Autor: Herbert Oré Belsuzarri.
LOS
DIOSES LUEGO DEL DILUVIO.
Los anunnaki que habían salido al
espacio exterior antes del diluvio retornaron a la tierra luego que este pasó.
En los textos de “Las Hazañas y Proezas
de Ninurta” se dice:
En aquel momento, Enlil le transmitió palabras a Enki
desde su barco celestial: ¡Descendamos en Torbellinos desde los barcos
celestiales sobre el pico de Arrata, para revisar la situación, para determinar
qué hacer!
Mientras los demás seguían circundando la Tierra en
sus barcos celestiales, Enlil y Enki descendieron en Torbellinos sobre el pico
Arrata.
Los dos hermanos se sonrieron al encontrarse, con
alegría estrecharon los brazos.
Después, Enlil quedó desconcertado con el olor del
fuego y de la carne asada.
¿Qué es eso?, le gritó a su hermano. ¿Es que ha
sobrevivido alguien al Diluvio?
¡Vamos a ver!, le respondió Enki dócilmente.
Enlil.
Cuando Atra-Hasis
toco tierra, sacrifico algunos animales y los aso al fuego. No es de sorprender
que los exhaustos y hambrientos dioses “acudieron como moscas a la ofrenda”.
Enlil, enfurecido
al principio porque su objetivo de eliminar al hombre se habían frustrado en
parte, no tardo en cambiar de opinión:
De pronto, se
dieron cuenta de que el Hombre, el alimento que este cultivaba y el ganado que
criaba eran esenciales. Sintieron cierto alivio al descubrir que el Hombre, así
como los animales, no había perecido por completo.
Todo esto, nos
relata en “La Epopeya de Gilgamesh”, era el “secreto de los dioses” que
Utnapistim le conto a Gilgamesh. Y luego le conto el acontecimiento final.
Dejándose influir por el argumento de Enki,
Enki
Gran parte de los
conocimientos que tenemos ahora sobre el Diluvio y los acontecimientos que lo precedieron
provienen del texto “Cuando los dioses”. En el, el héroe del Diluvio se llama
Atra-Hasis. En el fragmento sobre el Diluvio que hay en “La Epopeya de Gilgamesh”,
Enki llama a Utnapistim “extremadamente sabio”, que es lo que, en acadio,
significa atra-hasis.
Pero, ¿Que sucedió
con la Humanidad en general? El relato bíblico termina diciendo que la Deidad permitió
y bendijo a la Humanidad con un “sed
fecundos y multiplicaos”. Las versiones mesopotámicas de la historia del
Diluvio también terminan con unos versículos que tratan de la procreación de la
Humanidad.
Sin prestar mucha
atención a la información que se puede recoger de los textos bíblicos y
sumerios, muchos científicos al estudiar los orígenes de la agricultura, llegaron
a la conclusión de que esta se “descubrió” hace unos 13.000 años gracias al
clima nuevamente cálido que siguió al fin de la ultima glaciación. La Biblia sitúa
los comienzos de la agricultura, después del Diluvio.
Por otra parte,
también resulta cuestionable la idea de que el Hombre, en unos cuantos miles de
años, pudiera transformar a los animales a través de la domesticación, cría y
selección.
Los expertos no
tienen suficientes respuestas para estos misterios, tampoco para la pregunta
general de por que el semicírculo montañoso de Oriente Próximo era una fuente
constante de nuevas variedades de cereales, plantas, arboles, frutas, verduras
y animales domesticados.
Los sumerios
describen la situación de la siguiente manera: Las tierras bajas, todavía llenas
de lodo y agua, no eran adecuadas para la habitación. Las tierras altas, aunque
se habían librado de la avalancha de agua, estaban empapadas con las lluvias
que comenzaron a caer con la nueva era climática. Los ríos aún no habían
encontrado sus nuevos cauces; las aguas no tenían dónde ir; el cultivo era
imposible.
La hambruna
fue muy severa, no se producía nada.
Los ríos
pequeños no estaban limpios,
no se habían
aclarado del lodo...
En ninguna
parte había cosechas,
sólo crecían
las malas hierbas.
En los milenios que siguieron, la humanidad reverenció a Ninurta como aquél
que le enseñó la agricultura. Los arqueólogos han llegado a encontrar en un
emplazamiento sumerio un “Almanaque Agrícola” atribuido a él. El nombre acadio
de Ninurta era Urash –“El del Arado”, y en un sello cilíndrico sumerio
se le representa (algunos creen que se trata de Enlil) concediendo el arado a
la humanidad.
Mientras que a Enlil y a Ninurta se les atribuye la concesión de la
agricultura a la humanidad, a Enki se le atribuye la introducción de la
ganadería. Fue después de que se cultivaran ya los primeros granos, pero aún no
“el grano que se multiplica”, los granos con cromosomas dobles, triples y
cuádruples, pues éstos los creó Enki con el consentimiento de Enlil:
En aquel tiempo Enki le dijo a Enlil:
«Padre Enlil, rebaños y cereales
han dado alegría al Montículo Sagrado,
se han multiplicado mucho en el Montículo Sagrado.
Ordenemos Enki y Enlil:
Hagamos salir del Montículo Sagrado
a la criatura lanar y al grano que se multiplica».
Enlil accedió, y hubo abundancia:
A la criatura lanar pusieron en un redil. Las semillas
que brotan dieron a la madre
para los granos establecieron un lugar.
El pastor crea abundancia en el redil;
la joven trae abundancia que brota;
ella levanta la cabeza en el campo:
la abundancia vino del cielo.
La criatura lanar y los granos que se plantaron
trajeron el esplendor.
Se le dio abundancia al pueblo congregado.
Del arado, esa revolucionaria herramienta agrícola tan simple como
ingeniosa, tiraban en un principio los labradores, tal como se explica en el
texto de arriba. Pero, entonces, Enki “dio existencia a las grandes criaturas vivas”
-al ganado doméstico- y los toros sustituyeron a las personas en el tiro del
arado. Así, concluye el texto, los dioses “dieron fertilidad a la tierra”.
Puede Ud. leer el texto completo en:
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