhajas (motivo que encontramos en el himno de la perla): la corona, el bastón, el collar, las gemas que lleva en el pecho, el anillo, el pectoral, sus velos...para finalmente quedar desnuda. Estaba despojada de su esplendor y gloria, al igual que el recipiendario en las iniciaciones masónicas y en los mitos gnósticos. 

La diosa queda expuesta al juicio de los demonios. La diosa Ereshkigal se sienta en su trono; los Anunnaki, los siete jueces, pronuncian su juicio. La asaetearon con sus miradas, sus miradas de muerte. La divina Señora Inanna muere y su cadáver es colgado de un poste. Cuando hubieron pasado tres días y tres noches, su mensajero Ninshubur llenó el cielo de gemidos. Luego la diosa con ayuda de los enviados de Enki vuelve a la vida y regresa a las moradas eternas acompañada de un cortejo de demonios, para llevarse otra alma en canje de la saliente Inanna.

La versión sumeria/acadia del poema guarda una semejanza interesante con el papel que jugará el salvador (Jesús) en posteriores mitos gnósticos. Cuando Inanna (Ishtar) descendió a los infiernos, el dios Shamash (el sol) se preocupa porque su hermana tarda en regresar, y se dirige a visitar a su padre el dios Sin (luna). Delante de él llora porque se da cuenta de las catastróficas consecuencias de la ausencia de su hermana. Ella, es la diosa de la fertilidad, el amor, y los placeres. Entonces el dios Ea (Anu), presente en esta escena, concibió una imagen; creo a Atsushunamir (imagen esplendorosa), el afeminado, para que, cuando la diosa infernal lo viese, se regocijase, y quedase encantada. Esto le daría la oportunidad de rescatar a Inanna (Ishtar), siempre que no se dejase seducir por los encantos de la diosa infernal Ereshkigal.

Los mitos sumerios generaron diversas corrientes de “misterios” y escuelas iniciáticas, cuyos herederos son ahora los masones, los gnósticos, rosacruces y otros. Asi los mitos gnósticos beben de varias fuentes para formar su doctrina religiosa esotérica y herética que se desarrolló durante los primeros siglos del cristianismo y que prometía a sus seguidores conseguir un conocimiento intuitivo, misterioso y secreto de las cosas divinas que les conduciría a la salvación. Así el mito de Mitra es una de las afluentes principales, que a su vez, se alimenta de antiguas historias y poemas del medio oriente, de Sumeria, donde las figuras de los dioses Anu, Enlil, Enki e Inanna, juegan roles importantes, que serán difundidas por las antiguas escuelas de misterios, religiones y oficios y artes patrocinados por los dioses y regidos por un “me”.


DANTE Y LA DIVINA COMEDIA.

Dante indica de manera muy explícita que hay en su obra un sentido oculto, propiamente doctrinal, que el sentido exterior y aparente no es más que un velo, y que debe ser buscado por aquellos que son capaces de penetrarle. No solo las escrituras sagradas, pueden comprenderse y deben explicarse según cuatro sentidos, como ya hicimos con Inanna y su descenso. “si possono intendere e debbonsi sponere massimamente per quattro sensi”[1]. Por lo demás, es evidente que estas significaciones diversas no pueden en ningún caso destruirse u oponerse, sino que deben completarse y armonizarse como las partes de un mismo todo, como los elementos constitutivos de una síntesis única.

Así pues, la Divina Comedia, puede interpretarse en varios sentidos, sin duda. La dificultad comienza cuando se trata de determinar estas diferentes significaciones, y es también ahí donde comienzan naturalmente las divergencias de los puntos de vista entre los comentadores. Éstos reconocen que bajo el sentido literal del relato poético, hay un sentido filosófico, o más bien filosófico-teológico, y también un sentido político y social; pero, con el sentido literal mismo, esto no suma todavía más que tres, y Dante advirtió de buscar en ella cuatro; ¿cuál es el cuarto? Para nosotros, no puede ser más que un sentido propiamente iniciático, metafísico en su esencia, que vinculan múltiples datos que sin ser puramente metafísico, presenta un carácter igualmente esotérico.

