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sábado, 5 de julio de 2014

LA LEYENDA MASONICA DE HIRAM ABIFF (2 de 3)

LA LEYENDA MASONICA DE HIRAM ABIFF (2 de 3)
Herbert Oré Belsuzarri.

La masonería actual utiliza la leyenda de Hiram en la ceremonia de iniciación al tercer grado, al de Maestro Masón. Hasta 1,730 esta iniciación no era obligatoria. Prichard -un autor masónico- escribió ese año: “No hay un masón de cada cien que pague los gastos exigidos por “The Master’s Part” [el grado de maestro], si no es por interés”. En 1,738, la leyenda ya se había extendido por las logias y algunas la representaban; de ésta forma, poco a poco, fue difundiéndose por la nueva masonería especulativa.


Por otra parte los masones se llaman los hijos de la viuda, cuyo mito está vinculado a Hiram Abiff:

Es imposible hablar de masonería sin hablar de Hiram Abif (también llamado Jiram Abif, CHiram, Hiram Abif, Hiram Abí, Hiram Abiff, Khirm, Khurm o Khur-Om) o el Mito de los Hijos de la Viuda, el cual se remonta al Mito Egipcio con más de 5,000 mil años de antigüedad de Isis (viuda de Osiris), que a través de una mística búsqueda devuelve a la vida a Osiris.

La palabra original Chiram (חירם), consiste en tres consonantes:

ח, Cheth, (Chamah), la luz del Sol, el fuego Universal, invisible, frío de Naturaleza atraída por el Sol, manifestado en luz y enviado abajo a nosotros y a cada cuerpo planetario que pertenece al sistema solar.

ר, Resh, (ריח Ruach), El espíritu, el aire, el viento, que como es el Vehículo que comunica y colecciona la luz en Focos innumerables, en donde los rayos solares de la luz son agitados por un movimiento circular y manifestados en el Calor y quemando el Fuego.

ם, o מ Mem, (Majim), agua, humedad, la madre del agua o Humedad Radical, una clase particular de aire condensado.

Estos tres constituyen al Agente Universal o el fuego de la Naturaleza en una palabra, חירם, CHiram.

Cuando Salomón, hijo de David, recibió la misión de construir un templo a Dios y  un palacio para los reyes de Israel, Hiram, el rey de Tiro y amigo de David, lo ayuda con materiales y obreros.

A causa de su gran amor por Salomón, Hiram de Tiro envió también al Gran Maestro de los Arquitectos Dionisiacos, CHiram Abiff, que no tenía igual entre los artesanos de la tierra.

En un incidente sucedido en el vaciado del mar de bronce, CHiram sueña con su obra destruida. De la fundición que brilla enrojecida en las tinieblas de la noche se alza una sombra luminosa. El fantasma avanza hacia CHiram, que lo contempla con estupor. Su busto gigantesco está revestido por una dalmática sin mangas; aros de hierro adornan sus brazos desnudos; su cabeza bronceada, enmarcada por una barba cuadrada, trenzada y rizada en varias filas, va cubierta de una mitra de plata dorada; sostiene un martillo de herrero. Sus ojos grandes y brillantes, se posan con dulzura en CHiram y, con una voz que parece arrancada de las entrañas del bronce, le habla y lo lleva como en un sueño a las profundidades de la tierra, Tubal Caín instruye a CHiram en lo esencial de la tradición de los cainitas, los herreros, dueños del fuego y le transmitió la tradición Luciferina.

Al devolver a CHiram a los límites del mundo tangible, Tubal Caín le revela que Balkis pertenece también al linaje de Caín y que es la esposa que le está destinada desde toda la eternidad.

CHiram, como el Maestro de los Constructores, dividió a sus trabajadores en tres grupos, que fueron llamados a Aprendices, Artesanos, y Maestros Masones. A cada división le dio contraseñas y signos por los cuales su excelencia respectiva podría ser rápidamente determinada. 

Los tres últimos Artesanos (Jubelas, Jubelon, y Jubelum) descontentos y determinados a forzar a CHiram para revelarles la contraseña del grado del Maestro decidieron confrontarlo. 

CHiram, saliendo del templo por la puerta del sur, fue de repente encarado por Jubelas armado con una medida de veinticuatro pulgadas. Sobre la respuesta negativa del CHiram de revelar la Palabradel Maestro, el rufián lo golpeó en la garganta con la regla, y el Maestro herido entonces apresurado a la puerta de Oeste, donde Jubelos, armado con un cuadrado, lo esperó y exigió. Otra vez el CHiram era silencioso, y el segundo asesino lo golpeó en el pecho con el cuadrado. CHiram se dirige a la puerta del este, sólo para ser encontrado allí por Jubelum armado con un mazo y CHiram se cayó muerto.

