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jueves, 21 de febrero de 2013

VIVIERON LOS DIOSES CON LOS HOMBRES 4


Autor: Herbert Oré Belsuzarri.


Durante seis días y seis noches soplo la “tormenta-sur”.

Se había hecho la voluntad de Enlil y de la Asamblea de los Dioses. Pero, sin saberlo ellos, el plan de Enki había funcionado. Flotando en las turbulentas aguas, había una embarcación que llevaba hombres, mujeres, niños y otras criaturas vivas.

El gran diluvio universal ocurrio segun el famoso arqueologo Robert Ballard e1355430330801 El gran diluvio universal ocurrió, según el famoso arqueólogo Robert Ballard 

Finalizada la tormenta, Utnapistim dice: “Abri una ventanilla; la luz cayo sobre mi rostro”. Miro alrededor; “El paisaje era tan liso como un tejado plano”. Y, agachándose, se sentó y sollozo, “las lagrimas corrían por mi cara”. Busco una costa en la inmensidad del mar, pero no vio nada.

Durante seis días, Utnapistim estuvo vigilando desde el arca inmóvil, cautiva en los picos del Monte de la Salvación -los picos bíblicos de Ararat-.

Al igual que Noé, Utnapistim soltó a todas las aves y animales que estaban con el, y salió el también. Construyo un altar y ofrendo un sacrificio, lo mismo que hizo Noé.

La versión sumeria y la bíblica tienen diferencias en cuanto el primero habla de los dioses mientras que la biblia habla de un solo dios, entre Deidad-múltiple y Deidad-única.

Cuando Noé ofreció los holocaustos en el altar, Yahveh aspiro el tentador aroma; pero en la narración de Ziuzudra (Utnapistim) que ofrece el sacrificio ocurre lo siguiente: Vertí una libación en la cima del monte. Siete y siete vasijas cultuales preparé, Sobre sus trípodes amontoné caña, cedro y mirto. Los dioses olieron el dulce sabor, Los dioses se apiñaron como moscas en torno al sacrificante.

En la Epopeya de Gilgamesh fue la Gran Diosa la que prometió no destruir más a la humanidad: "Dioses, tan cierto como este lapislázuli está En mi cuello, no olvidaré, Recordaré estos días, sin jamás olvidarlos. Vengan los dioses a la ofrenda; (Pero) no acuda Enlil a la ofrenda, Porque, sin razón, causó el diluvio Y a mi pueblo condenó a la destrucción".

¿Que el Arca quede varada en el Monte Ararat fue casual?

La versión del Diluvio de Beroso, según la cuenta el griego Abideno, dice: “Cronos le revelo a Sisithros que iba a haber un Diluvio en el decimoquinto día de Daisios [el segundo mes], y le ordeno que ocultase en Sippar, la ciudad de Shamash, todos los escritos que pudiera. Sisithros llevo a cabo lo que se le dijo, inmediatamente después salió navegando en dirección a Armenia y, acto seguido, sucedió lo que el dios había anunciado”.

Beroso repite los detalles referentes a la liberación de las aves. Cuando Sisithros (que es atra-asis al revés) iba a ser llevado por los dioses a su morada, explico al resto de la gente del arca que se encontraban en ese momento “en Armenia” y que tenían que volver (a pie) a Babilonia. En esta versión, no solo nos encontramos con la relación con Sippar, el espacio puerto, sino también con la confirmación de que Sisithros recibió instrucciones para “navegar inmediatamente hasta Armenia”, al país del Ararat.

Las versiones sumerias antiguas parecen dar a entender que, simplemente, el arca fue llevada hasta la región del Ararat por las aguas torrenciales, que la “tormenta-sur” habría llevado al barco hacia el norte. Pero los textos mesopotámicos reiteran que Atra Hasis/Utnapistim llevo consigo un Barquero” llamado Puzur-Amurri (“occidental que conoce los secretos”).

