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miércoles, 5 de febrero de 2014

Los Manifiestos – Historia De Los Rosacruces

Los Manifiestos – Historia
De Los Rosacruces

Carlos Napolén del Carpio.



En el libro titulado “Acceso al Esoterismo Occidental”, Antoine Faivre, historiador del Esoterismo, propone un estudio general, pero muy inspirador, delos tres Manifiestos Rosacruces publicados en el siglo XVII. En relación con el presente Tra:. Que os presento, dedicado al tema, también os presento un extracto de éste libro, en la cual el autor insiste sobre el hecho de que la “Fama Fraternitatis”, la “Confessio  Fraternitatis” y las “Bodas Químicas de Christian Rosenkreutz” transmiten temas de estudio y de reflexión siempre actuales:

“Desde algunos años, numerosos son los trabajos serios dedicados a la aparición y a la historia del Rosacrucismo. Esencialmente, la luz está hecha sobre las circunstancias que la vieron nacer y sobre la fortuna que conoció hasta ahora. Muchos son también los tenores de la “Tradición” occidental comprendidos como esoterismo en un sentido amplio, que se refieren a ese Rosacrucismo de inicio del siglo XVII: ven en ellos un nuevo punto de partida fundador, o, es decir, un “Pensamiento Tradicional” tan antiguo como la humanidad.

Se sabe que el Rosacrucismo apareció por primera vez públicamente con los dos textos comúnmente llamados “Manifiestos”, es decir, la “Fama Fraternitatis” (1614), la “Confessio  Fraternitatis” (1615), a veces considerados como parte integrante de esa “Philosophia Perennis”, llamada también “Tradición”. Pero seguramente no se cuestionaron suficientemente sobre las relaciones que pudo haber entre los Manifiestos y las corrientes esotéricas occidentales consideradas en su conjunto, a partir de sus principales temas. Tal vez eso permitiría esclarecer la naturaleza de una aportación que se efectuó en los dos sentidos: del Esoterismo a los Manifiestos, e inversamente.

Los Manifiestos no son un punto de partida salido de nada, ni una revelación espiritualmente comprometedora, sino un modelo siempre actual de pensamiento y reflexión. La “Fama Fraternitatis”, la “Confessio  Fraternitatis”, con mayor razón y aún las “Bodas Químicas de Christian Rosenkreutz, pueden ser leídas como una “epifanía” – para tomar una acertada fórmula de Roland Edighoffer – es decir, la presencia viviente, actualizada, de un conjunto de temas permanentes del espíritu humano que, en ciertos momentos de la historia, se manifiesta formas privilegiadas y dadoras de sentido.”


Al alba del siglo XVII, cuando Europa está destrozada por los conflictos políticos, religiosas e incluso filosóficos, la influencia de la Rosacruz fue determinante, no solamente en el mundo del Esoterismo, sino también a nivel de las Instituciones profanas de la época. Retomando una tradición mística que se remontaba a la más lejana antigüedad, y actualizando los postulados difusos de una cierta Teosofía, el Rosacrucismo tuvo por vocación cristalizar diversos conceptos filosóficos y asegurar la supervivencia de un Pensamiento espiritualista particularmente inspirador.

A nivel puramente histórico, es en 1614, en Kessel, Alemania, cuando los Rosacruces se dieron a conocer por primera vez públicamente, por medio de la aparición de un Manifiesto anónimo de 38 páginas publicado en alemán, La “Fama Fraternitatis de la loable Orden de la Rosa Cruz”, dirigida “a todos los Eruditos Soberanos de Europa”. Allí se encuentra, por una parte, una crítica de la situación material y espiritual de Europa, y, por la otra, unas consideraciones sobre una posible Redención gracias a una Ciencia Universal, estando esas consideraciones impresas de Cábala cristiana, pitagorismo y paracelsismo. A esos elementos se agrega la biografía de un personaje mítico, Christian Rosenkreutz, gran viajero que había permanecido en Arabia, en Egipto, y luego llegado a Alemania para  fundar la Fraternidad de los Rose Croix. Ciento veinte años después de su muerte, en 1604, se encuentra una tumba conteniendo unas fórmulas mágicas, doctrinas esotéricas y reglas de vida monacal.