Aquellos que entrevieron este lado esotérico de la obra de Dante, cometieron muchas equivocaciones en cuanto a su verdadera naturaleza, porque les faltaba la comprensión real de estas cosas, y porque su interpretación fue afectada por prejuicios de los que les era imposible deshacerse. Así creyeron poder concluir en una “herejía” de parte de Dante, sin darse cuenta de que eso era mezclar consideraciones que se refieren a dominios completamente diferentes.


Dante y Virgilio inician su viaje 

¿Dante fue cristiano o pagano?[1]. Pensamos que el esoterismo verdadero es algo muy diferente de la religión exterior, y si tiene algunas relaciones con ésta, son las formas de expresión simbólica; importa poco que esas formas sean las de tal o cual religión, puesto que aquello de lo que se trata es la unidad doctrinal esencial que se disimula detrás de su aparente diversidad. Por eso es que los antiguos iniciados participaban indistintamente en todos los cultos exteriores, según las costumbres establecidas en los diversos países donde se encontraban; y es también porque veía esta unidad fundamental, no por el efecto de un “sincretismo” superficial, según los casos, tomaban un lenguaje ya sea al cristianismo, ya sea grecorromano, egipcio o mesopotámico. La metafísica pura no es ni pagana ni cristiana, es universal; los misterios antiguos no eran paganismo, sino que se superponían a éste[2]; y de igual modo, en la edad media, hubo organizaciones cuyo carácter era iniciático y no religioso, pero que tomaban su base del catolicismo.

No obstante las escuelas esotéricas no encuentran normalmente ninguna hostilidad por parte de las autoridades religiosas y jurídicas que representan el exoterismo. Es la intolerancia de algunos lo que en verdad dificulta la armonía.

Cada una de sus partes, o cánticos (Infierno, Purgatorio y Paraíso), está dividida en cantos, cada parte consta de treinta y tres cantos, más el canto introductorio suman 100 cantos en total. Cada canto fue compuesto por estrofas de tres versos endecasílabos o terza rima, que se dice él mismo inventó (tercetos).

El poema se ordena en función del simbolismo del número tres, que evoca la Trinidad Sagrada, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, el equilibrio y la estabilidad, y el triángulo, las tres proposiciones que componen el silogismo, se sumaba al cuatro, que representaba los cuatro elementos: Tierra, aire, fuego y agua, dando como resultado el número siete, como siete son los pecados capitales. Finalmente, el Infierno está dividido en nueve círculos, el Purgatorio en siete y el Paraíso queda formado por nueve esferas que giran como los planetas en torno al sol.

Toda la obra está llena de símbolos que remiten al conocimiento y al pensamiento medieval; religión, astronomía, filosofía, matemáticas, óptica, etc., y se encarnan en personajes, lugares y acciones.

El poema cuenta con tres personajes principales: Dante, que personifica a la humanidad, representa la tentación del pecado, Beatriz, que personifica la Fe y llevara a Dante a cada una de las esferas del paraíso, hasta el Empíreo, espacio inmóvil, donde contemplará la Rosa mística formada por Dios y sus elegidos. Y Virgilio, que hace otro tanto con la razón.

El paraíso representa el saber y la ciencia divina. El Infierno representa al ser humano frente a sus pecados y sus funestas consecuencias. El Purgatorio, la lenta purificación de sus culpas hasta la liberación. En esta obra el autor nos narra con extraordinario realismo un maravilloso viaje durante el que se encuentra con las almas de grandes y terribles personajes de la historia; es un canto a la humanidad que sólo en la fe en Dios encontrará su felicidad.

La estrofa por su parte está compuesta por tres versos, y cada una de las cánticas cuenta con treinta y tres cantos, más el canto introductorio, de manera que la obra completa se compone de cien cantos. Se usa un tipo de rima, la “terza rima

Dante también utiliza el número diez como cabalístico como número pitagórico, que vemos en los cien cantos de la comedia, compuestos por los treinta y tres de cada reino, más el de introducción. También se puede apreciar la importancia decimal en los diez niveles del infierno, que son nueve círculos más el ante infierno, donde se encuentran los ignavi, es decir, los indiferentes.

