La masonería venezolana antes de la independencia
de Venezuela.
Las ideas masónicas comenzaron a ser introducidas en
la entonces Capitanía General de Venezuela a partir de 1797, de la mano de los
líderes de la Conspiración de San Blas (movimiento que fraguó la instauración
de la república en España), quienes al ser descubiertos fueron encarcelados y
remitidos a La Guaira.
Entre los
conspiradores se hallaban cuatro masones: Juan Bautista Picornell, José Laz, y
Sebastián Andrés, pertenecientes a la Logia “España” de Madrid. Éstos entraron
en contacto con José María España y Manuel Gual, quienes los ayudan a escapar,
huyendo juntos a Curazao. Allí, Gual y España son iniciados en la masonería por
Picornell, Laz y Andrés y preparan con ellos la Conspiración de 1797 para
independizar a Venezuela, pero el movimiento fracasa por delación.
Mientras
tanto, en 1798 Francisco de Miranda funda en Londres la “Gran Reunión
Americana”, logia que constituyó el génesis de la llamada Masonería Mirandina,
donde se iniciaron varios revolucionarios de Hispanoamérica, entre ellos el
clérigo José Cortés de Madariaga, quien dirigiéndose a su natal Chile optó por
quedarse en Caracas.
Igualmente,
el resto de los iniciados volvió a América propagando exitosamente los ideales
de libertad, por lo cual enviaron a comisionados para reunirse con Miranda,
resolviendo colocar bajo sus órdenes a todos los jóvenes entusiastas por la
independencia y crear logias en el continente para favorecer la transmisión de
esas ideas. Es así como en 1800 son fundadas en Cádiz, Madrid, París, Caracas,
Buenos Aires, Mendoza y Santiago de Chile logias filiales de la Gran Reunión
Americana, las cuales recibieron el nombre de Logias “Lautaro” o “Logias de
Caballeros Racionales”, conocidas también como las logias lautarinas. En dichas
logias, cuyo propósito era la emancipación de las colonias hispanoamericanas y
la instauración de gobiernos republicanos se iniciaron la mayor parte de los
próceres de la independencia (entre ellos, los venezolanos Simón Bolívar,
Andrés Bello y Luis López Méndez).
En Caracas,
tras el movimiento revolucionario del 19 de abril de 1810, la Junta Suprema
decretó la creación de la “Sociedad Patriótica” el 14 de agosto de aquel año.
Este grupo, creado para “…favorecer
el progreso de la agricultura y la literatura” , constituyó
realmente una logia lautarina fundada por José Cortés de Madariaga (su líder),
Juan Germán Roscio y Francisco Javier Ustáriz, y en la cual se integraron luego
Carlos Soublette, Simón Bolívar y Francisco de Miranda, siendo estos dos
últimos sus máximos impulsores. Esta sociedad promovió intensamente la
declaración de independencia de Venezuela, la cual se cristalizó el 5 de julio
de 1811 (Pierre
Cubique, La Masonería y la Independencia de Venezuela cristalizada el 5 de
julio de 1811).
La masonería argentina antes de la independencia de
Argentina.
Viajeros, comerciantes,
militares, intelectuales procedentes de Inglaterra, España, Francia y Portugal, difundieron las logias en América del Sur.
En Buenos Aires, las primeras noticias de la hermandad se remontan a fines del
siglo XVIII.
La primera logia en territorio argentino fue la "Logia Independencia", con protocolos de autorización otorgados por la Gran Logia General
Escocesa de Francia. Dicha autorización data aproximadamente de 1795 y su sola
denominación acusaba en sus integrantes una concepción autonomista para las
tierras americanas.
Según refirió Francisco Guilló en su libro Episodios patrios, la logia funcionaba en un semi arruinado caserón, donde tiempo atrás el presbítero Juan Gutiérrez González y Aragón había levantado la Capilla de San Miguel, que posteriormente fue abandonada ante las dificultades que los grandes zanjones oponían para que los feligreses pudieran llegar a ella durante y después de las lluvias.
