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domingo, 28 de agosto de 2016

EL DESCENSO DE INANNA AL INFRAMUNDO Y LA DIVINA COMEDIA 5 de 5

“EL DESCENSO DE INANNA AL INFRAMUNDO” Y “LA DIVINA COMEDIA” 5 de 5
Herbert Ore B. 33°

La escalera de Jacob.
Es verdad que los protestantes, y más particularmente los Luteranos, se sirven habitualmente de la palabra “evangélica” para designar su propia doctrina, y, por otra parte, se sabe que el sello de Lutero llevaba una cruz en el centro de una rosa; se sabe también que la organización rosacruciana que manifestó públicamente su existencia en 1,604 (aquella con la que Descartes buscó vanamente ponerse en relación) se declaraba claramente “antipapista”. Lutero, no parece haber sido más que una suerte de agente subalterno, sin duda incluso bastante poco consciente del papel que tenía que jugar entre los “evangélicos” y el rosacrucismo; además, estos puntos nunca han sido completamente delucidados.

Sea como sea, las vestiduras blancas de los Elegidos o de los Perfectos, al recordar evidentemente algunos textos apocalípticos[1], nos parecen ser sobre todo una alusión al hábito de los Templarios. Esta interpretación permite dar un sentido muy preciso a la expresión de “milicia santa” que encontramos un poco más adelante, en versos que parecen expresar discretamente la transformación del Templarismo, después de su aparente destrucción, para dar nacimiento al Rosacrucismo[2]:

En el Capítulo de los Soberanos Príncipes Rosa-Cruz, de la Orden de Heredom de Kilwinning u Orden Real de Escocia, llamados también Caballeros del Aguila y del Pelícano: “En el fondo (de la última estancia) hay un cuadro donde se ve una montaña de donde brota un río, a la orilla del cual crece un árbol que lleva doce tipos de frutos. Sobre la cima de la montaña hay una peana compuesta de doce piedras preciosas en doce pasamentos. Encima de esta peana hay un cuadrado de oro, sobre cada una de cuyas caras hay tres ángeles con los nombres de cada una de las doce tribus de Israel. En este cuadrado hay una cruz, sobre el centro de la cual está tumbado un cordero[3]. Así pues, es el simbolismo apocalíptico que rencontramos aquí, que muestra hasta qué punto las concepciones cíclicas a las que se refiere, están ligadas a la Divina Comedia de Dante.


En los cantos XXIV y XXV del Paraíso, se encuentra el triple beso del Príncipe Rosa-Cruz, el pelícano, las túnicas blancas, las mismas que las de los ancianos del Apocalípsis, las barras de cera de sellar, las tres virtudes teologales de los Capítulos masónicos (Fe, Esperanza y Caridad)[4]; ya que la flor simbólica de los Rosa-Cruz (la Rosa cándida de los cantos XXX y XXXI) ha sido adoptada por la Iglesia Católica como la figura de la Madre del Salvador (Rosa mística de las letanías), y por la iglesia de Toulouse (los Albigenses) como el tipo misterioso de la asamblea general de los Fieles de Amor. Estas metáforas ya eran empleadas por los Paulicianos, predecesores de los Cátaros en los siglos X y XI, que por no apartarse de su fe, fueron eliminados por la Iglesia Católica.

No solo el fondo de las doctrinas es siempre y por todas partes el mismo, sino que, lo que puede parecer más sorprendente a primera vista, también los modos de expresión mismos presentan frecuentemente una similitud destacable, y eso para tradiciones que están muy alejadas en el tiempo o en el espacio como para que se pueda admitirse una influencia inmediata de las unas sobre las otras; sin duda sería menester, descubrir un vinculamiénto efectivo, y eso significa, remontarse mucho más lejos de lo que la historia nos permite hacerlo.

Se han tenido muchos estudiosos, en lo que llamaríamos el aspecto exotérico de la obra de Dante, pero poco se ha dicho del lado ritualista de la obra, es decir, que aún no somos capaces de ir más lejos, a la parte oculta del sentido profundo de lo que expresa. Y, es natural que ello sea así, porque, para poder percibir y comprender las alusiones y las referencias convencionales o alegóricas, es menester conocer el objeto de la alusión o de la alegoría; conocer la experiencia mística por las que la verdadera iniciación hace pasar al misto y al epopte. Para quien tuvo experiencia iniciática de este género, no hay ninguna duda sobre la existencia, en la Divina Comedia y en la Eneida, de una alegoría metafísico-esotérica, que vela y expone al mismo tiempo las fases sucesivas por las que pasa la consciencia del iniciado para alcanzar la inmortalidad[5], así como tampoco hay duda de estos mismos aspectos ocurren con “El descenso de Inanna al Inframundo”.