La estructura matemática de la Divina comedia, por otra parte, es mucho más compleja de lo que aquí se esboza. El poema puede leerse según los cuatro significados que se atribuyen a los textos sagrados: literal, moral, alegórico y anagógico. En este poema, Dante hace gala además de un gran poder de síntesis.

La estructura también afecta a los registros lingüísticos: en el infierno se utiliza un lenguaje vulgar, el texto del “Purgatorio” está lleno de citas bíblicas y el del “Paraíso”, de himnos y cantos litúrgicos.

Antes de emprender el viaje hacia los tres mundos, Dante despierta en una selva oscura sin saber por qué llegó ahí. Cuando hablamos de selva oscura nos referimos a algo malo, a lo contrario a Dios, esa selva era oscura, era mala. En esa selva se describe un paisaje inicial en el cual vemos el sol, las estrellas, la playa y la colina. El sol en representación de la divinidad, de Dios, la colina es el camino que debe subir para llegar a Dios, Dante no puede llegar a esa luz porque en el camino se encuentra con 3 fieras que son obstáculos para él. Cada fiera representa un pecado... Ahí se encuentra con Virgilio y después de una conversación con éste, comienza su viaje.



[1] Cf. Arturo Reghini, l´Allegoría esoterica di Dante en el Nuovo Patto, septiembre-noviembre de 1921, pp. 541-548.
[2] Debemos decir incluso que preferimos otra palabra a la de «paganismo», impuesta por un largo uso, pero que no fue, en el origen, más que un término de desprecio aplicado a la religión grecorromana cuando ésta, en el último grado de su decadencia, se encontró reducida al estado de simple «superstición» popular.

Dante cruza el río 

EL INFIERNO.

La primera parte narra el descenso del autor al Infierno, acompañado por el poeta Virgilio, autor de la Eneida, a quien Dante admiraba. Acompañado por su maestro y guía, describe al infierno que tenía una forma de un cono con la punta hacia abajo y los nueve círculos que poseía en los que los condenados son sometidos a castigo, según la gravedad de los pecados cometidos en vida, en el último círculo “judesco”, Dante describe que había una especie de palacio en el cual se hallaban los que traicionaban a sus bienhechores y allí se encontraba Lucifer. Él lo describe como un demonio de tres cabezas y dentro de la boca de la principal se hallaba Judas, al cual mordía con sus filosos colmillos como un juguete, mientras este gritaba de dolor.

Dante encuentra en el Infierno a muchos personajes antiguos, pero también de su época, y cada uno de ellos narra su historia brevemente a cambio de que Dante prometa mantener vivo su recuerdo en el mundo; cada castigo se ajusta a la naturaleza de su falta y se repite eternamente. Es particularmente recordada la historia de Paolo y Francesca, amantes adúlteros que se conocieron al leer en el libro de Lanzarote, los amores de la reina Ginebra y esta persona, que fue motivo de inspiración y homenaje por poetas románticos y contemporáneos, así como la historia del conde Ugolino de Pisa, el último viaje de Ulises, tránsito por el bosque de los suicidas, la travesía del desierto donde llueve el fuego y la llanura de hielo de los traidores, estos últimos, considerados los peores pecadores entre todos.

[1] Convito, t. II, cap. I. 
[2] Cf. Arturo Reghini, l´Allegoría esoterica di Dante en el Nuovo Patto, septiembre-noviembre de 1921, pp. 541-548. 
[3] Debemos decir incluso que preferimos otra palabra a la de «paganismo», impuesta por un largo uso, pero que no fue, en el origen, más que un término de desprecio aplicado a la religión grecorromana cuando ésta, en el último grado de su decadencia, se encontró reducida al estado de simple «superstición» popular.

Continua...

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