Por lo que toca a la "Logia Independencia", con ese nombre apareció otra logia, presidida por Julián B. Alvarez, en 1810, y es probable que no haya tenido continuidad con la homónima anterior. Esta logia dirigida por Alvarez es la que suministró los elementos básicos para la constitución de la Logia Lautaro, con la cual se inició el historial más importante de la masonería en la Emancipación.
El historiador Juan Canter negó la existencia de la "Logia Independencia", pero el coronel inglés Santiago Florencio Burke masón confesó, contó que cuando se fue de Buenos Aires, en 1809, fueron a despedirlo "un número de las principales personas del lugar, mis viejos amigos de Independencia", refiriéndose indudablemente a la logia.
Lappas refutó a Canter sosteniendo que "contrariamente a las afirmaciones contundentes de eruditos historiadores, hemos podido comprobar como cierta la existencia en Buenos Aires de una Logia denominada "Independencia", fundada a fines del siglo XVIII y que obtuvo Carta Constitutiva de la Gran de Loge Generale Ecossaise de France, cuerpo este que fue absorbido el 8 de enero de 1805 por el Gran Oriente de Francia, quedando la antes mencionada Logia en libertad de acción sobre su futuro" (Nahuel Perez, Masonería Argentina, monografías.com).
Las LOGIAS LAUTARINAS desplazaron
su sede principal a Buenos Aires y fue precisamente San Martin quien fundó la
Logia Lautaro (en una casa de la calle de Barranca de Buenos Aires en el mes de
mayo de 1821); Le sucedió en el Veneratura Julián Alvares y le acompañaron las
tareas iniciales: Manuel Belgrano, Carlos Alverar, Cornelio Saavedra, Bernardo
Monteagudo, Tomas Guido, etc.
Iniciados todos los preparativos
para la independencia de América, San Martin, funda la LOGIA LAUTARINA en
Mendoza - ARGENTINA, (de la que fueron gestores principales, Luzuriaga, Alvarez
Thomas, O´Higgins) y de las que devinieron posteriormente, la LAUTARINA VOLANTE
DE LOS EJÉRCITOS EXPEDICIONARIOS, la LOGIA LAUTARO DE SANTIAGO-CHILE y mantuvo
estrecha relaciones con la LOGIA LAUTARO DE LIMA –PERU; una vez que quedaron
establecidos los fundamentos de su acción secreta, San Martin se separó del
mando de la Logia para dedicarse por completo a su acción militar. (buenastareas.com, Pablo de Olavide, Masón Peruano y Padre de la Gesta
Emancipadora de América).
La Declaración de Independencia
en Argentina, fue una decisión del Congreso de Tucumán, que sesionó en la
ciudad de San Miguel de Tucumán de las entonces Provincias de Unidas del Rió de la Plata. Fue proclamada el
martes 9 de julio de 1816 en la casa de Francisca Bazan de Laguna.
La masonería colombiana antes de la independencia
de Colombia.
La
masonería es promovida en el Virreinato de la Nueva Granada por el francés Luis
de Rieux iniciado en la Logia francesa, el cual entabló amistad con Antonio
Nariño y otros distinguidos criollos neogranadinos, a los cuales enseño en el
mundo de la masonería y el papel jugado por las Logias en la Revolución
Francesa. Para el historiador Américo Carnicelli fueron estos personajes
quienes en 1793 fundaron en Santafé la primera sociedad secreta el “Arcano
Sublime de la Filantropía” con el fin de difundir en el Nuevo Reino de Granada
las ideas de libertad y justicia social que proclamaba la confraternidad
masónica universal. Las reuniones se realizaban en casa de Nariño encubiertas
como tertulias literarias. Entre sus grandes logros se encuentra la traducción
de la declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, proclamados por
la Asamblea Nacional de Francia en agosto de 1789.
