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viernes, 14 de diciembre de 2012

LA RELIGION HA CREADO GUERRAS


LA RELIGION HA CREADO GUERRAS.

Las guerras religiosas llenan la historia y es inútil ponerse a dar ejemplos que hasta los niños de la escuela conocen. Además en la actualidad nos basta con hojear el periódico o ver la televisión.


«Por qué no soy religioso»: y si masón «Cuanto más intensa ha sido la religión en cualquier periodo y más profunda la creencia dogmática, mayor ha sido la crueldad y peo
res los incidentes. En las llamadas Edades de la Fe, cuando los hombres creían realmente en la religión en toda su integridad, existió la Inquisición con sus torturas; y muchas desdichadas mujeres fueron quemadas por brujas; aparte de muchísimas crueldades practicadas contra toda clase de gentes en nombre de la religión». Algunos falsos principios religiosos, antinaturales y traumatizantes, inventados por fanáticos o por psicópatas constituidos en autoridad, e inculcados en las almas infantiles de miles y miles de creyentes, han sido la causa secreta de muchas neurosis que más tarde afloraron en la adultez causando infelicidad y conflictos. El religioso es un pobre hombre acomplejado que, si «se salva por miedo», no es por méritos propios, sino únicamente por los méritos de otros, como si de suyo hubiese ya nacido para condenarse irremediablemente. La religión se sostiene por el miedo al infierno. Con un panorama así, ¿qué religión puede tener una idea optimista de esta vida, si desde que nacemos nos la presentan como el valle de lágrimas en el que, a poco que nos descuidemos, nos haremos reos de un fuego eterno? Las religiones le tienen miedo al placer o por lo menos desconfían de él. Si no hubiera la promesa de un cielo no existirían religiosos. La renuncia al placer es casi una idea fija en todas las religiones y un tópico para todo aquel que quiera perfeccionar su espíritu. Y lo mismo podemos decir de las demás grandes filosofías academicas. En cambio parece que se gozan con un regusto masoquista en buscar el dolor por el dolor, como si en él hubiese encerrada, alguna energía secreta para la otra vida. Pero el dolor no es más que el fracaso del dios padre y providente que nos presenta el cristianismo; ¿por qué nuestro Padre tiene que exigirnos dolor? Y ¿por qué atesorar energías para la otra vida a costa de ésta que es la que tengo entre manos en este momento? ¡Cuántas palabras han gastado todos los doctrinarios de todas las religiones en explicarnos el misterio del dolor en el mundo, y qué mal han contestado al enorme interrogante que éste nos presenta! ¿No habíamos quedado en que el dolor de Cristo en la cruz era el que nos redimía? ¿Para qué añadir entonces el dolor de esta pobre hormiga humana, que contra su voluntad es devorada por la tierra cuando apenas le ha permitido vivir unos días? ¿No tendremos derecho a pensar que en caso de necesitar una salvación, nuestro dolor y nuestra muerte son los que nos salvan? ¿Y no será, más bien, que ni hay necesidad de salvación alguna, ni el dolor ni el placer tienen nada que ver con lo que la religión nos dice?

Vicente Alcoceri.

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