FESTIVIDADES INCAS DE SOLSTICIO Y EQUINOCCIO.
Herbert Oré Belsuzarri.
Se puede
decir que todo empezó hace cerca de 5 mil años, cuando nuestros antepasados,
tan amigos de observar las estrellas, se dieron cuenta que en
determinada época del año el Sol se mueve desde una posición
perpendicular sobre el Trópico de Capricornio, hasta una posición perpendicular
sobre el trópico de Cáncer. A estos días extremos en la posición del Sol se les
llamó solsticios de invierno y verano, los cuales ocurren los días diciembre 21
y junio 21 respectivamente en el hemisferio norte. Como en los mitos de las
culturas antiguas, los griegos a los solsticios le llamaban “puertas” y, en
parte, no les faltaba razón. La “puerta
de los hombres”, según estas creencias helénicas, correspondía al
solsticio de verano (del 21 al 22 de junio) a diferencia de “la puerta de los dioses” del
solsticio de invierno (del 21 al 22 de diciembre).
Este
simbolismo era compartido por pueblos distantes, separados por el océano
Atlántico. Es el caso de los incas en Perú. Los dos festivales primordiales del
mundo incaico eran el Capac-Raymi (o Año Nuevo) que tenía lugar en diciembre y
el que se celebraba cada 24 de junio, el Inti-Raymi (o la fiesta del Sol) en la
impresionante explanada de Sacsayhuaman.
Muchas
culturas celebran el equinoccio de primavera como el inicio de la temporada de
crecimiento y plenitud. La celebración de Pascua en los Estados Unidos es un
ejemplo de la incorporación de las tradiciones originarias del equinoccio de la
primavera. ¿Alguna vez te has preguntado Jesús qué tiene que ver con conejos y
huevos? Estos son símbolos de fertilidad y primavera, más específicamente de la
diosa Ostara (de donde viene el nombre Easter), y originalmente correspondían a
la celebración del equinoccio vernal. En Irán y Afganistán el equinoccio vernal
marca el inicio del año nuevo, y muchos países de Europa tienen festivales
tradicionales de primavera
En
algunas leyendas piadosas, hasta los santos aprovechan la víspera de este día
para trasladarse milagrosamente a otra parte. En nuestro mundo terrenal,
encontramos muchos casos de desapariciones bastante enigmáticas, esa noche se
abran las puertas interdimensionales, así como los encantamientos. Lo cierto es
que tanto los solsticios como los equinoccios han sido de gran
importancia en la historia de innumerables culturas. Astronómicamente, presenciamos
traslaciones que cambian el eje del planeta y con él se producen entradas y salidas,
que desde el correcto ritual podemos sembrar y recoger sueños y deseos.
La
realidad es mágica y todo aquello que proyectamos podría materializarse, si permitimos
al conocimiento, ser la llave maestra que materializa nuestros sueños.
Fueron cuatro las festividades principales o eventos
culturales integrales que se conmemoraban en el Tahuantinsuyo,
como lo indica el Inca Garcilaso
de la Vega: “Los Incas celebraban en su corte
cuatro fiestas solemnes cada año. La principal y majestuosa era la fiesta del
Sol,... La segunda y no menos principal era la que hacían cuando armaban
caballeros a los noveles de la sangre real”. Esta segunda festividad
era el Qhapaq Raymi. Aparte de las
cuatro festividades principales había otras “ordinarias
que se hacen cada luna, y otras particulares” (Comentarios
Reales).
Estas festividades o conmemoraciones de tipo
cultural-espiritual, que fueron llamados RAYMI,
tenían fundamento astronómico. Estaban basados en los solsticios y equinoccios
(inicio de las cuatro estaciones), guardando plena armonía con la naturaleza y
el fluir del cosmos.
En los Comentarios Reales (Libro segundo, Cap. XXII),
se lee que “Alcanzaron también los solsticios
de verano y del invierno, los cuales dejaron escritos con señales grandes y
notorios, que fueron ocho torres que labraron al oriente, y otras ocho al
poniente de la ciudad del Cuzco, puestas de cuatro en cuatro...”
En cuanto a los equinoccios de primavera y otoño los Incas “También alcanzaron los equinoccios, y los
solemnizaron mucho... Para verificar el equinoccio tenían columnas de piedra
riquísimamente labradas, puestas en los patios y plazas que había ante los
templos del sol”.