De
igual forma en 1808 se establece en Cartagena de Indias La Logia de “Las Tres
Virtudes Teologales”, la cual contaba con la Carta Patente expedida por la Gran
Logia Provincial de Jamaica con sede en Kingston (Jamaica) y además fue el seno
de la conspiración revolucionaria de los comerciantes cartageneros para
independizarse de la monarquía española y además fue el lugar donde se
expusieron las ideas que llevaron al primer grito de independencia de lo que
hoy conocemos como Colombia el 11 de noviembre de 1811.
La
participación de la masonería en la independencia de la Nueva Granda es
innegable, figuras tales como Simón Bolívar, Antonio Nariño, Francisco de
Miranda, entre otros impulsadores del primer grito de independencias en 1811, fueron
destacados masones que alcanzaron altos grados dentro de sus logias.
Según
Mario Arango Jaramillo en su libro MASONERIA y Partido Liberal “Bajo, el
periodo de la Primera República (1810-1816) los personajes centrales en el
campo de las armas y en la política serian dos masones: Bolívar y Antonio
Nariño. Bolívar, a partir de su desembarco en Cartagena en noviembre de 1812,
proveniente de Venezuela, adelantaría exitosas campañas militares en la Nueva
Granada y en Venezuela, hasta su partida para Jamaica en 1815. Antonio Nariño
seria la figura política más destacada, con epicentro en Bogotá” (Diana Cristiana
Montoya Ocampo y Manuel Valoyes Olier, La Masonería en Colombia).
En 1797, Francisco de
Miranda fundó en Londres la “Gran Logia de la Reunión Americana”, de la cual
fue nombrado Gran Maestro, y que posteriormente tendría filiales en París,
Madrid, Cádiz, Caracas y Buenos Aires. Esta Gran Logia fue luego disuelta por
Miranda y reorganizada con el nombre de “Gran Logia Regional Americana de
Londres”, con sede en su casa de Grafton Street. En esta logia se iniciaron los
principales próceres y colaboradores de la independencia americana: Bernardo
O’Higgins, José Manuel Carrera, Juan Martínez de Rosas, Gregorio Argomedo, Juan
Antonio Rojas, José de San Martín, José María Zapiola, Carlos María Alvear,
Bernardo Monteagudo y Mariano Moreno, (fundadores de la logia “Lautaro” en
1811, en Buenos Aires); además, Andrés Bello, Luis López Méndez, Simón Bolívar,
José María Vergara Lozano, Vicente Rocafuerte, Carlos de Montúfar, entre otros.
En Colombia, la revolución no tuvo entonces
las proyecciones que eran de esperarse porque gran parte de los que intervenían
eran indios y habitantes de las poblaciones de la Sabana, que debían regresar a
sus pueblos. Cosa que indujo a Acevedo Gómez, uno de los jefes de la oligarquía
criolla, a reunir a algunos del Cabildo y declararse investido del carácter de
"tribuno del pueblo". Construyó la famosa Junta de Gobierno con la
cual sustituiría el virreinato, firmando el Acta de Independencia.
La llamada “Acta de Independencia” de San
Fe no era realmente una declaración propiamente de independencia, pues como lo
afirma el mismo documento, esta no pretendía (en nombre de la Nueva Granada)
"abdicar los derechos imprescriptibles de la soberanía del pueblo a otra
persona que a la de su augusto y desgraciado Monarca don Fernando VII". En
contraposición, otras "actas de independencia", como la que se
promulgó en la ciudad de Mompos (del 6 de agosto de 1810) sí buscaron una real
independencia de España.
Según el historiador colombiano Germán
Mejía, "El 20 de julio es un movimiento bogotano, local, y genera un
problema inmediato que además tiene pretensiones sobre las otras juntas que se
estaban dando en el país. La pretensión consistía en definir lo que iba a ser
el territorio de la Nueva Granada. Es el triunfo del centralismo sobre la
realidad de las provincias de principios del siglo XIX. Los criollos tuvieron
el papel de construir la primera República. El 20 de julio que nosotros entendemos
hoy en día es el fabricado a finales del siglo XIX y no lo que sucedió a
comienzos de este siglo".