En 1615, la “Fama Fraternitatis” es reeditada en Francfort, Alemania, con otro texto anónimo, la “Confessio Fraternitatis”, en la cual los autores señalan el hecho que la humanidad entró en el signo de Mercurio, que califican como “Señor de la Palabra”, entre otros, dejan entender igualmente que están en el punto de revelar una parte del Lenguaje Adámico, gracias al cual se puede descubrir el sentido oculto de la Biblia y de la Creación, Según ellos, las Escrituras son “El Compendium y la Quinta esencia del mundo entero”. En cuanto al Tercer Manifiesto Rosacruz, a saber, “Las Bodas Químicas de Christian Rosenkreutz, el año 1459”, fue publicado en 1616 en Estrasburgo, Francia. Anónimo también, se trata de un romance iniciático cuyo héroe, Christian Rosenkreutz, emprende un viaje en cual encontramos numerosas metáforas alquímicas. Este bello romance barroco nunca dejará de suscitar exégesis.

La mayoría de los historiadores piensan que los dos primeros Manifiestos fueron elaborados por varias personas, el famoso Círculo de Tubingen, entre los cuales se encuentran principalmente Tobías Hess (1568-1614) y Johann Valentín Andreae (1586-1654). Este último dejo a su muerte una obra bastante considerable, especialmente en materia de alquimia. En la actualidad, es considerado como el autor del Tercer Manifiesto. Estando vivo, fue el blanco de las autoridades protestantes, ya que éstas sospechaban que él era el origen del mito rosacruz el cual, desde la publicación de los dos primeros Manifiestos, tuvo un suceso fulgurante. Paralelamente, muchos escritos a favor o dirigidos en contra de éstos aparecieron en diversos países (se menciona más d 200 entre 1614 y 1620 y aproximadamente 900 hasta el inicio del siglo XIX). Entre los escritores más importantes que contribuyeron a expandir el Pensamiento Rosacruz desde el siglo XVII, mencionaremos, entre otros, a Robert Fludd, Elías Ashmole, Michael Maier, Jan Amos Coménius y John Heydon.


La publicación de los tres Manifiestos tuvo dos consecuencias importantes. En primer lugar, refuerza el interés por la Pansofía, es decir, el estudio místico de la naturaleza, siguiendo los pasos de la corriente paracelsiana. En segundo lugar, suscitó en Occidente la aparición de otras sociedades esotéricas. A eso, es necesario agregar el hecho de que los tres Manifiestos se inscribieron en un movimiento teosófico representado entre otros, por Aegidius Guttmas, Simón Studion (cuya “Naometría”  continúa inédita en esta época) y sobre todo por Johann Arndt. Éste último elaboró y precisó lo que será designado después con el nombre de “Teología Mística”, que consistirá en una tentativa para integrar la mística medieval a la Teología, herencia del Hermetismo. De cualquier manera que sea, el (re) nacimiento del movimiento Rosacruz en el siglo XVII permitió una (re) unificación de las diversas corrientes filosóficas de la época.

Manifiesto
“La Fama Fraternitatis”
La “Fama Fraternitatis”, primer Manifiesto, relata la historia de Christian Rosenkreutz y hace un balance de su doctrina secreta. Éste habría nacido en 1378 en una familia venida a menos de la aristocracia alemana. Siendo joven, se traslada a Tierra Santa y visita el Oriente. Su permanencia en Egipto y en la ciudad de Fez en Marruecos, le permiten desarrollar su conocimiento en todos los campos; maestría de las lenguas antiguas, ciencias, magia, etc. De regreso en Europa, se encierra en su casa y prosigue sus estudios. Después de algunos años de estudio y meditaciones, forma, con “tres hermanos” que conoció de antaño en el convento donde había sido educado, una Fraternidad que se enriquece progresivamente de nuevos allegados. Durante varios años, Los Hermanos practican la doctrina que les une. De esta manera, habría nacido la Orden de la Rose Croix y las enseñanzas que debe perpetuar a continuación.


Siendo los hermanos obligados al silencio, después del deceso de Christian Rosenkreutz, se pierde el rastro de su Fraternidad. Casi un siglo más tarde, un hermano descubre la sepultura del Maestro, sobre la cual una inscripción indica que su apertura tendrá lugar 120 años después dela muerte de C.R.C. el texto de la “Fama Fraternitatis” se complace en describir la misteriosa tumba en la cual los símbolos, inscripciones, objetos y libros mantienen el misterio. Esa tumba se abre finalmente y los despojos de Christian Rosenkreutz aparecen. Sostiene en sus manos un pergamino con letras de oro, en la cual se puede leer su panegírico y el de la Fraternidad. El libro se termina con las rúbricas de los Hermanos delas primeras generaciones, así como con la sentencia: “Nosotros nacimos de Dios, morimos en Jesús, revivimos por el Espíritu”. La tumba de C.R.C se cierra y el siguiente anuncio cierra el libro: “Quien quiera que demuestre afecto, vehemente, y desde el fondo del corazón, ello le será beneficioso en bienes, cuerpo y alma; pero aquel cuyo corazón no sea sincero,  solamente ávido de riquezas, no será capaz de ninguna manera ni por ninguna astucia de traernos prejuicio, sino provocará su total ruina y destrucción. Y declaramos como verdadero además que nuestro edificio (aunque una centena de miles de personas lo hayan visto y observado de cerca). Permanecerá para siempre sin sufrir alteración eso destrucciones, y oculto a la perversidad del mundo”.