En ambas como muchas otras posteriores a la de Inanna y anteriores a la de Dante, la muerte y descenso a los Infiernos por un lado, resurrección y ascensión a los Cielos por el otro, son dos fases inversas y complementarias, en las que la primera es la preparación necesaria para la segunda. Estas fases se encuentran igualmente en la “hermética” y la misma cosa se afirma claramente en todas las doctrinas tradicionales.

El Islam no se excluye de esto, así encontramos el episodio del “viaje nocturno” de Mohammed, viaje que comprende igualmente el descenso a las regiones infernales (isrâ), y después el ascenso a los diversos paraísos o esferas celestes (mirâj). Algunos relatos de este “viaje nocturno” presentan similitud con la obra de Dante, tan sorprendente que algunos han querido ver en ella una de las fuentes principales de su inspiración. Miguel Asín Palacios (1,871 – 1,944), arabista español, muestra múltiples relaciones que existen, en cuanto al fondo e incluso en cuanto a la forma, entre la Divina Comedia, por una parte, y por otra, el Kitâb el-isrâ (Libro del Viaje nocturno) y los Futûhât el-Mekkiyah (Revelaciones de la Meca) de Mohyiddin ibn Arabi, obras que se escribieron unos ochenta años antes que la Divina Comedia. Miguel Asín, autor de La Escatología musulmana en la Divina Comedia, concluye que esas analogías son más numerosas que todas las que los comentadores han llegado a establecer entre la obra de Dante y todas las demás literaturas de todos los países. También Edgar Blochet, en su obra les Sources orientales de la Divine Comédie, y Antoine Cabaton, en su obra la Divine Comédie et l’Islam, en la Revue de l’Histoire des Religions tratan este tema. A. Cabaton dice: en una adaptación de la leyenda musulmana, un lobo y un león cortan la ruta al peregrino, como la pantera, el león y la loba hacen retroceder a Dante. Virgilio es enviado a Dante y Gabriel a Mohammed por el Cielo; ambos, durante el viaje, satisfacen la curiosidad del peregrino. El Infierno es anunciado en las dos leyendas por signos idénticos: tumulto violento y confuso, ráfagas de fuego. La arquitectura del Infierno dantesco está calcada sobre la del Infierno musulmán: los dos son una gigantesca tolva formada por una serie de pisos, de grados o escalones circulares que descienden gradualmente hasta el fondo de la tierra; cada uno de ellos encierra una categoría de pecadores, cuya culpabilidad y cuya pena se agravan a medida que los mismos habitan un círculo más hundido. Cada piso se subdivide en otros diferentes, afectos a categorías variadas de pecadores; finalmente, estos dos Infiernos están situados debajo de la ciudad de Jerusalén. A fin de purificarse al salir del Infierno y de poder elevarse al Paraíso, Dante se somete a una triple ablución. Una misma triple ablución purifica las almas en la leyenda musulmana: antes de penetrar en el Cielo, son sumergidas sucesivamente en las aguas de los tres ríos que fertilizan el jardín de Abraham. La arquitectura de las esferas celestes a través de las cuales se cumple la ascensión es idéntica en las dos leyendas; en los nueve cielos están dispuestas, según sus méritos respectivos, las almas bienaventuradas que, finalmente, se juntan todas en el Empíreo o última esfera. Lo mismo que Beatriz se desvanece ante San Bernardo para guiar a Dante en las últimas etapas, de igual modo Gabriel abandona a Mohammed cerca del trono de Dios a donde será atraído por una guirnalda luminosa. La apoteosis final de las dos ascensiones es la misma: los dos viajeros, elevados hasta la presencia de Dios, nos describen a Dios como un foco de luz intensa, rodeado de nueve círculos concéntricos formados por las filas cerradas de innumerables espíritus angélicos que emiten rayos luminosos; una de las filas circulares más próximas del foco es la de los Querubines; cada círculo rodea al círculo inmediatamente inferior, y los nueve giran sin tregua alrededor del centro Divino. Los pisos infernales, los cielos astronómicos, los círculos de la rosa mística, los coros angélicos que rodean el foco de la Luz divina, los tres círculos que simbolizan la trinidad de personas, están tomados palabra a palabra por el poeta florentino a Mohyiddin ibn Arabi.

El Patriarca Abraham sale de Ur.

Esto para muchos posiblemente sea una feliz coincidencia y nada más, pero como es conocido, tanto el judaísmo, cristianismo e islamismo, tienen un padre común, el Patriarca Abraham que salió de Ur, una antigua ciudad sumeria. Este patriarca llevo consigo mitos, tradiciones y leyendas sumerio-acadias que posteriormente serán adaptadas en la redacción del Tanaj y posteriormente formaran parte de la Biblia cristiana y el Corán. En otras palabras se reafirma que la tradición, mito o leyenda del descenso al infierno más antiguo es el sumerio con Enki e Inanna, donde por primera vez se describe como es el inframundo y la posibilidad de retornar de ella.