El episodio ocurrido el 20 de julio
sintetizó las contradicciones del imperio español: corona- reinos,
criollos-peninsulares y finalmente metrópoli-colonias. La independencia de
Nueva Granada y sus proyectos estado nación serían supuestamente el resultado y
la solución de estas tensiones. El 20 de julio
de 1810 fue el inicio de unos sucesos determinantes que cambiaron la historia
de lo que hoy conocemos como Colombia.
La masonería ecuatoriana antes de la independencia
de Ecuador.
La francmasonería, al menos en su concepto
especulativo, se presentó en el Ecuador hacia el final del período colonial y como un
antecedente inmediato de los procesos emancipadores.
Aunque no se descarta que antes del siglo XVIII hayan existido otro
tipo logias de tipo u orden Masónico, existe acuerdo entre los historiadores
que uno de los principales artífices del proceso emancipador Eugenio Espejo
(iniciado en la Logia "El Arcano sublime de la Filantropía" de Bogotá)
participó de manera activa en la creación de este tipo de agrupaciones y
talleres en el territorio de Quito.
Según el historiador Jorge Núñez, las
raíces masónicas del Ecuador se remontan a la época colonial En Quito en el año
de 1792: "Eugenio
Espejo fundó la primera (logia): La Escuela de la Concordia, que tuvo una activa
participación en el movimiento de Independencia de 1809".
Tras la muerte de Espejo, sería Juan Pío Montúfar quien quedaría a
cargo, para posteriormente convertirse en la primera logia masónica fundada en el
territorio del Ecuador, como una logia Lautarina, de nombre "Ley
Natural" que funcionó bajo los auspicios de la Potencia Masónica de Nueva Granada.
Participando en ella varios ilustres quiteños como Manuel Quiroga, José de Ascázubi,
José Jerez, Manuel Rodríguez, José Vélez, entre otros.
Al vincularse operativamente con el proceso
de emancipación política, el crecimiento de las Logias fue impetuoso, y la
orden desarrollo de manera sin igual, los miembros pudieron desarrollar las
formas extremas de fraternidad que se producen durante una guerra, como lo fue
la guerra de liberación comandada por Simón Bolívar él y otros masones
en sus luchas libertarias irían fundando las ya denominadas "logias
lautarinas".
En 1809 comienzan los
primeros movimientos de cara a la Independencia de
Ecuador, es muy conocida como Primer Grito de Independencia Americana. Estos
formaron parte de una Junta de Gobierno provisional el 10 de agosto de 1809 en
Quito, pero todos acabaron asesinados en la Matanza del 2 de agosto de 1810
donde murieron varios masones ecuatorianos.
En el año de 1820 en Guayaquil se forma la Logia
Estrella de Guayaquil, cuyos miembros entre los que se encontraban José Joaquín de
Olmedo, José de Villamil, Miguel de
Letamendi, Luis Urdaneta, León de Febres
Cordero, etc., en la gesta denominada "la Fragua de Vulcano",
consiguieron el 9 de octubre la libertad de Guayaquil de manera
incruenta, conforme al plan trazado en logia. Gracias al trabajo de dichos
masones, por primera vez en lo que hoy es suelo ecuatoriano se logró una
verdadera y efectiva libertad, organizándose la División Protectora de Quito
que, luego de casi dos años de dura lucha, logró hacer ondear triunfante la
bandera albiceleste en el Pichincha.
