Mejorar mi piedra
Desde que empecé en esta Augusta orden, y desde mi camino al templo en busca de la luz verdadera, siempre me dijeron que debería mejorar mi piedra bruta. Me dijeron que sería un trabajo lento y solitario, donde deberían recortar mis bordes sin reparar en las imperfecciones de otras piedras. Sin embargo, la soledad en el camino espiritual no significa alejarse del pueblo, porque el crecimiento sin la compañía de los hermanos es imposible, puesto que las referencias servirían como columnas de la orientación.
Del mismo modo, es imposible mi separación de piedra mejorada de las rocas que junto a mi sirven como vector y orientación. Es muy fácil decir que no intente reparar la imperfección de la piedra y también no querer mirar mi imperfección.
La Francmasonería es sabia y perfecta en sus enseñanzas y nada se coloca sin razón. Si en el primer grado simbólico el sillar áspero debe ser picado, siempre tendrá como plantilla la piedra cúbica. Por lo que se puede subir a su aprendiz en la escalera de Jacob, siempre tendrá como un compañero de modelo. De igual, el compañero al pulir su piedra cúbica mejora masónicamente, en busca de la perfección que también se perfila en el modelo de piedra pulida, que por su sabiduría y conocimiento refleja el pulido del maestro.
De ahí la importancia en la fijación de las perfecciones y por qué no decirlo en las imperfecciones de otras piedras, porque incluso el mal es importante, para nosotros saber lo que es correcto. La Francmasonería es perfecta, pero el hombre, está condenado a la imperfección, y su vida es constante lucha entre espíritu y materia.
También vemos la necesidad de un aprendizaje en las palabras de Lev Vygotsky que identifica el proceso de enseñanza y aprendizaje en la expresión "obuchenie" propia de la lengua rusa, que lo pone a uno que aprende y que enseña en una relación conectada y dice que "en ausencia de otro, el hombre se construye al hombre". Como si de una manera debemos abrir nuestros corazones a lo que enseñamos, que nos enseña a saber tocar nuestros corazones.
La gran importancia de la reunión es en nuestras fuerzas para revitalizar el tajar de nuestras imperfecciones, así como el cariño, de fraternidad, de amor que nos une y nos fortalece, es también el ejemplo que damos y que seguimos. Por lo tanto, es más palpables a nosotros, ser mejores personas, si estamos del lado de quienes consideramos y admiramos.
Jean Piaget, Emília Ferreira, Tânia Zagure, Paulo Freire, Acosta de Rubens, entre muchos otros educadores y pensadores son unánimes en reconocer que aprendemos más por ejemplos que tenemos que por las palabras que hablamos, y, por lo tanto, no es suficiente decir que por ser un trabajo solitario, ese trabajo no me da responsabilidades con las piedras alrededor de mí, no sólo pulo mi sola piedra, debe también servir de ejemplo para otro pulidor a mi lado.
Sin embargo, inherentes a tal declaración, el masón está destinada a ser siempre un ejemplo a ser seguido, un ejemplo de moralidad, virtud, sabiduría, educación, amabilidad, tolerancia, es decir, siempre se está cargando en su eterna lucha en la construcción de castillos las virtudes y mazmorras a la adicción. El aprendiz es un ejemplo de modelo a los profanos y el compañero como un modelo, que a su vez se reflejan en los maestros, porque el verdadero arte sabiamente divide los tres grados simbólicos como sigue: en el primero Conócete, ganar sus pasiones y someter su voluntad; en la segunda compra, a través del conocimiento de la ciencia a la que el tercero ya está listo para enseñar los conocimientos adquiridos y formará a nuevos hermanos.
Por lo tanto, la importancia de la reunión, tanto dentro como fuera de la tienda en nuestros momentos de Agape, para que en el intercambio de experiencias podemos mejorar nosotros y comulgar en fraternidad y armonía, nosotros podemos revitalizar nuestras fuerzas para el arduo viaje en busca de conocimiento y sabiduría para ser mejores hombres, que sirve como un ejemplo para el resto de la humanidad.
Autor: Ivan Barbosa Teixeira
MM RLS Vale do Itapemirim
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