El Noé mesopotámico “le cedió la estructura, junto con su contenido” en cuanto se desato la tormenta, así se narra en la Epopeya de Gilgamesh: Contemplé la apariencia del tiempo. El tiempo era espantoso de contemplar. Subí al barco y clavé la entrada. Para clavar (todo) el barco, a Puzur-Amurri, el barquero, Cedí la estructura con su contenido.

¿Para que se necesitaba a un experimentado navegante? Sugieren que fue para llevar el arca hasta un destino concreto.

Como ya hemos visto, los nefilim utilizaban los picos de Ararat como puntos de referencia desde el principio. Siendo las cumbres más altas en esa parte del globo, esperarían que fuera lo primero en reaparecer sobre el manto de agua. Y, dado que Enki, “El Sabio, el Omnisciente”, podía suponer esto, conjeturan que dio instrucciones a su sirviente para llevar el arca hacia el Ararat, planeando el encuentro desde un principio.

Otro popular escritor, Erich Von Daniken, tratando este mismo tema dice:

Cuando la nave espacial materna gigante de los extraterrestres llegó a nuestro sistema solar, los extraterrestres que iban a bordo ya habían oído hablar desde hacía mucho tiempo de la tierra. Sólo en este planeta azul se cumplían todas las condiciones para la vida. Gran abundancia de formas de vida, entre las cuales se contaban nuestros antepasados primitivos. Aunque eran mudos y torpes, eran por entonces la forma más elevada de vida en la Tierra. Los alienígenas tomaron, por lo tanto, a una de las criaturas y la alteraron genéticamente: una idea que ya no es tan inconcebible en nuestros tiempos.

Pero yo no quiero infravalorar las posibilidades de la imaginación humana. El poeta griego Homero (h. 800 a. C.) describió en las aventuras de Odiseo a las sirenas, cuyo canto era tan seductor que hacían perder la voluntad y la memoria a los marinos. Aunque Homero no describe con detalle a estas sirenas, la imaginación de otros autores posteriores las representó como mujeres aladas con patas de ave. Otro griego, Hesíodo (h. 700 a. C.) imaginó a la monstruosa Medusa, de cuya cabeza salían serpientes que se retorcían y se agitaban y cuyo aspecto era tan terrorífico que convertía a las personas en piedra. Naturalmente, Hesíodo no vio nunca a una Medusa. También conocemos las leyendas del caballo volador Pegaso y del ave fénix que resurge de sus cenizas. Todo esto y mucho más es fruto de la imaginación humana, de la que dependen todos los cuentos populares. Pero la imaginación no surge de la nada: necesita puntos de referencia para arrancar. Aunque nuestra razón lógica se siga resistiendo a la idea de un parque zoológico lleno de monstruos que habría existido hace mucho, mucho tiempo.

El escritor R.A Boulay en su libro “Serpientes y Dragones Voladores, La Historia del pasado Reptiliano de la Humanidad” nos dice:

En la tradición Judía y Etíope, Nefilim quiere decir "Gente del Cielo".

Había 200 astronautas que descendieron en los días de Jared sobre el Monte Hermon al noroeste de Palestina cerca del Líbano.

En los registros babilónicos de la creación, el Enuma Elish, un grupo enorme de seres divinos descendieron a la tierra. La tablilla VI del poema revela que los Anunnakis estaban absolutamente agitados e intranquilos en su vehículo espacial.

Habiendo alcanzado la libertad del trabajo con la creación del hombre, se volvieron cada vez más aburridos e intranquilos. Entonces se decidió restablecer parte de ellos en la tierra. Por consiguiente, 300 de ellos descendieron a la tierra mientras que otros 300 permanecían en la nave espacial. Llamados los "Igigi", ellos eran probablemente los que tenían funciones especializadas, los técnicos de la nave espacial.

Los planes bien intencionados de los Nefilim o Anunnakis parecen haber cambiado para mal, porque pronto comenzaron a desempeñar una variedad de actividades que levantaron la ira de Dios y el hombre. El Libro Etíope de Enoc sugiere que su descendencia fue un secreto y una acción desautorizada de un grupo de "ángeles rebeldes".

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