“EL DESCENSO DE INANNA
AL INFRAMUNDO” Y “LA DIVINA COMEDIA” 3 de 5
Herbert Ore B. 33°
No sabemos si la
ejecución de Inanna ilustraba algún rito sacrificial pero, en todo caso, el
relato que conocemos narra un descenso voluntario al reino de los muertos, más
cercano a un viaje iniciático o chamánico que a un sacrificio. La alusión a los
ciclos estacionales es evidente, pero el regreso de la primavera aun no exige
un tributo. De momento sólo se constata un contacto perturbador de lo que está
arriba con lo que está abajo, una experiencia de la estación oscura, una
inmersión en el psiquismo inconsciente, es decir, una experiencia de las
energías elementales en las que laten todos los renacimientos.
Este poema que
muchísimos estudiosos iniciados y no iniciados han analizado desde diferentes
perspectivas, es el primer viaje a la “tierra
sin retorno”, irkalla, el inframundo, el hades o el infierno que personaje
alguno antes había realizado. Ello ocurrió en sumeria mucho antes que en cualquier
otra civilización, y es allí donde efectivamente nacieron las escuelas de
misterios y sociedades religiosas e iniciáticas que serían replicadas y
acomodadas conforme a sus propias concepciones y necesidades en otras
civilizaciones posteriores como los egipcios, babilonios, asirios, persas,
griegos y romanos, hasta llegar a la edad media en que Dante escribirá la “Divina comedia”.
El descenso de
una divinidad a la tierra, el cumplimiento de su misión, y su retorno a su
lugar de origen, es un patrón que encontramos no sólo en la historia del Logos
(Jesús) en el cuarto evangelio, sino que es también el caso del mito indo-iraní
que llego al imperio greco-romano del dios Mitra, quien desciende a la Tierra
para cumplir su misión y que luego asciende a los cielos. Esta historia será
importante en el temprano desarrollo de las sociedades iniciáticas,
especialmente en relación a la figura femenina de la sabiduría. El culto a Mitra
tenía siete grados de iniciación, cada uno presidido por un planeta (o el dios
asociado a ella) y simbolizado por una o varias enseñas propias de la ceremonia
que se llevaban en la mano o eran usados.
Mitra.
El ritual de
iniciación en primera instancia, era el cuervo. Según algunas tradiciones, de
hecho, el recipiendario tenía para resistir el agua de doble rito (inmersión en
un baño de agua fría) y fuego (cruce de un incendio o una placa caliente).
Estos ritos constituyen una especie de muerte mística del iniciado a la vieja
vida, para renacer en el nuevo como un seguidor de Mitra. El cuervo es negro y
el adepto llevaba una túnica de este color que simbolizaba el tema universal y
simbólico de la alquímica de la negritud que se encuentran más o menos igual en
cada personaje en el inicio del culto. A continuación, se tenía la fase en
blanco, o albedo: el culto a Mitra, que es el grado de Ninfo, el niño virgen.
Para pasar la prueba de admisión tenía que dejar y quitarse el traje negro y
permanecer completamente desnuda delante de todos los demás, sólo para ser
cubiertos con un manto blanco, para simbolizar el renacimiento de su condición.
Las pruebas iniciáticas de los grados posteriores, fueron mucho más benignas,
sólo un carácter simbólico (para ir al grado de Leo, por ejemplo, que
simplemente tenía que rociar la boca con miel), para otros son las pruebas más
complicadas están destinadas a mostrar el valor como guerrero. De hecho, los
tres primeros grados eran accesibles a todos, pero más tarde los estaban al
alcance de unos pocos. El último grado de “Padre”,
estaba reservado para muy pocos elegidos, y parece que por lo general, venían más
las recomendación en lugar de valores reales.
