EL USO DE ARMAS NUCLEARES.
La utilización de armas de destrucción masiva en
Oriente Próximo es una de las causas del miedo a que se haga realidad las
profecías del Armagedón. Pero lo triste del hecho es que la escalada del
conflicto (entre dioses, no entre hombres) llevó a la utilización de armas
nucleares, precisamente allí, hace cuatro mil años. Si alguna vez tubo un acto
del todo lamentable, y con consecuencias más inesperadas, ese acto se produjo
allí.
Es un hecho, y no una ficción, que la primera vez que
se utilizaron en la tierra armas nucleares no fue en 1945 d.C., sino en 2024
a.C. El fatídico acontecimiento se describe en diversos textos de la
antigüedad, a partir de los cuales se puede reconstruir y poner en contexto el
que y el como, el porque y el quién. Entre esas fuentes antiguas se encuentra
la Biblia hebrea, pues el primer patriarca hebreo, Abraham, fue testigo
presencial del terrorífico desastre. (Zecharia
Sitchin, El Final de los Tiempos, Pág. 90)
El Día del Juicio
Final llegó en el año vigésimo cuarto, cuando Abraham, estaba acampado cerca de
Hebrón y tenía 99 años de edad.
La historia
comienza conforme al Génesis 18, cuando Abram estaba sentado a la entrada de la
tienda, al calor del día. Y levantó lo ojos y vio, tres hombres estaban parados ante él; y, en cuanto los vio, corrió
desde la entrada de la tienda hacia ellos, y se postró en tierra.
Es la típica escena
de un hombre potentado de Oriente, descansando pero que aunque eran hombres los
tres, reconoció su verdadera identidad y se postró ante ellos, llamándoles mis
señores y pidió que no paséis de largo
cerca de vuestro servidor sin darle la ocasión de prepararles una suntuosa
comida.
No paséis de largo cerca de vuestro
servidor sin darle la ocasión de prepararles una suntuosa comida
Anochecía cuando los
visitantes terminaron de comer y descansar, y su jefe, preguntando por Sara, le
dijo a Abraham: Volveré a ti por estas
fechas el próximo año; para entonces, Sara, tu mujer, tendrá un hijo.
La promesa de un
Heredero Legítimo para Abram y Sara en su ancianidad no era la única razón para
que hiciera lo que hacia y en el lugar donde se encontraba Abram. Había otra
razón más:
Los visitantes se
levantaron de allí para ir a inspeccionar Sodoma, uno de ellos identificado
como el Señor (Dios) dijo:
¿Acaso voy a ocultarle a Abraham lo que estoy
haciendo? (Génesis 18:17)
El Señor, tras
recordar los servicios prestados por Abram y el futuro prometido, le desveló el
verdadero objetivo del viaje: verificar las acusaciones contra Sodoma y Gomorra.
Las protestas por Sodoma y Gomorra son
grandes, y son graves las acusaciones contra ellas, y el Señor dijo que
había decidido bajar y comprobar; si todo es como las protestas que me han
llegado, las destruiré por completo; y si no, he de saberlo.
La destrucción de
Sodoma y Gomorra se ha convertido en uno de los episodios bíblicos que más
citados cuando de castigo, por la ira divina se trata. Nunca dudaron de que el
Señor Dios vertiera literalmente fuego y azufre desde los cielos para borrar de
la faz de la Tierra a estas ciudades pecadoras. Los expertos, han estado
buscando explicaciones del relato bíblico: un terremoto, una erupción volcánica
u otros fenómenos naturales que se pudieran interpretar como un acto de Dios, de
castigo al pecado.
Pero, lo que narra
la biblia no es, una calamidad natural. Es un acontecimiento premeditado: el
Señor le desvela a Abraham con antelación lo que está a punto de suceder y el por
qué (Génesis 18:23). Es un acontecimiento evitable, no una calamidad
provocada por fuerzas naturales irreversibles: la calamidad tendrá lugar sólo
si las protestas contra Sodoma y
Gomorra se confirman. Y, tercero, también era un acontecimiento posponible, un
acontecimiento cuya ocurrencia podía darse antes o después, a voluntad.