El cuerpo de CHiram fue sepultado por los asesinos sobre la cumbre del Monte Moriah y una ramita de 
acacia colocada sobre la tumba. Intentando los asesinos evitar el castigo se embarcaron hacia Etiopía pero fueron capturados y ejecutados. Uno de los grupos enviados por el Rey Salomón descubrió la tumba marcada por la ramita de hoja perenne. Después de que los Aprendices y los Artesanos habían dejado de resucitar a su Maestro de los muertos él fue finalmente levantado por el Maestro Mason "con el apretón fuerte de la garra de un León."

Y Balkis, al regresar al país de Saba, sin haber sido nunca la esposa de Salomón y en su seno lleva al niño que va a nacer de sus amores fugitivos con el Maestro Obrero, ese niño que será el primero de los hijos de la viuda.

Los personajes que se asocian a la figura de Hiram Abiff, tienen nombres diversos y variados conforme a las fuentes, así por ejemplo Iblís, en el Islam, es el nombre de un genio maligno que se negó a inclinarse ante Adán y se apartó de Alá. El personaje es más conocido, sin embargo, como Shaytán, Satán o Satanás, palabra aramea que significa "adversario", nombre con que aparece citado 87 veces en el Corán, mientras que el nombre de Iblís se cita solo nueve veces. Se le llama también al-waswās, esto es, "el murmurador", porque inocula con sus murmuraciones la tentación en el corazón de la gente, al-jannās, "el esquivo" y al-rayīm, "el lapidado". El Corán lo considera el más importante de los jinn, seres que se opusieron a los ángeles.

Es importante destacar que en el Corán, el Diablo tiene 2 nombres; Iblís, probablemente derivado del griego "diabolos" y que se utiliza siempre en singular y como pronombre personal, generalmente en el contexto de su "caída en desgracia". Algunos estudiosos han afirmado que Shaytan o Satán, su otro nombre, que es árabe y, posiblemente, deriva de la raíz "estar lejos de" o "nacido con ira", puede haber sido adquirido como resultado de su rebelión, mientras que otros argumentan que Iblís se utiliza en el contexto de la relación del Diablo con Dios, mientras que Satán se utiliza en relación con los seres humanos. Satán es mucho más frecuente en el Corán que Iblís, por lo general en relación con la tentación y la seducción de los seres humanos. En tal sentido, aunque Dios había echado a Iblís del cielo, le dio permiso para tentar a Adán y a Eva antes de irse. Así, Iblís fue quien convenció a Adán y a Eva de comer del fruto prohibido. Por otro lado, el Corán es explícito al señalar que el Diablo sólo tendría poder para tentar, no para obligar; mientras que la Humanidad conservaría su libre albedrío para escoger entre seguir a Dios o al Diablo.

En un contexto esotérico, para la masonería, Iblís es el ángel portador de la luz. Según la leyenda, Hiram Abiff fue instruido e iniciado durante un descenso al centro de la Tierra por Tubalcaín, su antepasado, quien le transmitió la tradición y leyenda luciferina: Al comienzo de los tiempos, hubo dos dioses que se repartieron el Universo, Adonaí, el amo de la materia y el elemento Tierra, e Iblís (Samael-Iblis, Lucifer) el amo del espíritu y el fuego. El primero crea al hombre del barro y lo anima. Iblís y los Elohim (dioses delegados) que no quieren que éste sea un esclavo de Adonai, despiertan su espíritu, le dan inteligencia y capacidad de comprensión.

Mientras Lilith (hermana de Iblís) se convertía en la amante de Adán (el primer hombre) enseñándole el arte del pensamiento, Iblís seducía a Eva y la fecundaba y, junto con el germen de Caín, deslizaba en su seno una chispa divina (según las tradiciones talmúdicas, Caín nació de los amores de Eva e Iblís y Abel de la unión de Eva y Adán).

Más tarde Adán no sentirá más que desprecio y odio por Caín, que no es su verdadero hijo. Caín dedica su inteligencia inventiva que le viene de los Elohim, a mejorar las condiciones de vida de su familia, expulsada del Edén y errante por la Tierra. Un día, cansado de ver la ingratitud y la injusticia, se rebelará y matará a su hermano Abel.

Caín aparece ante Hiram Abiff y le explica su injusta situación, añadiendo que en el curso de los siglos y los milenios, sus hijos, hijos de los Elohim e Iblís, trabajarán sin cesar para mejorar la suerte de los Hombres, y que Adonai, celoso tras intentar aniquilar a la raza humana tras el diluvio, verá fracasar su plan gracias a Noé, que será avisado por los Elohim y los “hijos del fuego”.

Al devolver a Hiram Abiff a los límites del mundo tangible, Tubalcaín le revela que es el último descendiente de Caín, del "Ángel de la Luz" e Iblís y que Balkis pertenece también al linaje de Caín, que es “la esposa que le está destinada para la eternidad".

