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miércoles, 5 de junio de 2013

Libertinaje y francmasonería



Libertinaje y francmasonería. 
De la piedra bruta a la piedra cúbica.

Charles Porset.

La época clásica ( « el Gran Siglo ») fue el de los libertinos ; el libertinaje caracterizó mas que nada al Siglo de las Luces. Al menos en la tradición escolar.

Gassendi pasa por un filósofo libertino por oponerse a Descartes y reactivar la tradición materialista ; pero no son menos libertinos poetas tales como Théophile de Viau o Saint-Evremond, que desarrollaron un naturalismo epicúreo, o utopistas como Cyrano, Foigny, Veiras, que describieron mundos imaginarios de donde los dioses habían sido expulsados.

¿Y Barraux, sodomita y francamente disoluto ?

Calvino tenía a los anabaptistas por libertinos : les denunció en un virulento panfleto titulado «  Contra la secta fantástica ( sic) y furiosa de libertinos que se llaman espirituales » ( 1544)

¿Cómo pasamos en el siglo siguiente, de Molière, de la Fontaine, autor de los Cuentos, a Bayle que sostenía que una sociedad de ateos era posible ?, a Diderot y mas adelante a D´Argens, Crébillon, Laclos, Rétif o Sade ?.

Pero en el siglo dieciocho, se prefería mas bien hablar de Filósofos, reservando el término de libertinaje o de libertinos a los novelistas y poetas.

Pero Diderot fue las dos cosas a la vez, como Sade, que quizás fuese menos una cosa que la otra : de la Bastilla a Bicêtre, las vías fueron compartidas.

Puede apreciarse la dificultad que encierra la categoría de libertinaje y la ambigüedad de una palabra que puede designarlo todo y su contrario.

Libertino viene del latín libertinus que significa liberto.

El Littré precisa : palabra que proviene  « del griego libertinos, latin libertinorum. Parece haber sido una sinagoga compuesta de hijos de libertos, libertini ; esa sinagoga se contaba entre las sinagogas formadas por extranjeros ».

Es de notar el deslizamiento de sentido que de los libertos, nos conduce a su vástagos, después a los extranjeros y finalmente a los judíos «  rebeldes a las creencias ».

El padre Garasse, vigilante defensor de la ortodoxia romana e infatigable adversario de los libertinos, les consagra un capítulo en su Suma de mas de mil páginas titulado : «  Doctrina curiosa de los bellos espíritus de ese tiempo, o que pretenden ser tales, conteniendo muchas máximas perniciosas al estado, a la religión y a las buenas costumbres, combatida y revertida » ( París, 1623) : los «  bellos espíritus » son los ateos ( él dice ateístas), los hugonotes, los voluptuosos o nuevos epicúreos y evidentemente todos los que se apartaban de la ortodoxia romana.

Sin duda el Edicto de Nantes había pacificado los espíritus, pero la religión católica fue atacada en algunos libelos «infames » y voluntariosamente obscenos, tales como el Parnasse de vers satyrique, atribuido a Théophile de Viau.

Puede verse que Garassus- es su nombre latinizado como aparece el título de la obra- agrupaba en un mismo gesto a la galaxia de libres pensadores asociándolos al libertinaje de espíritu y de las costumbres- asimilaciòn que ya se encuentra en el diccionario franco-inglés de Cotgrave (1611) que traduce Libertinaje por »Libertinaje, Epicureismo, sensulidad, licencia, disolución ».

« Yo llamo libertinos- escribe nítidamente Garasse- a nuestros borrachos, moscones de taberna, espíritus insensibles a la piedad, que no tienen otro Dios que su vientre, que son enrolados en la maldita confratermidad que se llama « La confraternidad de las botellas(…), y viven licenciosamente(…) » p. 37

Por otra parte, en un texto anterior destinado a refutar a Etienne Pasquier, el espectro es mas extenso : « Por la palabra libertino, escribe, no entiendo ni un hugonote, ni un ateo, ni un católico ( ( quiere decir jansenista) ni un hereje ni un político, sino un conjunto de todas esas cualidades » La mezcla siempre es promiscua.

Se podría esperar que Garasse desarrollara en esas dos obras largas cadenas de razones para invalidar la doctrina de los « bellos espiritus » argumentando- es la regla que siguieron los Gassendi, los Naudé y todos los libertinos eruditos hasta Pierre Bayle, muy unido a esa contelaciòn histórico-crítica, y que se trataba nada menos que de ateos virtuosos ; Garasse elige otra vía : la de la burla, del insulto, de la ironía ( método que usaron con mas talento, Pascal en sus Provinciales y Voltaire en su Dictionnaire).