Hay que señalar que antes de morir a edad muy avanzada, Christian Rosenkreutz había anunciado: “Después de 120 años, me abriré”, haciendo aquí alusión al descubrimiento de la tumba simbólica destinada a albergar su cuerpo embalsamado, conjuntamente con los objetos más preciados que constituyen el tesoro tradicional confiado a la custodia de los Rosacruces. Las páginas finales de la “Fama Fraternitatis” están dedicadas a la descripción de esa tumba, en las condiciones incluso predichas por C.R.C. Formaba una bóveda que tenía siete lados y siete esquinas: en el centro de la Bóveda colgaba la Piedra Filosofal, de prodigiosos poderes, esa misma que los Adeptos llaman “El Compendio de La Luz”. La “Fama Fraternitatis” nos dice acerca de la Bóveda: “Si bien el Sol nunca la iluminó, ella (la bóveda) brilla no obstante a causa de otro Sol, el cual había aprendido esto del Sol, que se encuentra situado en la parte superior del CENTRO”.  Otra frase que se refiere a esta Bóveda hace alusión claramente a la división triádica del universo: “Dividimos ésta bóveda en tres partes: el cielo, la pared o los lados, el suelo o el piso”.

Pero esto es sin duda lo más curioso: además de los libros de la Fraternidad, la tumba de Christian Rosenkreutz contenía un gran número de objetos extraordinarios. De esta manera se puede leer: “En otro cofre se encontraban espejos con diversas virtudes, en otra parte campanas, lámparas encendidas, extraños cantos artificiales”. Y leemos justo después: En general, todo estaba dispuesto allí dentro de tal forma que si después de muchos siglos la Orden por completo pereciera, ésta podría ser restituida por ésta sola bóveda”. Este pasaje designaba no solamente la salvaguarda de los símbolos y de las enseñanzas tradicionales de la Fraternidad Rosacruz, sino igualmente la de una técnica muy elaborada, es decir, la de los alquimistas, cuya fuente primaria se remontaba hasta los antiguos Egipcios, y puede ser incluso hasta los Atlantes. Por otra parte, la Tradición atribuye a los antiguos Rosacruces la posesión efectiva de la Piedra Filosofal y el Elixer de la Vida, así como el arte de volverse invisible, el poder de comunicarse con el mundo invisible, y toda una serie de poderes taumatúrgicos.

Manifiesto
“La Confessio Fraternitatis”

Veamos ahora lo que es la “Confessio Fraternitatis”. De hecho, este segundo Manifiesto es la prolongación de la “Fama Fraternitatis”. Está constituida por catorce capítulos que tienen un vínculo con los anuncios hechos en el texto de 1614. De entrada, los autores se dirigen a los “Hombres de ciencia de Europa”. Se defienden de toda acusación de herejía y no dudan en declarar que el Oriente y el Occidente, Mahoma y el Papa, son culpables de los sacrilegios contra Jesús. Mientras que la Fama Fraternitatis hacía el elogio a Paracelso y de la Cábala, exaltaba la Divinidad y evocaba sobre el fondo del Hermetismo de la Magia natural, el gran “Liber Naturae”, o “Libro de la Naturaleza”, la “Confessio Fraternitatis”, es a la vez más enigmática y más profética. Es cuestión de tesoros, de revelaciones y de iluminación, a los cuales sólo algunos Iniciados podrán pretender. Encontraremos allí una especie de utopía social y espiritual que los hermanos tendrían por misión establecer en Europa, a fin de regenerar a la humanidad y hacerla salir de una época desgarradora por los conflictos civiles y las guerras de religión.

