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viernes, 22 de febrero de 2013

VIVIERON LOS DIOSES CON LOS HOMBRES 5


Autor: Herbert Oré Belsuzarri.

LOS DIOSES LUEGO DEL DILUVIO.

Los anunnaki que habían salido al espacio exterior antes del diluvio retornaron a la tierra luego que este pasó. En los textos de “Las Hazañas y Proezas de Ninurta” se dice:

En aquel momento, Enlil le transmitió palabras a Enki desde su barco celestial: ¡Descendamos en Torbellinos desde los barcos celestiales sobre el pico de Arrata, para revisar la situación, para determinar qué hacer!
Mientras los demás seguían circundando la Tierra en sus barcos celestiales, Enlil y Enki descendieron en Torbellinos sobre el pico Arrata.
Los dos hermanos se sonrieron al encontrarse, con alegría estrecharon los brazos.
Después, Enlil quedó desconcertado con el olor del fuego y de la carne asada.
¿Qué es eso?, le gritó a su hermano. ¿Es que ha sobrevivido alguien al Diluvio?
¡Vamos a ver!, le respondió Enki dócilmente.


Enlil.

Cuando Atra-Hasis toco tierra, sacrifico algunos animales y los aso al fuego. No es de sorprender que los exhaustos y hambrientos dioses “acudieron como moscas a la ofrenda”.

Enlil, enfurecido al principio porque su objetivo de eliminar al hombre se habían frustrado en parte, no tardo en cambiar de opinión:

De pronto, se dieron cuenta de que el Hombre, el alimento que este cultivaba y el ganado que criaba eran esenciales. Sintieron cierto alivio al descubrir que el Hombre, así como los animales, no había perecido por completo.

Todo esto, nos relata en “La Epopeya de Gilgamesh”, era el “secreto de los dioses” que Utnapistim le conto a Gilgamesh. Y luego le conto el acontecimiento final. Dejándose influir por el argumento de Enki,

Enki
Gran parte de los conocimientos que tenemos ahora sobre el Diluvio y los acontecimientos que lo precedieron provienen del texto “Cuando los dioses”. En el, el héroe del Diluvio se llama Atra-Hasis. En el fragmento sobre el Diluvio que hay en “La Epopeya de Gilgamesh”, Enki llama a Utnapistim “extremadamente sabio”, que es lo que, en acadio, significa atra-hasis.

Pero, ¿Que sucedió con la Humanidad en general? El relato bíblico termina diciendo que la Deidad permitió y bendijo a la Humanidad con un “sed fecundos y multiplicaos”. Las versiones mesopotámicas de la historia del Diluvio también terminan con unos versículos que tratan de la procreación de la Humanidad.

Sin prestar mucha atención a la información que se puede recoger de los textos bíblicos y sumerios, muchos científicos al estudiar los orígenes de la agricultura, llegaron a la conclusión de que esta se “descubrió” hace unos 13.000 años gracias al clima nuevamente cálido que siguió al fin de la ultima glaciación. La Biblia sitúa los comienzos de la agricultura, después del Diluvio.

Por otra parte, también resulta cuestionable la idea de que el Hombre, en unos cuantos miles de años, pudiera transformar a los animales a través de la domesticación, cría y selección.

Los expertos no tienen suficientes respuestas para estos misterios, tampoco para la pregunta general de por que el semicírculo montañoso de Oriente Próximo era una fuente constante de nuevas variedades de cereales, plantas, arboles, frutas, verduras y animales domesticados.

Los sumerios describen la situación de la siguiente manera: Las tierras bajas, todavía llenas de lodo y agua, no eran adecuadas para la habitación. Las tierras altas, aunque se habían librado de la avalancha de agua, estaban empapadas con las lluvias que comenzaron a caer con la nueva era climática. Los ríos aún no habían encontrado sus nuevos cauces; las aguas no tenían dónde ir; el cultivo era imposible.

La hambruna fue muy severa, no se producía nada.
Los ríos pequeños no estaban limpios,
no se habían aclarado del lodo...
En ninguna parte había cosechas,
sólo crecían las malas hierbas.

En los milenios que siguieron, la humanidad reverenció a Ninurta como aquél que le enseñó la agricultura. Los arqueólogos han llegado a encontrar en un emplazamiento sumerio un “Almanaque Agrícola” atribuido a él. El nombre acadio de Ninurta era Urash –“El del Arado”, y en un sello cilíndrico sumerio se le representa (algunos creen que se trata de Enlil) concediendo el arado a la humanidad.

Mientras que a Enlil y a Ninurta se les atribuye la concesión de la agricultura a la humanidad, a Enki se le atribuye la introducción de la ganadería. Fue después de que se cultivaran ya los primeros granos, pero aún no “el grano que se multiplica”, los granos con cromosomas dobles, triples y cuádruples, pues éstos los creó Enki con el consentimiento de Enlil:

En aquel tiempo Enki le dijo a Enlil:
«Padre Enlil, rebaños y cereales
han dado alegría al Montículo Sagrado,
se han multiplicado mucho en el Montículo Sagrado.
Ordenemos Enki y Enlil:
Hagamos salir del Montículo Sagrado
a la criatura lanar y al grano que se multiplica».

Enlil accedió, y hubo abundancia:

A la criatura lanar pusieron en un redil. Las semillas que brotan dieron a la madre
para los granos establecieron un lugar.
A los trabajadores les dieron el arado y el yugo...
El pastor crea abundancia en el redil;
la joven trae abundancia que brota;
ella levanta la cabeza en el campo:
la abundancia vino del cielo.
La criatura lanar y los granos que se plantaron
trajeron el esplendor.
Se le dio abundancia al pueblo congregado.

Del arado, esa revolucionaria herramienta agrícola tan simple como ingeniosa, tiraban en un principio los labradores, tal como se explica en el texto de arriba. Pero, entonces, Enki “dio existencia a las grandes criaturas vivas” -al ganado doméstico- y los toros sustituyeron a las personas en el tiro del arado. Así, concluye el texto, los dioses “dieron fertilidad a la tierra”.

Puede Ud. leer el texto completo en:

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