Así, detrás de
la historia de Osiris, Mitra, Heracles y otros, encontramos una larga tradición
que descansa en el mito del Descenso de Inanna (Ishtar) a los
Infiernos, poema que se remonta hacia el tercer milenio antes de
nuestra era. Ishtar o Inanna, en la tradición mesopotámica es la diosa de
la fecundidad, de la vida, de la salud, de la fertilidad, el amor, los
placeres, y en algunos, de la guerra. Algunos textos la describen como
el ornato del cielo, donde resplandece como piedra preciosa y que se
eleva en el cielo al lado de su padre Sin (la luna) y de su hermano
Shamash (el sol). En la versión sumeria de este mito, cuando Inanna (Ishtar)
desciende de los cielos hacia los infiernos se tiene que enfrentar con varios
poderes que gobiernan los distintos cielos. Fijémonos en las preguntas que
tiene que responder Inanna al portero infernal Neti. Primero, éste le pregunta
quién es, y tras obtener la respuesta, se sorprende que la reina de los
cielos haya venido al país del que no se vuelve. Luego le pregunta por el
motivo de su descenso. Luego de responder, la diosa tiene que atravesar
por siete murallas sucesivas en las cuales se va despojando de sus
atributos y alhajas (motivo que encontramos en el himno de la perla): la
corona, el bastón, el collar, las gemas que lleva en el pecho, el anillo, el
pectoral, sus velos...para finalmente quedar desnuda. Estaba despojada de su
esplendor y gloria, al igual que el recipiendario en las iniciaciones masónicas
y en los mitos gnósticos.
La diosa queda
expuesta al juicio de los demonios. La diosa Ereshkigal se sienta en su
trono; los Anunnaki, los siete jueces, pronuncian su juicio. La asaetearon con
sus miradas, sus miradas de muerte. La divina Señora Inanna muere y su cadáver
es colgado de un poste. Cuando hubieron pasado tres días y tres noches, su
mensajero Ninshubur llenó el cielo de gemidos. Luego la diosa con ayuda de
los enviados de Enki vuelve a la vida y regresa a las moradas eternas acompañada
de un cortejo de demonios, para llevarse otra alma en canje de la saliente
Inanna.
La versión
sumeria/acadia del poema guarda una semejanza interesante con el papel que
jugará el salvador (Jesús) en posteriores mitos gnósticos. Cuando Inanna (Ishtar)
descendió a los infiernos, el dios Shamash (el sol) se preocupa porque su
hermana tarda en regresar, y se dirige a visitar a su padre el dios Sin (luna).
Delante de él llora porque se da cuenta de las catastróficas consecuencias de
la ausencia de su hermana. Ella, es la diosa de la fertilidad, el amor, y los
placeres. Entonces el dios Ea (Anu), presente en esta escena, concibió una
imagen; creo a Atsushunamir (imagen esplendorosa), el afeminado, para que,
cuando la diosa infernal lo viese, se regocijase, y quedase
encantada. Esto le daría la oportunidad de rescatar a Inanna (Ishtar), siempre
que no se dejase seducir por los encantos de la diosa infernal Ereshkigal.
Los mitos
sumerios generaron diversas corrientes de “misterios”
y escuelas iniciáticas, cuyos herederos son ahora los masones, los gnósticos,
rosacruces y otros. Asi los mitos gnósticos beben de varias fuentes para formar
su doctrina religiosa esotérica y herética que se desarrolló durante los
primeros siglos del cristianismo y que prometía a sus seguidores conseguir un
conocimiento intuitivo, misterioso y secreto de las cosas divinas que les
conduciría a la salvación. Así el mito de Mitra es una de las afluentes
principales, que a su vez, se alimenta de antiguas historias y poemas del medio
oriente, de Sumeria, donde las figuras de los dioses Anu, Enlil, Enki e Inanna,
juegan roles importantes, que serán difundidas por las antiguas escuelas de
misterios, religiones y oficios y artes patrocinados por los dioses y regidos
por un “me”.
DANTE Y LA DIVINA COMEDIA.
Dante indica de
manera muy explícita que hay en su obra un sentido oculto, propiamente
doctrinal, que el sentido exterior y aparente no es más que un velo, y que debe
ser buscado por aquellos que son capaces de penetrarle. No solo las escrituras
sagradas, pueden comprenderse y deben explicarse según cuatro sentidos, como ya
hicimos con Inanna y su descenso. “si possono intendere e debbonsi sponere
massimamente per quattro sensi”[1].
Por lo demás, es evidente que estas significaciones diversas no pueden en ningún
caso destruirse u oponerse, sino que deben completarse y armonizarse como las
partes de un mismo todo, como los elementos constitutivos de una síntesis
única.
