LOS HIJOS DE ABRAHAM.
El dios que gano fue Marduk, que se fue a Egipto, donde ha quedado
perennizado este cambio de “Era”, en el Templo de Dendera donde la lista de las
constelaciones zodiacales empieza con Aries (Carnero), mientras que las de
Sumer comienzan con Taurus (Toro). Así mismo esta las largas hileras de
esfinges con cabeza de carnero que flanquean las avenidas procesionales que se
dirigían al templo de Karnak, cuya construcción coincide con el ascenso de
Ra/Marduk a la supremacía. También lo llamaron Amon (“El Invisible”) por su ausencia cuando eligió a Babilonia en
Mesopotamia que fuera su ciudad eterna.
Ingreso al Templo
de Karnak.
Marduk se convertía en el “Señor”, tanto en el cielo como en la tierra. Su
destino en los cielos, era el más grande de todos los dioses celestes, y en
paralelo con estos, estaba destinado a ser el más grande de los dioses anunnaki
en la tierra. Y el Patriarca
Abraham, progenitor ancestral de judíos, cristianos e islámicos, que clamorosamente
aglutina sobre su “persona” el poder y atributo de desaparecer la adoración de
todos los demás dioses integrantes de la familia divina. Tal sorprendente hecho
es conocido entre sus fieles e infieles como “monoteísmo”. Es decir Abraham es
el patriarca progenitor del monoteísmo que es practicado por los judíos,
cristianos e islámicos, todos ellos hijos de un mismo padre en su ideología
religiosa, pero a la vez, enemigos acérrimos a través de la historia de la
humanidad, que ha costado millones de vidas por reclamarse cada cual como la “verdadera y única religión dueña de la
verdad”.
El Antiguo Testamento nos proporciona, de hecho
(Génesis 17:1-16), el modo y el momento en que Abraham se transformó, de noble
sumerio, en un potentado semita occidental, tras la alianza establecida con su
Dios. En un ritual de circuncisión, su nombre sumerio AB.RAM («Amado del
Padre») se cambió por el acadio/semita Abraham
(«Padre de una Multitud de Naciones») y el de su esposa SARAI
(«Princesa») se adaptó al semita Sarah. ( Zecharia Sitchin, La Guerra de los Dioses y Los
Hombres, Ediciones Obelisco S.L., Barcelona-España 2002, Pág. 129).
¿Pero que paso con Sumer?
Siete años después
de que el Viento Maligno asolara Sumer, la vida comenzó a agitarse de nuevo en
la tierra. Pero, en vez de un imperio que gobernara a otros, Sumer era ahora un
país ocupado, por tropas elamitas en el sur y soldados gutios en el norte.
Isin, que nunca
había sido capital, fue elegida centro administrativo temporal, y se llevó a un
antiguo gobernador de Mari para que dirigiera el país. En los documentos de la
época se registra la queja de que a uno que no es de simiente sumeria se le
hubieran dado las riendas de Sumer.
Por su nombre
semita Ishbi-Erra, era un seguidor de Nergal, y su designación debió formar
parte del acuerdo entre Nergal y Ninurta.
Algunos expertos
denominan a las décadas que siguieron al hundimiento de Ur como la Edad Oscura
de la historia de Mesopotamia. Poco se sabe de aquel tiempo difícil que se
desprende de los anales. Ishbi-Erra, mejoro la seguridad y restauro por aquí y
por allí, principalmente intentando solidificar su autoridad secular, despidió
a la guarnición extranjera que controlaba Ur y, extendió su reinado hasta esa
ciudad, se proclamó sucesor de los reyes de Ur; pero sólo unas cuantas ciudades
rehabitadas reconocieron su supremacía; un poderoso jefe local de Larsa hasta
le planteó algún reto porque desconocía su autoridad.