Un ejemplo entre cien : 
« Toda esa canalla ha provocado funestos accidentes en distintos lugares de Europa, por sus máximas secretas & su cábala oculta, no dejando en el fondo ninguna doctrina en sustancia mas que las de nuestros pretendidos Bellos Espíritus mas que nada porque sus actos son de ateismo, brutalidad y libertinaje(…) cuando no de dogmatismo(…) los cabarets con sus diletantes y beodos, los salones y logias de Borgoña ( teatro del Hôtel de Bourgogne)llevan las marcas de su impudicia, las asambleas secretas no tratan mas que su ateismo y el Parnasse Satyrique muestra a todo el mundo su excecrable impureza que supera a la de Petronius ( Petronio) y Aretino ».
He presentado este extracto porque hace recordar a las acusaciones que serán lanzadas contra los francmasones a quienes se les culpará ante todo del pecado de sodomía porque sus reuniones eran entre hombres.

Y según Garasse, con esos « granujas » es imposible razonar, sería tiempo perdido :« Me he apercibido que tratar de convencer a nuestros nuevos dogmatizantes por la autoridad de los teólogos es como querer combatir a los judios por la autoridad de los Evangelios, pues así como los judíos devuelven el nuevo Testamento a fin de no recibirlo, así nuestros pretendidos bellos espíritus se mofan de nuestras predicaciones cuando ante cualquier absurdo los reducimos por la fuerza de la teología, nos dan de nariz y se mofan como si les habláramos en bajo bretón o en vasco. »(p.120)

La única receta es suprimirlos, ejecutarlos.

Y como prueba presenta los diversos edictos condenando a la estaca o la horca a Jean Fontanier, Cosme Ruggieri y Vanini. Y agrega a Theophile de Viau que merece la misma suerte.

Semejante furor asombra y algunos se preguntan si esa hipérbole no habría reforzado el campo de los «  libertinos»

Así es que al final de las guerras de religión ( que como se sabe fueron esencialmente políticas) y de la conversión de Enrique IV, el tono está marcado. No puede olvidarse que en la misma época, el pacífico Marin Mersenne, fiel corresponsal de Descartes, contaba unos 50.000 ateos en París (De límpieté des déistes, athées et libertins de ce temps, Paris, 1624).

Y es en ese momento de « crisis » que se inventa la masonería – esto es cierto- en Inglaterra a principios del siglo dieciocho.

No voy a volver sobre su acta de nacimiento en Londres, 1717, en un Reino Unido que había tenido su Revolución Gloriosa ( 1688-89) equilibrando el poder del rey y de las Cámaras y decretando el Habeas Corpus ; el régimen hanoveriano, es decir protestante y latitudinario, donde Locke acababa de escribir A Lettre concernig Toleration ( Carta respecto a la Tolerancia).

Lo que sin embargo debe ser destacado, en relación a nuestro objeto, es que el texto fundador de la orden masónica ( las Constituciones de Anderson de 1723 que se sabe fueron una obra colectiva), excluye a los « ateos estúpidos y a los libertinos irreligiosos » de la fraternidad.

Algunos concluyeron rápidamente en que el ateísmo no era soluble en masonería y que rechazando al libertino, el Arte Real se destacaría de los Free Thinkers (librepensadores) que animaban el debate filosófico de entonces- pienso en Collins, Tyndall, Wollaston, Toland y a sus oponentes, Boyle, Stillingfleet, Clarke, Berkeley, etc.

Hay que agregar que los « deístas » ingleses debían mucho a los libertinos del Gran Siglo, en la medida en que se insufló la libertad que Inglaterra conoció entonces (que provocará la admiración de la Europa de Montesquieu hasta Lessing, pasando por Voltaire) y fuerza es de constatar que uno de los primeros Grandes Maestros Adjuntos de la Gran Logia de Londres- Martin Folkes- era según el testimonio de sus amigos un no creyente que pertenecía a un « Infidel Club ( club de infieles) ».

Y es así que un contemporáneo de Anderson, pastor presbiteriano como él, pero de tendencia episcopalista ( para hacerlo breve, se dirá que acordaba con el establishment anglicano), John Weemse, había escrito en 1636 un tratado ( A treatise of the four Degenerate Sonnes)( un tratado de los cuatro hijos degenerados) donde junto al Ateo Estúpido del que hablaba Anderson, se evocan otras tres categorías de ateos con las que la ortodoxia anglicana estimaba poder razonar y reconducir al rebaño.

