Mitología mesopotámica. La construcción: Sus ritos y relevancia en la cultura sumeria
Los primeros acontecimientos arquitectónicos en Mesopotamia de gran orden pueden datarse a finales del V milenio a.c, y se corresponden con los niveles de excavación, o estratos, XI y VII del yacimiento arqueológico de Eridu. Localidad de Eridu, y según la leyenda sumeria, que sería la designada para construir el primer gran templo y cuyo honor recayó en el culto al dios En-ki, el é-apzu o é-engur-a, “La Casa de la Aguas Subterráneas”, por ser la divinidad de referencia de la primera ciudad santa sumeria.
La construcción en Sumer, y en particular la edificación capitular, suponía un acontecimiento de extrema importancia desde el punto de vista religioso y social. Como máximo exponente de la cultura teocrática urbana sumeria, la construcción de un templo estaba acompañado de un importante número de rituales que incluían la participación personal del máximo dirigente del enclave. Un ejemplo excelentemente documentado nos los proporciona el “Himno al templo de é-ninnu” durante la II dinastía de Lagaš en el reinado del “patesi” Gudea, 2141-2122 a.c., si bien ya durante el periodo denominado como “Renacimiento sumerio”.
« En el día en que los Cielos y la Tierra el destino habían decidido, Lagaš levantó, en su grandeza, altiva su cabeza, y En-lil, al Señor Ninĝirsu, miró con aprobación. En nuestra ciudad habitaba la perfección. El Corazón se llenó de regocijo, el corazón de En-lil, un río desbordado, que rebosa alegría. Y así como el Tigris lleva agua dulce, al igual En-lil, cuya voluntad es una gran inundación magnífica e imponente, tomó una dulce decisión: El Soberano se refirió a su Casa (el templo de Ninĝirsu) y se propuso el engrandecimiento del é-ninnu para que fuera reconocido en todas partes..» Pasaje inicial del Cilindro A de Gudea, líneas 1 a 11. Siglo XXII a.c.
Éste prólogo neo-sumerio, nos dibuja los cambios socio-religiosos acaecidos tras las la caída de la dinastía de Akkad, y la invasión Guti, y los roles heredados durante su dominación de la Baja Mesopotamia. Aparece encumbrado el dios En-lil como “Señor Único” del mundo sumerio y donde los anteriores dioses patronales independientes ejercen ahora como sus súbditos. Mas también nos sugiere un primer ideario de porqué se proyectaban tales construcciones templarias. Propósito que debe interpretarse como una satisfacción del dios supremo hacia el “Lugal-shu-an-na” o su divino regente administrativo, en éste caso Ninĝirsu, que en el nombre de En-lil, el supremo regente de la administración del mundo, gobierna la ciudad. Hecho que no era extensible hacia los habitantes de la ciudad, tras un trabajo sin mácula en busca de su favor, ya que, y como es conocido de la mitología sumeria, el hombre fue creado para servir a los dioses sin esperar dádiva alguna, salvo el castigo hacia su dios patronal y a ellos mismos, en caso de un servicio defectuoso.
« Ninguna Sagrada Casa, Ninguna Casa de los Dioses, ni ningún santo lugar había sido levantado, todavía. Ningún cañaveral había surgido (y) ningún árbol había prosperado. Ningún ladrillo había sido colocado (y) ningún molde de ladrillo había sido concebido. Ninguna casa había sido construida (y) ninguna ciudad había sido fundada. Nippur no había sido concebida (y) el é-ekur-a no había sido construido. Uruk no había sido concebida (y) el é-anna no había sido construido. El é-apzu no había sido construido (y) Eridu no había sido concebida. Ninguna Sagrada Casa, Ninguna Casa de los Dioses. (Cuando) su residencia fue edificada, toda la Tierra era agua. » Pasaje del “Himno de purificación del templo de é-gid-a” encontrado en el templo a Nabû en Borsippa. Periodo neo-babilónico. Siglo VII a.c. aprox.
