¿De dónde surgen los héroes de la Independencia?
Garaycochea
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Arturo Michelena: El Panteón de los héroes
En la Mitología, los héroes surgen de circunstancias tan excepcionales, que solo se explican por la participación de seres sobrenaturales que aceptan mezclarse con los humanos. Rara vez provienen del pueblo. Su destino parece marcado como la herencia de fuerzas superiores, incluso desde antes de su nacimiento. Hay que prestarles atención, porque sus acciones resultan memorables, y la decisión de descuidarlas no tarda en convertirse en el signo de la incapacidad de los observadores para evaluar la trascendencia de lo que presencian.
Los héroes afrontan desafíos extraordinarios, que el común de los mortales elude, para no complicarse demasiado la existencia, y lo más probable es que resuelvan conflictos fundamentales, que derroten enemigos superiores a sus fuerzas, que organicen instituciones, que dirijan a la comunidad en momentos de crisis. Los héroes de la Independencia americana surgen de una realidad preñada de contradicciones, por las injusticias que se acumulan durante generaciones, por la inercia típica del mundo colonial.
Para destacarse en cualquier actividad pública, durante los tres siglos en que los países de continente americano vivieron bajo el régimen colonial, hacía falta aprovechar oportunidades que rara vez se debían al trabajo efectivo y el talento personal de las personas, y por lo general estaban determinados por el origen y los contactos.
Algunos próceres llegaron a convertirse en lo que fueron, desde los grupos más ricos de la sociedad colonial. Sus familias habían prosperado en el Nuevo Mundo gracias al trabajo de esclavos traídos del África y la producción de materias primas reclamadas por la economía de las grandes potencias de Europa.
Fue el caso de las plantaciones de añil y café para los Bolívar y Palacio, propietarios de enormes haciendas y minas de carbón de Venezuela. Algo parecido le sucedió al ganadero José Gervasio de Artigas, en el territorio al norte del Río de la Plata, que luego se conocería como Uruguay. Eran privilegiados, que no se conformaron con el disfrute de lo que sistema colonial les ofrecía. Ellos pretendían más, una libertad de acción política imposible en una monarquía.
Otros estaban conectados con familias influyentes, por participar en la administración colonial. Fue el caso de José de San Martín, relacionado con los Alvear, o el de Juan Martín de Pueyrredón en Buenos Aires; el de Josefa Ortiz en México, el de Francisco de Paula Santander en Colombia, el de Gaspar Rodríguez de Francia en Paraguay, el de Antonio José de Sucre, hijo de quien se había desempeñado como Capitán General de Cuba y gobernador de Cartagena de Indias. Los contactos que habían logrado gracias a su empeño, no los dejaban satisfechos.
Las relaciones con el poder colonial fueron decisivas para ellos, incluso cuando se trataba de figuras tan cuestionadas como los hijos no reconocidos de los altos funcionarios. Fue el caso de Bernardo O´Higgins, hijo natural de un Capitán General de Chile, el irlandés Ambrosio O´Higgins, que a pesar de su soltería, nunca contrajo matrimonio con la madre, Isabel Riquelme y tardó varios años en darle el apellido.
Hay quienes otorgan a José San Martín un origen bastante más romántico. Habría sido el hijo de un rico comerciante de Buenos Aires, Diego de Alvear y Rosa Guarú, una indígena guaraní que posteriormente se desempeñó como nodriza del niño (pero que de todos modos no acompañó a la familia San Martín a España, cuando ellos regresaron a su patria, pocos años más tarde, llevándose a José). Alvear habría llegado a un acuerdo con uno de sus amigos más cercanos, que aceptó presentar al niño concebido fuera del matrimonio como uno de los suyos, comprometiéndose a pagar los estudios de José y utilizar sus contactos en España para facilitar el ingreso en la carrera militar.
En una sociedad dividida en castas, donde era difícil escapar al ámbito que le había sido asignado a sus padres, aquellos que no podían certificar su origen, se encontraban en una posición todavía más incómoda, puesto que se los discriminaba por una falta de la que ni siquiera cabía responsabilizarlos. Por lo tanto, no resultaba improbable que entre ellos, desubicados, humillados, surgieran los rebeldes. Simón Rodríguez fue un hijo abandonado por sus padres, criado por un tío materno, sacerdote de Caracas, circunstancia que posteriormente Rodríguez ocultó cada vez que le preguntaban sobre su origen.