Esto venía a decir que solo el ateo estúpido, que provenía en línea directa de Garasse ( y que evidentemente jamás existió entre los medios libertinos que estaban totalmente civilizados y letrados), estaba excluído de la Fraternidad.

Dicho en otros términos, significa que la masonería al momento de su creación era, estaba, en su definición latitudinaria, abierta a los Free Thinkers, libertinos, ateos, liberados del dogma que se situaban entre fe y razon y seguidores, algunos de ellos, de un Cristianismo razonable.

En cuanto a los libertinos irreligiosos, hace pensar menos en Volpone, que es un burgués enriquecido y sin religión, que en un Don Juan, aristócrata libertino que en el Festin de Pierre de Moliére, exige de un mendigo que pida a la puerta de la iglesia de la que él blasfema. Como aquel, aterrorizado, se rehúsa, el gran Señor Don Juan le arroja un Luis de oro «  por amor al hombre ».El libertino se resume en un gesto : Dios ha olvidado las almas, el Hombre es su único horizonte. La réplica provoca el escándalo !

Esto no significa que la masonería recién aparecida haya sido el producto de un pensamiento radical. Esa antigua tesis ha sido un festín para la anti masonería que después de las constituciones papales de Clemente XII (In eminenti) y Benedicto XIV (Providas) la condenan, por haber visto en su « tolerancia » un fermento de incredulidad.

Sin entrar en detalles que no tienen lugar aquí, me limitaré a observar que esto fue retomado en 1887 por Cludio Jannet ( Les précurseurs de la maçonnerie au XVI et au XVII siècle), ( Los precursores de la masoneria en los siglos XVI y XVII), y en el siglo veinte por Albert Lantoine en su obra « Un precurseur de la franc-maçonnerie, John Toland, suivi de la traduction française du Pantheisticon (París 1927).( Un precursor de la francmasonería, John Toland seguido de la traducción francesa del Panteisticon).

Este último es seguro que no era un antimasón sino miembro eminente de la Gran Logia de Francia, pero a veces sus conclusiones eran apresuradas.

Sin duda la Sociedad Socrática( sodalidad) descripta por Toland al fin de su obra, puede hacer recordar a las tenidas de mesa de la francmasonería, pero mas seguramente evocaban las sociedades báquicas y libertinas que existían tanto en Framcia coo Inglaterra u Holanda antes de que apareciese la francmasonería.

Thémiseul de Saint-Hyacinthe ( autor en un tiempo exiliado en Inglaterra, de « Chef d´oeuvre de un inconnu »- una perla !), que es nuestra fuente, habla de una veintena de años antes en estos términos
 : « - Hay que admitir que la palabra Confraternidad no es propiamente la que se espera de una Sociedad de amigos en un cabaret, donde cada uno paga su consumo y donde ninguna persona es recibida sin el consentimiento de los demás. Es lo que hace que esa palabra de Confraternidad esté presente en esos ritos o fórmulas que debe observar esta Sociedad que denominan Socrática, fórmulas que pueden ser consideradas como de las «  Horas canónicas o de los Oficios de las Iglesias » ( Recherches philosophiques sur la necessité de s´assurer par soi-méme de la vérité(..) Rotterdam, 1743, p.72)
Solo diremos que el «  ritual » de los Caballeros del Júbilo hallado entre los papeles de Toland y exhumados hace algunos años por la historiadora americana Margaret Candee Jacob son del mismo tenor.

Esta es, por otra parte, la opinión unánime de la comunidad científica internacional ( El lector curioso encontrará el punto en las páginas 58-68 del recomendable prefacio de O. Nicastro y M. Iofrida en su reedición del Panteisticon ( Pisa, UTS, 1996).

Por otra parte, existen algunas evidencias de que John Toland no fue un masón. No se puede confundir la masonería que se inventó en Londres en 1717 con el radicalismo filosófico de los « levelers » ( Niveladores) ingleses ni del republicanismo de Toland ; no mas que con el libertinaje « erudito » y no creyente o el epicureismo de   « alcantarilla » contra el cual había batallado despiadada mente el padre Garasse y que retomaran sus herederos y a veces nuestros contemporáneos.