Hemos dejado para el final la impactante figura de “Caronte”, que es el primer personaje episódico con que se encuentra Dante en su viaje. Este barquero es una figura mitológica que Dante tomo de la antigua Grecia. Aquí también cumple la misión de cruzar a las almas que van a pasar al otro lado del río Aqueronte para ingresar al Infierno. Caronte dirige el tránsito de las almas y las obligan a ir al lugar que les corresponde (infierno, purgatorio o el cielo). La referencia al río Aqueronte y la presencia de Caronte muestran una vez más el interés de Dante por el mundo clásico. Este es uno de los detalles que permiten vincular al poeta con el momento de transición cultural en que se encuentra, entre la Edad Media y el Renacimiento. Siguiendo con el estilo que ya utilizó el autor en otras partes del canto, la presentación de Caronte también empieza por los aspectos más generales del personaje, aquellos elementos que se perciben primero en medio de la oscuridad (tiene el cabello blanco y se acerca gritando), para luego ir distinguiendo detalles más particulares a medida que se aproxima (hay brasas en sus ojos):

“En eso vi venir en una barca/ a un viejo de blanco cabello,/ gritando:- Almas perversas!/ no esperen ver nunca el cielo: yo vengo a llevarlas a la rivera/ de las tinieblas eternas, del fuego y el hielo”.

Todos los custodios del Infierno tienen rasgos monstruosos en su apariencia, cada vez más bestiales cuanto más adentro se encuentran, pues la propia condición del mal los aleja de la naturaleza humana. En este caso, las brasas que rodean los ojos de Caronte son señal de su deshumanización y de la ira de su espíritu. La desesperanza que reina en el Infierno no admite cambios pues todo cambio significa una expectativa. Por eso, la presencia de Dante en el Infierno supone una alteración momentánea de la rutina infernal que irrita a Caronte. Similar aspecto ocurre cuando Inanna llega a la puerta del inframundo y es recibido por Neti.

Cuando Inanna llegó a las puertas exteriores del inframundo, Llamó con fuerza. Exclamó con voz fiera: “¡Abre la puerta, portero! ¡Abre la puerta, Neti! ¡Entraré yo sola!”
Neti, el portero en jefe del kur, preguntó: “Quién eres?
Ella respondió: “Soy Inanna, la Reina del Cielo, En mi camino al oriente.”
Neti dijo: “Si en verdad eres Inanna, la Reina del Cielo, En tu camino al oriente, ¿Por qué te ha guiado tu corazón al camino Del cual ningún viajero retorna?”

Neti comunica esto a Ereshkigal que no lo tomo con agrado.

En la Divina Comedia, la intervención de Virgilio obliga al barquero a dejar que Dante suba a la embarcación. Con una perífrasis el maestro le señala que han sido enviados por el poder que gobierna todo el universo:

“…Caronte, no te irrites:/ así se decretó allí donde se puede/ todo lo que se desea, y no preguntes más” .

La misma fuerza que obliga a Caronte a dejar pasar a Dante, empuja a las almas a acercarse a la orilla. Se produce una doble reacción en los condenados: se agolpan aterrorizados en la ribera del río (Caronte debe empujarlos) y a la vez sienten el deseo de saltar a la barca.

“Del mismo modo que en el otoño caen las hojas/ una tras otra, hasta que la rama/ ve en la tierra todos sus despojos,/ igualmente la mala simiente de Adán:/ saltaron a la barca una a una,/ como aves atraídas por el reclamo.”

Dos símiles enlazados describen la actitud de las almas. El primero da la idea de multitud (pues en el otoño son incontables las hojas que caen) y también remarca la imposibilidad de evitar el ingreso al Infierno: al igual que las hojas caen de las ramas porque la naturaleza así lo obliga, también las almas deben subir a la barca porque la justicia divina lo determina. Aun cuando son muchas las hojas que caen en el otoño, cada hoja lo hace individualmente, por sí sola; de la misma manera, cada alma está allí por su propia condena pues la salvación y la perdición dependen de cada individuo.

El segundo símil refuerza al primero. Aquí el poeta asocia el ímpetu con que las almas saltan dentro de la barca con la fuerza que atrae a las aves cuando el cazador las llama con el silbato. De igual modo que el animal no puede evitar acudir al llamado del reclamo y cae en la trampa, los condenados sienten la fuerza de la justicia divina y acuden a su castigo. Los mueve una energía que no pueden controlar; la justicia es la razón de ser del Infierno y siempre se cumple porque es parte del poder de Dios (divina potestad).

