LA CREACIÓN DEL UNIVERSO Y DEL HOMBRE
Al analizar la narración de “La Creación” del Génesis bíblico junto con los mitos cosmogónicos de diversas culturas ancestrales nos encontramos con una cantidad de similitudes realmente asombrosas. Estas concordancias se dan tanto en su argumento conceptual como, inclusive, en su estética literaria.
Resulta sorprendente encontrar analogías tan concretas y tangibles entre el texto bíblico y el de culturas como la Sumeria, Egipcia, Védica/Hinduista, Maya, Mexica, Andina, Hopi, China, Japonesa, Australiana, Nórdica, entre otras, teniendo en cuenta que, según se cree, no hubo ningún contacto entre ellas, al menos entre las más distantes.
A continuación, un índice de las comparativas sobre La Creación a través de estas diversas culturas:
Sobre el origen de “los Cielos y la Tierra”
La creación mediante el “uso de la palabra”
El nombre del Creador y su poder
La creación del hombre a imagen y semejanza
Del polvo de la tierra y el soplo de la vida
En cuanto al propósito del hombre
Sobre las versiones preliminares fallidas
Hombre y hembra los creó
Sobre el conocimiento y la reproducción
Sobre el origen de “los Cielos y la Tierra”
A continuación, algunos textos comparados sobre la creación del Universo, los cielos, la Tierra y el Hombre.
La Torá nos dice en el libro de Génesis:
En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.
Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.
Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas.
E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así.
Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo.
Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así.
El poema sumerio Enûma Elish habla sobre el origen del cosmos en los siguientes términos:
Cuando en lo alto, el Cielo no había sido nombrado,
y la Tierra, abajo, aún no tenía razón:
El primigenio Absû (abismo), que los engendró
y el Caos, Tiamat, la que les dio a luz a ambos,
sus aguas se entremezclaron.
Cuando los campos no habían sido creados, y los pantanos no eran posibles de vislumbrar.
Cuando ninguno de los dioses había sido llamado a existir,
al no poseer todavía nombre, los destinos aún no estaban escritos.
En ese instante, fueron creados los dioses en el seno de los Cielos.
El Rig Veda, texto védico, tiene su propia narración de la creación:
Entonces no existían ni lo existente ni lo inexistente, no existía el espacio etéreo, ni el cielo que está más allá. ¿Qué cubría? ¿Dónde? ¿Bajo la protección de quién? ¿Existía el agua, insondable, profunda?
Entonces no existía la muerte ni algo inmortal; no existía aparición de la noche, del día. Sólo aquel Uno [ekam] respiraba sin aire, por su propia naturaleza. Aparte de él no existía cosa alguna.
En el comienzo sólo existía tiniebla envuelta en tiniebla. Agua indiferenciada era todo esto. Aquel Uno, estando a punto de surgir, estaba [todavía] rodeado por el vacío, nació por el poder de su ardor [ascético].
En el comienzo vino a él el deseo, [de crear] que fue el primer semen de la mente. Buscando en su corazón, gracias a su sabiduría, los sabios encontraron en lo inexistente el vínculo con lo existente [del vacío, la materia].
Su cuerda estaba extendida transversalmente. ¿Existía un ‘abajo’? ¿Existía un ‘arriba’? Existían fecundadores, existían energías. Debajo estaba la naturaleza [femenina, pasiva], arriba estaba el impulso [masculino, activo].
¿Quién sabe en verdad? ¿Quién puede aquí decir de dónde nació, de dónde esta Creación? Los Dioses vinieron después, gracias a la creación de este [universo]. ¿Quién puede, pues, saber de dónde llegó a ser?
Aquel que del cielo supremo es su guardián – sólo él sabe de dónde llegó a ser esta Creación, ya sea que él la hizo, ya sea que no, o tal vez ni él lo sabe.
Por su parte, el libro Popol-Vuh, libro de los Mayas Quichés, dice:
He aquí el relato de cómo todo estaba en suspenso, todo tranquilo, todo inmóvil, todo apacible, todo silencioso, todo vacío, en el cielo, en la tierra. He aquí la primera historia, la primera descripción. No había un solo hombre, un solo animal, pájaro, pez, cangrejo, madera, piedra, caverna, barranca, hierba, selva. Sólo el cielo existía. La faz de la tierra no aparecía; sólo existían la mar limitada, todo el espacio del cielo. No había nada reunido, junto. … Solamente el agua limitada, solamente la mar tranquila, sola, limitada. Nada existía. Solamente la inmovilidad, el silencio, en las tinieblas, en la noche.
Sólo los Constructores, los Formadores, los Dominadores, los Poderosos del Cielo, los Procreadores, los Engendradores, estaban sobre el agua, luz esparcida. [Sus símbolos] estaban envueltos en las plumas, las verdes; sus nombres [gráficos] eran, pues, Serpientes Emplumadas. Son grandes Sabios. Así es el cielo, [así] son también los Espíritus del Cielo; tales son, cuéntase, los nombres de los dioses. … “Que eso sea. Fecundaos. Que esta agua parta, se vacíe. Que la tierra nazca, se afirme“, dijeron. … Así hablaron, por lo cual nació la tierra. Tal fue en verdad el nacimiento de la tierra existente. “Tierra”, dijeron y en seguida nació.
El mito del pueblo nativoamericano Hopi, aporta su visión sobre la creación:
El Primer Mundo fue Tokpela [Espacio Infinito]. Antes estaba sólo el Creador, Taiowa. Todo lo demás era espacio infinito. No había principio ni fin; no había tiempo ni forma ni vida. Sólo un vacío inmenso cuyo principio y fin, tiempo, forma y vida estaban en la mente de Taiowa el Creador. Entonces él, el infinito, concibió lo finito, y creó a Sótuknang, diciendo: “Te he creado a ti, la primera fuerza en forma de persona, para llevar a cabo mi plan de vida en el espacio infinito…”
Sótuknang recogió en el espacio infinito lo que habría de manifestarse como sustancia sólida. Hizo formas y las dispuso en nueve reinos universales: uno para Taiowa el Creador, uno para él mismo y siete universos para la vida que vendría. Luego Taiowa le ordenó que ponga las aguas en las superficies de los universos, para que estén divididas por igual entre todos y cada uno. Así lo hizo Sótuknang, reunió en el espacio infinito lo que se manifestaría como aguas y las puso sobre los universos, de modo que cada uno fuese medio sólido y medio de agua.
