La Redención de Jesús
Autor: R:.H:. Fr. R+C Carlos Napoleón del Carpio Palacios
Lima - Perú
Cuenta las
tradiciones que Jesús después de haber elegido a sus discípulos y haber
predicado durante tres años en los márgenes del lago Tiberíades, Jesús decidió
ir a Jerusalén por dos razones principales. En primer lugar, deseaba tener un
encuentro con las autoridades religiosas del Judaísmo, para exponerles el
propósito de su misión y solicitarles su apoyo para cumplir adecuadamente. En segundo lugar, sabía que en aquella ciudad
debería cumplir su ministerio público. Como confirman los evangelios, Él ya
había anunciado a sus discípulos que sería hecho prisionero, escarnecido y
después crucificado. A pesar de eso, partió hacia la ciudad de las Luces, que
era entonces en centro administrativo y religioso de Israel. Precedido por su
fama, fue aclamado por la multitud, que veía en Él un profeta del Linaje de
David, estando algunos convencidos, inclusive, que Él era el Mesías que todos
los judíos aguardaban.
A penas llego, Jesús
se dirigió al Templo construido por el Rey Salomón, hijo de David, en aquella
época, el Templo era de una grandiosidad y belleza incomparables. En verdad no
existía en el mundo entero otro mayor o más bello. En los Atrios y salones
contiguos se encontraban los mercaderes que vendían todo tipo de objetos a los
transeúntes. Al verlos, él se enfureció
y los hecho violentamente, censurándolos por haber “transformado su casa en una
cueva de asaltantes”. Obviamente esa
reacción disgustó a los mercaderes, algunos de los cuales tenían una gran
influencia con las autoridades religiosas, como también con las romanas. Por
otro lado, todos los que lo acompañaban quedaron felices con ese acto de
coraje, no solo porque lo aprobaban, sino por que nunca habían osado hacer lo
mismo
Durante
su estadía en Jerusalén, Jesús continúo predicando en el Templo y en las casas
de las personas que lo convidaban para esto.
Al mismo tiempo, prosiguió haciendo sus curas a todos aquellos que lo
buscaban. Todo esto intrigó a los
miembros de las dos sectas judías más influyentes de la época, los Fariseos y
los Saucedos. Los primeros representaban a la corriente más ortodoxa del
Judaísmo, pero, aunque conociesen perfectamente la Ley, no la ponían en
práctica ni vivían de acuerdo con lo que predicaban. Los segundos pertenecían
principalmente a la nobleza y tendían a usar la religión para ejercer el poder
político y económico sobre el pueblo. A los ojos de Jesús, ambas facciones
habían faltado a su deber sacerdotal y no eran dignas de la función que
ocupaban en la vida religiosa de Israel.
El Sanedrín
Finalmente ciertos
Fariseos y Saucedos se mezclaron entre el pueblo para oír por ellos mismos lo
que Jesús predicaba y ver como él procedía para curar a los enfermos (arte que
había estudiado en las Escuelas de los Esenios). Se quedaron impresionados con su inteligencia
y con la naturaleza de su enseñanza, pero vieron en él una amenaza para la
autoridad que ellos detentaban. En muchas ocasiones ellos formularon preguntas
que eran al mismo tiempo maliciosas e incomodas, para desprestigiarlo con la
población y el poder romano. Jesús los reconoció y comprendió perfectamente
porque ellos actuaban de aquel modo. De cualquier manera, no dudó en
enfrentarlos públicamente, llegando a llamarlos blasfemos e hipócritas.
Entonces ellos decidieron convocarlos a comparecer ante el sanedrín, que era un
Consejo formado por las más altas autoridades fariseas y saucedas, para
someterlo a un interrogatorio más profundo.
La
autoridad del Sanedrín era muy influyente, pero aun así insuficiente para
obligar a Jesús a someterse a cualquier interrogatorio. Por eso los miembros de
ese consejo, emplearon su poder para hacerlo apresar por las autoridades
romanas, alegando que perturbaba el orden público e incitaba al pueblo a la
rebelión, lo que era falso. Como relatan los Evangelios, fue Judas quien indicó
donde encontrarlo. Pero, según su misión cósmica, él no tenía la intensión de
traicionar a su Maestro. Antes deseaba que él pudiese explicar ante el Sanedrín
para demostrar su buena fe. De cualquier manera, Jesús estaba durmiendo en el
jardín de Getsemaní con los demás discípulos,
cuando vio llegar a los soldados, quedo triste pero no sorprendido, pues
sabía que su prisión hacía parte de su misión cósmica. Por tanto, se dejo
llevar sin la menor resistencia.
Antes que nada Jesús
fue llevado al Sanedrín, donde fue interrogado sobre sus orígenes, la fuente de
sus enseñanzas, las razones de su ministerio, etc. Él explicó que no había
venido a abolir la ley de los profetas, sino para cumplirla. Le pidieron que retirara las acusaciones que
había formulado contra los Fariseos y Saucedos, pero él se negó. Lo que más
contrarió al consejo fue su afirmación de que había venido a reinar no
solamente a Israel sino también en el mundo.