El segundo
movimiento independentista se inició el 9
de octubre de 1820, cuando los criollos e individuos de la guarnición de Guayaquil dirigidos por José
Joaquín de Olmedo se
rebelaron y expulsaron a las autoridades fieles al rey, creando una nueva
nación llamada Provincia Libre de Guayaquil. La
junta revolucionaria que se formó en seguida pidió ayuda a Simón
Bolívar, quien envió a Antonio
José de Sucre y algunos
centenares de soldados; la campaña sobre la Sierra avanzó trabajosamente hasta
que Sucre se impuso en la batalla de Pichincha, librada sobre las estribaciones de este volcán, hacia la parte occidental de Quito, el 24
de mayo de 1822, fecha que es reconocida por los ecuatorianos como la de
su independencia de España.
La masonería chilena antes de la independencia de Chile.
En el año 1800, dependiendo de la Gran
Logia de Inglaterra, se consagra en Londres la logia “Gran Reunión Americana”,
autodenominándose sus miembros “Caballeros Racionales”.
Entre sus organizadores se encuentran
Francisco de Miranda y Bernardo O'Higgins. Su ideario se expandiría en
Sudamérica a través de las logias llamadas “Lautaro”.
A mediados de 1812 se instala la logia “Lautaro” de Buenos Aires; un tiempo después, aparecen la de Mendoza y Santiago (ésta en 1817). En 1822 las logias lautarinas se disuelven, una vez cumplidos sus objetivos independentistas.
Oficialmente, la
independencia de Chile fue declarada a través del Acta
de Independencia de Chile, jurada el 12 de febrero de 1818.
Esta declaración sería reconocida por España el 24
de abril de 1844.
La masonería peruana antes de la independencia del
Perú.
La participación de
la masonería en el movimiento independista data desde el año de 1742 , fecha en
que se subleva Juan Santos Atahualpa en el Gran Pajonal; a partir del año 1780
los masones estuvieron a la cabeza de los siguientes movimientos: en la ciudad
de Cusco, con José Gabriel Condorcanqui o Túpac Amaru II; el levantamiento de
Oruro en el año 1781, con Tomás Catari y Túpac Catari; en el año de 1805 en la
ciudad de Cusco con Gabriel Aguilar y Manuel Ubalde; en el año de 1811 en la
ciudad de Tacna, el levantamiento de Francisco de Zela; en el año de 1812 en la
ciudad de Lima, la conspiración del masón José Baquijano y Carrillo; en ese
mismo año se dieron los movimientos de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes, cuyos
caudillos fueron Juan José Crespo y Castillo, Domingo Berrospi y Juan Antonio
Navarro; en el año de 1813 en las ciudades de Arequipa Tacna y Tarapacá con la
insurrección de Juan Francisco Pallardelli y Pedro José Calderón de la Barca;
en el año de 1814 en la ciudades de Cuzco y Arequipa, de los hermanos Angulo
Torres, Mariano Melgar y Matías Pumacahua; en el año de 1818 en el Callao, de
José Gómez, Nicolás Alcázar y Casimiro Espejo; en el año de 1819 en la ciudad
de Lima, de José de la Riva Agüero, Mateo y Remigio Silva.
Finalmente cuando San Martín llegó a Huaura, engrosaron las filas del ejército emancipador, proporcionaron animales, carretas, alimentos y pertrechos. En Arequipa sus principales miembros eran: José Corbacho y Abril, Fernando López Aldana, Mariano Melgar, Manuel Arce, los curas Córdova y Zenteno Párrocos de Salamanca y Cailloma; en Trujillo Luís José de Orbegoso, José Tagle y Portocarrero, José María Monzón, Inca Yupanqui y Jacinto Rebaza; en Lambayeque: Juan Manuel Iturregui, Pascual Saco Oliveros, Juan del Carmen Casos y Antonio López y Vidaurre.
El final de la lucha por la emancipación no terminó con la proclamación de la
Independencia, había aún mucho camino por recorrer y muchas batallas que
pelear, lo que iniciaron los masones José de San Martín, Bernardo O’Higgins y
muchos peruanos. Lo terminaron los masones José de la Riva Agüero, Simón
Bolívar y José Antonio de Sucre.
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