En el libro fundamental del Taoísmo, el Tao Te Ching, podemos encontrar el siguiente texto:
Tao es el Origen de todo. Es la Esencia de todas las cosas. Se parece al vacío, pero es omnipotente. Es la Luz Brillante. Tao mora en la Profundidad Primordial. No se puede denominar con nombre humano. Tao es eterno y no tiene apariencia humana. Tao —siendo infinito— es incorpóreo y no tiene rostro. No se puede describir su origen, pues Tao es Primordial. Tao es aquello sobre lo cual el mundo material existe. Tao y su Creación son, en sustancia, Uno.
En Tao están aquellos Espíritus que salen de Tao y que son idénticos a este, y todos ellos están unidos en Tao en Uno solo. Tao es igual arriba y abajo. Es lo que nació antes que el cielo y la tierra, lo que vive en la tranquilidad, lo que no tiene forma, lo que reside en todas partes, Ilimitado, Invulnerable, la Madre de todo.
En cierto tiempo, Uno salió de Tao y llevó consigo a otros dos. Aquellos dos llevaron a otros tres. Y todos ellos comenzaron a crear las diversas formas de vida en el planeta. Todas estas criaturas se subdividen en los pares de opuestos, Yin y Yang, y se llenan de la energía Chi.
En el “Libro del Conocimiento de las Creaciones de Ra” que refleja la visión egipcia heliopolitana de la creación, dice Ra en 1ra persona:
“Para ser pronunciado: Así habló el Señor de Todas las cosas, después de que hubiese venido a la existencia: ‘Fui yo quien vino a la existencia como Jepri. Cuando vine a la existencia, ‘el Ser’ vino a la existencia y todos los seres vinieron a la existencia después de que yo viniera a la existencia; numerosos fueron los seres que surgieron de mi boca antes de que el cielo hubiera venido a la existencia, antes de que la Tierra hubiera venido a la existencia, antes de que la tierra y los reptiles hubiesen sido creados en este lugar.
Yo creé [algunos de ellos] en Nun como Los Inertes cuando aún no podía encontrar un lugar en el que permanecer. Encontré favor (¿) en mi corazón, examiné con mi vista, y, estando solo, hice todas las formas antes de que hubiera escupido a Shu, antes de expectorar a Tefnut, antes de que viniera a la existencia cualquier otro que pudiera actuar conmigo.
La mitología china se refiere al tema de la siguiente manera:
En una época inmemorial no existían el cielo y la tierra. El universo era una nebulosa caótica y embrionaria que tenía la forma de un gran huevo (que con tenía las fuerzas contrapuestas del Yin y del Yang). Allí dormía, apacible y tranquilo, un gigante llamado Pan Gu.
Al cabo de dieciocho mil años, el gigante se despertó. Encolerizado porque en derredor suyo reinaban las tinieblas, sacudió sus brazos, vigorosos, como el hierro, para separarlas y el gran huevo se reventó. La nebulosa caótica y primitiva, que había permanecido concentrada en un solo sitio durante varios cientos de miles de años, empezó a girar convulsivamente.
Las materias ligeras (yan) se levantaron vertiginosamente, dispersándose para formar el cielo azul, mientras que las pesadas (yin) comenzaron a precipitarse dando origen a la tierra. Pan Gu, desahogado y alegre, exhaló un suspiro mientras se afirmaba entre el cielo y la tierra. … Y debido a su esfuerzo, el cielo jamás volvió a fusionarse con la tierra. Las tinieblas y el caos se disiparon para siempre …
La mitología shintoísta de Japón nos dice que:
Al comienzo, el Universo estaba sumido en una especie de materia batida espesa e informe, sumida en el silencio. Posteriormente se escucharon sonidos que indicaban el movimiento de las partículas. Con este movimiento, la luz y las partículas más ligeras se elevaron…;
Es así, que la luz quedó en la parte superior del Universo, y debajo de ella, las partículas formaron en primer lugar las nubes y luego el Cielo… El resto de las partículas que no habían ascendido seguían formando una masa enorme, espesa y oscura, y sería llamada la Tierra.
Luego de formarse el Cielo (Takamagahara) aparecen las primeras siete deidades, las cuales se formaron de manera espontánea, no tenían un sexo definido, no tuvieron una pareja y luego de su surgimiento se ocultaron.
La mitología de los aborígenes de Australia también habla del mito de la creación.
La Serpiente Arco Iris es una deidad creadora que trae vida a un espacio vacío, siendo en algunas culturas el creador último de todo en el universo. La Serpiente Arco Iris habita en profundos pozos de agua, recurso vital sobre el cual tiene absoluto control. La Serpiente Arco Iris engendró a los Wandjinas para continuar con el proceso de la Creación. Los Wandjinas fueron los creadores del mar, de la tierra y de sus habitantes. Sus espíritus vivían en pequeños estanques, y se considera que su poder está relacionado precisamente con el agua, de ahí que posteriormente se les consideró espíritus del agua, la lluvia y las nubes. Ellos dieron forma al mundo físico, establecieron sus normas y otorgaron la vida a los seres humanos.
La Mitología Nórdica, en el texto Völuspá, se refiere a La Creación de la siguiente forma:
(1) ¡Oíd! pido a todas las estirpes divinas, grandes y pequeños, hijos de Heimdall; me pides, oh Valfödr, que te refiera las más viejas historias que yo pueda recordar. (2) Recuerdo a los trols [gigantes], los primeros nacidos, que en un tiempo lejano me dieron la vida; nuevo mundos recuerdo y nueve ramas, y el gran árbol del mundo, aún bajo tierra.
