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jueves, 25 de agosto de 2016

EL DESCENSO DE INANNA AL INFRAMUNDO Y LA DIVINA COMEDIA 2 de 5

“EL DESCENSO DE INANNA AL INFRAMUNDO” Y “LA DIVINA COMEDIA” 2 de 5
Herbert Ore B. 33°

En la versión babilónica del poema se encuentra la siguiente parte que detalla como Inanna sale del inframundo:

Cuando a través la primera puerta que él le había hecho salir,
regresó a ella el taparrabos de su cuerpo.
Cuando a través de la segunda puerta que él le había hecho salir,
él volvió a su los cierres de las manos y los pies.
Cuando a través de la tercera puerta que la había hecho salir,
él volvió a su ceñidor piedra de sus caderas.
Cuando a través de la cuarta puerta que él le había hecho salir,
él volvió a su los adornos de sus pechos.
Cuando a través de la quinta puerta que él le había hecho salir ,
Él regresó a su las cadenas para el cuello.
Cuando a través de la sexta puerta que él le había hecho salir,
él volvió a su los colgantes para las orejas.
Cuando a través de la séptima puerta que él le había hecho salir,
regresó a ella el gran corona de su cabeza.
“Si ella no te da su precio de rescate, traerla de vuelta.

Continuando con la versión sumeria del poema:

Mientras Inanna ascendía del inframundo,
Los galla, los demonios del inframundo se pegaron a su costado.
Los galla son demonios que no conocen comida, que no conocen bebida,
Que no comen ofrendas, que no beben libaciones,
Que no aceptan regalos.
No disfrutan de amoríos.
No tienen niños dulces a quienes besar.
Arrancan a la mujer de los brazos del esposo,
Arrancan al niño de las rodillas de su padre,
Roban a la novia de su hogar de casada.
Los demonios se pegaron a Inanna.
Los pequeños galla que acompañaban a Inanna
Eran como juncos del tamaño de bardas bajas.
Los grandes galla que acompañaban a Inanna
Eran como juncos del tamaño de bardas altas.
Aquel que marchaba delante de Inanna no era un ministro,
Aún así llevaba un cetro.
Aquel que marchaba tras ella no era un guerrero,
Aún así cargaba un mazo.
Ninshubur, vestida con costales sucios,
Esperaba afuera de las puertas del palacio.
Cuando vio a Inanna
Rodeada por los galla,
Se tiró en el polvo, a los pies de Inanna.
Los galla dijeron:
“Sigue, Inanna,
Tomaremos a Ninshubur en tu lugar.”
Inanna gritó:
“¡No! Ninshubur es mi soporte constante.
Ella es mi sukkal quien me da sabio consejo.
Es mi guerrero que lucha a mi lado.
No olvidó mis palabras.
Ella elevó un lamento en mi honor en las ruinas.
Tocó el tambor en mi honor en los lugares de asamblea.
Circundó las moradas de los dioses.
Laceró sus ojos, su boca, sus muslos.
Se vistió con una túnica sencilla, como mendigo.
Sola, salió hacia Nippur y al templo de Enlil.
Fue a Ur y al templo de Enki.
Fue a Eridu y al templo de Enki.
Gracias a ella salvé mi vida.
Nunca les daré a Ninshubur.
Los galla dijeron:
“Sigue andando, Inanna,
Te acompañaremos a Umma.”
En Umma, en el recinto sagrado,
Shara, el hijo de Inanna, estaba vestido con un costal sucio.
Cuando vio a Inanna
Rodeada por los galla,
Se tiró al suelo a sus pies.
Los galla dijeron:
“Vete a tu ciudad, Inanna,
Tomaremos a Shara en tu lugar.”
Inanna lloró:
“¡No! ¡No a Shara!
El es mi hijo y canta himnos en mi honor.
El es mi hijo que corta mis uñas y alisa mi cabello.
Nunca les daré a Shara.”
Los galla dijeron:
“Sigue andando, Inanna,
Te acompañaremos a Badtibira”.
En Badtibira, en el recinto sagrado,
Lulal, el hijo de Inanna, estaba vestido con un costal sucio.
Cuando vio a Inanna rodeada por los Galla,
Se tiró al suelo a sus pies.
Los galla dijeron:
“Sigue andando a tu ciudad, Inanna,
Tomaremos a Lulal en tu lugar.”
Inanna gritó:
“¡No a Lulal! Él es mi hijo.
Él es un caudillo entre los hombres.
Él es mi brazo derecho. Él es mi brazo izquierdo.
Nunca les daré a Lulal.”
Los galla dijeron:
“Sigue andando a tu ciudad, Inanna,
Iremos contigo al gran manzano en Uruk.”
En Uruk, junto al gran manzano,
Dumuzi, el esposo de Inanna, estaba vestido con sus brillantes vestimentas – me.
Estaba sentado en su magnífico trono; (él no se movió).
Los galla lo agarraron por los muslos.
Vaciaron sus siete mantequeras.
Rompieron la chirimía que el pastor estaba tocando.
Inanna clavó en Dumuzi el ojo de la muerte.
Habló contra él la palabra de ira.
Exclamó contra él el grito de culpa:
“¡Llévenselo! ¡Llévense a Dumuzi!”
Los galla, que no saben de comida, que no saben de bebida,
Que no comen ofrendas, que no beben libaciones,
Que no aceptan regalos, se apoderaron de Dumuzi.
Lo hicieron pararse, lo hicieron sentarse.
Golpearon al esposo de Inanna.
Lo acuchillaron con hachas.
Dumuzi dejó salir un lamento.
Elevó sus manos al cielo hacia Utu, el Dios de la Justicia,
Y le suplicó:
“O Utu, tú eres mi hermano,
Yo soy el esposo de tu hermana.
Yo traje crema a la morada de tu madre,
Yo traje leche a la morada de Ningal.
Yo soy quien cargó alimentos al recinto sagrado.
Yo soy el que trajo regalos nupciales a Uruk.
Yo soy el que danzó sobre las rodillas sagradas, las rodillas de
Inanna.
Utu, Tú eres un dios justo, un dios misericordioso,
Convierte mis manos en manos de serpiente,
Convierte mis pies en pies de serpiente.
Permíteme escapar de mis demonios;
No los dejes retenerme.”
El compasivo Utu aceptó las lágrimas de Dumuzi.
Convirtió las manos de Dumuzi en manos de serpiente.
Convirtió los pies de Dumuzi en pies de serpiente.
Dumuzi escapó de sus demonios.
No pudieron retenerlo....

