El Shamir, El Pectoral del Sumo Sacerdote y el Templo de Salomón de Acuerdo al Talmud (2 de 2).
Julio Mario Villarreal III
El Shamir y el Efod
Sobre el Joshen estaban distribuidas sobre todas las gemas en tal manera que cada gema tenía un total de seis letras. El Joshen portaba los nombres de las Tribus para servir como un recordatorio del mérito. Sus cuatro filas aludían al mérito de las cuatro madres y esposas de Jacob. Además de eso, incorporando los nombres de los ancestros y Tribus, todas las letras del Alef-Bet (alfabeto hebreo) estaban incluidas en el Joshen. Esto era necesario para que las sentencias pudieran ser construidas combinando las letras a fin de transmitir mensajes por medio del Urim y Tumim.
Hashem (Dios) ordenó que las gemas preciosas del Joshen y el Efod fueran perfectas, sin siquiera la más pequeña astilla perdida. Las letras sobre ellas no podían por consiguiente ser talladas por medio de un instrumento dado que éste hubiera causado a los diamantes tornarse sutilmente astillados. ¿Cómo entonces fueron los nombres de las Tribus tallados? Un Shamir fue traído. El Shamir era una criatura tan pequeña como un grano de cebada la cual fue creada en el Erev (víspera de) Shabat de los Seis Días de la Creación. Poseía la maravillosa habilidad de partir la más dura de las rocas. Los nombres de las Tribus fueron escritos sobre las piedras en tinta. Luego el Shamir fue guiado sobre la escritura y cortó dentro de ella con tal precisión que ni siquiera una minúscula astilla de un diamante se perdió como resultado de la incisión.
El Efod, el cual fue construido gracias a la ayuda del Shamir
Vestiduras del Sumo Sacerdote Hebreo mostrando el pectoral con las doce gemas representativas de cada tribu de Israel.
Definiciones:
La Guemará y la Mishná: Juntas forman el Talmud. El Mishnah es el texto base y la Guemará es el comentario y análisis que lo completa. Proviene de גמר: (gamar) ‘completar’ (en hebreo) o ‘estudiar’ (en arameo).
Los rabinos de la Mishná se conocen como tannaim (singular tanna תנא) y los rabinos de la Guemará son llamados amoraim (singular amora אמורא).
Dado que existen dos grupos de comentarios, hay, de hecho, dos versiones del Talmud: el Talmud Hierushalmi (en hebreo: תלמוד ירושלמי, Talmud de Jerusalén) y el Talmud babli (en hebreo: תלמוד בבלי) que se corresponderían con la Guemará de eretz Israel y de Babilonia. Ambas comparten la misma Mishná. La Guemará está en su mayor parte escrita en arameo, la Guemará de Jerusalén en arameo occidental y la babilónica en oriental, pero ambos contienen fragmentos en hebreo, cambiando incluso en el medio de una historia. En cambio la lengua de toda la Mishná es el hebreo.
Targumim: La palabra Targum significa traducción. Y se aplica a las traducciones de la Biblia hebrea al arameo. Según la tradición judía, a la que hace referencia al parecer el libro de Nehemías (8,8), el origen de estas traducciones se encuentra en la necesidad de que los judíos repatriados de Babilonia por los persas entendiesen la lectura del texto hebreo que se hacía en las sinagogas; en el destierro habían olvidado la lengua nativa, el hebreo, y habían adoptado el arameo, lengua de Babilonia. Esta necesidad era urgente tratándose de repatriados pertenecientes sobre todo a las clases humildes y menos cultas del judaísmo. Las traducciones arameas redactadas por escrito en época posterior, y que han llegado hasta nosotros, son las siguientes:
El Targum Onqelos, que es la traducción oficial del judaísmo. Normalmente se dice que es un targum babilónico, en el sentido de que fue en las Academias judías de Babilonia donde recibió su forma actual, particularmente la vocalización. Sin embargo, estudios recientes concluyen que la tradición judía acerca del origen palestinense del Onqelos tiene buen fundamento.