De allí derivaría el hecho de que durante la iniciación masónica se le haga ver al aspirante en la “Cámara de Reflexión” la palabra VITRIOL que en latín vendría a decir: VISITA INTERIOREM TÉRREA, RECTIFICANDO INVENIES OCULTUM LAPIDEM (visita el interior de la tierra y rectificando encontraras la piedra oculta o piedra filosofal).

Otra variante de la Leyenda de Hiram nos habla de la costumbre que ha llegado hasta nuestra época, la ceremonia de colocación de la “primera piedra” o piedra de fundación”, “placas fundacionales”, “clavos fundacionales” y “ladrillos del destino”, en toda construcción nueva, que realizan los masones operativos y que es: Una curiosa costumbre que se han mantenido vivo  al construir ciertos edificios, de distinta índole, ya no solo sagrados, era el de enterrar objetos sagrados o de origen personal de algún fallecido a modo de protección   o de bendición, que otorgará suerte para la nueva construcción o negocio en sí.

Esta tradición tenía Hiram Abiff, el de enterar objetos sagrados en los cimientos a la hora de empezar sus construcciones. Esta costumbre nace en Sumeria y es también practicada en Egipto ¿Haría lo mismo  en el templo que Salomón construía para su Dios? Posiblemente ello ocurrió si el arquitecto del Templo de Salomón fue Hiram, pero si solo fue el fundidor de metales que trabajo en la decoración del templo, no debió ocurrir. La práctica de este rito muy apreciado entre los constructores, debido a que en el ladrillo de piedra o arcilla, o placas metálicas se inscribían el nombre del dios a quién se dedicaba la construcción, el nombre del rey y otros aspectos.

La biblia si narra que Hiram construyo en el mítico o legendario templo, el conocido  Mar de Bronce, que tanto a dado que hablar a los historiadores. Con este Mar de Bronce, cuenta la tradición, se crearon todos los objetos del inmobiliario del templo, como las magníficas columnas de Jakin y Boaz.

Un Mar de Bronce que fue saboteado por los tres Juwes, así los llaman lo masones,  y cuyos nombres son Matusale, Jeroboam y Anru, sacerdotes de origen adamita. Los adamitas eran los sacerdotes de Salomón, que tuvieron que trabajar a regañadientes y codo con codo, con los trabajadores de Hiram Abiff, supuestamente también  de origen cainita, ya que los herradores eran los dueños y señores del conocimiento del fuego y descendientes de Tubal Caín.

Estos sacerdotes lo que pretendieron, y consiguieron, fue evitar el bautismo de fuego que suponía cruzar ese Mar de Bronce, o pila bautismal cainíta, para poder así comunicarse con Dios y atravesar el templo, que se les fue negado desde la expulsión de adán y Eva del paraíso y el asesinato de Abel por Caín.

Lograron sabotear el Mar de Fuego los adamitas antes mencionados y rajaron el molde en la parte inferior, y justo cuando caía el bronce fundido, se esparció por todas partes  y provocó una gran explosión que resulto fatídico para los allí presentes y para el ayudante de Hiram, que tuvo que presenciar de nuevo, como otro amigo suyo, caía hacia el fuego devorador.

Después de este desastroso  accidente, Hiram se repuso y consiguió gracias al sueño que tuvo, donde vio a su antepasado Tubal Caín, el que le terminó por instruir en el arte del fuego, como debía de acabar su magnífica obra.

Y así fue, pero una vez terminado, se volvieron a levantar las ampollas de los tres Juwes  contra  el maestro, y al ser menospreciados en la ceremonia de conceder los toques o  grados según las cualidades y conocimientos adquiridos por los que allí trabajaron desde los conocidos grados de la masonería. Utilizaban los grados de Moisés para los maestros, Boaz para los obreros, y Jakim para los aprendices, pero en aquella ocasión eligió Giblim para los aprendices, Schibboleth para los obreros y Tubal Caín para los maestros.

En nuestro intento de proporcionar el mayor número de versiones de la leyenda de Hiram Abiff, ahora les daremos la versión francesa de Saint-Albin “Los Francmasones y las sociedades secretas”.

La celebridad de la sabiduría y obras monumen­tales de Solimán Ben Daoud (Salomón, hijo de David), habia cundido hasta los extremos confines del orbe, y Balkis, reina de Sabá, emprendió viaje a Jerusalén para hacer cortesía al magnifico Rey y admirar las maravillas de su reino. Le halló cubierto con ropaje de oro sentado en un trono de cedro re­vestido con planchas de oro y hollando con sus pies un tapete recamado del mismo precioso metal.