Más tarde,
Ishbi-Erra intentó agregar a sus poderes el de autoridad religiosa central,
asumiendo la custodia de Nippur, levanto allí los emblemas sagrados de Enlil y
Ninurta. Pero el permiso para esta acción había llegado sólo de Ninurta, y los
grandes dioses de Nippur siguieron mostrándose fríos y distantes. Buscando otros
apoyos, Ishbi-Erra nombró a un grupo de sacerdotes y sacerdotisas para que
restauraran el culto a Nannar, Ningal e Inanna. Pero, al parecer, los corazones
de los súbditos estaban en otra parte: como sugieren los numerosos textos Shurpu
(Purificación) encontrados. Fueron Enki y Marduk, utilizando el inmenso
conocimiento científico de Enki (sus poderes mágicos, a los ojos del pueblo),
los que curaron a los afectados, purificaron las aguas e hicieron que el suelo
diera una vegetación comestible de nuevo.
Durante el medio
siglo que siguió, que abarca el reinado de dos sucesores de Ishbi-Erra en Isin,
la normalidad volvió poco a poco al país; la agricultura y la industria se
recobraron, y el comercio interno y externo se reanudó.
Pero, hasta que no
pasaron setenta años de su profanación, el mismo intervalo que se aplicaría
después al profanado templo de Jerusalén, no se reconstruyó el templo de
Nippur, a manos del tercer sucesor en el trono de Isin: Ishme-Dagan.
En un largo poema
de doce estrofas dedicado a Nippur, éste decía que la divina pareja respondió a
sus súplicas para restaurar la ciudad y su gran templo, para que el
enladrillado de Nippur sea restaurado y las tablillas divinas vuelvan a Nippur.
Hubo gran júbilo en
el país cuando se volvió a consagrar el gran templo a Enlil y Ninlil, en el año
1953 a.C; y fue entonces cuando se declararon oficialmente habitables de nuevo
las ciudades de Sumer y Acad.
El retorno oficial
a la normalidad sólo sirvió para reanudar las viejas rivalidades entre los
dioses. El sucesor de Ishme-Dagan llevó un nombre que indicaba su fidelidad a
Ishtar. Ninurta dio rápido fin a eso, y el siguiente soberano de Isin, el
último en llevar un nombre sumerio, sería uno de sus seguidores. Pero las pretensiones
de Ninurta sobre el restaurado país no se podían sostener: Después de todo, él
había provocado, aunque fuera de forma indirecta, la destrucción de Sumer. Como
sugiere el nombre del siguiente sucesor, se buscó a Sin para que reafirmara su
autoridad; pero los días de su supremacía y de la de Ur habían pasado.
Y así, por la
autoridad con la que se habían investido, Anu y Enlil aceptaron por fin las
reivindicaciones de supremacía de Marduk en Babilonia. Para conmemorar aquella
fatídica decisión en el preámbulo de su código legal, el rey babilonio
Hammurabi decía:
El noble Anu, señor de los
dioses que del Cielo vinieron a la Tierra,
y Enlil, señor del Cielo y la Tierra
que determina los destinos del país,
determinaron a Marduk, el primogénito de Enki,
las funciones de Enlil sobre toda la humanidad;
le hicieron grande entre los dioses que vigilan y ven,
dieron el nombre de Babilonia para que fuera exaltada,
la hicieron suprema en el mundo;
y establecieron para Marduk, en su centro,
una realeza imperecedera.
Babilonia, y
después Asiria, crecieron en grandeza. Ya no hubo más Sumer; pero en una tierra
distante, el testigo de su legado pasó de las manos de Abraham e Isaac, su
hijo, a las de Jacob, aquél al que se le llamaría Isra-El.
Pero los hombres
incluido Abraham que habían peleado entre si “en nombre de dios” tuvieron que
continuar con sus vidas y muchos ya no estaban convencidos con sus dioses, que
los habían abandonado cuando el Viento Maligno llego, “su prioridad era sobrevivir” a cualquier costo y tubo que pasar más
de un siglo para que Babilonia (La Ciudad) emergiera en el escenario de la
historia como la primera dinastía, como Babilonia (El Estado), cuyo Dios Marduk
tutelaba su desarrollo con presencia intermitente entre Babilonia y Egipto.
Marduk /Yahveh
cumplió con Abraham y le dio un hijo con Sara contra toda lógica, ambos ya eran
ancianos.