(3) Fue en los primeros tiempos cuando Ymir vivió; no había ni arena ni mar, ni las frías olas, tierra no había, ni el alto cielo, sólo el vacío abismo, tampoco había hierba. (4) Mas los hijos de Bur formaron la tierra, aquellos que crearon el famoso Midgard; brilló el sol desde el sur sobre el palacio, y surgió en la tierra la verde hierba.
(6) Se reunieron los dioses, todos, en asamblea, y tomaron consejo los sagrados dioses; la luna llena y la nueva ellos designaron, nombraron la mañana, también el mediodía, la tarde y la noche, para contar los años. (7) Se encontraron los dioses en los campos de Ídi, ellos construyeron grandes templos, y altares, hicieron las fraguas, forjaron las joyas, fraguaron tenazas, hicieron herramientas.
Asimismo, el Corpus Hermeticum, texto central del Hermetismo, dice en su capítulo III del Discurso Sagrado de Hermes:
Había pues en el abismo una Tiniebla inconmensurable, y un agua y un espíritu sutil inteligente: el poder divino los mantenía en el Caos. Emergió entonces una Luz pura que condensó a los elementos bajo la arena extrayéndolos de la substancia húmeda, … y todos los dioses se separaron de la naturaleza plena de semillas.
Cuando todas las cosas eran indefinidas y no formadas, las livianas se separaron hacia arriba, las pesadas reposaron sobre el fondo de arena húmeda, y por la acción del fuego todas y cada una de las cosas se iban definiendo, y quedaban suspendidas a fin de que el espíritu las condujera. El Cielo se dejó ver en siete círculos, y se mostraron los dioses en forma de astros con todas sus constelaciones …
Resultan pues demasiado evidentes las concordancias entre todos estos textos ancestrales: en el principio, el vacío; el caos y lo informe; la oscuridad y las tinieblas; el creador y el uso de la palabra; la luz y el sol; las serpientes y los reptiles; el espíritu de los dioses; el agua primigenia; el abismo y las profundidades; los espíritus ayudantes del creador; la separación de lo de arriba y lo de abajo; el cielo y la tierra; lo húmedo y lo seco; lo indefinido y su definición.
La creación mediante el “uso de la palabra”
En varios pasajes de los textos mitológicos podemos encontrar que la creación de cosas tan variadas como el universo, los dioses, el mundo y el hombre, han sido creados mediante el sólo uso de la palabra, con el simple acto de pronunciar o dar nombre al objeto a crear.
En la Torá se lee:
Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz… Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas… Y fue así. Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así.
El Enuma Elish lo expresa de la siguiente forma:
Cuando ninguno de los dioses había sido llamado a existir, al no poseer todavía nombre, los destinos aún no estaban escritos.
El Popol Vuh lo mencionaba como sigue:
“…Que la tierra nazca, se afirme”, dijeron. … Así hablaron, por lo cual nació la tierra. Tal fue en verdad el nacimiento de la tierra existente. “Tierra”, dijeron y en seguida nació.
En la mitología andina:
Viracocha, el Creador de Todo, comienza el proceso de creación de la humanidad tallando en piedra las figuras del primeros seres humanos (hombre y mujer), que luego va situando en los sitios correspondientes y, a medida que les da nombre, se animan y toman vida.
En la mitología Hopi:
Taiowa, el Creador, creó a Sótuknang, sólo diciendo: “Te he creado a ti, la primera fuerza…”
En la tradición de los nativos de Australia, una leyenda cuenta que las Hermanas Wagilag tuvieron que emigrar de su clan tras haber cometido incesto al no respetar las leyes de la moiety. Y mientras andaban el camino, ellas iban creando plantas y animales tan sólo nombrándolos.
En la mitología egipcia cuenta la leyenda que Ra tenía la capacidad de crear a partir de lo que él nombraba, por lo que nombró a Shu, y los vientos se congregaron por primera vez y comenzaron a soplar. Cuando Ra nombró a Tefnut, la lluvia se hizo presente con sus gotas.
Más tarde nombró a Geb y con solo nombrarlo, se formó la tierra y para hacerle compañía nombró a la diosa Nut, y el firmamento se arqueó sobre la tierra. Cuando quiso coronar a Egipto con el río Nilo, nombró a Hapi. Y el Nilo comenzó a fluir a través de Egipto fertilizando su amplio valle.
Ra fue nombrando todas las cosas que existen sobre la tierra y estas se hicieron visibles y crecieron. Así creó la vegetación y los seres vivos a partir del Nun para llenar el vacío de la Tierra. Finalmente les dio nombre a los hombres y a las mujeres, y desde entonces la humanidad pobló la tierra.
Más aún, el Libro del Conocimiento de las Creaciones de Ra dice:
Numerosos fueron los seres que surgieron de mi boca antes de que el cielo hubiera venido a la existencia …
Por otro lado, uno de los posibles orígenes del término “Abracadabra” se refiere precisamente al “poder de la palabra”:
En Arameo: avrah kahdabra que significa: “Yo creo como hablo“
En Hebreo: Aberah KeDabar: “iré creando conforme hable“
El nombre del Creador y su poder
El nombre propio del Dios hebreo es considerado sagrado, así es que no se menciona para no profanarlo. Según el Pentateuco el nombre de Dios en hebreo es “yod-hei-vav-hei” (יהוה) que se traduce al alfabeto occidental como YHWH, pues la escritura hebrea antigua sólo incluía las consonantes, no las vocales.
Se desconoce a ciencia cierta su pronunciación original (por la prohibición de nombrarlo), no obstante, el Tetragrámaton «YHWH» o «JHWH» se suele pronunciar como Yahweh, Yahvé o Yavé así como está también su acepción Iehová, Jehowah o Jehová.