Su continente la hizo impresión de una escultura de oro con rostro y manos de marfil, cuando se adelantó al recibimiento de Balkis le brindó asiento en aquel mismo trono, cuyo resplandor habría deslumbrado a cualquier otro que no fuera la Reina del Mediodía.

Balkis, después de haber obsequiado a Solimán con ricos presentes, le propuso tres enigmas, El sabio (que con este sobrenombre se engrandece) de antemano por soborno del Sumo Sacerdote de los sabios había tenido soplo de ellos y encargado la interpretación a Sadoc, Sumo Sacerdote de los hebreos, y así incontinenti se los descifra a la Reina.

Solimán pasea a esta por el palacio mostrándole sus magnificencias, y luego la conduce al templo que está, levantado a la Gloria del Dios de los hebreos. Al llegar a los cimientos del Altar, los ojos de la Reina se fijaron en una cepa arrancada de la tierra y tirada por allí, y una ave maravillosa, una abubilla llamada Hud-Hud, que por todas partes la acom­paña, con lastimeros chillidos la da a entender qué cosa es aquel signo despreciado y el sacro depósito encubierto bajo aquella tierra profanada por el orgullo de Solimán.

Has elevado tu esplendor sobre la tumba de tus pa­dres, reconviene Balkis al Rey, esta cepa…..este leño sagra­do.

Lo mandé arrancar, interrumpe Solimán, para alzar aquí un altar de pórfido y madera de olivo, al cual han de ornar cuatro serafines de oro.

Esta vid, replica ella, fue plantada por Noé, tronco de tu raza, y sólo su impío nieto pudo enfurecerse con esta cepa venerable. Sepas que el postrer Príncipe de tu linaje será enclavado como un malhechor en este leño que debió haber sido sagrado para ti[1].

En esto la Reina suriana con el Luego de sus ojos ha hecho un volcán del corazón del Rey, que semeja a un ser­vidor o esclavo delante del señor de quien pende su vida; con lo cual ella, si antes se sintió repelida por el orgullo de Soli­mán, ya se mueve a piedad de ver que el amor le ha trocado en otro hombre, y gozosa de haber quebrantado aquel pecho soberbio, accede a sus ruegos de tomarle por esposo.

Pero sea que visite el palacio del Rey o el templo dedicado al honor del Dios de los hebreos, o que se pare de­lante de cualquiera de las obras estupendas que han subli­mado el renombre de Solimán, al preguntar quién es el autor y ejecutor de ellas, cada vez el Rey le contesta: "Es un tal Adomhiram., hombre raro e intratable, mandado por el buen rey de los Tirios, Hiram". Balkis solicita que le sea presentado, y Solimán se da maña para distraerla de semejante empeño. Mas como la hace ver las columnas, las figuras de animales y las estatuas de querubines; le enseña el trono de marfil colocado frente por frente del Altar, le habla de un mar do bronce que va a fundarse, la Reina pregunta: ¿Quién ha modelado estas columnas? ¿Quién ha cincelado las estatuas? ¿Quién ha construido este trono? ¿Quién va a fundir ese Mar de bronce?" Y Solimán no puede menos de responder a cada pregunta: "Adonhiram"; ella arde en deseos de conocerle, y Solimán por no desazonarla cede a sus instancias, y ordena que traigan a Adonhiram a su presencia.

Nadie está al corriente ni siquiera de la patria de este tétrico personaje ensalzado por su talento sobre todos los hombres, a quien mira con el más alto menosprecio, y con razón vive como un ser extraño entre los hijos de Adán, pues­to que pertenece a otra estirpe muy diversa. Si la primera ma­dre de aquellos lo fue también de Caín. Adán no fue sino ayo de este; porque como Eblis, el Ángel de la Luz, no pudiera ver la hermosura de la primera mujer sin codiciaría ¿había ella de haber resistido al amor de un Ángel? El alma de Caín, centella del Ángel de la Luz, le daba infinita ventaja sobre Abel, hijo de Adán, y con todo se mostró bueno con Adán, a quien sirvió de báculo en su vejez caduca e impotente, bue­no como Abel, cuyos primeros pasos guió. Mas Jehová, celoso del genio comunicado por Eblis a Caín, desterró a Adán y Eva del Paraíso para hacerles expiar a los dos y a toda su prole la flaqueza de ella.