5 Abraham era de cien años cuando le nació su hijo
Isaac.
6 Y dijo Sara: «Dios me ha dado de qué reír; todo el
que lo oiga se reirá conmigo.»
7 Y añadió: «¿Quién le habría dicho a Abraham que Sara
amamantaría hijos?; pues bien, yo le he dado un hijo en su vejez.»
8 Creció el niño y fue destetado, y Abraham hizo un
gran banquete el día que destetaron a Isaac.
9 Vio Sara al hijo que Agar la egipcia había dado a
Abraham jugando con su hijo Isaac,
10 dijo a Abraham: «Despide a esa criada y a su hijo,
pues no va a heredar el hijo de esa criada juntamente con mi hijo, con Isaac.»
11 Sintiólo muy mucho Abraham, por tratarse de su
hijo,
12 pero Dios dijo a Abraham: «No lo sientas ni por el
chico ni por tu criada. En todo lo que te dice Sara, hazle caso; pues aunque
por Isaac llevará tu nombre una descendencia,
13 también del hijo de la criada haré una gran nación,
por ser descendiente tuyo.»
14 Levantóse, pues, Abraham de mañana, tomó pan y un
odre de agua, y se lo dio a Agar, le puso al hombro el niño y la despidió. Ella
se fue y anduvo por el desierto de Berseba.
15 Como llegase a faltar el agua del odre, echó al
niño bajo una mata,
16 y ella misma fue a sentarse enfrente, a distancia
como de un tiro de arco, pues decía: «No quiero ver morir al niño.» Sentada,
pues, enfrente, se puso a llorar a gritos.
17 Oyó Dios la voz del chico, y el Ángel de Dios llamó
a Agar desde los cielos y le dijo: «¿Qué te pasa, Agar? No temas, porque Dios
ha oído la voz del chico en donde está.
18 ¡Arriba!, levanta al chico y tenle de la mano,
porque he de convertirle en una gran nación.»
19 Entonces abrió Dios los ojos de ella, y vio un pozo
de agua. Fue, llenó el odre de agua y dio de beber al chico.
20 Dios asistió al chico, que se hizo mayor y vivía en
el desierto, y llegó a ser gran arquero.
21 Vivía en el desierto de Parán, y su madre tomó para
él una mujer del país de Egipto.
(Génesis 21).
Agar e Ismael.
Abraham tuvo un
hijo antes que naciera Isaac, con una esclava egipcia de nombre Agar, a quién
se le prometió ser una gran nación, este hijo fue Ismael, quién tubo doce
hijos, caudillo de otros tantos pueblos.
Pero su Dios le
pidió a Abraham nuevamente una prueba de fe de la siguiente manera:
1 Después de estas cosas sucedió que Dios tentó a
Abraham y le dijo: «¡Abraham, Abraham!» El respondió: «Heme aquí.»
2 Díjole: «Toma a tu hijo, a tu único, al que amas, a
Isaac, vete al país de Moria y ofrécele allí en holocausto en uno de los
montes, el que yo te diga.»
3 Levantóse, pues, Abraham de madrugada, aparejó su
asno y tomó consigo a dos mozos y a su hijo Isaac. Partió la leña del
holocausto y se puso en marcha hacia el lugar que le había dicho Dios.
4 Al tercer día levantó Abraham los ojos y vio el
lugar desde lejos.
5 Entonces dijo Abraham a sus mozos: «Quedaos aquí con
el asno. Yo y el muchacho iremos hasta allí, haremos adoración y volveremos
donde vosotros.»
6 Tomó Abraham la leña del holocausto, la cargó sobre
su hijo Isaac, tomó en su mano el fuego y el cuchillo, y se fueron los dos
juntos.
7 Dijo Isaac a su padre Abraham: «¡Padre!» Respondió:
«¿qué hay, hijo?» - «Aquí está el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero
para el holocausto?»
8 Dijo Abraham: «Dios proveerá el cordero para el
holocausto, hijo mío.» Y siguieron andando los dos juntos.
