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domingo, 3 de enero de 2016

HISTORIA Y ORIGEN DE LAS "PLANCHAS MASÓNICAS"

HISTORIA Y ORIGEN DE LAS "PLANCHAS MASÓNICAS"

La historia de la Masonería puede dividirse en tres grandes períodos convencionales:

El primero, en el que la masonería es denominadaoperativa, que abarca los siglos XIII a XVI, y coincide con la edificación de las grandes catedrales góticas en la que el centro de unión de los colectivos masónicos gravitaba sobre el oficio de la construcción.

El segundo, o de los Masones Aceptados, abarca el siglo XVII y los primeros lustros del 

siglo XVIII. Se trata de un tiempo de transición en el que las sociedades masónicas fueron admitiendo miembros honoríficos, llamados Masones aceptados, que no eran obreros de la construcción.

El tercer y último comienza en 1717 y llega hasta nuestros días. En este tiempo se califica a la masonería como especulativa porque está compuesta únicamente por miembros «adoptados», de modo que se separa definitivamente del oficio de constructores, para enfocarse exclusivamente en el aspecto filosófico y ético. Aunque la Masonería especulativa conserva la terminología propia de la construcción, su significado actual es meramente simbólico.

La Masonería Operativa

Sus precedentes inmediatos hay que situarlos en la edificación de conventos romanos en los siglos XI y XII llevadas a cabo por monjes, primero benedictinos y después cistercienses. El Abad asumía normalmente la responsabilidad de trazar o diseñar los planos y de dirigir las obras, pero muy pronto junto a los monjes arquitectos aparecieron arquitectos laicos. 

Se considera que su fundador fue el Abad alemán Guillermo Von Hirschan, conde palatino de Scheuren (1000-1091), quien por primera vez llamó y reunió obreros de todos los oficios para la ampliación y terminación de las obras en la Abadía de Hirschan, en calidad de hermanos laicos, pues aunque los frailes soportaban el peso principal de los trabajos, para la construcción de los grandes monasterios necesitaron la ayuda de un buen número de obreros y técnicos seglares que contrataban procedentes de otras partes. El lugar donde trabajaban y vivían aquellos operarios contratados se denominaba logia. 

Las logias medievales se regían por estatutos y reglamentos. La documentación conservada aporta importante información sobre la instrucción gradual que recibían los masones operativos, el carácter iniciático y simbólico de su aprendizaje, y las obligaciones ético-religiosas que adquirían. Así, por ejemplo, según consta en los Estatutos de Ratisbona de 1459, los constructores formaban un cuerpo independientede obreros, distinguiéndose entre ellos con palabras de contraseña y toques. Estas eran una consigna verbal, un saludo, y una contraseña manual. 

Los Aprendices, Compañeros y Maestros eran recibidos en ceremonias particulares y secretas. Los Aprendices prestaban el juramento de no divulgar jamás de palabra o por escrito las palabras secretas ni el saludo. En este y otros textos antiguos se explica que todo masón medieval cubría un período de formación que abarcaba tres etapas: Aprendiz, Compañero y Maestro. El Aprendiz trabajaba bajo la dirección de un maestro de 5 a 7 años. A continuación, tras sopesar sus cualidades, la Logia proponía pasarlo al grado de Compañero. En el caso de ser admitido, se procedía a una ceremonia de iniciación y posteriormente el nuevo Compañero tenía que irse a recorrer Europa durante dos o tres años para perfeccionar su arte, pero siempre debía trabajar en obras controladas por su gremio. 

No era extraño que el Compañero Masón, influido por su contacto con otras culturas, cambiase las ideas estrechas locales que tenía cuando era Aprendiz, por otras mucho más amplias y cosmopolitas. El viaje que se les imponía a los Compañeros solía durar dos años y era una condición obligatoria para prepararse y estar apto para llegar a la Maestría. 

En todo caso, la masonería medieval no fue una mera institución técnico-profesional, sino que poseyó también un carácter esencialmente iniciático. Así para ser recibido como Aprendiz, Compañero o Maestro, el aspirante o el candidato debía someterse a unas ceremonias rituales de sumo interés, según revelan antiguos documentos y escritos alemanes. Estas ceremonias iniciáticas ponían desde el primer momento al nuevo hermano en contacto con el misterio simbólico y producían en él una especie de catarsis. En las mismas, además de las costumbres tradicionales, se transmitía a los nuevos masones una enseñanza secreta sobre arquitectura y misticismo, incluyendo la ciencia de los números. 