El Targum llamado Palestinense, que fue sustituido alrededor del s. IX d.C. en Palestina, donde había imperado en siglos anteriores, por el oficial de Onqelos. Hasta hace poco se llamaba Targum Fragmentario o Yerusalmí II, porque solamente se conservaba en fragmentos (la doceava parte de todo el texto).
El Pseudo-Jonatán o Yerusalmí I. Se considera como un Targum palestinense, que conserva mucha Haggadá, incluso más que el Neofiti. En conjunto es muy antiguo, aunque haya interpolaciones y adiciones tardías (p.e. se menciona la caída de Constantinopla y a la hija y la mujer de Mahoma); ésta es la razón por la que durante más de cincuenta años se prescindiese de este texto en los estudios de exégesis del N.T. por considerarlo un texto medieval. Hoy, sin embargo, se piensa que aunque el Pseudo-Jonatán tiene interpolaciones tardías, su texto es muy antiguo con numerosos materiales precristianos; por eso es necesario tenerlo muy en cuenta para la exégesis del N.T.
Neofiti. Fue descubierto en el año 1956. Este descubrimiento ha sido un acontecimiento extraordinario, no sólo en relación con los estudios targúmicos, sino, incluso, en relación con la lingüística aramea palestinense y con la exégesis bíblica neotestamentaria. Además es muy importante para detectar el desarrollo de la literatura halák1ca judía en sus primeras fases. Menahem Kasher, gran especialista en la literatura rabínica, considera al Neofiti como un instrumento básico para la investigación de la literatura rabínica primitiva. Desde el punto de vista del contenido es ordinariamente una versión literal, pero con frecuentes paráfrasis al texto hebreo del Pentateuco, versión pública y litúrgica que se leía en la sinagoga, lo que se deduce del frecuente uso de esta forma litúrgica: «Pueblo mío, hijos de Israel». Este carácter litúrgico del Neofiti da a su teología un relieve especial, porque representa la teología admitida en la sinagoga durante la época neotestamentaria. En el Neofiti hay cientos de menciones del Memra de Yahtvéh (Verbo de Dios), del Ruha de Qudsa (Espíritu Santo); de ahí la importancia de relacionar esta fraseología con las expresiones trinitarias del N.T.
Un punto importante es que el Neofiti parece ser del s.I o II d.C.; por tanto, sería un documento contemporáneo al nacimiento del cristianismo. Debe advertirse que todos los cotejos que hasta ahora se hacían entre la literatura neotestamentaria y la rabínica era a base de una literatura posterior al s.III d.C., y con el Neofiti se pasa a una literatura rabínica contemporánea al N.T. El conjunto del texto del Neofiti se puede decir que es anterior 0, por lo menos, contemporáneo al cristianismo.
La importancia lingüística del Neofiti deriva de que está escrito en arameo dialectal palestino, en el arameo de Galilea, que hablaba Jesucristo. En el Neofiti hay formas lingüísticas que encontramos en el Onqelos, pero pueden deberse ya a influjo de los copistas posteriores que sólo conocían el arameo del tipo de Onge1os, o bien porque en el mismo arameo galilaico se mezclasen formas lingüísticas de un arameo un tanto distinto, que pudo hablarse en Palestina en los primeros siglos del cristianismo, un arameo parecido al de Onqelos, o al arameo imperial o literario. A este propósito recuérdese que en el s. II y III d.C., gran parte de la población judía del Sur de Palestina se instaló en el Norte; por eso, los escritos galilaicos acusan fácilmente formas aramaicas del Sur.
Targumim a los Profetas y Hagiógrafos. La traducción aramea oficial a los Profetas es la llamada de Jonatán ben Uzziel, del nombre de un discípulo de Hilel (s.i; v.), pero obra anónima redactada en Babilonia entre los s. III y v d.C., a partir de materiales diversos fundamentalmente de origen palestino (para ampliación de datos y bibl. cfr. Le Déaut, o.c. en bibl.).