Las anécdotas de la temprana revuelta de los esclavos negros en Haití, causaba horror a quienes aprovechaban los ingentes beneficios de un sistema de explotación de otros seres humanos de otras culturas y colores de piel, que consideraban tan justo como inamovible. Si alguien pretendía subvertir ese orden desigual, solo podía ser condenado y pintados con los colores más alarmantes, porque ofrecía un ejemplo tentador para otras víctimas de discriminación en los distintos países de la región.
[Jean-Jacques Dessalines] hizo que se alistaran una multitud de bandidos y malhechores, que se habían hecho dignos mil veces de un suplicio, y formó un regimiento, al que dio el nombre de negros sans-culotes o del ejército revolucionario. (Juan López Cancelada: Vida y obra de J.J.Dessalines)
La ilegitimidad del nacimiento podía marcar para siempre la vida de alguien en esa época. La muerte de su madre al nacer ella, fruto de una relación extramatrimonial, definió por ejemplo la infancia de Manuela Sáenz, a pesar de haber crecido en el hogar de su padre, en Quito. Probablemente no disfrutaba la cercanía de sus hermanastros nacidos de un matrimonio consagrado ante Dios y el Estado. A los diecisiete años, Manuela escapó del convento donde la educaban, para seguir a un oficial atractivo, que pronto la abandonó. Para superar la condena social de su origen y sus decisiones apresuradas, tuvo que emigrar a Lima, donde logró casarse con un médico inglés, bastante mayor que ella.
Algunos próceres, como fue el caso del mexicano Ignacio Allende, pertenecían al ejército español y sin embargo decidieron participar en el movimiento de los rebeldes. Allende se unió a las fuerzas reunidas por el sacerdote Miguel Hidalgo.
Otros próceres de la Independencia provenían de familias europeas asentadas desde hacía tiempo en el Nuevo Mundo, que se dedicaban al comercio y obtenían cargos subalternos en la administración pública (fue el caso de Francisco de Miranda, Andrés Bello, Antonio José de Sucre, en Venezuela, el de Manuel Belgrano en el Río de la Plata).
Otros carecían de antepasados distinguidos, que hubieran amasado una fortuna, y vivieron en situación precaria desde la infancia (fue el caso de José María Morelos en México, el de Mariano Moreno y Bernardo de Monteagudo en Buenos Aires, el de Joaquin José da Silva Xavier, conocido como Tiradentes, en Brasil, el de Policarpa Salavarrieta en Colombia). No obstante, lograron destacarse, algunos por su dedicación al estudio, en un ambiente en el que predominaba el conformismo y desinterés por las búsquedas intelectuales, mientras que otros, como José Antonio Páez, lo debieron todo a su decisión personal para superar situaciones imprevisibles y sobrevivir en territorios donde imperaba la ley del más fuerte.
A las tres de la mañana se levantaba [el llanero] cuando aún no había concluido la tormenta, y salía ensillar su caballo, que había pasado la noche anterior atado a una macoya de hierba en las inmediaciones de la casa. Para ello tenía que atravesar los escoberos, tropezando a cada instante con las osamentas de las reses (…). Montado al fin, salía para la expedición de ojear el ganado, que iba espantado al punto en que debía hacerse la parada. Esta operación se conocía con el nombre de rodeo; pero cuando se hacía solamente con los caballos, se llamaba junta. “Juntas” decían los llaneros cuando, más tarde, hablaron de las que se formaron en las ciudades para la defensa de la soberanía de España. “Nosotros no sabemos de más juntas que de las de bestias que hacemos aquí”. (José Antonio Páez: Memorias)
Los privilegios que el régimen colonial reservaba para unos pocos miembros de la sociedad, terminaron por volverlo odioso incluso para quienes gozaban de una situación ventajosa. Ellos eran quienes estaban más cerca del poder y percibían con claridad que estaba negado para ellos ejercerlo. Podían ser dueños de haciendas y minas, pero se veían obligados a pagar enormes impuestos a los administradores coloniales, y entregar la exportación de sus materias primas a instituciones que se quedaban con los beneficios, sin haber hecho nada.
Aquellos que imponían su voluntad a los peones, empleados y esclavos, ¿por qué debían aceptar las decisiones de una clase parásita, de funcionarios y favoritos del régimen colonial? Muchos de los que aceptaban perpetuar instituciones odiosas como la esclavitud, querían acceder a los honores que dispensaban los monarcas a sus súbditos destacados. La familia Bolívar mantuvo durante años en Madrid al tío Esteban Palacios, mientras gestionaba la compra de un título de nobleza para Juan Vicente Bolívar y su hermano Simón.
https://ogaraycocheab.wordpress.com/2012/11/15/de-donde-surgen-los-heroes-de-la-independencia/
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