El
clamor contra Sodoma y Gomorra es tan grande, y su pecado tan grave, que debo
bajar a ver si sus acciones son realmente como el clamor que ha llegado hasta
mí. Si no es así, lo sabré". Dos
de esos hombres partieron de allí y se fueron hacia Sodoma, pero el Señor se
quedó de pie frente a Abram. Entonces se le acercó y le dijo: "¿Así que
vas a exterminar al justo junto con el culpable? Tal vez haya en la ciudad
cincuenta justos. ¿Y tú vas a arrasar ese lugar, en vez de perdonarlo por amor
a los cincuenta justos que hay en él? ¡Lejos de ti hacer semejante cosa! ¡Matar
al justo juntamente con el culpable, haciendo que los dos corran la misma
suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no va a hacer
justicia?". El Señor respondió: "Si
encuentro cincuenta justos en la ciudad de Sodoma, perdonaré a todo ese lugar
en atención a ellos". Entonces
dijo: "Yo, que no soy más que polvo y ceniza, tengo el atrevimiento de
dirigirme a mi Señor. Quizá falten cinco para que los justos lleguen a
cincuenta. Por esos cinco ¿vas a destruir toda la ciudad?". "No
la destruiré si encuentro allí cuarenta y cinco", respondió el Señor. Pero
volvió a insistir: "Quizá no sean más que cuarenta". Y el Señor
respondió: "No
lo haré por amor a esos cuarenta". "Por favor, dijo entonces , que mi
Señor no lo tome a mal si continúo insistiendo. Quizá sean solamente
treinta". Y el Señor respondió: "No
lo haré si encuentro allí a esos treinta". insistió: "Una vez más, me
tomo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Tal vez no sean más que
veinte". "No
la destruiré en atención a esos veinte", declaró el Señor. "Por
favor, dijo entonces , que mi Señor no se enoje si hablo por última vez. Quizá
sean solamente diez". "En atención a esos diez, respondió, no la
destruiré". Apenas terminó de hablar con él, el Señor se fue, y regresó a
su casa. (Biblia, Génesis 18).
Al percatarse de
que la calamidad era evitable, Abraham empleó todos sus argumentos: Quizás haya cincuenta Justos en la ciudad,
le dijo al Señor. ¿Vas a destruir el
lugar y no lo vas a perdonar por los cincuenta Justos que hubiere dentro?.
Y, rápidamente, añadió: ¡Tú no puedes
hacer tal cosa, matar al justo con el malvado! ¡No puedes! ¡El Juez de Toda la
Tierra no puede dejar de hacer justicia!
Súplica para evitar
la destrucción, premeditada y evitable, hasta que el Señor dijo: No la destruiré si hubiera diez; y partió.
Al atardecer, los
dos compañeros del Señor, que la narración bíblica los llama Mal'akhim, traducido
“ángeles”, pero significa “emisarios” (Génesis 19:1), llegaron a
Sodoma con la intención de comprobar las acusaciones contra la ciudad y dar
cuenta de ello al Señor. Lot, que estaba sentado a las puertas de la ciudad, reconoció
al instante, igual que hiciera Abraham antes, la naturaleza divina de los dos
visitantes, quizás por su atuendo, por sus armas, o por el modo en que
llegaron.
Lot insistió en su
hospitalidad al igual que Abram, y los dos emisarios aceptaron la invitación de
pasar la noche en su casa; pero no iba a ser una noche tranquila, pues la
noticia de la llegada de los extraños agitó a toda la ciudad.