También podemos hallar un mito egipcio respecto del nombre no develado de Ra y su poder. Al parecer el poder de Ra residía en su propio nombre, motivo por el cual lo guardaba en secreto para que nadie pudiera usarlo. En una ocasión, mantuvo la siguiente conversación con la diosa Isis:
Isis: -Si me dices tu nombre secreto, podré hacer uso de mis poderes mágicos y podré sanarte.
Ra: -Yo soy el que hizo el cielo y la tierra. El que creó las aguas, los vientos, la luz, la oscuridad. Soy el creador del gran río Nilo. Yo soy Khepera por la mañana, Ra al mediodía y Tum al atardecer.
Isis: – Tú sabes bien, padre todopoderoso, que esos nombres son conocidos por todos. Lo que yo necesito para curarte es tu nombre secreto.
Luego, como condición para decirle su nombre, Ra le hace jurar que no se lo diría a nadie, ni a dioses ni a hombres, salvo a su hijo Horus. Isis hace su juramento y el conocimiento del nombre secreto, pasó del corazón de Ra al corazón de Isis.
En el papiro Bremner-Rhind podemos encontrar una referencia al nombre de Ra:
… Yo usé mi propia boca y ‘Magia’ (HkAw) fue mi nombre. Fui yo quien vino a la existencia en (mi) forma, habiendo venido a la existencia en la forma de Jepri.
Por otro lado, en el Tao Te Ching encontramos que el verdadero y profundo significado del nombre de Tao “No se puede denominar con nombre humano”.
El capítulo I del Corpus Hermeticum dice:
(5) Fue entonces cuando, saliendo de la Luz, un Nombre santo cayó sobre la cosa, y un fuego puro emergió de esa natura húmeda hacia los celestes espacios…
La creación del hombre a imagen y semejanza
La Biblia nos dice en el libro de Génesis que Dios creó al hombre “a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”:
Gén 1:26-27 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó …
Esto nos genera dos inquietudes: la primera respecto del término “nuestra”, ya que siendo Dios uno sólo, es llamativo que se mencione en plural.
De hecho una de las innovaciones fundamentales que trajo la religión judía fue el monoteísmo, es decir la creencia en una sola y única divinidad. Más aún, una de las principales plegarias es el Shemá: “Shemá Yisrael, YHWH Eloeinu, YHWH Ejad”, cuya traducción es literalmente “Escucha Israel, Yahveh es nuestro Dios, Yahveh es Uno”.
Pero más aún, el término hebreo que utiliza la Torá para referirse al Dios creador del Hombre en el Génesis es “Elohim“, una palabra en plural ya que “im” es la terminación del plural masculino en hebreo.
La segunda inquietud es respecto de la cuestión “imagen y semejanza”, ya que siendo Dios la fuerza creadora infinita, inconmensurable y eterna, resulta difícil imaginar que nosotros, simples mortales podamos llegar a adquirir su apariencia.
La mitología sumeria nos trae referencias sobre ambas cuestiones. En cuanto al uso del “plural”, según los relatos sumerios, los dioses Enki y Ninhursag (también llamada Ninmah) crearon al hombre, en base a la “esencia” de otra deidad (uno de los Igigi) inmolado a tal fin, por lo que efectivamente hablan de una Creación en “plural”.
Enki y Ninhursag
En cuanto a “crear a imagen y semenjanza”, los textos mitológicos sumerios hablan en sus relatos precisamente de fijar la imagen de los dioses en el momento de la creación del hombre.
En el poema de Enki y Ninmah, los dioses tienen ciertas dificultades para procurarse alimentos, y cuando las diosas, nacidas después de ellos, van a reunírseles, las dificultades aumentan. Mientras se lamentan por este hecho, Nammu, la madre de Enki, le dice:
«Oh, hijo mío, levántate de tu lecho, desde tu…, haz lo que es sensato: Forma los servidores de los dioses, para que puedan producir sus dobles» «Oh, madre mía, la criatura cuyo nombre has pronunciado existe: Fija en ella la imagen de los dioses.
(…) Oh, madre mía, decide el destino del recién nacido, Ninmah fijará en él la imagen de los dioses: Es el hombre…»
Ninhursag
Además, esta forma de referirse a “crear a la imagen de…” encuentra otra alusión en el poema Enuma Elish, que en su segundo párrafo menciona lo siguiente:
… Anu, su hijo, fue parejo a sus padres. De Anšar, Anu, su primogénito, fue su igual. Y el dios Anu a su imagen engendró a Numimud. Numimud, quien de sus padres, sus progenitores fue Señor. Vasto en toda sabiduría, erudito, y grandemente poderoso en fuerza, El no tenía rival. Así fue como los dioses fueron establecidos y fueron nombrados los grandes dioses.
Pero los sumerios no son los único en cuyos textos mitológicos podemos encontrar referencias a estos asuntos. En el mito chino de “Nüwa y la Creación del Hombre”, encontramos lo siguiente:
Después de meditar el asunto Nüwa se puso en cuclillas y tomó un puñado de arcilla, la que empezó a modelar a su imagen y semejanza. De este modo creó unas pequeñas figuras que podían sostenerse erguidas, caminar y hablar.
Según la mitología de las poblaciones andinas, la primera creación de Viracocha, el dios supremo, fue una raza de gigantes (deformes por su gran tamaño) para ver si era conveniente crear a los hombres de ese porte, y reflexionó:
“No es bien que las gentes sean tan crecidas; mejor será que sean de mi tamaño”. Y así creó a los hombres a su semejanza, tallando en piedra las figuras de hombres y mujeres que al darle nombres cobraron vida.
En la cultura hopi, Sótuknang creó a Kókyangwúti (Mujer Araña) para que lo ayude en la creación del Primer Mundo. Kókyangwúti procedió a crear a los primeros hombre y mujeres, de la siguiente forma:
… Al igual que antes entonó la Canción de la Creación sobre las formas. Al destaparlas, eran seres humanos creados a la imagen de Sótuknang. Luego creó otros cuatro seres con su propia forma. Eran wúti, compañeras para los primeros cuatro seres varones.