INTERPRETACION INICIATICA DEL DESCENSO DE INANNA AL INFRAMUNDO.

La versión del mito sumerio/acádico del descenso de la diosa al inframundo, abren muchas vías de comparación y complementación de los esquemas rituales a los que estamos acostumbrados en el “paganismo moderno” que es una forma de decir “sociedades iniciáticas” como la masonería por ejemplo. Por un lado, lo referente a todos los viajes y regresos al Mundo Inferior de Dioses, Diosas, héroes y heroínas que conocemos en la tradición pagana, y por otra, lo que respecta al retorno desde el inframundo, que es el renacer con nuevos atavíos superiores a la anterior existencia. Dicen que ello es la celebración del Solsticio de Invierno, donde la diosa es la que desciende para morir, para aprender y resurgir, mito que será modificado luego por los egipcios con la figura del Dios Solar Osiris.


Los masones consideraban que era Osiris el primer dios que había descendido al inframundo y retornado de él, generando la magia masónica de la iniciación del “morir para renacer”, pero como vemos la versión más antigua de ello se encuentra en sumeria, y los masones especulativos de 1,717 no conocían. Los masones tuvieron conocimiento de el en el siglo XIX, cuando Henry Rawlinson en 1,810 empezó a descifrar tablillas de barro con escrituras sumerias, acadias y babilónicas que habían sido desenterrados en las arenas del desierto.
En el poema Inanna es ataviada con todos sus lujos y artilugios para su viaje al inframundo, aspecto que será copiado luego por los egipcios en los enterramientos de sus reyes y faraones. Este aspecto ocurre hasta ahora en las iniciaciones, cuando el aspirante llega para su ceremonia de iniciación “adecuadamente vestido”.

