LAS PIEDRAS DE ICA.
Herbert Oré Belsuzarri.
La civilización más desarrollada de los Andes, fue
sin duda la de los Incas, pero ellos solo expresaron sus tradiciones en mitos y
leyendas, debido a que no tuvieron registros escritos. Sin embargo sus mitos y
leyendas han servido para escribir su historia.
Pero en el desierto del Departamento de Ica-Perú, un médico
peruano descubrió la más estremecedora, rotunda y completa prueba de la
existencia de otra civilización que pobló el planeta no hace miles, sino
millones de años. Esta vez y para asombro de muchos se trataba de pruebas
materiales, miles de pruebas.
Corría el mes de Mayo del año 1,966. Al consultorio del doctor Javier Cabrera, situado en la Plaza de Armas del pueblo de Ica, llegó su amigo Félix Llosa Romero, llevándole un regalo. Se trataba de una piedra ovalada, de color negruzco y aristas redondeadas; tenía grabada en una de sus caras la imagen de un extraño pez y su peso era mayor del que, a primera vista, correspondía a su tamaño. Quedará muy bien como pisapapeles en tu escritorio, dijo Llosa, también le dijo que su hermano poseía una gran colección, proveniente del caserío de Ocucaje, donde un huaquero (Campesino que realiza excavaciones arqueológicas clandestinas) las extraía por docenas.
Estos grabados
inquietantes son las denominadas “Piedras de Ica” que el Dr. Cabrera comenzó a recibir, piedras con extraños dibujos que a su
vez los indios del desierto de Ocucaje las habrían recuperado de yacimientos
líticos bajo tierra.
En numero de varios miles, nuestro doctor comenzó a comprobar
que estos testimonios representaban las vivencias y la evolución completa de
toda una Humanidad que habiendo habitado la Tierra durante miles o mejor dicho,
millones de años, habría partido hacia las
Pléyades para liberarse de una tremenda catástrofe que asoló al planeta hace
millones de años.
Se pueden ver perfectamente dibujadas en estos pétreos documentos la antigua faz de la Tierra con los continentes de Lemuria y Atlántida así como Africa y Australia unidos en una misma masa terrenal. Al parecer en aquel tiempo la Tierra no tenía casquetes helados sino que estos habrían aparecido como consecuencia de cambios brutales en las condiciones gravitacionales del planeta. Estas piedras contienen no sólo la disposición terrena de nuestro planeta sino el mapa celeste con 13 constelaciones iguales o semejantes a las que nosotros nos referimos en el Zodíaco; de ahí que la idea arquetípica de la Astrología estaba ya impresa hace millones de años.
¿Por qué dicen millones de años? La deducción es simple y alucinante si tenemos en cuenta que en dichas piedras aparecen los hombres diezmando o exterminando a los grandes saurios que poblaron la Tierra. Otras tantas ofrecen operaciones de trasplante de órganos con la previsión del rechazo por medio de la transfusión de sangre de una embarazada y sus anticuerpos (Similar grabados existen en otras ruinas como Sechin en el norte del Perú). Pero lo más asombroso sería la capacidad de transplantar, no ya todos los órganos del cuerpo, sino claves de conocimiento; es decir, que su tecnología les permitía pasar de unos seres a otros tejidos neuronales donde se albergaría el conocimiento y así cada hombre podía contener la información mas inverosímil o bien se podía hacer expertos en tal o cual campo simplemente con una intervención quirúrgica, que según se deduce de la observación de estos pétreos documentos, manejaban con soltura.
Otras rocas contienen a los mismos hombres pequeñitos y de gran cabeza
volando en naves aéreas y aparatos astronómicos que habrían registrado no sólo
los mapas celestes sino las constelaciones donde habría vida semejante a la
nuestra.
Resulta interesante comprobar que las grandes pirámides que según estas
piedras bordeaban el antiguo y distinto al de hoy, Ecuador terrestre, tenían
como misión captar energía electromagnética de los ya descubiertos por ellos
Cinturones Van Allen y distribuirla en las utilidades normales de superficie.
Otras rocas contienen el mapa celeste próximo a la Tierra con tres lunas, de las cuales y al parecer cayeron dos y destruyeron Atlántida y Lemuria y cuyo cataclismo hizo que muchos de sus habitantes, quizás los mas sabios, marcharan a las Pléyades, quedando otros tantos aquí que sucumbieron o bien -y esta puede ser otra hipótesis-, encontraron refugio bajo Tierra en las famosas oquedades a las que venimos haciendo mención.
Es lógico pensar que si habían conseguido desarrollar tal tecnología
dirigida hacia el medio extraterrestre, en la misma medida podrían haber
trabajado en la opción intraterrestre y esta Humanidad habría podido sobrevivir
hasta nuestros días. Pero, ¿después de tantos millones de años, imagináis la
evolución que habrían alcanzado? Enfín, todo son teorías pero conviene
evaluarlas puesto que quizás la realidad sea más fantástica de lo que en un
principio pensamos.
Estos documentos líticos
contienen asimismo la distribución de las distintas razas que habitaban nuestro
planeta y que evidentemente ante el gran cataclismo podrían haber tenido el
mismo comportamiento opcional antes citado de viajar al espacio o meterse bajo
Tierra. El razonamiento de la opción subterránea es obvia cuando tenemos la
constancia de que esta civilización conocía los túneles de Sudamérica, dado que
la biblioteca de piedra que nos han legado estaría precisamente en uno de estos
túneles, que es en definitiva de donde las extraen los nativos de Ocucaje, y
que tendría nada menos que un volumen de más de 1.000.000 de piedras grabadas. (Tomado de SAIKUMA: Jane Sandoval con Karina Reyes, Sergio Froilans y Paa chaa).
Herbert Oré, es un escritor y autor de libros masonicos, apasionado estudioso de los constructores incas.
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