Escritor Herbert Oré Belsuzarri.
Ziuudra (también Utnapishtim
para babilonios o Atrahasis para acadios), es un héroe de la mitología sumeria, protagonista del mito sobre
el diluvio universal, encontrado en su versión más
antigua en una tablilla hallada en Nippur.
El mito relata cómo los hombres habían cansado con su
comportamiento y sus ruidos a los dioses, por lo que éstos deciden destruirlos
enviando un diluvio. Enki,
que había sido el creador de los humanos, según el texto de Nippur “Después que An, Enlil, Enki y Ninhursag
hubieron creado al (pueblo) de los cabezas negras”, se apiada y comenta
que no desea la destrucción de los humanos.
Yo quiero (...)¿no? la destrucción
de mi raza humana para Nintu quiero atajar la destrucción de mis criaturas. Haré
retornar a las gentes a sus establecimientos. Construirán ciudades en todos los lugares y haré que su sombra sea apacible.
Luego pide a
Ziusudra que cree una embarcación y se refugie junto a las distintas especies
de animales, hasta que pase el diluvio.
Ziusudra oyó a su lado estando de
pie en el lado izquierdo del muro (...):
«Junto al muro, yo te diré una palabra (escucha) mi palabra presta oído a mis instrucciones. Un diluvio va a inundar todas las moradas todos los centros de culto para destruir la simiente de la Humanidad (...) (Tal) es la decisión el decreto de la Asamblea (de los dioses) (Tal) es la palabra de An, Enlil (y Ninhursag) (...) la destrucción de la realeza
Más tarde,
la narración continúa con el relato del diluvio.
Todas las tempestades y los vientos
se desencadenaron (en un mismo instante) el diluvio invadió los centros de
culto. Después que el diluvio hubo barrido la tierra durante siete días y siete
noches y la enorme barca hubo sido bamboleada sobre las vastas aguas por las
tempestades, Utu salió, iluminando el cielo y la tierra.
Ziusudra abrió entonces una ventana de su enorme barca, Utu hizo penetrar sus rayos dentro de la gigantesca barca. El rey Ziusudra se prosternó (entonces) ante Utu el rey le inmoló gran número de bueyes y carneros «Invocaréis por el cielo y por la tierra (...)»
An (y) Enlil invocaron por el cielo
y por la tierra (...) hicieron aparecer los animales que surgieron de la tierra.
El rey Ziusudra se prosternó ante An (y) Enlil. An (y) Enlil cuidaron de
Ziusudra, le dieron vida como (la de) un dios hicieron descender para él un
eterno soplo como (el de) un dios. Entonces al rey Ziusudra, que salvó de la
destrucción la simiente de la humanidad en aquel tiempo allende los mares, en
el Oriente, en Dilmun,
(le) hicieron vivir.
Esto luego
se vio reflejado en la mitología asiria en el poema acadio, Atrahasis,
en el cuál el héroe es Atrahasis.
Pero,
retomemos la narración de Sacharia Setchin:
Actuando
por cuenta propia, pero atento a su voto de guardar secreto, Ea vio en Ziusudra
la oportunidad de salvar a la raza humana. Así que el rey volvió para orar y
suplicar en el templo, Ea comenzó a susurrar por detrás de una tela. Fingiendo conversar
consigo, dio instrucciones urgentes la Ziusudra:
Derrumba
la casa, construye un barco!
Desiste
de tus posesiones, busca la vida!
Olvida
lo que tienes, mantén tu alma viva!
Embarca
la semilla de todas las cosas vivas.
Ese
barco construirás
Según
las medidas.
La
embarcación sería una nave sumergible, un "submarino" capaz de
soportar la avalancha de agua. Los textos sumerios contienen las dimensiones y
otras instrucciones estructurales para los varios sectores y compartimentos con
tal riqueza de detalles que es posible diseñar el barco, como lo hizo Paul Haupt.
Ea también suministró un navegador a Ziusudra, mandándolo dirigir la
embarcación hacia el "Monte de la Salvación", el monte Ararat. Siendo
la cadena de montañas más alta del Oriente Medio, sus picos serían los primeros
a emerger del agua. El diluvio vino como esperado. "Ganando velocidad mientras
soplaba" del sur, "sumergiendo montañas, derrumbando personas como en
una batalla." Viendo la catástrofe por encima, mientras orbitaban la
Tierra en su nave, los Anunnaki y sus líderes percibieron cuánto se habían
enamorado de la Tierra y de la Humanidad. "Ninhursag lloró... los dioses
lloraron con ella por la Tierra... Los Anunnaki, acongojados, se sentaban y
lloraban" amontonados, helados y hambrientos, en su autobús espacial.
Cuando
las aguas bajaron y los Anunnaki comenzaron a aterrizar en el Ararat, se
quedaron encantados al descubrir que la semilla de la Humanidad estaba a salvo.
Sin embargo, cuando Enlil llegó, se enfureció al ver que "una alma viva
hubo escapado".
Fueron
necesarias muchas súplicas de los Anunnaki y el poder de persuasión de Ea para
hacerlo entender su punto de vista, si
la Tierra iba a ser repoblada, los servicios del hombre serían indispensables.
Y
fue así que los hijos de Ziusudra y sus familias fueron enviados para poblar
las cadenas de montañas que flanqueaban la llanura de los dos ríos, esperando
la hora cuando esa área estuviera suficientemente seca para ser habitada. En
cuanto la Ziusudra, los Anunnaki:
La
vida de un dios le dieron;
Hálito
eterno, como el de un dios, le concedieron.
Eso
fue conseguido a través del cambio del "Hálito de la Tierra" de
Ziusudra por el "Hálito del Cielo". Entonces ellos llevaron Ziusudra,
"el preservador de la semilla de la Humanidad", y su mujer, para
"que residan en el lugar lejano".
En
la Tierra de la Travesía,
En
la Tierra de Tihnun
En
el lugar donde Utu se eleva,
Ellos
lo hicieron habitar.
Se
hace evidente, por lo tanto, que las leyendas sumerias sobre los dioses del
Cielo y de la Tierra, de la creación del hombre y del diluvio fueron la fuente
de la cual otras naciones del antiguo Oriente Medio extrajeron su conocimiento,
creencias y "mitos".
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