Naturalmente sus palabras eran alegóricas, pues el sencillamente quería
decir que había venido entre los hombres para indicarles el camino que conduce
al Reino Espiritual. Lamentablemente sus palabras fueron interpretadas
literalmente. Desde ese momento fue
acusado de querer tomar el poder político y religioso. Por esta acusación, fue conducido ante Poncio
Pilatos, entonces gobernador de Galilea.
El Proceso de Jesús
Poncio Pilatos era un
hombre inteligente. Después de haber
interrogado personalmente a Jesús, dudó que éste pudiese ser un rival o
revolucionario. En verdad, quedó
impresionado por su brillo y sintió que era una víctima más de la maldad e
intolerancia del Sanedrín. Con todo, no tuvo otra opción que condenarlo a
muerte, principalmente por el hecho de que Jesús persistía en decir que era
efectivamente el rey de los judíos. En
esa época el medio utilizado por los romanos era la crucifixión. En esos días, un agitador criminal, llamado
“Barrabas” en la Biblia, fue condenado a la misma pena por haber matado a un
soldado durante un tumulto popular. La
tradición Judaica requería que un condenado fuera perdonado en ocasión de la
Pascua. Poncio Pilatos entonces, pidió al pueblo que escogiese entre Jesús y
Barrabas, y éste último fue liberado.
Luego de su prisión,
Jesús fue flagelado y después crucificado en el Monte Gólgota, así llamado por
que tenía la forma de un cráneo. Pero al
contrario de lo que esta escrito en los Evangelios y corroborados en los Manuscritos
del Mar muerto, El Maestro Jesús no murió en la cruz, fue bajado por sus
hermanos esenios en profundo estado letárgico
y posteriormente curado. Con la autorización de Poncio Pilatos, su
cuerpo fue confiado a José de Arimatea miembro del Sanedrín y amigo de Jesús. Auxiliado por algunos esenios, él lo
transportó hasta una gruta que habían transformado en una caverna, a poca
distancia del lugar de la crucifixión.
Ahí ellos lo bañaron con esencias especiales y lo trataron durante
muchas horas, utilizando las técnicas de curación que dominaban a la perfección
los esenios.
La Redención
Como dicen las tradiciones de muchas escuelas
iniciáticas, Jesús no murió en la cruz. Siendo así, no podría resucitar tres
(número cabalístico) días después de este suplicio. Como explique en párrafos
arriba, su cuerpo fue bajado de la cruz en un estado de profundo letargo y
confiado a José de Arimatea, que lo curo con el auxilio de otros esenios. A
pesar de eso, no hay como negar que un fenómeno excepcional se produjo mientras
él estaba en la cruz. Bajo el efecto, no de un sufrimiento, sino de un
elevadísimo nivel de evolución y de la compasión infinita que él sentía por
todos los hombres, él hizo una fusión momentánea entre su alma y el alma colectiva de la
humanidad. Durante esa fusión, integró a su propia consciencia el karma
negativo del mundo y lo neutralizó por medio del influjo Crístico que le había
sido trasmitido durante su iniciación en Egipto, ese es el fundamento esotérico
de la redención.
Antes
de continuar, es necesario explicar que Jesús no fue el único avatar que asumió
el papel de redentor. Otros grandes Iniciados, especialmente los fundadores de
las tres siguientes grandes religiones, también desempeñaron ese papel, sin
embargo la redención que ellos trajeron al mundo, no constituyó el propósito
principal de su ministerio. Por otro lado, esa redención fue apenas parcial. En
otras palabras, ellos solo neutralizaron una parte del karma negativo de la
humanidad, en cuanto que Cristo lo anuló totalmente por lo que cumplió su obra
redentora con perfecta consciencia y conocimiento de causa. En eso, él fue no
solamente un Maestro fuera de lo común, sino también un puro agente del Poder
Divino. Fue por esa razón que los esenios lo consideraron el Logos, es decir,
la Encarnación del Verbo Divino. De
cualquier forma, su misión fue excepcional y se inscribe en una dimensión
universal.
Ya en
el Monte Carmelo en el Templo de los Esenios y gozando de un ambiente
tranquilo, Jesús dedicó el resto de su vida a registrar por escrito (lo que hoy
son parte de los Manuscritos del Mar Muerto) la mayor parte de sus enseñanzas y
a trabajar espiritualmente al servicio de la humanidad. Fue en ese elevado
lugar que el paso por la llamada muerte física, rodeado por sus hermanos
Esenios a los 72 años (7+2=9) el número de la evolución espiritual. Su restos
nunca podrán ser encontrado pues se trataba de un ser muy etéreo debido a su
alto nivel de espiritualidad.
¿Será que algún día podremos
descubrir en una sala inaccesible del Vaticano o en alguna biblioteca esotérica
del mundo los manuscritos que fueron escritos en arameo por las manos de Jesús
el Cristo?
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