Adán y Eva aborrecían a Caín, causa inculpable de la cruel sentencia; la madre misma no tenía amor más que para Abel, y engreído el corazón de éste por la injusta prefe­rencia, pagaba a Caín el amor con menosprecio. Aclinia, su hermana, unida con Caín por lazo de mutuo cariño, vino a ser la esposa de Abel por querer de ese Adonaí, envidioso que había amasado el barro para formar a Adán, dotándole de un alma servil y recelosa del alma libre de Caín. Exaspe­rado éste por la injusticia de Adonaí y la de Adán, Eva y Abel, hirió de muerte a su ingrato hermano. Adonaí, el Dios que tantos miles de hombres había de anegar en las aguas del diluvio, juzgó la muerte de Abel por crimen irremisible, por más que en satisfacción de su falta Caín pusiese al ser­vicio de los hijos de Adán aquella alma superior recibida del Ángel de Luz. El mismo en persona les enseñaba a cultivar la tierra; su hijo Henoc los aleccionaba en la vida social; Matu­sael les descubría la escritura: Lamec introducía el uso de la poligamia; su hijo Tubal-Caín los adiestraba en el arte de forjar metales; Nohema, que tuvo trato carnal con su hermano Tubal-Cain, les daba lecciones de hilar y tejer con que hacer tela para vestirse. Y Adonhiram, el sucesor de Caín, de Mutasael, de Lamec, de Tubal-Cain y Nohema, emplea todo su genio, industria y fuerza en el diseño y construcción de este Templo que el fausto de Solimán erige a ese Adonaí, a ese Dios inexorable, cuyas iras desde el principio del mundo, de generación en generación, acosan a la progenie de Caín.

EI hijo de los Genios del Fuego pasa melancólico y solitario sus días en medio de los hijos de Adán sin revelar a nadie el secreto de su sublime alcurnia. Todos le tiemblan, y más que todos Solimán. El terror que infunde ahoga en todos los pechos el afecto hacia él, y Solimán, a quien le da en el corazón la grandeza de Adonhiram y que internamente se humille en su presencia, le detesta con toda la fuerza de su orgullo,

Presentarse el artífice de tantas maravillas, echar sin encogimiento ni arrogancia una ardiente mirada a la Reina y estremecérsele a ésta todas las fibras de su ser fue una mis­ma cosa; hasta que un tanto serenada se pone a preguntar­le acerca de cada una de sus obras y a defenderle contra las críticas de Solimán, nacidas de baja envidia. Como deseara luego ver junta la multitud innumerable de albañiles, carpin­teros, ebanistas, zapateros, obreros y fundidores, canteros y escultores que trabajan a las órdenes de Adonhiram, opone Solimán que estos Operarios, procedentes de todos los países y que hablan en todas las lenguas, están diseminados por mil partes, y es imposible congregarles: cuando Adonhiram, trepando a un peñón de granito para ser divisado de dondequiera y levantando la diestra, hace ademán de trazar en el aire una línea horizontal y del punto medio de ella figura bajar una perpendicular, representando así el T (tau) Misterioso. En el acto acuden de todos los puntos del horizonte los obre­ros de toda nacionalidad, lengua, raza, en número de más de cien mil y formarse por sí solos en orden de batalla, compo­niendo el ala derecha los carpinteros y demás trabajadores en madera, la izquierda los mineros, fundidores y demás artífices en metal y el centro los albañiles y demás ocupados en obra de piedra. Extiende Adonhiram el brazo y aquel ejército queda inmoble. Entonces viene a comprender la Reina que Adonhiram excede la talla de simple mortal, y Solimán cae en la cuenta de que la pujanza es flaqueza en parangón con la de Adonhíram. A Balkis le pasa el compromiso trabado con Solimán, éste sorprende los ojos de la Reina clavados en el prodigioso obrero.

Más el poder de Adonhiran capaz de dominar las más arduas empresas, va a sufrir un desastre tanto más sensible cuanto que la Reina, expresamente venida para contem­plar el triunfo, va a ser espectadora de su humillación. Un si­rio llamado Fanor, compañero albañil, un fenicio de nombre Amrú, compañero carpintero, un judío de la tribu de Rubén, dicho Methusael, compañero barretero, se presentaron a re­clamar el título y salario de Maestro, rechazando su preten­sión Adonhiram, por carencia de méritos. En venganza de la repulsa el compañero albañil revolvió cal en la masa de los ladrillos con que se había de revestir el molde, el compañero carpintero alargó más de lo justo los travesaños de las vigas para que se quemasen, y el compañero herrero trajo del lago emponzoñado de Gomorra lava sulfúrea y la echó a derretir con el metal. Un joven obrero de apellido Benoní, que amaba a Adonhiram como un hijo a su padre, averiguó el complot y fue a denunciárselo a Solimán para que mandara suspen­der la operación; mas en balde, porque él otra cosa no desea sino afrentar a Adonhirani en los ojos de la Reina, y da orden de seguir adelante. Abrase la compuerta que detenía el bron­ce derretido y precipitase en el ancho molde del Mar de bronce torrentes del líquido metal; mas reviéntense las pa­redes por exceso de la corra y corren por todos lados ríos del fluido inflamado. Imagina Adonhiram que la acción del fue­ro está vitrificando la tierra y para impedirlo arroja un cho­rro de agua a los estribos del molde, con lo cual entran en lucha revuelto el agua y el fuego, hace saltar con el empuje una lluvia de metal fundido, sembrando el espanto y la muer­te entre la innumerable muchedumbre atraída al espectáculo.

