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miércoles, 10 de febrero de 2016

El Mito de la Revolución Masónica

El Mito de la Revolución Masónica
Eduardo R. Callaey, Editorial Lectorum, México, 2008
Por: Armando Castillo Romero


“En la medida que los actores sociales (políticos, líderes sindicales, militares, empresarios, jueces,) forman parte de una obediencia masónica, esta estará en condiciones de llevar a la sociedad los principios en los que sus hombres son instruidos”.

El libro del francmasón Eduardo R. Callaey es rico en análisis, en sugerentes hipótesis y bellas ilustraciones.

El autor realiza cuestionamientos como los siguientes. “¿Es cierto que las logias masónicas constituyeron el centro de la conspiración contra el Trono y el Altar? “¿Qué es lo que se persigue con la Iniciación? “¿Puede ser la francmasonería al mismo tiempo tradicional y revolucionaria?” “¿Cuál es el límite que separa a la francmasonería en tanto institución simbólica-iniciática del club político?

La colección El Factor Masónico/La Historia Paralela, que integra este titulo, reúne un esfuerzo intelectual que une lo disperso y explica lo difícil que es clasificar a la institución más influyente de todos los tiempos.

Este proyecto editorial, si bien es firmado por Callaey, es un esfuerzo continuo y permanente de antigua perseverancia tanto de masones argentinos como de otros masones pertenecientes a otras latitudes que se esfuerzan por explicarse, y explicarle al lector que no es masón, la influencia que ha ejercido la Masonería a través de los siglos como una institución, que a la fecha, “se siente sin dejarse ver”.

El autor bajo una mirada crítica nos lleva desde el análisis esotérico de Jano Bifronte y su asociación con el hacha de doble hoja, pasando por el cristianismo ligado con San Juan del Nuevo Testamento, San Juan Bautista, San Juan Evangelista hasta los Illuminati; siendo el epicentro de este esfuerzo intelectual la Revolución francesa y la participación directa o no de los miembros de la Orden masónica.

El Mito de la Revolución Masónica. La verdad sobre los masones y la Revolución Francesa, los Iluminados y el origen de la masonería moderna” esta estructurado en diez capítulos, con títulos y subtítulos provocativos y diáfanos como son sus contenidos: el Orden Interior, Alquimia y Hermetismo, La Cábala, los “Superiores Desconocidos”, así como consideraciones finales que plantean nuevos retos a la institución en cuestión. 

En la introducción, el autor hace una remembranza de los orígenes de la masonería, de su compleja composición inicial (y actual), de su estructura jerárquica así como de su “ininteligible” praxis. Si bien todo lo expuesto en este capítulo busca explicar al lector los orígenes de la Orden masónica, la argumentación tiene un evidente propósito ético-didáctico que trata de demostrar que si bien las logias masónicas están compuestas por un conjunto de hombres (inicialmente), el esfuerzo al que van encaminadas las enseñanzas masónicas están dirigidas a vencer la batalla más individual y la más difícil: la lucha interior que realiza cada masón, de manera individual, consigo mismo, en pro de una humanización más conciente, alertada y responsable que permita la socio-construcción de un mundo ideal (en teoría) y factible (en la práctica).

Es claro que la francmasonería busca ante todo el perfeccionamiento moral y espiritual de sus miembros.

El segundo capitulo versa sobre las influencias y contra-influencias de las que se ha nutrido la tradición iniciática característica de la masonería. Influencias tan diversas como la tradición hebrea, la rica tradición escocesa y las enseñanzas alquímicas que fueron, todas ellas, aglutinándose y modelándose tanto en una cosmovisión del mundo como en una práctica quev fue evolucionando hacia el aspecto social, ya que los antiguos masones, inmersos en esta hélice, transitaron de la piedra franca a la piedra filosofal y de ésta a un llamado a la acción en la búsqueda intemporal de un mundo más justo.

Si bien este tránsito poco homogéneo, en un ángulo, contrastante y contradictorio, bajo otro ángulo, dio frutos a la larga, durante su desarrollo, polarizo dos concepciones opuestas ¿y complementarias? de la francmasonería entre los racionalistas y los espiritualistas que eran fieles al origen. Ambos grupos, sin embargo, deseaban construir Destino. 