La masonería se inscribe seguramente en el gran movimiento de secularización de los sagrado que se extiende por Europa desde al menos el renacimiento ; hija natural del protestantismo, como escribía Lantoine, se desliza en las grietas de la Romania católica desarrollando una forma inédita de sociabilidad desgajada del dogmatismo post tridentino- el consentimiento del trono y el altar.

Ella participa de ese punto de vista insuflando la libertad que gana la Europa de las Luces, y, todo con la permanencia ortodoxa en materia de política y religión ( una condición sine qua non), se convierte en uno de los vectores del libertinaje cosmopolita de las Luces- la obra del hermano Giacomo Casanova es un testimonio elocuente. Aunque muchos masones preferían la virtud al vicio ( al menos de palabra, porque el resto no tenía la fuerza interior), se sabe que el autor de Liaisons Dangereuses (Relaciones peligrosas), Choderlos de Laclos, era masón.

Un virtuoso como Diderot, no fue por eso menos amigo y secretario del Gran Maestro Felipe Igualdad, que lo era poco.

Otro hermano, Antoine de Riqueti Mirabeau había producido una Erotika biblion donde mostraba con bella erudición que de la Biblia y de la antigüedad podría obtener información muy detalladas y segura sobre «  El onanismo y la homosexualidad, etc, etc ; y en fin sobre las materias mas escabrosas que hayan tratado los casuistas y hacerlas legibles, aún al collar mas compuesto, y espolvoreado con ideas filosóficas ? » ( p.xj sq. de la edición 1833 de los hermanos Girodet). A retener : ideas filosóficas.

Los antiguos y no solo los gentiles, estaban bien informados. Se reconocía que la filosofía no solo trataba del cielo y las ideas y que los dioses mantenían una inquietante familiaridad con Eros y su delicioso avatar, el amable Cupido.

Diderot, sin duda uno de los espíritus las poderosos de su tiempo ( que sería hecho masón en 1778, en ocasión de las pompas fúnebres organizadas por la logia de las Nueve Hermanas en memoria de Voltaire, sin tener la intolerancia del partido fanático «  de la Corte », escribía el 7 de octubre de 1761 estas líneas profundas a su amante Sophie Volland :

«  Los libertinos son bien venidos en el mundo, porque son imprevistos, gays, agradables, disipados, dudosos, complacientes, amisgos de todos los placeres ; por lo que es imposible que un hombre se arruine sin enriquecer a otros, se trata de que preferimos los vicios que nos sirven o nos divierten a las virtudes que nos degradan y enojan ; ellos están llenos de indulgencias ante sus defectos, algunos de los cuales también son los nuestros ;


Se suman sin cesar a nuestra estima por el desprecio que tenemos de ellos ; es por facilidad ; nos consuelan de nuestra virtud por el espectáculo divertido del vicio ; nos distraen de aquellos de lo que no osamos hablar ni hacer ; Y es que somos todos un poco viciosos ; es que ordinariamente los libertinos son mas amables que los demás, tienen mas espíritu, mas conocimiento de los hombres y del corazón humano.

Las mujeres los aman porque ellas son libertinas. No tengo muy claro si las mujeres sinceramente se disgusten con los que las hacen enrojecer ; no habrá seguramente una sola mujer honesta que en alguna ocasión no se haya sentido molesta de que la hayan tratado con brusquedad sobretodo después de su aseo. ¿Qué se precisa entonces ? Un libertino.

Es decir un libertino que le guarda el lugar al libertinaje que uno se ha prohibido a si mismo. Y son tan comunes que si se los desterrara de la sociedad, el diecinueve veinte avos de los hombres y mujeres quedarían reducidos a vivir solos. Se les recibe porque no se quiere que encuentren puertas cerradas. Se es, se ha sido, puede que un día te haremos un libertino. En todo caso, una mujer se alegra de saber que si ella se decide, habrá un hombre presto a alabar su vanidad, su amor propio, su pretendida virtud y que se encargará de todos los avances. Es tanta la violencia misma que deseamos pedir disculpas. Casi todos los libertinos son galantes, repugnantes, etcétera »

Conviene no olvidar que en la concupiscense (concupiscencia o lujuria), pecado que la apologética cristiana ha reprochado siempre a los libertinos- pero ¿ quién tiene la culpa ?- hay : con, cul, pisse et sens ( coño, culo, pis y significado). Esto es así.

Charles Porset.
(Traducción de Saul Apolinaire)
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