En el "Grande Abajo" -en Antártida-
la Edad del
Hielo también estaba causando cambios. De año a año el tapacubos de hielo que
cubría el continente en el polo sur se hacía más espeso. Bajo la creciente
presión de su peso, hubo un aumento del roce y calor en su faz interior. Luego
el inmenso tapacubos flotaba en una placa escurridiza de lodo. En la estación
orbital vino la alerta: el tapacubos de hielo estaba entrando en equilibrio
inestable; si el resbalara del continente hacia el océano la inmensa onda
causada por el impacto cubriría toda la Tierra !
El peligro era inminente. En el cielo, Nibiru
estaba en su punto más próximo a la
Tierra , entre Júpiter y Marte. Como ya había acontecido en
ocasiones anteriores, su fuerza gravitacional causaría terremotos e
inestabilidad en los movimientos de la Tierra. Se calculaba que esa fuerza gravitacional
desencadenaría el desligamiento del tapacubos polar, inundando la Tierra con un diluvio
global. Los propios astronautas no quedarían inmunes a la catástrofe.
Mientras se iniciaban los preparativos para
juntar a todos los Anunnaki cerca del espacio-puerto y dejar listas las naves
que los llevarían hacia el espacio antes de que la devastación llegara, fueron
empleadas artimañas para mantener en secreto a la humanidad el desastre
inminente. Temiendo la invasión del espacio-puerto por una turba desesperada,
todos los dioses fueron obligados a jurar que no revelarían el secreto.
"En cuanto a los hombres", dijo Enlil, "ellos que perezcan; que
la semilla del terrícola sea eliminada de la faz de la Tierra.”
Todo lo narrado hasta aquí tomado de las
tablillas sumerias, también esta en la biblia.
La decisión de
eliminar a los hombres pasó por un acuerdo de los anunnakis, decisión que debía
mantenerse en secreto.
Enlil vio la
ocasión de deshacerse de los terrestres cuando, desde esta estación científica
en la punta de África, se le empezó a informar de una peligrosa situación: el
crecimiento de la capa de hielo en la Antártida se había hecho inestable, al
apoyarse sobre otra capa de nieve medio derretida y deslizante. El problema era
que esta inestabilidad se estaba desarrollando justo cuando Nibiru estaba a
punto de hacer su aparición en las proximidades de la Tierra; y el campo
gravitatorio de Nibiru podía romper el delicado equilibrio de la capa de hielo,
haciendo que se deslizara en el Océano Antártico. La inmensa marea que se podía
originar así sería capaz de engullir todo el globo.
Cuando los Igigi
(Anunakis de las estaciones espaciales) en órbita alrededor de la Tierra
confirmaron la certeza de esta catástrofe, los anunnaki empezaron a reunirse en
Ippar, el espacio puerto. Sin embargo, Enlil insistió en que no se informara a
la humanidad de la inminencia del Diluvio; y en una reunión especial de la
Asamblea de Dioses, les hizo jurar a todos, y en especial a Enki, que
guardarían el secreto.
Pero Enki burlo
este acuerdo con una estratagema: ¿Acaso no podía contárselo a una pared? Hizo
que Atra-Hasis fuera al templo, e hizo que se pusiera detrás de un biombo.
Después, Enki fingió que hablaba con el biombo, no con su devoto terrestre.
La última parte del
texto del Atra-Hasis, la parte principal de la Epopeya de Gilgamesh y
otros textos mesopotámicos describen con los acontecimientos que siguieron:
cómo utilizó Enlil la catástrofe del Diluvio para aniquilar a la humanidad, y
cómo Enki, oponiéndose a la decisión que Enlil había forzado en la Asamblea de los
Dioses, se las ingenió para salvar a su fiel seguidor Ziusudra (también
conocido como Utnapistim o Noé), diseñando para él una nave sumergible que
pudiera soportar la avalancha de agua.
Épica de Atra-Hasis y Epopeya de Gilgamesh.
Acostumbrados a las
historias bíblicas, nos imaginamos el “arca” como un barco muy grande, con cubiertas
y superestructuras. Pero el termino bíblico teba proviene de la raíz
“hundido”, por lo que hay que llegar a la conclusión de que Enki le dio
instrucciones a su Noé para que construyera un barco sumergible, un submarino.
El texto acadio
dice que Enki hablaba de un barco “techado por encima y por debajo”, herméticamente
sellado con “brea dura”. No tenían que haber cubiertas ni aberturas, “de modo
que el sol no viera el interior”. Tenia que ser un barco “como un barco del
Apsu”, un Sulili; y este es el término que se utiliza en la actualidad, en hebreo, Soleleth, para identificar un submarino.
Lo cierto es que
solo un submarino, podía sobrevivir a una avalancha de aguas tan arrolladora.
Los anunnaki, a una
señal, “elevaron” en sus Rukub ilani (carros de los dioses), los
encendidos cohetes “haciendo brillar la tierra con su fulgor” salieron al
espacio exterior. Al orbitar la Tierra en su lanzadera, contemplaron con horror
la acometida de las olas en la superficie. Todo lo que había sobre la Tierra
fue barrido por una colosal avalancha de agua: A.MA.RU BA.UR RA.TA –“La
Inundación lo arrasó todo”.
Enki, “vio y
lloró... Ishtar gritaba como una mujer de parto... los dioses, los anunnaki,
lloraban con ella”. Retumbando adelante y atrás, las olas barrieron el suelo,
dejando tras de sí inmensos depósitos de lodo: “Todo lo que había sido creado,
volvió al barro”.
Llego la tormenta “con las primeras luces del
alba”. Hubo estremecedores truenos. Una nube negra se levanto desde el
horizonte. La tormenta arranco los postes de las construcciones y los muelles;
después, los diques cedieron. A continuación, llego la oscuridad, “convirtiendo
en negrura todo lo que había sido luminoso”; y “la ancha tierra se hizo añicos
como una olla”.
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