En el solsticio de verano, que generalmente se inicia
el 21 de diciembre (*) se conmemoraba el QHAPAQ RAYMI. Para comprender
la palabra “qhapaq” y así saber la importancia de este evento veamos lo
que escribió el Inca Garcilaso de la Vega de su tío abuelo Wayna
Qhapaq : “Llamaron a este príncipe Wayna Qhapaq, que según la común
interpretación de los historiadores españoles, y según el sonido de las letras
, quiere decir Mozo rico, y parece que es así, según el lenguaje común (***).
Mas aquellos indios, en la obligación de poner nombres y sobrenombres a sus
reyes, tenían otra forma, otra frase y elegancia, diferente a la del lenguaje
común, que generalmente eran rememoranzas a la niñez o juventud del príncipe,
especialmente a sus virtudes. Consideraban también los beneficios y grandezas
que hacían cuando adultos para asignarle el nombre y sobrenombre conforme a
ellas. Y este príncipe mostró desde muy mozo realeza y magnanimidad en su
ánimo, por eso le llamaron Wayna Qhapaq, que según los nombres reales, quiere decir:
desde mozo, rico en hazañas magnánimas; desde Manqo Qhapaq, emplearon los
vasallos el término Qhapaq, que quiere decir rico; pero no de fortuna, sino de
excelencia y grandeza de espíritu” (Comentarios Reales).
La festividad o el evento cultural del Qhapaq Raymi estaban
dedicados especialmente a la juventud masculina, de ahí que se llamaba “Fiesta
de Fortalecimiento” y era “para los jóvenes entre los 15
y 21 años de edad”. En el Qhapaq Raymi se efectuaba
especialmente el Warachikuy, o sea la medida o pruebas que pasaban la
juventud masculina. En su aspecto interno las pruebas eran ante todo para
verificar las capacidades y potencialidades espirituales innatas de los
muchachos. Guillermo Prescott en su Libro Historia
de la Conquista del Perú (1,851), nos dice que el Warachicuy era la “iniciación” de una sociedad secreta de
carácter militar inca, muy similar a las iniciaciones de los caballeros
medievales europeos: “La semejanza de este ceremonial con el que se
observaba al recibir en la orden de caballería a un caballero cristiano en los
siglos feudales, no sorprenderá tanto al lector si recuerda que la misma
analogía se encuentra en las instituciones de otros pueblos más o menos
civilizados; y que es natural que las naciones que se dedican principalmente al
estudios del arte de la guerra señalen el periodo en que termina su carrera
preparatoria con semejantes ceremonias características”. Por su parte Guamán Poma nos
habla directamente de los Caballeros Otorongos, o
uturuncus
(nombre del jaguar en quechua). Pero el Warachicuy era una
ceremonia que se iniciaba días antes con diferentes pruebas donde los neófitos
demostraban sus destrezas adquiridas para el arte de la guerra, la misma que
concluía en el Qhapaq Raymi, donde al joven que aprobaba las pruebas se le
perforaba las orejas con una aguja de oro, que lo conservaban hasta que la
abertura fuera lo suficientemente grande para contener los enormes pendientes
peculiares a su orden, y que les hicieron dar
por los españoles el nombre de “orejones”.
Al término de la ceremonia uno de los más nobles venerables le calzaba con
sandalias que usaban los miembros de la orden y se les permitía ceñirse la faja
en la cintura. Si era un príncipe inca se le colocaba en la cabeza una especie
de venda con borlas de color amarillo tejida con la fina lana de vicuña.
Mientras el mundo cristiano festejaba la navidad, en
los sitios más apartados de los andes esta festividad pasaba desapercibida,
salvo en los lugares donde existían parroquias o iglesias cristianas, situación
que aún persiste. Es cierto que en los días de la navidad cristiana se respira
un ambiente de paz, armonía y unidad familiar y social, pero en la época de los
Incas este hecho se vivía permanentemente todos los días, era como una “navidad
permanente” y que alcanzaban su máximo esplendor en los días de los cuatro Raymis.
Para recibirlos, se preparaban con ayunos y otras abstinencias, por ello
superaba a la natividad cristiana en ese aspecto. A modo de ejemplo diremos
cómo se preparaban para recibir la cuarta festividad o Situwa Raymi que
se llevaba a cabo en el Equinoccio de Primavera (septiembre): “A la
cuarta fiesta que los reyes Incas celebraban solemnemente en su corte la
llamaban Situwa; era de mucho regocijo para todos... Preparábanse para esta
fiesta con ayuno y abstinencia de sus mujeres... Todos en general eran
preparados: hombres, mujeres y niños,...” (Comentarios Reales).