El capítulo I del Corpus Hermeticum dice:
(12) La Mente, el Padre de todas las cosas, siendo Vida y Luz, parió un Hombre igual a ella, a quién amó como hijo propio: porque siendo imagen del Padre era hermosísimo …
Del polvo de la tierra y el soplo de la vida
Otra cuestión que se menciona en la Torá, y de la que podemos encontrar referencias en otras culturas, es que el hombre fue hecho con el polvo de la tierra (arcilla) mezclado con la esencia “mágica” (aliento, sangre, saliva o semen) de los dioses:
Gén 2:7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Por esto no es casual que el primer hombre creado por Dios según la tradición judeo-cristiana se haya llamado Adán, que proviene del hebreo Adam (אדם), cuya raíz también forma las palabras adamá (אדמה) que significa tierra, adom (אַדֹם) que significa rojo y dam que significa sangre (דַם). Léase: hombre; tierra; sangre; roja.
En el Poema de Atrahasis, Enki describe el la fórmula de la creación del Hombre, que es mezclando la arcilla con sangre y saliva de dioses:
Entonces, se inmolará un dios, Antes de que los dioses sean purificados mediante la inmersión. Con su carne y su sangre,Nintu mezclará la arcilla: De este modo el dios y el hombre estarán asociados,reunidos en la arcilla, ¡Y, a partir de este momento, nosotros estaremos ociosos!
¡Gracias a la carne del dios, Habrá en el Hombre un “alma”, Que lo presentará siempre vivo después de su Muerte. Esta “alma” estará allí para guardarlo del olvido!” (…) Después de que Enki hubiese amasado esta arcilla, Llamó a los Anunnaku, los grandes dioses, Y a los Igigu convertidos, ellos también, en grandes dioses, Que escupieron sobre la arcilla.
Asimismo, en el mismo poema de Enki y Ninmah encontramos el siguiente párrafo:
(…) Amasa el corazón con la arcilla que está en la superficie del Abismo, Los buenos y magníficos modeladores espesarán esta arcilla. Tú, haz nacer los miembros; Ninmah trabajará antes que tú, Las diosas del nacimiento… estarán junto a ti mientras tú harás tu modelaje.
El nombre que se le asigna a este primer hombre en el texto Atrahasis, es Adapa o bien Adamu, según la interpretación de los ideogramas. En sumerio, Adam significa tierra de pastos (Fuente: “Historical Genesis: From Adam to Abraham”).
Los Mexicas, por su parte, traen un relato en el que también ensamblan polvo (de huesos humanos) con la esencia de los dioses (semen):
Subió pronto, luego que cogió los huesos preciosos: estaban juntos de un lado los huesos de varón y también juntos de otro lado los huesos de mujer… Luego los juntó, los recogió e hizo un lío, que inmediatamente llevó a Tamoanchan. Después que los hizo llegar, los molió la llamada Quilachtli: ésta es Cihuacóhuatl, que a continuación los echó en un lebrillo precioso.
Sobre él se sangró Quetzalcóhuatl su miembro; y en seguida hicieron penitencia todos los dioses: Apanteuctli, Huictlolinqui, Tepanquizqui, Tlallamánac, Tzontémoc, y el sexto de ellos, Quetzalcóhuatl. Luego dijeron: “Han nacido los vasallos de los dioses.”…
El Popol Vuh narra que el primero de los prototipos del hombre fue creado por los dioses con arcilla: “De la tierra hicieron la carne.” En un tercer intento de crear a la humanidad, los dioses encontraron finalmente una materia prima sagrada, el maíz, la cual mezclaron con sangre de serpiente y del tapir (animales sagrados y simbólicos de la fecundidad y del agua), para formar un hombre nuevo, consciente de los dioses y de su misión en la tierra.
En la tradición Hopi, Kókyangwúti (Mujer Araña) crea a los primeros hombres y mujeres de la siguiente manera:
Así, Mujer Araña recogió tierra, ahora de cuatro colores: amarilla, roja, blanca y negra. La mezcló con túchvala, el líquido de su boca, la moldeó y la cubrió con la sustancia blanca de su capa, la sabiduría creativa misma. Al igual que antes entonó la Canción de la Creación sobre las formas. Al destaparlas eran seres humanos…
…Corría la hora de la luz amarilla, Síkangnuqa, la segunda fase del amanecer de la Creación, cuando el aliento de la vida llenó al hombre… La hora de las tres luces que revelan el misterio, el aliento de la vida y el calor del amor. En ellos consiste el plan de vida que el Creador tiene para ustedes.
Siguiendo con el mito de “Nüwa y la Creación del Hombre”:
(…) De repente se le ocurrió una idea: tomó una rama de liana y ató uno de sus extremos a una gran piedra; luego amontonó arcilla sobre aquélla y comenzó a agitarla sin cesar.
A medida que hacía esta operación, la arcilla que iba salpicando se convertía como por arte de magia en pequeñas figuras, las que a su vez lanzaban un gemido. De este modo fueron apareciendo paulatinamente los seres humanos que poblaron la tierra y se esparcieron por todas partes.
En cuanto a la mención del “soplo de la vida” podemos encontrar otro poema sumerio que también lo menciona. Este poema que podría titularse “El Ganado y el Grano” cuenta que el dios del ganado, Lahar, y su hermana Ashnan, la diosa del grano, fueron concebidos en la «sala de la creación» para que los anunnakis (hijos del gran dios An) pudiesen tener con qué alimentarse y con qué vestirse. Pero no fue sino hasta el momento en que fue creado el hombre que los anunnakis pudieron hacer uso del ganado y del grano de manera satisfactoria.
En sus hermosas granjas, la leche shum, Los anunnakis del Duku se la bebían, pero quedaban insatisfechos. Es, pues, para que se ocupara dé sus hermosas granjas Que el hombre recibió el soplo de la vida.
El Ganado y el Arado
Por cierto, una dupla de hermanos que se dedican, uno al Ganado y el otro a la Agricultura nos remite a la historia de Caín y Abel.