También se encuentra en la ·Confessio Fraternitatis” una serie de predicciones referentes al futuro del mundo, los mensajes divinos y los “caracteres” de a Naturaleza, de la cual se dice que “La Divinidad los imprimió con toda claridad en la maravillosa creación como son los cielos y la tierra, y todos los animales”. Esas predicciones son más bien positivas, en ese sentido constituyen un estímulo para manifestar la espiritualidad y el humanismo. Por otra parte, la “Confessio Fraternitatis” reivindica el derecho de iniciar a todos los hombres de buena voluntad en una “Ciencia de los secretos que es clara, simple y absolutamente comprensible”. Para ello, lanza un llamado a todos aquéllos que desean unirse a os Rosacruces, advirtiendo al mismo tiempo que sólo serán admitidos en la Fraternidad quienes sean juzgados dignos. Finalmente, pone en guardia al lector en contra de los “falsos alquimistas”. Notará que esta puesta en guardia permanece hasta la actualidad, tan cierto es que en nuestra época abundan los gurús y falsos profetas.

A pesar de sus paradojas y alegorías, la “Confessio Fraternitatis” la “Fama”, acentuando su alcance esotérico, El profetismo de este texto recuerda los “años cósmicos” predichos en el  siglo XII por Joachim de Flore y se apoya principalmente en el sentido secreto de la Biblia. Roland Edighoffer, no de los más grandes especialistas del Rosacrucismo, resume así la “Confessio Fraternitatis”: “A fin de cunetas, el secreto de los Rosacruces, tal como se trasluce en la “Confessio”, es la posesión de la Gnosis, en la cual el “Corpus Herméticum” precisa que es “la culminación de la ciencia, que es ella misma un don de Dios. Ya que toda Ciencia es incorporal, y el instrumento que usa es el intelecto mismo”, ese ángel tutelar que guía al alma (Poimandres, Tratado X). Esta es la “Ciencia de todos los secretos” a la cual los autores de la “Confessio Fraternitatis” convienen a sus lectores. Así el espíritu de la “Confessio” difiera notablemente de la de la “Fama Fraternitatis”. Ya no es cuestión del bello optimismo que pone la Filosofía en el mismo plano de la Teología”. Nos podemos imaginar fácilmente las polémicas y las reacciones que suscita la aparición de los dos primeros Manifiestos, poniendo en tela de juicio simultáneamente a la Iglesia, a los charlatanes y a los escépticos.

Tercer Manifiesto
Las Bodas Químicas de Christian Rosenkreutz

El Texto relata una leyenda de la que los fundamentalistas, todavía en la actualidad, admiten la realidad histórica. Primeramente, se trata de un magnífico relato simbólico e iniciático del cual, Antoine Faivre, otro especialista eminente del Rosacrucismo, realizó un estudio profundo de un artículo titulado “Los Manifiestos y las Tradiciones”, en la cual describe, entre otras, la influencia que esos Manifiestos ejercieron en el Esoterismo moderno. “Las Bodas Alquímicas” cuentan de manera alegórica y a través de una trama inspirada en la alquimia, una aventura de siete días poniendo en escena a Christian Rosenkreutz. Escrita en primera persona, la historia relata cómo el “Fundador” de la Orden (del que se trataba en la ”Fama Fraternitatis”) recibe la invitación a asistir a las “Bodas Alquímicas del Rey y de la Reina”. Después de varias peripecias, llega al Castillo en el cual son recibidos numerosos invitados para el matrimonio.

Primero, fastidiado por la arrogancia de los otros convidados quienes contrariamente a él, se creen prontamente “en su casa”, C.R.C. asiste a su lastimosa derrota. En efecto, la mayor parte de ellos se encuentran eliminados por la prueba de la pesa, durante la cual hacen inclinar la balanza del lado desfavorable. Juzgados indignos para asistir a las Bodas, los presuntuosos se ven expulsados del Castillo. Ellos deberán, antes de tener la nueva esperanza de una invitación, sufrir un castigo más o menos grave, según el peso de “su pasivo”. Por lo que se refiere a Christian Rosenkreutz, es uno de los raros elegidos quien, habiendo triunfado en la prueba de la balanza, es admitido a las Bodas. Asiste finalmente a un espectáculo suntuoso, luego contempla, aterrorizado, la dramática decapitación del Rey, de la Reina y de los dignatarios de su corte. Después embarcado en la flotilla que transporta los cadáveres de C.R.C. y sus compañeros llegan a la Torre del Olimpo, donde obtendrán, gracias a unas operaciones sucesivas de la Gran Obra alquímica una resurrección de los esposos reales. Sin embargo, Christian Rosenkreutz no será admitido a recibir la última recompensa. En efecto, durante su visita a las salas secretas del Castillo, cometió la indiscreción de contemplar, sin haber sido autorizado, el sueño de la diosa Venus, vigilada por el pequeño dios del amor: Eros.