La gente de Sodoma
rodeó la casa; jóvenes y viejos, toda la población, llamaron a Lot y le
dijeron: ¿Dónde están los hombres que vinieron contigo anoche? Tráelos para que
los conozcamos. Y cuando Lot se negó a complacerles, la turba intentó entrar
por la fuerza en su casa; pero los dos Mal'akhim hirieron a la gente que
estaba en la entrada de la casa cegándolos, tanto a jóvenes como a viejos; y se
cansaron intentando encontrar la entrada.
Los dos emisarios
ya no precisaban de más indagaciones, al percatarse de que, de toda la gente de
la ciudad, sólo Lot era justo. El
destino de la ciudad estaba decidido. Y
le dijeron a Lot: ¿A quién más tienes aquí? Saca de este lugar a tu yerno, a
tus hijos e hijas, y a cualquier otro pariente que tengas en la ciudad, pues la
vamos a destruir. Lot se apresuró para llevar la noticia a sus yernos, pero
encontró tan solo con la incredulidad y la risa. De modo que, al alba, los
emisarios apremiaron a Lot para que escapara sin demora, tomando con él sólo a su
mujer y a sus dos hijas solteras.
Pero Lot
remoloneaba; de manera que los hombres lo tomaron de la mano lo mismo que a su
mujer y a sus dos hijas pues la misericordia de Yahveh estaba sobre él y les
sacaron fuera, y les pusieron fuera de la ciudad. (Génesis 19: 16)
Los emisarios
insistieron a Lot para que huyera a las montañas: ¡Escapa, por vida tuya! No
mires atrás, ni te pares en ningún sitio en la llanura, fueron las
instrucciones; escapa a las montañas, o
perecerás. Pero Lot, temiendo no llegar a tiempo a las montañas y ser alcanzado por el Mal y morir, les
hizo una pregunta: ¿Se podría retrasar la destrucción de Sodoma hasta haber
llegado a la ciudad de Soar, que era la ciudad más alejada de Sodoma? Y, tras
aceptar, uno de los emisarios le urgió que se apresuraran en llegar allá: Escápate
allá, porque no puedo hacer nada hasta que no llegues a esa ciudad.
Esto nuevamente
demuestra que la calamidad era predecible, evitable y que se podía posponer.
Ninguna catástrofe natural tiene estas características.
El sol se
elevaba sobre la Tierra cuando Lot llegó a Soar;
y el Señor
hizo llover sobre Sodoma y Gomorra, desde los cielos,
azufre y
fuego de parte de Yahveh.
Y Él
destruyó aquellas ciudades y toda la llanura,
y a todos
los habitantes de las ciudades
y toda
vegetación que crece del suelo. (Genesis 19: 23-25)
El Señor hizo llover sobre Sodoma y Gomorra,
desde los cielos, azufre y fuego
Las ciudades, la
gente, la vegetación, todo resultó arrasado
por el arma de los dioses. El calor y el fuego lo chamusco todo a su paso; la
radiación afectó a las personas incluso en la distancia: la esposa de Lot, ignorando
las advertencias de no detenerse y mirar atrás en su huida de Sodoma, se
convirtió en un pilar de sal (pilar de
vapor). El Mal que Lot temía
había caído sobre ella.
Aquí es necesario
hacer una precisión: La traducción tradicional literal del término hebreo Netsiv
melah ha sido pilar de sal. Sin
embargo, en la lengua madre de Abraham y Lot que era el sumerio, el acontecimiento se registró no en lengua
semita, sino en sumerio, y por tanto la posibilidad de una explicación
completamente diferente acerca de lo que le ocurrió a la mujer de Lot es
posible, ella se convirtió en un pilar de vapor.
Zecharia dice que: En un estudio presentado ante la American
Oriental Society en 1918, y en el subsiguiente artículo de Beitráge zur Assyriologie. Paul Haupt
demostró concluyentemente que el término sumerio NIMUR significaba tanto sal como vapor, debido al hecho de que las primitivas salinas de Sumer
eran ciénagas cercanas al Golfo Pérsico.