Gén 4:2 Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra.
En cuanto al propósito del hombre
Tanto en la Torá como en los textos de la mitología sumeria parece haber acuerdo en que el propósito de la creación del hombre fue ponerlo a trabajar al servicio de (los) dios(es).
Las últimas líneas del poema “El Ganado y el Grano”, respecto de que el hombre fue creado para que se ocupara de cultivar la tierra, nos referencia a otros pasajes del Génesis:
Gén 2:15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.
El Poema de Atrahasis narra en detalle como luego miles de años de duro trabajo (drenando canales y cavando zanjas), los Igigi (dioses de menor rango) se amotinaron y reclamaron a Enlil (dios supremo) que resuelva su situación. Enki (dios de la sabiduría) propone la solución a este conflicto “gremial” creando la “bestia de carga”: el Hombre.
Cuando los dioses (hacían) de hombres, Tenían que trabajar y estaban atareados: Su tarea era considerable, Su trabajo pesado, su labor infinita. ¡Pues los grandes Anunnaku, a los Igigu, Imponían una séptuple prestación de trabajos!
(…) Pero existe un remedio para esta situación: Dado que Belet-ili, la Matriz, está aquí, Que fabrique un prototipo de hombre: ¡Será él quien cargue con el yugo de los dioses. Quien cargue con el yugo de los Igigu: Será el Hombre quien cargue con su trabajo!
Enki, entonces, abrió la boca Y se dirige a los grandes dioses: (…) ¡Y, a partir de este momento, nosotros estaremos ociosos! (…) A la sabia mujer de los dioses, a la experta Mammi: “¿Serás tú la matriz que produzca a los hombres? ¡Pues bien! ¡Fabrica el prototipo humano: Que él cargue con nuestro yugo! ¡Que él cargue con nuestro yugo, impuesto por Enlil! ¡Que el hombre asuma el trabajo asignado a los dioses!”
(…) Después, Mammi abrió la boca Y se dirige a los grandes dioses: “¡El trabajo que me habías encargado, Ya lo he realizado! Habéis inmolado a ese dios con su “alma”, Y yo os he librado de vuestra pesada tarea, Imponiendo vuestra labor al Hombre. Cuando vosotros concedáis a los Hombres El rumor de la pululación ¡Yo soltaré vuestra cadena y seréis “libres”!”
El poema Enuma Elish reafirma el propósito de la creación del Hombre, con Enki detallando cada parte de su plan:
“Entretejeré sangre y ensamblaré huesos. Suscitaré un ser humano, Hombre será su nombre. En verdad, construiré al ser humano denominado Hombre. Estará encargado del servicio de los dioses; que ellos puedan estar en paz.
Ninhursag
Algo parecido señala el mito chino de “Nüwa y la Creación del Hombre”:
… Sin embargo, sentía que algo faltaba. En verdad había necesidad de un ser que fuera el más inteligente, capaz de labrar la tierra y en último término gobernar y guiar a todas las criaturas que se hallaban bajo el cielo.
Sobre las versiones preliminares fallidas
Resulta extraño el orden de los eventos tal como están narrados en la versión bíblica ya que, primero Dios crea al hombre, y luego dice que “no había hombre que trabaje la tierra”:
Gén 1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Gén 2:5 (…); porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra.
Luego Dios vuelve a crear al hombre para colocarlo en el huerto del Edén y que trabaje la tierra:
Gén 2:7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Gén 2:8 Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.
Gén 2:15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.
Acaso Dios hizo una primera versión que resultó fallida para luego volver a crear otro ejemplar que sí tuvo la capacidad de trabajar la tierra?
Pues en los textos mitológicos de otras culturas encontramos exactamente este proceso de “prueba y error”. En el poema de Enki y Ninmah se aborda la cuestión de los prototipos humanos, con versiones “preliminares” defectuosas:
Ninmah tomó arcilla de la cima del abzu en su mano, formó de ello primero a un hombre que no podía doblar sus manos, estaban estiradas hacia fuera y eran débiles… Segundo, ella formó uno que se volvió, hacia la luz, un hombre con los ojos constantemente abiertos… no podía pararse ni sentarse, no se podía sostener a sí mismo.
Ninhursag, la Dama del Alumbramiento, con su símbolo “el cortador del cordón umbilical”
En forma análoga, el Popol Vuh cuenta que en el mito maya de la creación, las divinidades, en sucesivas etapas, crean diversos seres que luego destruyen dado que no resultan de su agrado. Los primeros fueron creados de arcilla, pero los destruyeron al resultar defectuosos físicamente; luego, los dioses crearon a seres de madera, pero al parecer carecían de espíritu y sabiduría, por lo que fueron eliminados por un Diluvio.
De la tierra hicieron la carne. Vieron que aquello no estaba bien, sino que se caía, se amontonaba, se ablandaba, se mojaba, se cambiaba en tierra, se fundía; la cabeza no se movía; el rostro quedábase vuelto a un solo lado; la vista estaba velada; no podían mirar detrás de ellos; al principio hablaron, pero sin sensatez. En seguida, aquello se licuó, no se sostuvo en pie.
De acuerdo con la tradición hopi, el primer pueblo del primer mundo no sabía hablar, no tenía sabiduría ni la capacidad de reproducirse. Mujer Araña llamó a Sótuknang para preguntarle qué hacer y le contó:
-Creé al Primer Pueblo como me lo ordenaste. Están terminados de formar y sólidos. Tienen los colores correctos, vida y movimiento. Sin embargo, no pueden hablar. Eso les falta. Quiero que les des el habla; además, la sabiduría y el poder para reproducirse. Así podrán gozar la vida y dar gracias al Creador.
La Mitología Nórdica también hace referencia al asunto, a su estilo:
(17) Hasta que al mundo llegaron tres de la hueste divina, propicios, potentes, y en la tierra hallaron, carentes de fuerza, a Ask y Embla, aún sin destino. (18) Vida no tenían, no poseían juicio, ni sangre ni voz, ni color de vida; vida les dio Odín, juicio les dio Haenir [aka Vili, hermano de Odín, le dio emociones e inteligencia a la humanidad], sangre les dio Lódur [aka Ve, hermano de Odín, le dio el poder de hablar y el de los sentidos externos a la humanidad], y color de vida.