Según T. Walker, los Targumim a los Hagiógrafos no son anteriores a la época talmúdica. Probablemente sean mucho más recientes. Son obras individuales y no se destinaron nunca a uso litúrgico o escolar. Aunque de época reciente, contienen tradiciones antiguas de origen palestino
El Shamir: El Término Shamir se ha utilizado para designar a una piedra extremadamente dura en los Targumim. En la Biblia aparece referenciado tres veces (Jeremías XVII-1; Ezequiel III-9; Zacarías VII-12) connota al Adamantio (o Adamant en inglés), una sustancia más dura que cualquier piedra y por lo tanto se utiliza como un estilo para labrar o cortar. En la literatura post-bíblica tanto de judíos como cristianos se encuentran muchas leyendas referentes al Shamir, haciendo hincapié en su cualidad de dividir la sustancia más dura.
Una maravilla de la Creación. El Shamir fue la séptima de las diez maravillas creadas en el crepúsculo de la tarde del primer viernes y fue seguido, significativamente, con la creación de la escritura, el lápiz, y las dos tablas de piedra. Su tamaño era el de un grano de cebada; que fue creado después de los seis días de la creación. Nada era lo suficientemente fuerte para resistirlo; cuando se colocaba entre las piedras, éstas se separaban de la misma manera en la que las hojas de un libro abierto; y el hierro se rompía por su mera presencia. El Shamir fue envuelto para su preservación en bolas esponjosas de lana y puso en una caja de plomo lleno de salvado de cebada.
Con la ayuda de esta piedra Moisés grabó los nombres de las doce tribus en el pectoral del sumo sacerdote, primero escribiendo en las piedras con tinta y luego colocando el Shamir sobre ellos, con lo cual la escritura se hundió en las piedras. Con su ayuda, por otra parte, Salomón construyó el Templo sin necesidad de utilizar ningún otro instrumento de hierro (Comp. I Reyes VI-7, Ex. XX-25; Tosef, Soṭah, XV-1 [Ed Zuckermandel, p. 321]; Soṭah 48b; Yer Soṭah 24b). El Shamir fue creado expresamente para este último propósito, ya que dejó de existir después de la destrucción del Templo (Soṭah-IX, 10; Tosef XV-1).
Según una leyenda, un águila trajo al Shamir del paraíso a Salomón por orden de este último (Yalḳ.II p.182.), Mientras que otra tradición es la siguiente: cuando Salomón pidió a los rabinos cómo podía construir el Templo sin necesidad de utilizar herramientas de hierro, llamaron su atención sobre el Shamir con la que Moisés había grabado los nombres de las tribus en el pectoral del sumo sacerdote, y le aconsejaron que ordenara a los demonios bajo su dominio el obtenerlo. En consecuencia Salomón convocó a Asmodeo, el príncipe de los demonios, quien le dijo que el Shamir no había sido no puesto bajo su cargo, sino bajo la protección del Príncipe del Mar; el príncipe a su vez lo confió sólo al urogallo, en cuyo juramento, confió. El urogallo utilizaba al Shamir para escindir rocas desnudas para que pudiera sembrar semillas de árboles en ellos y por lo tanto causar nueva vegetación a surgir; por lo tanto, el ave fue llamada el "divisor de rocas". El Shamir fue robado al urogallo por medio del siguiente truco: Su nido fue encontrado y un polluelo del mismo fue cubierto con cristal transparente. El ave llevó entonces al Shamir y lo puso en el cristal, que se rompió; en ese momento, un emisario de Salomón, que se había ocultado cerca, asustó al pájaro para que callera el Shamir, el cual fue capturado y llevado a Salomón inmediatamente. El urogallo se suicidó al no haber podido cumplir su juramento (Giṭ.68a,b).