Si bien éste último texto neo-babilónico nos remite a Marduk y su templo en Babilonia, como el primer templo edificado, lo que resulta manifiesto es la profunda relación que durante milenios tiene la cultura mesopotámica con el acontecimiento de la construcción dando importancia tanto a la ciudad como relevancia a su dios patronal dentro el panteón mesopotámico de la época en cuestión. No en vano, ladrillo y molde son citados en el anterior himno como parte imprescindible para la creación de su mundo. Creación que incluiría a la misma Humanidad y que hace semejanza a la fabricación de un ladrillo de adobe. Según la mitología babilónica, de los restos del dios Kingu se creó al ser humano, siendo la porción que cada hombre posee del dios inmolado su “espíritu inmortal” o “ekimmu”, la parte divina que fue mezclada con el barro y que posteriormente fue “horneada” en las entrañas de Nintu(r), la “Diosa Madre”.
Desde la perspectiva puramente arquitectónica, el ladrillo de adobe puede presentar grandes limitaciones a la hora de erigir grandes estructuras y esto es debido a que se trata, al estar fabricado de barro y paja, de un material altamente soluble en agua. La disposición ilimitada de barro en una llanura aluvial como es la mesopotámica y la práctica ausencia de piedra y madera, supuso para los primeros constructores sumerios la necesidad de adoptar metodologías de construcción acordes, a la vez que se aprovechaban sus virtudes, con los elementos de obra que disponían. De esta guisa, los muros de las edificaciones sumerias eran gruesos, beneficiándose de sus efectos térmicos. Tales muros, en el caso de los templos, eran reforzados, con contrafuertes y cuya utilización técnica se extendería hasta mas allá del siglo I d.c.
Hecha la breve introducción y dentro de los rituales afectos al hecho constructivo, desde época sumeria se extiende en Mesopotamia la costumbre de enterrar en los cimientos materiales con carácter simbólico y con objeto de conmemorar las edificaciones. Tal ceremonia propiciaba los buenos augurios para la edificación - tras la revolución teológica del II milenio a.c., tuvieron también la finalidad de ahuyentar a los demonios que pudieran amenazarla – y que constituyen lo que se denomina como “depósitos fundacionales”. Como ya ha sido comentado, al igual que ocurre en la actualidad, éstos solían emplazarse en los cimientos de los templos, pudiendo también encontrarse bajo el umbral de las puertas o incorporados en los muros. La composición de éstos depósitos puede incluir diferentes elementos y que van desde “Ladrillos del Destino” , “Placas de Fundacionales y/o “Clavos de Fundación”.
« Entonces había una mujer, quien quiera que ella fuera… Ella [...] poleas (y) llevaba un refinado estilete (de escritura) de plata en la mano que depositó sobre una Tablilla de las Estrellas del Buen Cielo, y que estaba consultando. Había, además, un guerrero. Su brazo estaba recogido sosteniendo una tablilla de lapislázuli en su mano, y se disponía a colocar los planos de la Casa. El Cesto Sagrado se situó frente a mí, el molde del Sagrado Ladrillo estaba listo y el Ladrillo del Destino fue colocado para mí » Pasaje de “Las divinas bendiciones de la diosa y el guerrero”. Cilindro A de Gudea, líneas 110 a 123. Siglo XXII a.c.
Las piezas mas interesantes son los “ladrillos fundacionales”, en su traducción desde el sumerio: “Ladrillos del Destino”. Importancia que proviene de sus propios textos como referencia histórica, así como su papel en los rituales previos al comienzo de las obras. La ceremonia previa a su incorporación en la hechuras del templo , entre otros rituales, incluía la comprobación del ladrillo que se iba a situar en el depósito fundacional como el original único del molde consagrado, el “Molde Puro”, con lo que se aseguraban así los buenos augurio para el resto de la obra. Escenas similares a las que relata el cilindro de Gudea, y que tenían un carácter publico, son representadas en numerosas placas conmemorativas del inicio de la edificación de un templo. En ellas aparece en el rey, precediendo a su séquito, llevando sobre su cabeza la “Cesta Sagrada” de albañil en su papel como “Primer Obrero” del reino, y que incide, de nuevo, en la importancia de evento constructivo en ésta civilización. De hecho, la palabra sumeria para ladrillo, “sig”, hace tanto referencia a un edificio como a ciudad, siendo incluso uno de los nombres del dios de la construcción y donde el propio Ladrillo del Destino ejerce como su “representación terrenal” en los ceremoniales de ofrendas para obtener la aprobación sobre los futuros trabajos.