El narrador hebreo bíblico malinterpretó probablemente
el término sumerio debido a que el Mar Muerto recibe el nombre en hebreo de El Mar de Sal, y escribió «pilar de
sal» cuando, de hecho, la mujer de Lot se convirtió en un «pilar de vapor». En
relación con esto, conviene hacer notar que, en los textos ugaríticos, como por
ejemplo en el relato cananeo de Aqhat (con sus muchas similitudes con el relato
de Abraham), se describe la muerte de un ser humano a manos de un dios como el
«escape de su alma como vapor, como humo por las ventanas de la nariz» (Zecharia Sitchin, La
Guerra de los Dioses y Los Hombres, Pág. 138).
La mujer de Lot se convirtió en un pilar de vapor.
En la Epopeya de
Erra, se registra en sumerio una destrucción nuclear, y en ella se describe la
muerte de las personas por obra de dios así:
Haré desvanecerse a las personas,
sus almas se convertirán en vapor.
La mujer de Lot fue
de las que se convirtieron en vapor. Y
luego tal como se dijo, Lot fue a vivir a
la montaña... y moró en una cueva, él y sus dos hijas con él.
Después de
presenciar la destrucción de toda forma de vida en la llanura del Jordán, y la
invisible mano de la muerte vaporizó cuerpos, ¿Qué pensaban Lot y sus hijas? Según
la Biblia, pensaron que ellos tres, eran los únicos supervivientes de la especie
humana; y que la única forma de preservar a la humanidad, era el incesto. Las
hijas de Lot concibieron hijos de su propio padre.
Y la mayor le dijo a la menor: Nuestro padre es viejo,
y no hay ningún hombre en la Tierra que se una a nosotras a la manera de todos
en la Tierra; ven, hagamos que nuestro padre beba vino, y luego yaceremos con
él, para que así podamos preservar la simiente de la vida de nuestro padre. Y,
de este modo, ambas se quedaron embarazadas y tuvieron hijos (Génesis 19: 31-36)
Las hijas de Lot concibieron hijos de su propio padre.
La noche previa al
holocausto, Abraham no podía dormir, se preguntaba, si encontrarían suficientes
Justos en Sodoma, como para que la
ciudad fuera perdonada, así como el destino de Lot y de su familia.
Y Abraham se levanto temprano y fue al lugar en donde
había estado en presencia de Yahveh, y miró en dirección a Sodoma y Gomorra, y
la región de la llanura; y vio el humo elevarse de la tierra, como de una
fogata (Génesis 19: 27-28).
Abram presencio un
Hiroshima o un Naga-saki, la destrucción de una llanura fértil y poblada por
medio de bombas atómicas. Era el año 2024 a. C. Abram tenía 99 años.
El punto de encuentro entre los textos mesopotámicos y el relato
bíblico del Génesis sobre la destrucción de Sodoma y Gomorra es, una de las
confirmaciones más significativas de la veracidad de la Biblia en general y del
papel de Abram en particular cumplió. Sin embargo es un pasaje que los teólogos
prefieren no ahondar, debido al relato acontecido el día anterior, el día en
que tres seres divinos (ángeles que parecían hombres) fueron a visitar a Abram,
que encaja muy bien con la hipótesis de los astronautas de la antigüedad.
Aquello que cuestiona la Biblia y que tratan los textos mesopotámicos como
simples mitos, que intenta explicar la destrucción de Sodoma y Gomorra como un
evento premeditado y cancelable como es narrado en dos ocasiones: Cuando lo
pide Abram y cuando lo pide Lot.
Entonces, ¿Dónde se
ubican las ruinas de Sodoma y Gomorra en la actualidad? Los antiguos geógrafos
griegos y romanos decían que el fértil valle de las cinco ciudades se inundó
posterior a la catástrofe. Los expertos modernos creen que la devastación del que
habla la Biblia, provocó una brecha en la costa meridional del Mar Muerto, con
lo que las aguas sumergieron las regiones bajas del sur. La porción restante de
lo que una vez fue la costa sur se convirtió en un accidente geográfico al que
los lugareños llamaron el-Lissan (La Lengua), y el otrora poblado valle
de las cinco ciudades se convirtió en la nueva zona sur del Mar Muerto que aún
lleva el apodo local de Mar de Lot.