Para descender al inframundo, Inanna había tomado sus providencias y le había pedido a Ninshubur, (a quien algunos traductores llaman su visir y otros la llaman Ninshubar y dicen que es su sirvienta), que tras tres días con sus noches, se lacerara el rostro en señal de duelo y cantara ante Enlil, ante Nanna y ante Enki para que la rescataran de la muerte. Mientras que Enlil y Nanna se negaron a ayudar, Enki tomó un poco de tierra que tenía bajo la uña e hizo unas figurillas diminutas. Les dio la planta de la vida y el agua de la vida y les dio instrucciones para que resucitaran a Inanna con esos elementos.

Esta preocupación por la muerte y la resurrección es expresada repetidamente por los sumerios y los posteriores egipcios. Cuando Inanna intenta salir de los infiernos, los siete jueces -que nunca han probado comida ni bebida, que no aceptan regalos ni han sentido el abrazo de un amante, ni el beso de un niño- la rodearon y le dijeron que si quería volver a la vida, tendría que dejar a alguien en su lugar, con este fin la acompañaron unos diablillos, igual que cañas-shukur. Al salir, quisieron llevarse a Ninshubar o al cantor de Inanna, pero ella sintió pena por ellos, ya que ambos se habían lacerado y llevado luto por ella, así que no aceptó. Luego fueron viendo a las doncellas y a la madre de Inanna también vestidos de harapos de luto llorando por ella. El único que no llevaba luto ni se veía entristecido fue Dumuzi, su esposo, que estaba vestido como rey y sentado en el trono de la diosa. Inanna se indignó por su conducta y lo envió al inframundo. De esa forma Inanna volvió de la muerte y mandó a su amante en su lugar.

En toda iniciación, el individuo es conducido y apoyado por un miembro de la logia, que hace las veces de tutor, guía o protector, que ayuda al iniciado durante toda la ceremonia que recrea el descenso al inframundo para resurgir de ella.
La muerte de una divinidad y su regreso a la vida constituyen un tema mítico de raíces prehistóricas. Seguramente los ciclos estacionales inspiraron las narraciones sobre una deidad que moría en otoño y resucitaba en primavera, mientras las fases lunares insinuaban que también se podía resucitar al tercer día, por analogía con las noches sin luna que preceden a una luna nueva.  Pero es menester distinguir entre ciclos solares y ciclos lunares, entre la resurrección de la tierra y la de los dioses, entre el renacimiento anual y el menstrual. El relato evangélico sobre la muerte y la resurrección de Jesús parece derivar de este tronco y, en todo caso, el relato más antiguo que conocemos sobre alguien que descendió a los infiernos, esperando regresar al tercer día, fue redactado en Sumeria hace 5,000 años, en letras cuneiformes sobre tablillas de barro cocido, en “El descenso de Inanna al inframundo”.

En este mito narrado en el poema, ocurre que Inanna muere en el país de los muertos y su cuerpo es colgado en un gancho. Esto es desconcertante incluso para la lógica onírica de los mitos, tal vez por eso, el motivo del descenso suscito diversas interpretaciones. Se pensó que el funeral de su cuñado no era más que un pretexto y que Inanna descendía al inframundo en búsqueda de poder. Los iniciados han visto en el descenso, la búsqueda de conocimiento inherente a la iniciación, sin embargo las distintas ópticas no son excluyentes.

La sombra del dios Enlil, representado por la constelación de Tauro, expresaría en los cielos la plenitud primaveral y en los infiernos representaría el lado oscuro del dominio patriarcal, su deseo demoníaco de poder, su inclinación a la violencia. La presencia de Enki expresa la sabiduría, ya que él es el dios precisamente de ello.