«Vertió Agua Pura en el [...] Molde del Ladrillo, tambores a-dab, šem y a-la tocaban para el gobernante. El preparó el barro excavado para fabricar el Ladrillo y la miel hoed, la manteca y óleo preciso dentro de él. Mezcló bálsamo (¿?) y esencias de todo tipo de árboles en la pasta. Alzó la Cesta Sagrada y la colocó al lado de la Moldura del Ladrillo . Gudea depositó la arcilla en el Molde del Ladrillo, y procedió exactamente según lo prescrito, trayendo al Primer Ladrillo a la existencia, mientras que los allí reunidos esparcían óleos o perfumes de cedro. ¡Su ciudad y la Tierra de Lagaš disfrutaron con él de una día de alegría…! Sacudió la moldura de ladrillo y dejó que el ladrillo se secara. El miró a el/la [....] con satisfacción, lo ungió con esencia de ciprés y bálsamo (¿?) ¡Utu (el Sol) gozó sobre el ladrillo que colocó Gudea, [...]! . Desprendió el ladrillo del [...] del Molde y éste se asemejaba a una corona de las portadas por An . Alzó el ladrillo y lo mostró a su pueblo ¡Era como arrojar lo que compone al Sagrado Utu sobre sus cabezas..! El ladrillo levantó su mirada hacia la Casa y era como si las vacas de Nanna(r) estuvieran ansiosas de estar atadas a su yugo. Dejó el ladrillo, entró en la Casa . Parecía como si se tratara de Nisaba, y conociera los secretos mas profundos de los números » Pasaje del “Ritual de realización del Sagrado Ladrillo”.Cilindro A de Gudea, líneas 499 a 531. Siglo XXII a.c.
Aunque parece ser que los “Ladrillos del Destino” y su ceremonia son afectas al periodo neo-sumerio, resulta indudable que el conjunto de los rituales de construcción son anteriores en el tiempo. Desde el punto de vista arqueológico, los ladrillos son una fuente de información básica por la información que proporcionan. Las inscripciones, bien realizadas a mano o bien estampadas con la ayuda de un molde, proporcionar detalles sobre los dioses beneficiarios de las construcciones templarias, así como el uso y la finalidad social o económica destinada para éstos, advirtiendo también sobre que futuro soberano tendrá que proyectar su inevitable restauración. Éste último apunte incide en la decisión sacra, asociándola con los parabienes del templo y de su destino establecido por los dioses, hacia la designación del futuro rey que dará continuidad a la dinastía.
En referencia a las “Placas de Fundación”, se conoce su utilización desde el periodo Proto-dinástico III sumerio, 2600-2334 a.c. Las Placas de Fundación solían estar realizadas en piedra, algunas semipreciosas como el lapislázuli, y barro cocido, si bien se pueden encontrar elaboradas en cobre y mas raramente en plata u oro. Un hecho significativo sobre éstas piezas es la utilización de la piedra y el cobre, unos materiales escasos en la Baja Mesopotamia, y que vuelve a reafirmar la importancia del ajuar de estos ceremoniales. Dependiendo de su legado, las Placas de Fundación pueden dividirse en “Tablas de Fundación”, las mas generales, se distinguen por ser documentos escritos y fuente de evidencias sobre episodios históricos, asi como de procesos y rituales de una época determinada. El segundo grupo, las menos habituales, son las carentes de texto, y pueden incluir planos sobre la construcción o reconstrucción de edificaciones o bien de alguna de sus estancias.