Mientras tanto, en el norte, el desplazamiento de las aguas hacia el sur hizo
que la línea costera retrocediera.
Son varios los
estudios realizados, por ejemplo, en 1920, la misión científica patrocinada por
el Instituto Bíblico Pontificio del Vaticano (A. Mallon, Voy age
d'Exploration au sud-est de la Mer Morte), con importantes arqueólogos, como W. F. Albright y P.
Harland, descubrieron que las poblaciones de las montañas de alrededor de la
región se abandonaron repentinamente en el siglo XXI a.C, y no volvió a poblarse, sino hasta varios siglos
más tarde.
Hasta hoy, las
aguas de los manantiales de los alrededores del Mar Muerto están contaminadas
con radiactividad, suficiente para
producir esterilidad y otras afecciones, tanto en animales como en personas que
las absorban durante unos cuantos años (I. M. Blake, “Joshua's Curse and Elisha's
Miracle” en The Palestine Exploration Quarterly).
Sin embargo, algunas
evidencias arqueológicas indican que el sitio podría estar en la orilla
oriental del Mar Muerto, en dos sitios de Jordania, Bab
edh-Dhra (Sodoma) y Numeira
(Gomorra), ambos consideradas candidatas
viables. En Bab edh-Dhra, hay varios monumentos cristianos.
Para el
arqueólogo Steven Collins, en cambio, Sodoma y Gomorra se encontrarían en los
enclaves de Tall Kafrein y Tall el-Hammam, al Noreste del Mar Muerto (Numerosos artículos del
Dr. Collins sobre la excavación de Tall el-Hammam del año 2009 han sido
escritos en el Boletín de Investigación Bíblica.
La nube de la
muerte, que se elevó, aterrorizó a Lot y a sus hijas, asi como a Abram, que no
se sintió seguro en las montañas de Hebrón, que se halla a unos ochenta
kilómetros de distancia de Sodoma. La Biblia dice que levantó su campamento y
se trasladó bastante más al oeste, para residir en Guerar.
Abram nunca más se
aventuro a entrar en el Sinaí. Incluso, cuando su hijo Isaac, quiso ir a Egipto
debido a una hambruna en Canaán, Yahveh se le apareció y le dijo: No bajes a Egipto; vive en la tierra que te
mostraré.
¿Por qué? Zecharia,
afirma que al mismo tiempo, fue arrasado con armas nucleares el Espacio puerto
de la península del Sinaí, dejando una radiación mortal que persistió durante
muchos años. El principal objetivo nuclear estaba en la península del Sinaí; y
la víctima real, a la postre, sería el mismo Sumer.
Aunque el fin de Ur
no tardó en llegar, su destino comenzó a vislumbrarse a partir de la Guerra de
los Reyes. El Año del Juicio Final -2024 a.C- fue el sexto año del reinado de
Ibbi-Sin, el último rey de Ur.
Tras fracasar en su
misión y humillado dos veces por Abram -una en Kadesh-Barnea y la otra cerca de
Damasco-, los reyes invasores no tardaron en ser apartados de sus tronos. En
Ur, Amar-Sin fue sustituido por su hermano Shu-Sin, que ascendió al trono para
encontrarse con que la gran alianza estaba hecho añicos, y los aliados de Ur,
desmembraban el imperio que se desmoronaba.
En un texto de
Shu-Sin catalogado como “Colección B” dice Zecharia, sugiere que, los esfuerzos
por restablecer los antiguos lazos con Nippur, Shu-Sin, intenta reconciliarse
con los nippuritas (tales como la familia de Téraj) que habían dejado Ur tras
la muerte de Ur-Nammu. El texto afirma que, después de hacer que la región
donde estaba situada Jarán temblara de
pánico ante sus armas, se hizo un gesto de paz: Shu-Sin envió allí a su propia
hija como prometida (posiblemente, para el jefe de la región o para su hijo).