9 Llegados al lugar que le había dicho Dios, construyó
allí Abraham el altar, y dispuso la leña; luego ató a Isaac, su hijo, y le puso
sobre el ara, encima de la leña.
10 Alargó Abraham la mano y tomó el cuchillo para
inmolar a su hijo.
11 Entonces le llamó el Ángel de Yahveh desde los
cielos diciendo: ¡Abraham, Abraham!» El dijo: «Heme aquí.»
12 Dijo el Ángel: «No alargues tu mano contra el niño,
ni le hagas nada, que ahora ya sé que tú eres temeroso de Dios, ya que no me
has negado tu hijo, tu único.»
13 Levantó Abraham los ojos, miró y vio un carnero
trabado en un zarzal por los cuernos. Fue Abraham, tomó el carnero, y lo
sacrificó en holocausto en lugar de su hijo.
14 Abraham llamó a aquel lugar «Yahveh provee», de
donde se dice hoy en día: «En el monte “Yahveh provee”»
(Génesis 22).
Sara vivió 127 años
y cuando murió Abraham la enterró en Makpela en Canaán
1 Abraham volvió a tomar otra mujer, llamada Queturá.
2 Esta le dio a Zimrán, Yoqsán, Medán, Madián, Yisbaq
y Súaj.
3 - Yoqsán engendró a Seba y a Dedán. Hijos de Dedán
fueron los asuritas, los letusíes y los leumies. -
4 Hijos de Madián: Efá, Efer, Henoc, Abidá y Eldaá.
Todos éstos, hijos de Queturá.
5 Abraham dio todo cuanto tenía a Isaac.
6 A los hijos de las concubinas que tenía Abraham les
hizo donaciones y, viviendo aún él, los separó de Isaac, enviándoles hacia
levante, al país de Oriente.
7 Estos fueron los días de vida de Abraham: 175 años.
8 Expiró, pues, Abraham y murió en buena ancianidad,
viejo y lleno de días, y fue a juntarse con su pueblo.
9 Sus hijos Isaac e Ismael le sepultaron en la cueva
de la Makpelá, al borde de la finca de Efrón, hijo de Sójar, el hitita,
enfrente de Mambré.
(Génesis 25).
Y asi es como Isaac
heredo de Abraham todo, pero las tierras de sumeria y alrededores estaban
estériles y las aguas contaminadas.
1 Hubo hambre en el país - aparte de la primera que
tuvo lugar en tiempo de Abraham - y fue Isaac a Guerar, a donde Abimélek, rey
de los filisteos.
2 Yahveh se le apareció y le dijo: «No bajes a Egipto.
Quédate en la tierra que yo te indique.
3 Reside en esta tierra, y yo te asistiré y bendeciré;
porque a ti y a tu descendencia he de dar todas estas tierras, y mantendré el
juramento que hice a tu padre Abraham.
4 Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del
cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras. Y por tu descendencia se
bendecirán todas las naciones de la tierra,
5 en pago de que Abraham me obedeció y guardó mis
observancias, mis mandamientos, mis preceptos y mis instrucciones.»
6 Establecióse, pues, Isaac en Guerar.
(Génesis 26).
La biblia luego
relata la vida de Isaac, pero eso ya es otra historia. Realmente la vida de
Abraham fue muy apasionante y polémica, cuyos ecos hasta hoy genera
controversia y odios enconados entre los fieles de las religiones monoteístas
que instauro.
(*) Herbert Oré Belsuzarri, es autor de varios libros, artículos y monografías que se publican en diferentes medios como las Revistas Fenix News y Hiram Abiff. En Bibliotecas en Línea como:
SCRIBD (http://es.scribd.com/herberthore1)
monografías.com (http://www.monografias.com/).
También sus trabajos son publicados en diferentes Blogs.
PUEDE LEER TODO EL TRABAJO EN:
(*) Herbert Oré Belsuzarri, es autor de varios libros, artículos y monografías que se publican en diferentes medios como las Revistas Fenix News y Hiram Abiff. En Bibliotecas en Línea como:
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