EI gran artífice confundido busca en derredor su­yo con los ojos al fiel Benoni, y no hallándole, en el pesar de su deshonra, atribúyele la culpa, ignorante de que el infeliz mancebo ha perecido víctima de su lealtad mientras intentaba los medios de evitar tamaña catástrofe, ya que Solimán rehusara interponer su autoridad suspendiendo la obra.

Adonhiram permanece clavado en el teatro de su derrota, y abrumado de pesadumbre no hace caso de que ese Mar de bronce fundido, aventado por la fuerza del vapor y que todavía hierve en su fondo, puede por momentos de­vorarle. En la Reina de Sabá tenía embebecido su pensamien­to, la cual había acudido a solemnizar su glorioso triunfo no ha presenciado más que su ignominiosa desgracia; cuando de súbito oye una voz extraña y temerosa, salida al parecer del centro del abismo, y que tres veces le llama por su nombre: ¡Adon-Hiram, Adon-Hiram,. Adon-Hiram! Levanta los ojos y en medio de la hoguera divisa una figura humana de mucho más crecido talle que los moradores terrestres. Aproxímasela la visión sobrehumana, diciéndole: "Ven, hijo mío, ven sin sobresaltos porque he soplado sobre ti y respirarás impune­mente entre las llamas." Envuelto por el fuego, Adon-Hiram gusta inefable delicia sumergido en el elemento donde un hijo de Adán aspiraría la muerte. Impélele un misterioso atrac­tivo, y sin bastar a contenerse pregunta al que le llamó y le va guiando: "¿A dónde me conduces? —Al centro de la tierra, al alma del mundo, a los dominios de Caín, donde reina la li­bertad. Aquí fenece la envidiosa tiranía de Adonaí; aquí burlando sus furores nos es ilícito saborear los frutos del Árbol de la Ciencia. Estos son los estados de tu padre. - Entonces ¿quién soy yo y quién eres tú? - Yo soy el padre de tus pa­dres, hijo de Lamech y nieto de Caín, soy Tubal-Cain."

Tuba1-Cain introduce a Adon-Hiram en el santua­rio del Fuego, le declara la impotencia de Adonaí, la villanía de ese Dios enemigo de la criatura. a quien condenó a muerte para vengar los beneficios de que le han colmado los Genios del Fuego. Sigue caminando Adon-Hiram y llega a la pre­sencia del autor de su raza, Caín. El Ángel de Luz que en­gendró a Caín puso un reflejo de su inexplicable beldad en el rostro de su hijo, cuya grandeza provoca los celos de Adon-­Hiram. Caín narra el postrero de sus nietos las propias fal­tas, las virtudes superiores a las faltas, sus infortunios igua­les a sus virtudes, causadas por Adonaí.

Muéstrense a la vista de Adon-Hiram todos los des­cendientes de Caín muertos antes del diluvio. Los muertos después de esta implacable venganza de Adonaí también están allí presentes, bien que no puede verlos Adonaí por cu­brir el polvo de sus restos: sus almas entraron en la mansión de Caín, que es el alma del mundo. Adon-Hiram oye la voz del que nació de los amores de Tubal-Cain con su hermana Nohema (él mismo se ayuntó con la mujer de Caín y procreo a Chus, padre de Nemrod), y esta voz le hablaba así:

“De ti procederá un hijo a quien tú no veras y que te dará infinita posteridad. Tu progenie, bien que muy supe­rior a la de Adán, será pisoteada por ésta. Por largos siglos desperdiciará su valor y su genio en derramar beneficios en la ingrata estirpe de Adán hasta que a la postre los mejores se harán los más fuertes y restaurarán en la tierra el culto al fuego. Tus hijos, coadunados bajo tu bandera, harán trizas el poder de los Reyes, que son los instrumentos de la tiranía de Adonaí. Anda, hijo mío, que los genios del fuego están con­tigo."

Adon-Hiram es transportado del Santuario del Fue­go a la tierra, acompañado por algunos instantes más de Tubal-Cain, el cual antes de separarse de su nieto acaba de levantar su espíritu y le regala el martillo de que él se sirvie­ra en tantas obras memorables, diciéndole: "Con este martillo que abrió el cráter del Etna y con el favor de los Genios del Fuego, darás cabo a la empresa acometida y llenarás de es­tupor a los testigos de tu derrota en lo del Mar de bronce."