Así pues, la
Divina Comedia, puede interpretarse en varios sentidos, sin duda. La dificultad
comienza cuando se trata de determinar estas diferentes significaciones, y es
también ahí donde comienzan naturalmente las divergencias de los puntos de
vista entre los comentadores. Éstos reconocen que bajo el sentido literal del
relato poético, hay un sentido filosófico, o más bien filosófico-teológico, y
también un sentido político y social; pero, con el sentido literal mismo, esto
no suma todavía más que tres, y Dante advirtió de buscar en ella cuatro; ¿cuál
es el cuarto? Para nosotros, no puede ser más que un sentido propiamente
iniciático, metafísico en su esencia, que vinculan múltiples datos que sin ser puramente
metafísico, presenta un carácter igualmente esotérico.
Aquellos que entrevieron
este lado esotérico de la obra de Dante, cometieron muchas equivocaciones en
cuanto a su verdadera naturaleza, porque les faltaba la comprensión real de
estas cosas, y porque su interpretación fue afectada por prejuicios de los que
les era imposible deshacerse. Así creyeron poder concluir en una “herejía” de parte de Dante, sin darse
cuenta de que eso era mezclar consideraciones que se refieren a dominios
completamente diferentes.
Dante y Virgilio inician su viaje
¿Dante fue
cristiano o pagano?[1].
Pensamos que el esoterismo verdadero es algo muy diferente de la religión
exterior, y si tiene algunas relaciones con ésta, son las formas de expresión
simbólica; importa poco que esas formas sean las de tal o cual religión, puesto
que aquello de lo que se trata es la unidad doctrinal esencial que se disimula
detrás de su aparente diversidad. Por eso es que los antiguos iniciados
participaban indistintamente en todos los cultos exteriores, según las
costumbres establecidas en los diversos países donde se encontraban; y es
también porque veía esta unidad fundamental, no por el efecto de un “sincretismo” superficial, según los
casos, tomaban un lenguaje ya sea al cristianismo, ya sea grecorromano, egipcio
o mesopotámico. La metafísica pura no es
ni pagana ni cristiana, es universal; los misterios antiguos no eran paganismo,
sino que se superponían a éste[2];
y de igual modo, en la edad media, hubo organizaciones cuyo carácter era
iniciático y no religioso, pero que tomaban su base del catolicismo.
No obstante las
escuelas esotéricas no encuentran normalmente ninguna hostilidad por parte de
las autoridades religiosas y jurídicas que representan el exoterismo. Es la
intolerancia de algunos lo que en verdad dificulta la armonía.
Cada una de sus
partes, o cánticos (Infierno, Purgatorio y Paraíso), está
dividida en cantos, cada parte consta de treinta y tres cantos, más el canto
introductorio suman 100 cantos en total. Cada canto fue compuesto por estrofas
de tres versos endecasílabos o terza rima, que se dice él mismo inventó
(tercetos).
El poema se
ordena en función del simbolismo del número tres, que evoca la Trinidad
Sagrada, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, el equilibrio y la estabilidad,
y el triángulo, las tres proposiciones que componen el silogismo, se sumaba al
cuatro, que representaba los cuatro elementos: Tierra, aire, fuego y agua,
dando como resultado el número siete, como siete son los pecados capitales.
Finalmente, el Infierno está dividido en nueve círculos, el Purgatorio en siete
y el Paraíso queda formado por nueve esferas que giran como los planetas en
torno al sol.
Toda la obra
está llena de símbolos que remiten al conocimiento y al pensamiento medieval;
religión, astronomía, filosofía, matemáticas, óptica, etc., y se encarnan en
personajes, lugares y acciones.
El poema cuenta
con tres personajes principales: Dante, que personifica a la humanidad,
representa la tentación del pecado, Beatriz, que personifica la Fe y
llevara a Dante a cada una de las esferas del paraíso, hasta el Empíreo,
espacio inmóvil, donde contemplará la Rosa mística formada por Dios y sus
elegidos. Y Virgilio, que hace otro tanto con la razón.
El paraíso
representa el saber y la ciencia divina. El Infierno representa al ser humano
frente a sus pecados y sus funestas consecuencias. El Purgatorio, la lenta
purificación de sus culpas hasta la liberación. En esta obra el autor nos narra
con extraordinario realismo un maravilloso viaje durante el que se encuentra
con las almas de grandes y terribles personajes de la historia; es un canto a
la humanidad que sólo en la fe en Dios encontrará su felicidad.