Hombre y hembra los creó
Existe otro aspecto de la creación bíblica que resulta muy llamativa y que consiste en que, primero, Dios crea al hombre y a la mujer, en el mismo acto, pero luego vuelve a crear a la mujer a partir de la costilla de Adán.
Gén 1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Gén 2:21/24 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
Acaso estos versículos quieren decir que Dios creó un ser que tenía ambos sexos a la vez? Es posible que la misma Torá sugiera que los primeros humanos fueran hermafroditas (*)?
Pues así parece, de hecho las interpretaciones místicas abordadas por la Cábala (Talmud, del Midrash y el Zohar Jadash) indican que Dios creó un ser que era a la vez macho y hembra.
Así lo transmite el libro Zepher Zóhar:
Cuando Dios quiso crear todas las cosas, Él empezó creando algo que era a la vez macho y hembra, y a éstos, a su vez, Él los hizo dependientes de alguna otra forma que es la vez macho y hembra.
El Corpus Hermeticum menciona algo más al respecto:
(9) La Mente el Dios, que es a la vez macho y hembra, y contiene en sí Luz y Vida, dio a luz por Nombre a una segunda Mente Creadora…
(15) … Siendo andrógino, de padre andrógino, y no sometido al sueño porque viene del que nunca duerme, sin embargo es vencido…
(18) … Cumplido el ciclo, por voluntad de dios se rompió el lazo que unía todas las cosas: en consecuencia todos los seres vivos que hasta entonces eran andróginos fueron separados al mismo tiempo que el Hombre, y fueron por un lado machos y por otro hembras.
Pero hay otros pasajes de la Torá que también se refieren al tema. Cuando Dios les imparte el castigo a Adán y a Eva por el incumplimiento de su orden expresa de no comer el fruto del árbol del conocimiento les dice:
Gén 3:15/16 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti.
Por “pondré enemistad entre ti y la mujer“, se puede interpretar que Dios hubo de separar, de interponer algo entre lo que antes estaba unido. Acaso podría estar refiriéndose precisamente a que antes los dos géneros estaban contenidos dentro de un mismo ser.
Por otro lado, “con dolor darás a luz los hijos“, señala que, o bien antes Eva estaba diseñada para parir sin dolor, o que hasta ese momento la mujer directamente no estaba hecha para parir.
Casualmente el Popol Vuh hace referencia a un hecho llamativamente similar. Los hombre de maíz, la tercer generación de seres creados por los dioses mayas, eran brillantes y en un primer momento les agradaron mucho a los dioses. Pero luego los Hombres de Maíz alcanzaron tal nivel de sabiduría que sus creadores temieron que terminaran convirtiéndose en dioses como ellos, por lo que decidieron “limitar sus capacidades”.
Estos primeros ejemplares de maíz, de acuerdo a lo que se puede interpretar a partir del Popol Vuh, además de sabiduría, habrían tenido la capacidad de autofecundarse (siendo seres hombre y hembra), y la “limitación del conocimiento” habría pasado precisamente por quitarles esa cualidad:
…los nombres de nuestras primeras madres, primeros padres… no tuvieron madres, no tuvieron padres; nosotros les llamamos simplemente Varones. Sin la mujer fueron procreados, sin la mujer fueron engendrados… Solamente por Poder Mágico, solamente por Ciencia Mágica, fue su construcción…
…Serán como dioses, si no engendran, [si] no se propagan, cuando se haga la germinación, cuando exista el alba [?]; solos, no se multiplican. Que eso sea…
…Entonces fueron petrificados ojos [de los cuatro] por los Espíritus del cielo, lo que los veló como el aliento sobre la faz de un espejo; los ojos se turbaron; no vieron más que lo próximo, esto sólo fue claro. Así fue perdida la Sabiduría y toda la Ciencia de los cuatro hombres…
…Entonces existieron también sus esposas, vivieron sus mujeres. Así, durante su sueño, [los cuatro] recibieron mujeres verdaderamente bellas… Cuando se despertaron, sus mujeres existieron: sus corazones se regocijaron al instante a causa de sus esposas.
En este texto maya, los dioses deciden que la reproducción de estos “hombres maíz” requiera una dependencia por parte de dos géneros, motivo por el que les quitan la capacidad de autoreproducirse y acto seguido, crean y les entregan a la Mujer, tal como pudimos inferir de la versión bíblica.
Tanto en la versión bíblica como en la maya la creación de la mujer se realiza extrayéndole al hombre una parte de su cuerpo, y más coincidentemente aún, mientras este último está dormido.
El texto bíblico lo narra de la siguiente manera:
Gén 2:21/22 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.
Un pasaje en particular, respecto del temor de (los) Dios (es) y la limitación que le imponen al Hombre, resulta casi idéntico.
La versión bíblica:
Gén 3:22/23 Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.
La versión maya:
“los Poderosos del Cielo, los Procreadores, los Engendradores, Serpientes Emplumadas, temiendo que estos Hombres de Maíz terminaran convirtiéndose en dioses, decidieron limitar sus capacidades.”
(*) El término Hermafrodito o Hermafrodita no se trata de un vocablo técnico moderno sino que proviene de un personaje de la mitología griega, el hijo de Hermes y Afrodita (de allí su nombre).