En el mundo andino el Qhapaq Raymi,
en las culturas pre incas e inca le tuvieron mucho aprecio, tal es así que en
ella y a través del Warachicuy se determinaba si el sucesor real inca sería o
no tal. Al respecto Guillermo Prescott dice: Después de haber pasado por
estas pruebas, se consideraban al heredero como digno de tomar asiento entre los
consejeros de su padre, o se le empleaba en puestos de confianza en el
interior. Lo que era más general, es que se le enviaba a expediciones remotas
para que practicase en el campo de batalla las lecciones que hasta entonces
había estudiado tan solo en simulacros bélicos. Ejecutaban sus primeras
campañas bajo la dirección de los célebres generales que habían encanecido al
servicio de su padre; hasta que, creciendo en años y en experiencia, se le daba
a él el mando.
El Inti Raymi (en quechua fiesta del Sol) era y
es una antigua ceremonia religiosa andina en honor al Inti (el padre
sol), que se realiza cada solsticio de invierno en los Andes.
Durante la época de los Incas, el Inti Raymi era el más importante de
los cuatro festivales celebrados en el Cuzco, según relata el Inca Garcilaso
de la vega, que significaba el inicio de una nueva etapa, el "tiempo circular inca" (debido a que
ellos no concebían el tiempo como lineal sino como un círculo
cronológico), así como el origen mítico del Inca, quien fuese enviado por
el Sol (como dios ordenador de las acciones de las poblaciones del antiguo
mundo). Su celebración duraba 15 días, en los cuales había danzas, ceremonias y
sacrificios. El último Inti Raymi con la presencia del Inca fue realizado
en 1,535.
En 1,572 el virrey Francisco Álvarez de Toledo la prohibió por
considerarla una ceremonia pagana y
contraria a la fe católica. Se siguió realizando de manera clandestina, en protesta
a la "extirpación de idolatrías",
que hicieron los españoles en el virreinato del Perú contra los nativos del
antiguo Imperio de los Incas, mientras que para los criollos y extranjeros se
instauro la Santa Inquisición.
El Inti Raymi
se realizaba en la plaza Huacaypata (hoy Plaza Mayor del Cusco), con
la asistencia de la totalidad de la población de la urbe, tal vez unas cien mil
personas. Con la llegada de los españoles, fue suprimida. Actualmente se
festeja en las ruinas de Sacsayhuaman (Parte alta de la ciudad del Cuzco).
En el solsticio de
invierno sucede el día más corto y la noche más larga del año. Durante la
época incaica, ese hecho revestía fundamental importancia, pues era el punto de
partida del nuevo año, que se asociaba con los orígenes de la propia
etnia inca. A esta fiesta concurrían los curacas, señores de
vasallos, de todo el imperio, con sus mayores galas. La preparación era estricta, pues en los
previos tres días no comían sino un poco de maíz blanco, crudo, y unas pocas de
yerbas que llaman chúcam y agua simple. En todo este tiempo no encendían
fuego en toda la ciudad y se abstenían de dormir con sus mujeres. Para la
ceremonia misma, las vírgenes del sol preparaban unos panecillos de maíz.
Ese día, el soberano y sus
parientes esperaban descalzos la salida del sol en la plaza. Puestos en
cuclillas (los incas no se ponían de rodillas), con los brazos abiertos y dando
besos al aire, recibían al astro rey. Entonces el inca, con dos vasos de madera
(keros de madera, no de oro, porque ellos asimilaron este vaso ceremonial de la
cultura Tiahuanaco), brindaba la chicha de jora: del vaso que mantenía en la
mano izquierda bebían sus parientes; el de la derecha era derramado y vertido
en un tinajón de oro.
Después todos iban al
Coricancha y adoraban al sol. Los curacas entregaban las ofrendas que habían
traído de sus tierras y luego el cortejo volvía a la plaza, donde se realizaba
el masivo sacrificio de ganado ante el fuego nuevo que se encendía
utilizando como espejo el brazalete de oro del sacerdote principal. La
carne de los animales era repartida entre todos los presentes, así como
una gran cantidad de chicha, con la que los festejos continuaban durante los
siguientes días.
El cronista ayacuchano Guamán Poma,
nos habla de las fiestas solsticiales y equinocciales: Capac Raymi, Inca Raymi,
Inti Raymi y Coya Raymi.