De los capítulos dos al seis, su lectura es básica para entender tanto las doctrinas místicas que se introdujeron en la Orden durante el siglo XVIII así como a los hombres (de las personalidades más dispares) que las promovieron o las acometieron. Se hace un recorrido de los antecedentes rosacruces, de la influencia de la Kábala, y el papel que jugaron las casas reinantes europeas. Igualmente, se explica el contexto socio-político en el que se desenvuelven estas fuerzas y contra-fuerzas espirituales y no tan “espirituales” y sus consecuencias deseables, para unos, indeseables para otros. Estas “pugnas” fraternales no son otra cosa que la marca inequívoca de que la francmasonería es una sociedad de libres pensadores. Como lo dice el autor: “La francmasonería no es hoy (y no lo es desde hace siglos) una unidad de principios ni una unidad de acción”.

En el capítulo siete se entra al meollo del asunto, la Masonería y la Revolución Francesa; la ascensión de la burguesía como un poder emergente, con características y evolución propia, misma que “le pone las manzanas a 25” a la aristocracia a través del capital, la creatividad y el ingenio. Esta es la primera manifestación de la Revolución que acecha a los “Estados Generales”: el Clero, la Nobleza y la Alta Burguesía.

Voltaire, Rousseau y D’ Alembert, representaban a la nobleza ilustrada y liberal que se caracterizaba tanto por su inteligencia como por su concepción de las cosas podían (y debían) de ser de otra manera en bien de la mayoría. 

Para ellos, como para otros francmasones, la Francmasonería es “maqueta de Estado”, modelo de una sociedad “utópicamente” posible.

Junto a inquietudes individuales aisladas, el Gran Oriente de Francia (sede de la masonería Francesa) albergaba en sus templos a artistas, nobles, clérigos liberales, que entraban y salían de sus trabajos masónicos, ahora, influenciados por las luces de la Ilustración; luz que no únicamente calentaba sino que también alumbraba los caminos por recorrer.

En los templos masónicos (ó Talleres para hablar en términos apropiados), hombres de las más diversas corrientes del pensamiento y práctica política coincidían para deliberarsobre los acontecimientos del momento, y donde los masones tenían que tomar partido, ya sea para conservación del statu quo, ya sea para transformarlo. Dentro de estos talleres, el masón adquiría las virtudes masónicas de fraternidad y tolerancia, solidaridad y magnanimidad, en suma, reunión tras reunión, adquiría una mayor impronta moral que pondría a prueba al salir de sus debates fraternales.


Se buscaba, nos dice el autor, en la práctica, una reforma política a través de una reforma moral (no eclesial). Por ello, mucha de la historia de la humanidad se ha escrito en el seno de las logias.

El libro (y todos los libros de Eduardo R. Callaey) nos muestra un sinnúmero de variantes del espíritu humano, ya que si bien, las enseñanzas adquiridas en los talleres masónicos guían una conducta (no condicionada), también es cierto, que durante el desarrollo de la Revolución Francesa hubo numerosas muertes de masones a manos de otros, también masones, demostrando con ello, más que una falta de congruencia, si, una excesiva complejidad para entender lo humano.

Del capítulo ocho al final del libro se explican los desarrollos difíciles, compulsivos, inéditos que los masones franceses tenían tanto dentro como fuera de sus logias, toda vez que dentro de los talleres existía un potencial espíritu de igualdad, no solo a nivelación estamental, sino también de concepción social expandible a la nueva sociedad que se proponía, incluso, con el innecesario derramamiento de sangre. 

Como el lector se va acercando al final del libro, conoce la influencia de los Iluminati, de las “diferencias” de éstos con la masonería tradicional, de sus cambios de frente en relación a nuevas vías de confrontación social, de la defensa que hacen, los radicales y los tradicionalistas, contra el supuesto complot orquestado por la francmasonería, al amparo de sus altos grados, contra la oligarquía que “gobernaba” Francia. 

Pasada la Revolución Francesa, la masonería se reorganiza bajo “un claro rol de transformación de la sociedad”, tras el Chao se construye el (nuevo) Ordo.

Finalmente, considero que además del rigor con que se desempeñaron todos los capítulos del libro, la afiliación del autor a la Orden masónica le da una impronta que le permite “escribir con conocimiento de causa”, ya que sus análisis están acompañados de una practica cotidiana, reflexiva y critica. Deseamos que el autor nos siga obsequiando trabajos futuros que comentar, mientras llega el momento dejamos abierto una de sus más sinceras preocupaciones… “Como Orden secular (la francmasonería) se enfrenta hoy al desafío de comprender cuáles son los límites de la secularización. Como Orden iniciática le queda por delante la tarea de articular una visión renovada de su mensaje tradicional”. Es cuanto. ▲

http://columnasdeltercermilenio.es.tl/EL-MITO-DE-LA-REVOLUCI%D3N-MAS%D3NICA.htm

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