Desaparecido Tubal-Cain, empuña Adon-Hiram el precioso martillo y comienza a reparar los deterioros de la obra: pocos instantes le bastaron, y los primeros albores del día iluminaron la nueva maravilla acabada por su genio. To­do el pueblo de Israel celebra su gloria, y la Reina de Saba, cuyo reciente amor se había enardecido más con las contra­dicciones de Solimán, está inundada de gozo.

Mientras con el séquito de sus mujeres pasea fue­ra de los muros de Jerusalén, un secreto impulso guía los pasos de Adon-Hiram a hacerse encontradizo con ella, cuan­do esquivaba los aplausos del triunfo y buscaba la soledad. Se declaran mutuamente su amor y Hud-Hud la avecilla que es la mensajera de los Genios del Fuego con la Reina de Sabá, así como siempre dio muestras de profunda aversión contra Solimán, viendo a Adon-Hiram trazar en el aire el T (tau) misterioso, se va a revolotear en torno de su cabeza[2] y amo­rosa se posa en un puño. A vista de esta señal Sarahil la aya de la Reina, exclama: "Se cumplió el oráculo. Hud-Hud re­conoce al esposo destinado por los Genios del Fuego para Balkis, el único cuyo amor pueda ella aceptar sin mancilla”.

Ya no vacilan, se toman una a otro por esposos y discurren la traza de eludir el cumplimiento de la palabra empeñada con el Rey de los Hebreos. Adon-Hiram saldrá el primero de Jerusalén: poco después la Reina, ansiosa de juntársele en la Arabia, burlará la vigilancia de Solimán.

Más los tres compañeros, cuya traición solo por la intervención de los Genios del Fuego fue frustrada, y que sin cesar le espían, para tomar de él venganza, sorprenden el secreto de sus amores y se avistan con Solimán. Amrú le dice: "Adon-Hiram ya no visita las canteras, los talleres ni las fraguas." Tanor le dice: "Como a las tres de la madrugada delante de mi ha pasado un hombre en dirección a los pabellones de la Reina, y he conocido que era Adon-Hiram." Methusael le dice: Mandad que salgan afuera mis compañeros, pues traigo nuevas reservadas para el Rey. Quedando solo con éste, se explica así: "Aproveché las sombras de la noche para colarme entre los eunucos de la Reina, y he visto a Adon-Hiram escurrirse a donde ella estaba: cuando poco antes del alba me escabullía, él quedaba todavía solo con ella."

Solimán trata con el Sumo Pontífice Sadoc de las ocurrencias que acaba de saber, y entre los dos maquinan el medio de vengarse de Adon-Hiram.

Este en el entretanto pide audiencia a Solimán pa­ra recabar la venia de retirarse. Preguntado a qué país piensa encaminarse saliendo de Jerusalén: "Quiera regresar a Tiro, al lado del buen Rey Hiram, que me mando acá pres­tado." Otórgale Solimán la licencia, aunque antes de partir Adon-Hiram ha de pagar el salario a los obreros. Vuelve a interrogarle Solimán, quienes son los tres compañeros nom­brados Amru, Fanor y Methusael. Son, responde, tres artesa­nos inhábiles que pretendían grado y paga de maestros, y yo resistí a su injusta reclamación.

Solimán despide a Adon-Hinm testificándole su perpetua amistad, y hace comparecer a los tres compañeros. Les notifica la próxima partida de Adon-Hiram. Y añade: "Muchos Maestros han ido falleciendo y es menester subs­tituirlos: esta noche después de los pagos abocaos con Adon­-Hiram y pedidle el ascenso al grado de Maestro. Si os la con­cede y merecéis su confianza, estad seguros también de la mía. Si os lo rehúsa, mañana vosotros juntamente con él vendréis a mi presencia, él a justificar su negativa y vosotros a alegar en contra suya, a fin de sentenciar en ese pleito, a menos que Dios le deseche y manifieste con alguna evidente señal que es indigno de encontrar gracia en su acatamiento."

Adon-Hiram y la Reina de Sabá van a separarse para volver en breve a reunirse. La Reina le dice: "Sed una y otra vez feliz, señor amado dueño mió: vuestra esclava no ve la hora de juntarse con vos para siempre, y sabed que cuando la halléis en Arabia, encontraréis al mismo tiempo el fruto de vuestro amor que lleva en su seno." Se arranca de los brazos de ella y la quiere más todavía por la razón que le acaba por decir.

Solimán mientras tanto instigado por la declara­ción de Amru, Fanor y Nethusael, procura acelerar su enlace con la Reina de Sabá. La insta aquella noche a que satisfaga su amor: ahí precisamente le aguardaba Balkis. La cual le anima a beber y él de buen grado accede esperando sacar del vino atrevimiento para usar de su fuerza: cobra ánimo y se regocija de ver que ella ha apurado la copa llena de vino que en las entrañas se trueca en viva llama e incendia los sentidos. Más ella muy sobre si no ha bebido sino para engañarle, y al ver que a poco caía Solimán en brazos del sueño de la embriaguez. Se aprovecha para quitarle del dedo e anillo entregado en prenda de su compromiso. A punto estará el caballo árabe que veloz la lleve lejos de Jerusalén, a la tierra de Sabá, donde ha de encontrarse con Adon-Hiram.