El Capac Raymi se realizaba en el
solsticio de verano, la gran fiesta de pascua solemne del sol, se enterraban
capacochas y se comía y bebía en abundancia, a los borrachos pendencieros y mal
hablados se les castigaba. Cincuenta azotes y trasquilado de pelo a los
borrachos, si el borracho pendenciero hubiera matado a alguien se le ahorcaba.
Inca Raymi en el equinoccio otoñal,
en esta fiesta se veneraban a todas las huacas, ídolos y dioses que había en
todo el reino, ofreciéndoles alpacas pintadas, había muchas ceremonias y el
Inca tenía una fiesta grande, convidaba a los grandes señores y principales, y
a los demás mandones y a los indios pobres y comían y cantaban y danzaban en la
plaza pública. Los señores principales juegan el riui choca (tejo) y otros
juegos y se horadan las orejas.
Inti Raymi en el solsticio de
invierno, la gran fiesta del sol en el Cuzco que incluía el entierro de
ofrendas “capacocha” [1],
luego de tal festividad se hacía una especie de censo o inventario de la
población y de los recursos alimenticios que tenía cada familia para su
sustento. Otra visita similar se hacía en diciembre con la finalidad que
ninguno padeciera hambre o necesidad.
Coya Raymi en el equinoccio
primaveral, era la gran fiesta de la luna, esposa del sol, era la fiesta y
pascua de la luna, donde festejaban a las mujeres principales del reino.
También el inca disponía una limpieza y desinfección general de las calles y
casas en todo el imperio.
El Sol Cenital era observado por los incas en Machu
Picchu, este fenómeno consiste en que el los rayos del sol caen en forma
vertical en un lugar determinado, y los incas con esta finalidad entre otras
habían construido el intihuatana de Machu Picchu, donde este fenómeno se puede
observar en horas del mediodía del 22 de diciembre, marcando de esta manera el
solsticio de verano.
El sol nace en la dirección
del antisuyo y declina en la dirección del contisuyo, ya que para los incas los
cuatro suyos marcaban los puntos cardinales asi tenemos: Este (Antisuyo), Oeste
(Contisuyo), Norte (Chinchaysuyo) y Sur (Collasuyo).
El solsticio de invierno
(junio) era determinado por el ingreso de los rayos del sol a determinadas
construcciones de Machu Picchu, donde se tenía pequeños dispositivos que
permitían ver con claridad este fenómeno solar.
En el templo de Qenqo (a 4 Kms. De la ciudad del
Cuzco), en el solsticio de invierno se forma una figura con los rayos solares,
esta figura es la cabeza del puma cuyos ojos se iluminan precisamente y solo en
esa fecha, como se puede apreciar en las siguientes fotos.
[1] Capacocha o capac cocha. Era la práctica inca de sacrificio humano, generalmente niños. Los sacrificios se hacían en o después de eventos importantes, como la muerte del Inca, durante una hambruna o en la fiesta del Inti Raymi como anota Guamán Poma de Ayala. Se escogía a los niños para ofrecérselos al Inca para esta ocasión. Se cree que los niños usados tenían que ser físicamente perfectos: lo mejor que se le podía ofrecer a los dioses. Los niños eran adornados con ropa fina y joyería, para ser escoltados al Cusco a fin de reunirse con el Inca, donde se realizaría un banquete en honor de los niños. Entonces, el sumo sacerdote llevaría a las víctimas a la cumbre de la alta montaña, donde los sacrificaría ya sea por estrangulación o por golpes en la cabeza, enterrándolos junto a oro, plata y mullo (cochas de moluscos).
Es importante aclarar como parte de la descolonizacion mental en la que estamos trabajando los americanos,que nosotros los andinos y por ende todas las culturas de las americas NO adorabamos ni adoramos al sol ni a las montañas ni los consideramos dioses, nosotros consideramos a estos seres espirituales como nuestros iguales pero a la vez sabemos corresponder y agradecer con fiestas y ceremonias por su presencia y por todo lo que diariamente recibimos, la lluvia, el sol, los frutos etc, todo nos viene gratis y esto debe ser agradecido de la mejor manera.
ResponderEliminarbuen reportaje...es necesario indicar que las 4 festividades andinas es parte del gran conocimiento holístico y cósmico que a la vez es la máxima expresión de la vida...por lo indicado todas evento festivo se fundamentaba en la ESPIRITUALIDAD.... también dudo de los sacrificios humanos en dichas temporadas...?cómo pues una cultura que respetaba la vida de los animales y de las plantas sacrifiquen a niños????
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