Las siete puertas simbólicamente representan en correlación con la astrología, que la naturaleza inferior ha descendido hasta la brutalidad, y la naturaleza más alta lucha por recobrar su estado espiritual. Asciende los siete anillos sobre los cuales se sientan los Siete Gobernadores y les regresa a cada uno sus poderes inferiores de esta manera. En el primer anillo se sienta la Luna, a ella se le regresa su habilidad para aumentar y disminuir los poderes de la generación. En el segundo anillo se sienta Mercurio, y a él se le regresan las maquinaciones, los engaños y la astucia, los poderes de la mente racional. En el tercer anillo se sienta Venus, a ella se le regresa la lujuria y las pasiones, los poderes del cuerpo emocional. En el cuatro anillo se sienta el Sol, a él se le regresa la ambición, el ego. En el quinto Marte, a él se le regresa la ansiedad y el coraje. En el sexto anillo se sienta Júpiter, a él se le regresa el sentido de acumulación y todas las riquezas acumuladas. Y en el séptimo anillo se sienta Saturno, la puerta del Caos, a él se le regresa la falsedad y los planes malignos.

Una vez que se regresan los poderes a los planetas o gobernadores, el alma en su viaje de regreso puede renacer a la eternidad, desnuda y despojada de su individualidad, de su ego y de las características que tomó en su descenso al mundo material, las cuales no son necesarias en el mundo espiritual, donde no hay forma de fingir o aparentar. El viaje de Inanna puede interpretarse de manera similar. Venus, para el platonismo, es también símbolo del Alma, que es descrita como la primogénita y la más bella de la creación. Podemos entender, que el descenso de Inanna como el viaje heroico del alma que se desprende de todo lo innecesario para experimentar su verdadera naturaleza inmortal, algo que ocurría también en los “misterios”, como el de Eleusis, donde Perséfone desciende para rescatar a su hija. La mitología, está considerada como una “teología poética”, y la astrología es una “psicología cósmica”. Eso es lo que se vivencia en una iniciación.

Lo mismo se aplica para el viaje retrógrado de Venus, que podemos interpretar simbólicamente en nuestra vida como la necesidad de desprendernos de todas las posesiones materiales y de todas las falsas creencias y deseos que limitan la expresión del amor y conocimiento verdadero. La desnudez, es el traje con el que se recibe el amor y es la desnudez esplendente (resplandeciente, luminosa) del alma de donde emana la luz del cielo, como se dice en el Libro de los Salmos.

Habrá un tiempo después para la seducción, la coquetería, los artificios, la sofisticación, y demás dulzuras, pero este es el momento de ir desnudos al tribunal. Es un tiempo de ayuno, meditación y regeneración, como la temporada de Jesús en el desierto en la que superó las tentaciones. Podemos creer o no, pero tiene una enseñanza codificada, es el momento de levantar los velos, de enfrentar nuestra propia sombra y la sombra de nuestros seres amados. Vernos y verlas como en realidad son, sin maquillaje, exornas o proyecciones. Puede que sea necesario para esto probar la manzana de la discordia, la manzana de Eris, la fricción y el caos que revelan, agitando el velo epifánico, la belleza verdadera, la cual prevalece más allá de la corrupción material-temporal.

El descenso supone la pérdida de cualquier poder y el sometimiento a las leyes implacables del inframundo que son, probablemente, las leyes de la materia. Leyes sin circunstancias eximentes, reglas sin excepción, aunque puedan parecer más estrictas con quien ostenta algún poder. La muerte lo despojará de todo, como a todos, y cualquier ajuar funerario es patético. Inanna, desnuda y postrada, comprobará que esas leyes no entienden de jerarquías ni de valores sociales, comprobará la igualdad vertiginosa que anida en el fondo de la materia. En términos narrativos, pasada la séptima puerta del inframundo, la Reina del Cielo y de la Tierra (Inanna) será fulminada por un tribunal presidido por su propia hermana, y su cadáver quedará colgado de un garfio. Desde siempre el hombre ha considerado que solo la muerte es igual para todos. En el poema Inanna dice:

Vi a los reyes, sus coronas guardadas.
Vi a los príncipes, aquellos nacidos para la corona.
Aquellos que habían reinado antaño.
Estos dobles de Anu y Enki estaban sirviendo los alimentos.

Continua...

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