Los llamados “Clavos de Fundación” son piezas puntiagudas que se insertaban en la superficie de cimentación o eran clavadas en los muros de la construcción, de ahí su terminación en punta. Existen dos tipos fundamentales de clavos de fundación: Los denominados “conoidales”, que podían estar moldeados en metal, cobre o bronce, o en terracota, y los que representan figuras humanas. Se conoce la costumbre de incorporar los clavos de fundación desde la época Proto-dinástica, mediados del III milenio a.c., siendo la mayor parte del registro arqueológico datado en esas fechas. En el caso de personificar figuras humanas o humanoides, suelen reproducir a genios, dioses o reyes portando útiles de construcción de diversos motivos. En el caso de aparecer portada la “Cesta Sagrada”, ésta suele ser llevada por un sacerdote-rey, un rey o un gobernante como así nos certifican los rituales hasta ahora descritos.
Dentro de los ceremoniales, la música y el canto son parte prominente en éstos acontecimientos. En el texto anterior de Gudea se hace alusión a la utilización de distintos tipos de instrumentos de percusión y viento, caso éste último del “šem”; una percusión que acompañaba a diferentes tipos de himnos, rogatorias/plegarias o réquiems relacionados con éste tipo de grandes hitos sociales. En el caso específico de los timbales “a-dab-a”, estos instrumentos musicales, y que tenían forma cuadrada, eran las acompañantes únicos de un determinado tipo de composiciones con el mismo nombre. Un himno podía estar dividido, y ponemos el ejemplo del “Adab del rey Lipit-Ištar a An”, en nueve secciones de longitud variable. Las secciones de nombre “šag4-ba-tuku”, se iniciaban con dos líneas de invocaciones que constituían una sección “bar-sul2“. A continuación una nueva sección barsul iniciaba un “sa-gid2-da”, que estaba seguido de un “ĝeš-gi4-ĝal2” y que iniciaba un “sa-ĝar-ra”, la parte mas extensa del himno y concluía con un nuevo ĝešgiĝal , finalizando el himno con tres líneas “u18-ru”.
El barsul invocaba la presencia del dios al que se dirigían los cánticos, nombrándolo con una serie de epítetos de alabanza por los cuales era reconocido. En el primer “sagbatuku”, se realizaba un nuevo requerimiento a la divinidad con sobrenombres calificativos que culminaban con el genuino nombre del dios. El segundo procedía a relatan tanto la especial inclinación del dios hacia el regio orante, como la devoción del orante hacia el dios en cuestión, así como la personal preponderancia de éste sobre otras deidades. El “sagarra” desarrolla las alusiones anteriores, pero desde la perspectiva del dios, de manera que la divinidad, dirigiéndose al regente, rubrica sus meritos para recibir tales epítetos. En ella, igualmente, el dios proclama la especial inclinación hacia su devoto, a la vez que extiende el apoyo hacia él de otras deidades menores. El último gesgigal del sagarra retoma las alabanzas hacia el rey , concluyendo a el himno con los “uru” y donde es reafirmado del estatus del dios implorado dentro del panteón general.
«(Himno) (1-2) El Augusto Señor, el Prominente, con los mas excelsos divinos poderes. Todopoderoso Patriarca de todos las divinidades. (3) barsul (4-9) El de Preponderante Cabeza, La Raza del Toro. (5) El que hace que las semillas germinen, (6) el que su nombre produce respeto, propagando gran temor, el que sus mandatos no pueden ser derogados. Quien está imbuido con los sublimes divinos Me de la Montaña Pura y quien se sienta en el gran trono Dais. ¡An, el Rey de los dioses! (10) šagbatuku (11-18) El lo ha mirado con agrado, desde tiempo El ha mirado al príncipe Lipit-Ištar con favor. Le ha otorgado una larga vida. El le ha conferido al príncipe Lipit-Ištar una larga vida. Las palabras de An se establecen firmemente, ningún dios podría oponerse a ellas. En el lugar donde los destinos son establecidos, los Anunna se congregan en torno a El. (19) šagbatuku (20) El ha hecho posible la manifestación de todos los Me sagrados, los dioses del Cielo que se congregan en torno a El (22) Barsul (23) El ha implementado con perfección la Planificación Divina; los dioses de la Tierra [se congregan en torno a el] (Junto) con los augustos y nobles (¿?) Me sagrados, el gran An ha concedido a Lipit-Ištar, hijo de En-lil, un reino que es verdaderamente valioso (29) sagida » Pasaje del “Adab de Lipit-Ištar a An”, cinco primeras secciones, líneas 1 a 29. Siglo XXII-XXI a.c.