Posteriormente, ésta volvería a Sumer con un séquito de ciudadanos de la
región, estableciendo una ciudad para
Enlil y Ninlil en las fronteras de Nippur. Fue la primera vez desde los
días en que se decretaban los destinos, que un rey estableciera una ciudad para
Enlil y Ninlil, afirmaba Shu-Sin, esperando obviamente las alabanzas. Con la
ayuda probable de los repatriados nippuritas, Shu-Sin reinstauró también los
altos servicios del templo en Nippur, concediéndose a sí mismo el papel y el
título de Sumo Sacerdote.
Todo esto sería en
vano. Hubo mayores peligros, y la inquietud por la lealtad de las provincias
distantes dio paso a la seria preocupación por el propio territorio de Sumer. El poderoso rey, el Rey de Ur, dicen las
inscripciones de Shu-Sin, se encontró con que el pastoreo de la tierra -de la
misma Sumer- se había convertido en la principal carga real.
En febrero de 2031
a.C, todo Oriente Próximo se sobrecogió con un eclipse total de Luna, que veló
al satélite durante la noche a lo largo de todo su curso, de horizonte a
horizonte.
Los sacerdotes del
oráculo de Nippur no podían apaciguar la ansiedad de Shu-Sin: Dijeron que era
un mensaje escrito, un augurio para el
rey que gobierna las cuatro regiones: su muralla será destruida, Ur quedará
desolada.
El nuevo soberano
en el trono de Ur, Ibbi-Sin, no pudo detener la decadencia y la ruina. Aceleró
la construcción de murallas y fortificaciones en Sumer, alrededor de Ur y de Nippur;
el resto del país quedó desprotegido.
Ignorando a Nippur,
cuyos grandes dioses la habían abandonado, Ibbi-Sin puso su confianza en Nannar
e Inanna, proclamándose en su segundo año como Sumo Sacerdote del templo de
Inanna en Uruk. Una y otra vez, Ibbi-Sin pidió guía y palabras tranquilizadoras
a sus dioses; pero todo lo que escuchaba eran oráculos de destrucción y
desolación. En el cuarto año de su reinado, se le dijo que El Hijo en el oeste se elevará... es un augurio para Ibbi-Sin: Ur será
juzgada.
En el quinto año,
Ibbi-Sin intentó ganar fuerzas convirtiéndose en Sumo Sacerdote de Inanna en su
santuario de Ur. Pero tampoco sirvió de ayuda: ese año, el resto de ciudades de
Sumer dejó de enviar mensajes de fidelidad. Fue el último año en que las
ciudades entregaban los tradicionales animales para los sacrificios del templo
de Nannar en Ur. Dejaron de reconocerse la autoridad central de Ur, sus dioses
y su gran templo-zigurat.
Al sexto año, los
augurios se hicieron más urgentes y concretos. La calamidad profetizada
llegará, decía otro augurio, cuando, por
segunda vez, el que se llama a sí mismo Supremo, como uno cuyo pecho ha sido
ungido, llegue del oeste. Aquel mismo año, como revelan los mensajes de las
fronteras, los hostiles de occidente entraron en la llanura de Mesopotamia, sin
encontrar resistencia, no tardaron en penetrar en el interior del país, tomando
una a una todas las grandes fortalezas.
A lo único que se
pudo aferrar Ibbi-Sin fue a los enclaves de Ur y de Nippur; pero antes de que
terminara aquel fatídico sexto año, se detuvieron repentinamente en Nippur las
inscripciones que honraban al rey de Ur. El enemigo de Ur y de sus dioses, el que se llama a sí mismo Supremo, había
llegado al corazón de Sumer.
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