Como es de conocimiento, el héroe de las “Bodas Químicas”  es decir, literalmente, “Cristiano Rosacruz”, no es un personaje histórico que realmente haya existido; es el fundador legendario de la Fraternidad de los Rosacruces. Para ser más preciso, encarnó en Europa el resurgimiento de la Orden al inicio del siglo XVII. Ese personaje representa también el tipo propi del Iniciado que parte a la búsqueda de la Sabiduría Hermética y del Conocimiento en general. Los episodios sucesivos del relato simbolizan las diferentes etapas de la Iniciación, después de la elección decisiva de seguir un sendero iniciático hasta la conquista última de la Iluminación. Por otra parte, se reconoce la doctrina de la reencarnación, según la cual el alma es obligada a revivir aquí abajo hasta que no haya logrado la última liberación. Esta doctrina esta simbolizada, entre otras, en las “Bodas Químicas” por los convidados que fueron expulsados después de la prueba de la balanza, no estando todavía su alma suficientemente pura para ser iniciado en esa vida.

Todo, en el relato de las “Bodas Químicas”, es símbolos y alegorías. Hay que notar también que el personaje de Christian Rosenkreutz no es presentado como en la “Fama Fraternitatis”: al prodigioso Fundador de la Fraternidad Rosacruz le sucede un ermitaño desposeído, viviendo en la ascesis; al mago le sustituye un hombre en espera de Conocimiento. Esta humildad del “nuevo” C.R.C. pone en evidencia el perfeccionamiento que su iniciación le confirió a través de las diversas fases de su transmutación espiritual. Por otra parte, no olvidemos que es en Oriente a donde su viaje inicial le condujo, alusión a un acercamiento entre el esoterismo cristiano y el esoterismo musulmán. Este acercamiento fue puesto en evidencia por el alquimista Rosacruz Thomas Vaughan, en el prefacio de la traducción inglesa de la “Fama Fraternitatis” y de la “Confessio Fraternitatis”. Dice en efecto: “Los Rosacruces recibieron su Ciencia de los Árabes, entre los cuales está se conservó como monumento y el legado de los hijos de Oriente… Es algo digno de señalar que los Magos que vieron a Cristo habían partido del Oriente. Es de esta fuente viviente oriental, que los Hermanos de la Rosacruz tomaron sus aguas saludables”.

De una manera general, podemos decir que las “Bodas Químicas de Christian Rosenkreutz” se inspiran a la vez del Hermetismo, de la Pansofía y de la Teosofía. Éstas integran, como justamente lo señaló Edighoffer, las premisas de la ciencia moderna inaugurada por Copérnico y formulada por Galileo. Este historiador indica  a este respecto en una de sus obras: “Si la gracia es hija de la eternidad, la naturaleza es hija del tiempo, y la alquimia está al servicio de la naturaleza”… Es en este sentido que las Bodas de Christian Rosenkreutz son verdaderamente “Químicas”; éstas aseguran la hierogamia de Dios con su creación, de la que el Renacimiento había descubierto su inagotable riqueza. La Señora Alquimia sirviendo la Obra de la Iglesia renovada y liberada de sus  escorias, los Caballeros Rosacruces, a la imitación de su Maestro legendario, deberían ser eslabones de la cadena esotérica quienes, después de los Magos del Renacimiento hasta los Teósofos de los siglos XVIII y XIX, asegurarían la perennidad del Arte Real.


Podemos preguntarnos qué interés representan los Manifiestos para los Rosacruces actuales. Por mi parte, se sitúa en tres niveles. En primer lugar, permiten situar los orígenes puramente históricos de nuestra Fraternidad y probar que no es de creación reciente. En segundo lugar, muestran que los Rosacruces son desde siempre depositarios de un Conocimiento que se remonta a la más lejana antigüedad, tradicionalmente desde los años 1630 a de C. siendo herederos de las Escuelas de los Misterios quienes a su vez fueron herederos de los Atlantes y éstos de la civilización Exterior; conocimientos que constituyen una síntesis de las corrientes filosófica que marcaron la historia de la Humanidad. En tercer lugar, transmiten un simbolismo iniciático siempre actual y sobre el cual podemos todavía meditar. Sin embargo, son las enseñanzas que la Orden Rosacruz perpetúan actualmente y las que deben, antes que nada, retener la atención de sus Iniciados y Adeptos, ya que conciernen al presente y deben permitirnos volver al futuro mejor, tanto para los Rosacruces como para los demás.

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