Dicho ésto, es harto probable que gran parte de la literatura sumeria tenga directa o directa vinculación con los rituales aquí esbozados, y de las cuales habría que excluir los escritos administrativos y contables, la correspondencia, y los rituales de ordenación del templo. No hay que olvidar que muchos prominentes textos hallados, caso de los mencionados cilindros de Gudea, las inscripciones de Tummal, la épica de Enmerkar o varios relatos mitológicos de Enki e Inanna, por poner algunos ejemplos.., están relacionados con el proyecto, edificación, reconstrucción e incluso con la demolición de un templo. De igual manera, habría que recordar también que numerosas dataciones y referencias sumerias hacia un determinado año o periodo, están vinculadas con una solemne obra urbanística. También se considera acertado suponer que los distintos tipos de himnos, tanto los denominados “templarios”, “regios” o “sacros”, podrían éstar en su inmensa mayoría relacionados con las ceremonias de los “rituales de construcción” y en particular a la parte donde la deidad es invitada a tomar posesión de su nueva o reconstruida residencia. Determinadas lecturas de elegías o lamentos, al igual que ocurre en los “Festivales del Año Nuevo” y según T. Jacobsen, podrían formar parte de éstos ceremoniales; tal vez sea interpretable que durante las obras de reconstrucción, el dios se ausentara de su templo y que sería asimilable con las elegías de la muerte del dios anteriores a los rituales hierógamos de año nuevo.
En resumen, tanto la elección como el momento y el regente responsable, tal y como relatan los cilindros de Gudea, forman parte de una “revelación divina” y están escritas en las celestiales “Tablas del Destino”, siendo su resolución y causa la primera parte del ritual. A continuación la ceremonia realiza una exaltación tanto del regente, el dios tutelar y la ciudad, así como de los méritos contraídos por éstos para su designación. Ritual que continúa con las elegías por el necesario abandono, y llorada breve ausencia del dios, durante las obras, y que deja en manos del soberano de la ciudad. Seguidamente se procede con los rituales afectos a la colocación de la “primera piedra”, y las invocaciones por la perfecta culminación del edificio – en el periodo neo-babilónico están incluirían rituales mágicos del tipo “bit-ameli” o “bit-meseri” contra los demonios -, para a la conclusión, realizar las correspondientes expresiones de deseo de su pronta vuelta a la nueva residencia. Ésto es debido a que los templos tienen como misión, en su versión mitológica…, dar una residencia digna al dios cuando éste decide visitar la ciudad y recoger el fruto de sus posesiones. Posesiones que sus sacerdotes preservan , y mientras tanto disfrutan.., para ellos.
Referencias:
“Depósitos fundacionales en la cimentaciones mesopotámicas y egipcias” A. Graciani (2005)
“The Literature of the ancient Sumer” J. Black (2004)
“I have built you an exalted House” V. (Avidgor) Hurowitz (1992)
Textos:
etcsl.orinst.ox.ac.uk.
Imágenes:
cdli.ucla.edu
centfrontieres3.voila.net
en.wikipedia.org
http://lampuzo.wordpress.com/2013/04/19/mitologia-mesopotamica-la-construccion-sus-ritos-y-relevancia-en-la-cultura-sumeria/