La estrofa por
su parte está compuesta por tres versos, y cada una de las cánticas cuenta con
treinta y tres cantos, más el canto introductorio, de manera que la obra
completa se compone de cien cantos. Se usa un tipo de rima, la “terza rima”
Dante también
utiliza el número diez como cabalístico como número pitagórico, que vemos
en los cien cantos de la comedia, compuestos por los treinta y tres de cada
reino, más el de introducción. También se puede apreciar la importancia decimal
en los diez niveles del infierno, que son nueve círculos más el ante infierno,
donde se encuentran los ignavi, es decir, los indiferentes.
La estructura
matemática de la Divina comedia, por otra parte, es mucho más compleja de
lo que aquí se esboza. El poema puede leerse según los cuatro significados que
se atribuyen a los textos sagrados: literal, moral, alegórico y anagógico. En
este poema, Dante hace gala además de un gran poder de síntesis.
La estructura
también afecta a los registros lingüísticos: en el infierno se utiliza un
lenguaje vulgar, el texto del “Purgatorio”
está lleno de citas bíblicas y el del “Paraíso”,
de himnos y cantos litúrgicos.
Antes de
emprender el viaje hacia los tres mundos, Dante despierta en una selva oscura
sin saber por qué llegó ahí. Cuando hablamos de selva oscura nos referimos a
algo malo, a lo contrario a Dios, esa selva era oscura, era mala. En esa selva
se describe un paisaje inicial en el cual vemos el sol, las estrellas, la playa
y la colina. El sol en representación de la divinidad, de Dios, la colina es el
camino que debe subir para llegar a Dios, Dante no puede llegar a esa luz
porque en el camino se encuentra con 3 fieras que son obstáculos para él. Cada
fiera representa un pecado... Ahí se encuentra con Virgilio y después de una
conversación con éste, comienza su viaje.
[1]
Cf. Arturo Reghini, l´Allegoría esoterica
di Dante en el Nuovo Patto,
septiembre-noviembre de 1921, pp. 541-548.
[2]
Debemos decir incluso que preferimos otra palabra a la de «paganismo», impuesta
por un largo uso, pero que no fue, en el origen, más que un término de
desprecio aplicado a la religión grecorromana cuando ésta, en el último grado
de su decadencia, se encontró reducida al estado de simple «superstición»
popular.
Dante cruza el río
EL INFIERNO.
La primera parte
narra el descenso del autor al Infierno, acompañado por el poeta Virgilio,
autor de la Eneida, a quien Dante admiraba. Acompañado por su maestro y guía,
describe al infierno que tenía una forma de un cono con la punta
hacia abajo y los nueve círculos que poseía en los que los condenados son
sometidos a castigo, según la gravedad de los pecados cometidos en vida, en el
último círculo “judesco”, Dante
describe que había una especie de palacio en el cual se hallaban los que
traicionaban a sus bienhechores y allí se encontraba Lucifer. Él lo describe
como un demonio de tres cabezas y dentro de la boca de la principal se hallaba
Judas, al cual mordía con sus filosos colmillos como un juguete, mientras este
gritaba de dolor.
Dante encuentra
en el Infierno a muchos personajes antiguos, pero también de su época, y cada
uno de ellos narra su historia brevemente a cambio de que Dante prometa
mantener vivo su recuerdo en el mundo; cada castigo se ajusta a la naturaleza
de su falta y se repite eternamente. Es particularmente recordada la historia
de Paolo y Francesca, amantes adúlteros que se conocieron al leer en el libro
de Lanzarote, los amores de la reina Ginebra y esta persona, que fue
motivo de inspiración y homenaje por poetas románticos y contemporáneos, así
como la historia del conde Ugolino de Pisa, el último viaje de Ulises, tránsito
por el bosque de los suicidas, la travesía del desierto donde llueve el fuego y
la llanura de hielo de los traidores, estos últimos, considerados los peores
pecadores entre todos.
[1] Convito, t. II, cap. I.
[2] Cf. Arturo Reghini, l´Allegoría esoterica di Dante en el Nuovo Patto, septiembre-noviembre de 1921, pp. 541-548.
[3] Debemos decir incluso que preferimos otra palabra a la de «paganismo», impuesta por un largo uso, pero que no fue, en el origen, más que un término de desprecio aplicado a la religión grecorromana cuando ésta, en el último grado de su decadencia, se encontró reducida al estado de simple «superstición» popular.
Continua...
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