El canto se cierra cuando Dante y Virgilio cruzan el río Aqueronte (río del dolor). Éste es el primer accidente geográfico que aparece en el Infierno. Como muchos otros elementos de la Divina Comedia, Dante lo tomó de la mitología clásica. Según la mitología griega, Aqueronte fue un dios al que Zeus castigó enviándolo como río al Hades por haber dado de beber a los titanes cuando éstos se enfrentaron en guerra contra los dioses olímpicos. Su corriente era oscura y nadie podía atravesarlo dos veces; tampoco lo cruzaba ningún ser vivo.

“La terra lagrimosa diede vento che balenò una luce vermiglia la qual mi vinse ciascun sentimento; e caddi come l’uom che ‘l sonno piglia.” (“De la tierra dolorosa surgió un viento que relampagueó rojo lo cual me estremeció; y caí como un hombre que es vencido por el sueño”.)

Del río mítico, el poeta destaca especialmente la oscuridad del agua y la integra al paisaje infernal. Como nota terrible, el narrador incorpora diversas sensaciones físicas (resuena fuerte el viento y se ve relámpago rojo) que confirman que aquella comarca es un lugar de dolor, como se anunció en la puerta del Infierno. Las fuerzas humanas de Dante no están aún preparadas para ese tránsito y allí se produce su primer desvanecimiento. Al finalizar de esta manera el canto, el poeta logra colocar nuevamente al lector en el estado emocional del personaje.

Como podemos ver desde la lejana Sumeria hasta la época de Dante, en forma sucesiva las diferentes culturas, coadyuvaron a la idea que el inframundo, hades, irkalla o infierno, era un mundo verdaderamente tenebroso, y cada cultura le fue agregando algo más a este indeseable lugar.

Las verdades de orden metafísico son incomunicables por su propia naturaleza, no se trata de un conocimiento racional o discursivo sino sintético, directo, intuitivo, muy ligado a la concentración, a la contemplación activa, a la meditación creativa de todas estas “ideas eternas”; conocimiento en el que hay una identidad entre el sujeto y el objeto en el acto de conocer. Por ello la Ciencia Sagrada (masonería) es la vía más adecuada para ir realizando este conocimiento a partir de un “modelo vivo” del que el hombre es el centro.

Para que esto pueda ser posible se debe procurar un estado de verdadera receptividad de corazón, mirada interior, o apertura a la Inteligencia Superior permitiendo así ser receptáculo adecuado a los efluvios celestes, ser fecundado por la “Gracia”, o lo que es lo mismo construir el receptáculo para que se haga en él la Luz. Aspiración del ser hacia lo universal, identificación con los estados superiores, visión del corazón, interior, vertical y directa que despierta en el hombre la Intuición Intelectual, la que puede conducir hacia la identificación con el Ser Universal y con el fin último de este Conocimiento: el misterio de lo que No Es, el No-Ser. “Sólo el conocimiento disipa la ignorancia como la luz del sol disipa las tinieblas y es entonces cuando el 'Sí', el inmutable y eterno principio de todos los estados manifestados y no-manifestados, aparece en su suprema realidad”. Y pensar que todo empezó en Sumeria.

BIBLIOGRAFIA

-Catálogo de todas las composiciones y traducciones (Sumerios, Acadios y Babilonios) disponibles por categoría, Facultad de Estudios Orientales de la Universidad de Oxford:
 http://etcsl.orinst.ox.ac.uk/edition2/etcslbycat.php
-Dante Alighieri, La Divina Comedia.
-Patricia Serda, Guenon, Dante y la tradición hermética.
http://symbolos.com/s23psrd1.htm
-René Guénon, El Esoterismo de Dante, 1,925. ISBN 978844931, Editorial PAIDOS IBÉRICA, Barcelona-España 2,005. 112 Págs. Formato PDF gratuito:
http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital/libros/g/Guenon,%20Rene%20-%20el%20esoterismo%20de%20dante.pdf




[1] Apocalípsis, VII, 13-14.
[2] Paradiso, XXXI, 1-3. — El último verso puede referirse al simbolismo de la cruz roja de los Templarios.
[3] Manuel maçonnique del F.: Vuilliaume, pp. 143-144. — Cf. Apocalípsis, XXI.
[4] En los Capítulos de Rosa-Cruz (grado 18 escocés), los nombres de las tres virtudes teologales son asociados respectivamente a los tres términos de la divisa «Libertad, Igualdad, Fraternidad»; también se podrían aproximar a lo que se llama «los tres principales pilares del Templo» en los grados simbólicos: «Sabiduría, Fuerza, Belleza». — A estas tres mismas virtudes, Dante hace corresponder San Pedro, Santiago y San Juan, los tres Apóstoles que asistieron a la Transfiguración.
[5] Arturo Reghini, artículo citado, pp. 545-546.

EL ARTICULO COMPLETO EN:

https://issuu.com/herbert_ore/docs/dialogo_entre_masones_abril_2016



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