El Shamir en las leyendas folclóricas. Las últimas investigaciones indican que la leyenda es babilónica en su origen y en el lenguaje, y su contenido viene a demostrar que se trataba más de una leyenda de la gente que de una tradición de las escuelas, como es el caso de las historias antes mencionadas. Hubo, sin embargo, círculos en Palestina, que se negaron a acreditar el uso de al Shamir por Salomón. Otros, sin embargo, creen que Salomón lo empleó en la construcción de su palacio pero no en la construcción del Templo. Otros consideran que fue un milagro divino y no la magia lo que hizo que el templo se construyera por sí mismo.
Las opiniones están divididas sobre la naturaleza del Shamir. La tradición judía declara por unanimidad que es un pequeño gusano desde una base textual, y otros por su parte por su parte, consideran el Shamir al polvo de corindón como material altamente abrasivo y duro y así discurren más teorías sobre su origen y significado.
El Shamir en las leyendas árabes. La tradición del Shamir fue llevado por los judíos a los árabes. En la tradición árabe Salomón, bajo las instrucciones de Gabriel, recurría a un gusano cuando deseaba perforar través de una perla, y un gusano blanco cuando quería enhebrar la piedra de ónix. Esta creencia era todavía común en la Edad Media, ya que se encuentra en la Cábala (Zohar, I-74). De acuerdo con la versión en Inglés de la "Gesta Romanorum", el emperador Diocleciano había encerrado en una caja de cristal a un polluelo de avestruz que había encontrado en el bosque y se lo llevó a su palacio. La madre del ave los siguió para poder recuperar a su cría, y al tercer día trajo en su pico un "thumare" (Shamir), un gusano, y lo dejó caer sobre el cristal, el cual rompió. Vincent de Beauvais, Gervasio de Tilbury y Albertus Magnus relataron historias similares, pero solo Magnus señala expresamente a la tradición judía como fuente. Los otros dos escritores, dentro del verdadero espíritu de medievalismo, dan una variante notable a la leyenda en el sentido de que el ave manchó el vaso con la sangre del gusano y así logro partirlo.
Hashem: es un término hebreo que significa literalmente ‘el nombre’. Se utiliza para evitar nombrar el nombre de Dios YHWH. Otras maneras de evitar nombrarlo es con el tetragrama YHWH (formado por las letras hebreas yod hei vav hei) y con la palabra Adonai (‘Señor’). Se denomina simplemente así, pues, para preservar el tercer mandamiento entregado por Dios al profeta Moisés, el cual advierte de no pronunciar el nombre sagrado en vano. Ese tercer mandamiento se puede leer en el texto Deuteronomio 5, 11: «No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano; porque Dios no dará por inocente al que tome su nombre en vano».
También se puede observar este mismo mandamiento en el texto Éxodo 20, 7. Además, H' (Hashem) es la manera que tiene el judaísmo de afirmar que el único nombre que identifica realmente a su Dios es aquél que ni siquiera lo nombra, pues consideran que nada existente abarca la realidad de ese Dios. En muchos textos judíos en español no se encuentra la palabra «Dios» completa, sino que sustituyen la i o la o por una diagonal (D\os o Di\s) de modo que el lector ni siquiera piense en la palabra «Dios» en vano. Otras interpretaciones atribuyen a Hashem, el significado de "Yo soy", que es lo que habría respondido la divinidad a Moisés, cuando este le preguntó por su nombre ante la zarza ardiente de Horeb.
Adamantio (Firme, Inexorable, Obstinado): El adamantio, adamantium, adamantita o adamantino/a (del latín adamantinus, "duro como el acero", y este del griego ἀδάμαστος, adámastos, que significa "indómito", "inflexible"), es un material mitológico y ficticio, se puede obtener algunas veces natural (minado) y otras veces por un proceso de forjado (gemas, aleaciones de metales duros o diamantes) que tiene la cualidad de ser indestructible una vez que está solidificado. En la mitología griega, por ejemplo, Crono utilizó una hoz adamantina para cortar los genitales a Urano. Es muy popular en los cómics de Marvel donde se prepara con metales derretidos y luego es indestructible e inmodificable cuando se enfría.
