Transmutación
Manly Hall
La Masonería es la verdad eterna, personificada, idealizada y, sin embargo, simplificada. Sólo la verdad eterna, puede servirle. La virtud es su sacerdote, la paciencia su vigilante, la iluminación su maestro. Pero el mundo no puede saberlo, a menos que los Masones demuestren que así es en su diaria vida. Si su verdad es divina, no ha de ser profanada o denigrada por la irreflexión de sus guardadores. Su templo es un lugar sagrado, al que ha de entrarse con reverencia. Los pensamientos y disensiones materiales, han de dejarse en el umbral; no deben entrar. Únicamente los puros de corazón, regenerados y trasmutados, pueden pasar la santidad de su velo. El intrigante no tiene un lugar en sus columnas, ni el materialista en su santuario; porque los Masones huellan recinto sagrado, santificado por la veneración de las edades. Que la lengua se mantenga callada, el corazón tranquilo y la mente aquietada. En la reverencia y en el silencio, ha de hablar la quietud; la voz de la quietud es la voz del Creador. Haced por vuestra luz y vuestro poder a los hombres, pero ante Dios ¿qué tenéis que ofrecer, a no ser en humildad? Vuestros atavíos, vuestras insignias y vuestras joyas nada significan para Él, hasta que vuestro cuerpo y vuestra alma, irradiando con el fulgor de la perfección, se conviertan en vivientes ornamentos de la Logia.
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