Como símbolos más usuales, los Masones tenían el compás, la escuadra, el nivel y la regla, con un significado moral muy preciso dentro de las Logias. En las logias medievales todos los miembros gozaban de iguales derechos, tenían las mismas obligaciones y se consideraban hermanos. La igualdad de los miembros dentro de las logias, el celo con que se les instruía en la enseñanza técnica y la vigilancia de su progreso moral, fueron los sólidos fundamentos del desarrollo y de la perfección progresiva de la Masonería como institución fraternal. Por ejemplo, en la edificación de una catedral, el obrero que tallaba la piedra glorificaba al Ser Supremo, a la vez que ejercía la caridad y la piedad en la propagación de la doctrina cristiana.

Los Masones Aceptados

En el siglo XVII las logias abrieron sus puertas a miembros honoríficos cualificados desvinculados del arte de la construcción, y esto condujo a cambios sustanciales en su composición sociológica. Con estos nuevos cófrades o Masones aceptados, la Masonería fue perdiendo paulatinamente su carácter profesional y adquiriendo una mayor vocación intelectual que abrió nuevos horizontes espirituales. 

Aquellos masones aceptados, algunos de los cuales eran miembros destacados de instituciones científicas tan prestigiosas como el Royal Society de Londres, trataron de incorporar al universo mental de las logias los ideales de tolerancia y universalismo que mencionaban pensadores como Bacon, Campanella, Comenius, Newton, Locke, y otros, e intentaron hacer de la Masonería una sociedad imbuida de orden material, honestidad, sinceridad, y deseosa de mantener la paz social dentro de una máxima libertad.

La Masonería Especulativa

El 24 de junio de 1717, en la fiesta de San Juan, se reunieron cuatro logias de masones aceptados en Londres, acordando la creación de la Gran Logia de Londres, dirigida por un Gran Maestro. A partir de entonces únicamente la Gran Logia tendría autoridad para crear nuevas logias, naciendo con este hecho la legitimidad masónica llamada Regularidad. La Gran Logia de Londres encargó la redacción de unas constituciones a dos pastores protestantes: James Anderson y Teófilo Desaguliers. En 1723 apareció la primera edición de las Constituciones de Anderson (James Anderson, The Constitutions of the free-masons. Containing History, Charges, Regulations, of that most ancient and right worshipful fraternity, Printed by William Hunter, London, 1723). 

Las Constituciones de Anderson se dividen en las cuatro partes siguientes: 1ª Historia de la Masonería, o más propiamente del arte de construir; 2ª Obligaciones de una francmasón; 3ª Reglamentos generales; y 4ª Cantos masónicos con sus músicas. El artículo primero de la segunda parte mencionada se refiere a las obligaciones del masón respecto a Dios y a la religión, y dice textualmente: 

«Un masón está obligado, por su carácter, a obedecer la ley moral, y si comprende correctamente el Arte, no será nunca un ateo estúpido ni un libertino sin religión. Pero aunque en los tiempos antiguos los masones estaban obligados a pertenecer a la religión dominante en su país, cualquier que fuese ésta, se considera hoy más conveniente obligarles únicamente a profesar aquella religión sobre la que todos los hombres están de acuerdo, dejando a cada uno libre en sus propias opiniones, es decir ser hombres de bien y leales, y hombres de honor y probidad, cualesquiera que sean las denominaciones y las creencias que les distingan; de esta suerte la Masonería es el Centro de Unión y el medio de conciliar una amistad entre personas que de otro modo hubieran permanecido perpetuamente distanciadas». 

El hecho de que tales planteamientos correspondan a las primeras décadas del siglo XVIII aumenta
su significación. A modo de síntesis pueden destacarse cuatro puntos:

1) La Masonería exige la creencia en Dios, al que denomina genéricamente Gran Arquitecto del Universo, pero esto es ajeno a cualquier profesión religiosa determinada.

2) La Masonería proclama la libertad de conciencia, respetando las creencias religiosas individuales.

3) La Masonería es una institución fraternal creada para ser centro de unión entre los seres humanos.
El fundamento esencial de la Masonería es la integridad ética.

Respecto a la actitud de la Masonería frente al Estado, decía el artículo 2º: «El masón ha de ser pacífico súbdito de los poderes civiles, cualquiera que sea el lugar donde trabaje o resida, y no mezclarse nunca en complots o conspiraciones contra la paz y el bienestar de la nación, ni faltar a sus deberes con los magistrados inferiores».

Por tanto, la institución masónica debe ser apolítica y debe respetar las ideas políticas de sus miembros como ciudadanos. Al neutralismo religioso del artículo I se añade el neutralismo político de este artículo II. La explicación de esta pretensión viene expresada en el artículo VI:

«No se ha de decir ni hacer nada ofensivo ni que arriesgue la conversación libre, porque estropearía nuestra armonía y desbarataría nuestros laudables propósitos. Por tanto no se promoverán disputas ni discusiones privadas en el recinto de la logia, y mucho menos contiendas sobre religión, nacionalidades o política de Estado, porque en calidad de masones no sólo somos miembros de la religión universal mencionada, sino también de todas las naciones, lenguas, y razas, y nos oponemos a toda política, porque no ha contribuido nunca ni podrá contribuir jamás al bienestar de la logia».