En la literatura se emplea la palabra adamantio de forma poética o figurativa para nombrar un material de cualidad dura y de habilidades especiales. Se nombra en multitud de narraciones, mitología, cómics, juegos de mesa, videojuegos, películas.
Este término aparece tres veces en el Antiguo Testamento (Ezequiel III- 9; Zac. VI-12; Jer. XVII-1), y se utiliza como una traducción para Shamir (o Samir). Aunque no puede recogerse una idea bien definida sobre la identidad de la sustancia que se utilice en estos pasajes, si es posible determinar su naturaleza y los usos a los que se les dio. En todos los pasajes se define claramente como una sustancia muy dura, y en Jeremías XVII-1 se compara con la herramienta del grabador de hierro. En los otros dos pasajes se usa en sentido figurado para expresar un espíritu inquebrantable, terco y desafiante. El diamante no es mencionado en Jeremías XVII-1 pues el diamante no se utilizó para el grabado en la antigüedad y de hecho es dudoso que el diamante en su forma pulida fuera conocido por ellos. La sustancia que se utilizaba para el grabado era el corindón y esto probablemente propone al "firme" de la Biblia. El "inflexible" lectura en Ecclus.XVI-16 es evidentemente erróneo. No da ningún significado inteligible. El Talmud, explica al Shamir como un gusano milagroso que se utilizó en el grabado de las piedras en el pectoral del sumo sacerdote , y de acuerdo a una leyenda generalizada que se hizo conocida por los árabes , Salomón fue asistido por este gusano en la construcción del Templo (Soṭah, 24b, 48b ).
Fuentes:
Asmodeo, El Demonio del Camino Oscuro. Portal Pensamiento al Vacío, Internet.
Bochart, Hierozoicon, ii. 343, 842 et seq.;
P. Cassel, Schamir, in Denkschriften der Königlichen, Akademie der Wissenschaften in Erfurt, Erfurt, 1856;
Lewysohn, Zoologie des Talmuds, § 500, Frankfort-on-the-Main, 1858;
Kohut, Angelologie und Dämonologie, p. 82, Leipsic, 1866;
idem, Aruch Completum, viii. 107, Levy, Neuhebr. Wörterb. iv. 579;
Grünbaum, in Z. D. M. G. xxxi. 204 et seq.;
idem, Gesammelte Aufsätze, pp. 31-43, Berlin, 1901;
idem, Neue Beiträge zur Semitischen Sagenkunde, pp.211 et seq., Leyden, 1893;
Hamburger, R. B. T. ii. 1079-1080.
Mishná, tratado de Pirkey Abot 5: 6
· Traducción del original en ingles King Solomon and the Shedd del libro The Secret Teachings of All Ages de Manly P. Hall. Sánchez & Rivera, Traductoras. 2011, Puerto Rico.
Benjacob, Oẓar ha-Sefarim, p.191, No. 640;
Fabricius, Codex Pseudepigraphicus, i. 1014 et seq., Hamburg and Leipsic, 1718;
I. S. Reggio, in Kerem Hemed, ii. 41 et seq.;
Steinschneider, in Ha-Karmel, vi. 116, 125;
idem, in Cat. Bodl. cols. 2289-2303;
Wolf, Bibl. Hebr. iii., No. 1967; iv., No. 1967;
Winer, B. R. s.v. Salomoh.
· Shalom y hatzalajá. R' Aharón David ben Israel
EliShama: Los 12 Patriarcas, El Pectoral Del Sacerdote Y Los Estandartes De Israel
No hay comentarios:
Publicar un comentario