Sobre el conocimiento y la reproducción
Por cierto, cuando Eva y Adán comen el fruto del Árbol del Conocimiento, por influencia de la serpiente, acceden al “conocimiento prohibido”. Este “conocimiento” está relacionado inequívocamente con la capacidad para procrear, ya que así es como lo describe el Génesis, inmediatamente después de ser expulsados del Edén:
Gén 4:1 Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín…
Además, esta es precisamente la forma en que se utiliza el término “conocer” de forma bíblica:
Gén 4:17 Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc…
Gén 4:25 Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set…
Más aún, según los gnósticos, el verdadero pecado original fue precisamente el descubrimiento del sexo, en el que Eva fue iniciada por la Serpiente (Lucifer/Satanás para el cristianismo) para después transmitírselo a Adán. Caín, según este enfoque, habría sido hijo de Eva y la Serpiente, y por tanto un ser semidivino pues la serpiente/Lucifer provenía del mundo incognoscible del espíritu. A esta teoría, se le conoce como “La Semilla de la Serpiente”.
Existen referencias a este tema del conocimiento y la reproducción asimismo en otras culturas. En “La Epopeya de Gilgamesh” hay un pasaje que se refiere a cuando el pueblo de Uruk quiso civilizar al salvaje Enkidu, un bárbaro de las estepas que vivía con y cómo los animales. Resulta que acordaron contratar los servicios de una “chica del placer” y la enviaron a él para que le ofrezca su madurez.
De esta forma, después de seis días y siete noches, después de que él se llenara de los encantos de ella, luego de que las bestias salvajes de la estepa se alejaron de su cuerpo, en ese momento, Enkidu accedió al “conocimiento”, como un dios:
Ahora tenía visión, una comprensión más amplia…
La prostituta le dice a él, a Enkidu: «Tienes conocimiento, Enkidu; ¡te has hecho como un dios!».
En la mitología china, Nüwa hace explícita la idea del conocimiento del acto sexual como medio para la reproducción:
Nüwa quiso entonces que se propagara la especie para lo cual les enseñó a los seres humanos a contraer uniones animándolos a que se amaran, engendraran hijos y fundaran familias. Es por ello que fue conocida en la remota antigüedad como la “diosa casamentera y del matrimonio.
En la tradición Hopi, luego de la creación “fallida” del Primer Pueblo del Primer Mundo, y tal como se lo reclamó la Mujer Araña, Sótuknang les dio el habla (una lengua distinta a cada color), respeto para sus diferencias, y les dio la sabiduría y el poder para reproducirse y multiplicarse.
De una extraña manera, el capítulo I del Corpus Hermeticum también relaciona la “reproducción” con el “intelecto” en el mismo párrafo:
(18) … Y enseguida el Dios dijo una palabra santa: “Creced en crecimiento y multiplicaos en muchedumbres, vosotras las criaturas todas y las cosas que han sido hechas, y que el que tiene intelecto se reconozca inmortal y sepa que la causa de la muerte es el amor y que conozca todas las cosas.”
Hipótesis alternativas
Si como lo indica la historia oficial, estas culturas distantes no tuvieron ningún tipo de vinculación entre sí, cuales son las probabilidades de que todas ellas posean relatos cosmogónicos y fundacionales tan similares? Es acaso la creatividad humana tan llana y poco original?
Hay quienes proponen, como Graham Hancock, que ha existido una civilización ya desaparecida hace decenas de milenios, anterior a lo que nuestra historia registra, con una sabiduría, historia y creencias propias.
Esta cultura madre habría transmitido sus conocimientos y tradiciones hasta llegar a las primeras civilizaciones reconocidas por nuestra historia: Sumer, Egipto, Indo, México, China, y de allí a nuestra cultura actual.
En el extremo de las teorías alternativas encontramos por ejemplo a la de Zecharia Sitchin, quien propone que los Annunakis (dioses sumerios) eran en realidad seres corpóreos y mortales venidos desde otro planeta llamado Nibiru en un pasado remoto.
Según Sitchin, con el fin de liberar a una “casta” de ellos llamada Igigi de su arduo trabajo en la Tierra, Enki propone crear a una raza de trabajadores. Para ello manipuló genéticamente a los homínidos, ya existentes en la Tierra, mezclando su ADN con el de los propios Annunakis y creando así al ser humano. De ahí la frase de Enki «Oh, madre mía, la criatura cuyo nombre has pronunciado existe, Fija en ella la imagen de los dioses», que se refiere a fijar su propio ADN en el homínido.
Este nuevo ser habría sido un híbrido, un cruce entre dos especies, que aunque emparentadas, eran diferentes. Al igual que la mula (un cruce de yegua y asno), los mamíferos híbridos son estériles. Desde este punto de vista, la obtención del “conocimiento”, como metáfora de una intervención genética adicional para poder empezar a reproducirse entre sí, agrega un punto de vista muy particular.
El término con el que se refiere el Enuma Elish a ese “proyecto” de Hombre es Adapa/Adamu, que está vinculado con el nombre bíblico de Adán/Adam. La palabra Adam (אדם) proviene del hebreo “adamá” (אדמה) que significa tierra, y además deriva en adom que significa rojo y dam que es sangre. Adamu es por tanto, el “Hombre de la tierra”, el “terrícola de sangre roja” y el prototipo del Adán bíblico.
De esta manera, concluye Sitchin, el uso del término Elohim, el plural de Dios, en el versículo bíblico “Dios dijo, Hagamos al hombre a nuestra imagen, a nuestra semejanza…” revela no solo la herencia de los textos sumerios politeístas sino el hecho de que los humanos estaríamos vinculados genéticamente a los Elohim.
Lo que realmente sucedió excede nuestro entendimiento y posibilidades, pero sí resulta evidente que todo este conocimiento mitológico compartido no puede ser casual.
Principales fuentes y bibliografía:
Documento original: El génesis de La Torá
Documento original: Enuma Elish – Traducción y notas de Luis Astey V
Documento original: El Poema de Atrahasis
Documento original: Popol Vuh
Documento original: Tao Te Ching
Documento original: Rig Veda
Documento original: Corpus Hermeticum
Documento original: el Libro del Conocimiento de las Creaciones de Ra
El Libro de los Hopis
Libro: El 12vo Planeta, de Zecharia Sitchin
Historical Genesis: From Adam to Abraham. Autor: Richard James Fischer
No hay comentarios:
Publicar un comentario