Como reacción a la creación de la Gran Logia de Londres, otras logias de tipo especulativo reaccionaron incentivando nuevas fundaciones y llegaron a instalar en 1751 una Gran Logia de Masones Antiguos y Aceptados y a publicar unas constituciones propias en 1756. No obstante, en 1813 la Gran Logia de Londres y la Gran Logia de Masones Antiguos y Aceptados se fusionaron y crearon la Gran Logia Unida de Inglaterra, de modo que la inmensa mayoría de los talleres masónicos de Gran Bretaña se mantuvieron fieles a las Constituciones de Anderson.

Y siguiendo todos esos usos y costumbres, fue así como dentro de la Masonería operativa los obreros de los distintos Talleres comenzaron a presentar regularmente Planchas o Trazados de Arquitectura sobre temas ético-religiosos o de carácter iniciático, relacionados con el simbolismo masónico. Se denominaba “Plancha” a cualquier trazado o trabajo que impreso en papel, tela o barro, que le sirviera al masón no solo para trabajar y hacerse una idea de cómo quedaría la piedra después de desbastada, sino también para ayudar a sus Maestros a discutir la idea, y a los Aprendices y Compañeros a saber cómo realizar la obra una vez discutida.

Se han encontrado en las pirámides y en jeroglíficos la explicación de lo que es una auténtica Plancha. Esta indicaba con dibujos a los obreros cómo debían hacer su trabajo en forma ilustrada, para que quienes no sabían leer pudieran fijarse en los dibujos, entender la idea y conocer la historia, y realizar lo que se les pedía.

En la Masonería especulativa de hoy, todo trabajo masónico comienza con una Plancha, tan solo que hoy las Planchas se hacen escritas en papel para poder leerlas y discutirlas entre todos los miembros del Taller en la Logia, con la finalidad de enriquecer el conocimiento de sus miembros con ese trabajo compartido en común.

En todo caso, las Planchas ya no dependen de la perfección de cada piedra, sino de la perfección con la que cada piedra se inserta en el muro. La Masonería no es solo pulir la piedra individual que es cada uno de nosotros, sino también atender a la obra en general, la que se comparte entre todos, para que la esencia de la obra no se pierda. A veces las piedras no son perfectas y no se ajustan bien al muro. Pero cada masón, como obrero de su Taller, busca siempre la forma de pulirla, ayudado por sus hermanos, hasta poder insertarla.

La Masonería es un trabajo en equipo con obreros que laboran tenazmente buscando el perfeccionamiento del ser, y todo lo que tienda a esa perfección como vía de acercamiento al Gran Arquitecto del Universo. Sirva para ejemplificar esta idea, este poema de Víctor Hugo:

Te deseo primero que ames, 
y que amando, seas también amado. 
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar 
y que después de olvidar, no guardes rencores. 
Deseo, pues, que no sea así, pero que si así fuera, 
sepas ser sin desesperar. 

Te deseo también que tengas amigos, 
y que aunque sean malos o inconsecuentes, 
sean valientes y fieles, o que por lo menos 
haya uno en quien confiar sin dudar. 

Y porque la vida es así, 
te deseo también que tengas enemigos. 
Ni muchos ni pocos sino la medida exacta, 
para que algunas veces te cuestiones 
tus propias certezas. Y que entre ellos, 
haya por lo menos uno que sea justo, 
para que no te sientas demasiado seguro. 

Te deseo además que seas útil, 
más no insustituible. 
Y que en los momentos malos, 
cuando no quede nada más, 
esa utilidad sea suficiente 
para mantenerte en pie.

Lean pues y entiendan que cada Plancha que aquí será presentada por cada uno de ustedes y por sus hermanos, es solo un reflejo del ser que la escribió y que trató de expresarse a través de ella en el momento presente. Cuando pasen varios años, es muy probable que esa misma persona escriba de una manera diferente su propia historia --y también sus Planchas--, a medida que evoluciona puliendo la piedra de su propio ser. No juzguen a ningún hermano por su ortografía, caligrafía, ni normas gramaticales. Juzguen solamente el sentimiento, la sinceridad y la ilusión con que cada Hermana Aprendiz escribe, inspirada en sus experiencias y profundas reflexiones, y que su esfuerzo se lo premie el Gran Arquitecto en virtudes y en conocimiento. 

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