Más éste ha tocado a Methusal en la puerta de Poniente, a Fanor en la del Norte y a Amrú en la del Oriente[3]. Los tres compañeros le pidieron la consigna de Maestro, como se negase a darla, cayó bajo los golpes de estos traidores. Para borrar las huellas del crimen, fueron a enterrar el cuerpo en un solitario altozano y Methusael plantó una acacia en la tierra removida.

Cuando se le disiparon a Solimán los vapores de la embriaguez y se vio solo, abandonado de Balkis, de pronto le dio un arrebato de furor, amenazando con él a Sadoc y a su dios Adonaí. Mas el profeta Ohias de Silo le apaciguo y metió en cintura, acordándole que el matador de Caín fue castigado siete veces, y el matador de Lamech setenta veces siete; y añade que quien derramó la sangre de Caín y de Lamech será castigado setecientas veces siete. Solimán, para apartar de su cabeza esta sentencia, ordena que busque el cuerpo de Adon-Hiram. Nueve Maestros le encuentran donde los tres compañeros lo habían enterrado Solimán le hace dar sepultura bajo el Altar del Templo.

No obstante le asalta el pavor en su trono de mar­fil y oro macizo. Clama piedad a todas las potestades de la Naturaleza; mas se olvida de pedir gracia al más diminuto de los insectos, el arador.

El arador, paciente en la satisfacción de su ven­ganza, está royendo sin pasar un momento, por espacio de 224 años, el trono de Solimán, y este trono al cual parecía el mundo entero inclinarse, derrumbase con temeroso estruen­do."

Como se podrá notar las diferentes versiones hacen énfasis en diferentes aspectos aparentemente, pero en lo central se mantiene, por ello las diferentes versiones y uso en los correspondientes ritos y rituales masónicos son adecuaciones que corresponden a cada potencia masónica y/o cada oriente, y como es natural a partir de ello su interpretación simbólica es rico en matices y enfoques.

Otro aspecto importante a tratar, es la genealogía de Hiram Abiff, que nos remonta a la época en que es expulsado Adán y Eva del paraíso, luego del cual según las antiguas tradiciones, Iblis tuvo un hijo con Eva, al que se le dio el nombre de Caín, mientras que su medio hermano Abel es hijo de Adán y Eva.

Continuando con la descendencia tenemos que Caín y Lebuda fueron los padres de Enoc que se casó con Naema y fueron padres de Irad que con Naema, tuvieron por hijo a Mejuyael, este se ayunto con Naema y fueron padres de Matusael que se unió a Naema y fueron padres de Lamec que con Tsilla (Zila) tuvieron por hijo a Tubalcain que se casó con Naema y fueron padres de Ur que se casó con una viuda de Dan y fueron padres de Hiran Abiff y este tuvo por pareja a la reyna de Saba o también llamada Balkis, cuyos ancestros también eran cainitas.

Génesis 4.
4:17 Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Enoc. 
4:18 Y a Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Mehujael, y Mehujael engendró a Metusael, y Metusael engendró a Lamec. 
4:19 Y Lamec tomó para sí dos mujeres; el nombre de la una fue Ada, y el nombre de la otra, Zila. 
4:20 Y Ada dio a luz a Jabal, el cual fue padre de los que habitan en tiendas y crían ganados. 
4:21 Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta. 
4:22 Y Zila también dio a luz a Tubal-caín, artífice de toda obra de bronce y de hierro; y la hermana de Tubal-caín fue Naama. 

La primera referencia que hace la biblia sobre construcción de ciudad, menciona a Caín, con lo cual en esta tradición sería el primer constructor o primer arquitecto, cuyo descendiente póstumo Hiram Abiff será el constructor del Templo del rey Salomón.




[1] Crucifixión de Jesus de Nazareth
[2] Recuérdese la paloma del bautizo de Jesús, según los Evan­gelios. Tiene la misma significación esotérica que el Flud-Hud de Adon-Hirain y Balkis.

[3] Segun nuestros rituales, Hiram iba a salir del Templo, a donde fue a orar, cuando sucesivamente lo asaltaron, por la puerta del norte, con un golpe de regla en la garganta, Jubelas; por la de occidente, con un golpe de escuadra en el pecho, Jubelos, y por la del oriente, con un golpe de mazo en la frente, Jube1on. De aquí se deduce que Fanor es nuestro .Jubelás. Methusael corresponde a Ju­belós y Amru a Jubelón.

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