Los Manifiestos
– Historia
De Los Rosacruces
Carlos Napolén del Carpio.
En el libro titulado
“Acceso al Esoterismo Occidental”, Antoine Faivre, historiador del Esoterismo,
propone un estudio general, pero muy inspirador, delos tres Manifiestos
Rosacruces publicados en el siglo XVII. En relación con el presente Tra:. Que
os presento, dedicado al tema, también os presento un extracto de éste libro,
en la cual el autor insiste sobre el hecho de que la “Fama Fraternitatis”, la
“Confessio Fraternitatis” y las “Bodas Químicas
de Christian Rosenkreutz” transmiten temas de estudio y de reflexión siempre
actuales:
“Desde
algunos años, numerosos son los trabajos serios dedicados a la aparición y a la
historia del Rosacrucismo. Esencialmente, la luz está hecha sobre las
circunstancias que la vieron nacer y sobre la fortuna que conoció hasta ahora.
Muchos son también los tenores de la “Tradición” occidental comprendidos como
esoterismo en un sentido amplio, que se refieren a ese Rosacrucismo de inicio
del siglo XVII: ven en ellos un nuevo punto de partida fundador, o, es decir,
un “Pensamiento Tradicional” tan antiguo como la humanidad.
Se
sabe que el Rosacrucismo apareció por primera vez públicamente con los dos
textos comúnmente llamados “Manifiestos”, es decir, la “Fama Fraternitatis”
(1614), la “Confessio Fraternitatis”
(1615), a veces considerados como parte integrante de esa “Philosophia
Perennis”, llamada también “Tradición”. Pero seguramente no se cuestionaron
suficientemente sobre las relaciones que pudo haber entre los Manifiestos y las
corrientes esotéricas occidentales consideradas en su conjunto, a partir de sus
principales temas. Tal vez eso permitiría esclarecer la naturaleza de una
aportación que se efectuó en los dos sentidos: del Esoterismo a los
Manifiestos, e inversamente.
Los
Manifiestos no son un punto de partida salido de nada, ni una revelación
espiritualmente comprometedora, sino un modelo siempre actual de pensamiento y
reflexión. La “Fama Fraternitatis”, la “Confessio Fraternitatis”, con mayor razón y aún las
“Bodas Químicas de Christian Rosenkreutz, pueden ser leídas como una “epifanía”
– para tomar una acertada fórmula de Roland Edighoffer – es decir, la presencia
viviente, actualizada, de un conjunto de temas permanentes del espíritu humano
que, en ciertos momentos de la historia, se manifiesta formas privilegiadas y
dadoras de sentido.”
Al alba del
siglo XVII, cuando Europa está destrozada por los conflictos políticos,
religiosas e incluso filosóficos, la influencia de la Rosacruz fue
determinante, no solamente en el mundo del Esoterismo, sino también a nivel de
las Instituciones profanas de la época. Retomando una tradición mística que se
remontaba a la más lejana antigüedad, y actualizando los postulados difusos de
una cierta Teosofía, el Rosacrucismo tuvo por vocación cristalizar diversos
conceptos filosóficos y asegurar la supervivencia de un Pensamiento
espiritualista particularmente inspirador.
A
nivel puramente histórico, es en 1614, en Kessel, Alemania, cuando los
Rosacruces se dieron a conocer por primera vez públicamente, por medio de la
aparición de un Manifiesto anónimo de 38 páginas publicado en alemán, La “Fama
Fraternitatis de la loable Orden de la Rosa Cruz”, dirigida “a todos los
Eruditos Soberanos de Europa”. Allí se encuentra, por una parte, una crítica de
la situación material y espiritual de Europa, y, por la otra, unas
consideraciones sobre una posible Redención gracias a una Ciencia Universal,
estando esas consideraciones impresas de Cábala cristiana, pitagorismo y
paracelsismo. A esos elementos se agrega la biografía de un personaje mítico,
Christian Rosenkreutz, gran viajero que había permanecido en Arabia, en Egipto,
y luego llegado a Alemania para fundar la Fraternidad de los Rose Croix.
Ciento veinte años después de su muerte, en 1604, se encuentra una tumba
conteniendo unas fórmulas mágicas, doctrinas esotéricas y reglas de vida
monacal.
En 1615, la
“Fama Fraternitatis” es reeditada en Francfort, Alemania, con otro texto
anónimo, la “Confessio Fraternitatis”, en la cual los autores señalan el hecho
que la humanidad entró en el signo de Mercurio, que califican como “Señor de la
Palabra”, entre otros, dejan entender igualmente que están en el punto de
revelar una parte del Lenguaje Adámico, gracias al cual se puede descubrir el
sentido oculto de la Biblia y de la Creación, Según ellos, las Escrituras son
“El Compendium y la Quinta esencia del mundo entero”. En cuanto al Tercer
Manifiesto Rosacruz, a saber, “Las Bodas Químicas de Christian Rosenkreutz, el
año 1459”, fue publicado en 1616 en Estrasburgo, Francia. Anónimo también, se
trata de un romance iniciático cuyo héroe, Christian Rosenkreutz, emprende un
viaje en cual encontramos numerosas metáforas alquímicas. Este bello romance
barroco nunca dejará de suscitar exégesis.
La mayoría de
los historiadores piensan que los dos primeros Manifiestos fueron elaborados
por varias personas, el famoso Círculo de Tubingen, entre los cuales se
encuentran principalmente Tobías Hess (1568-1614) y Johann Valentín Andreae
(1586-1654). Este último dejo a su muerte una obra bastante considerable,
especialmente en materia de alquimia. En la actualidad, es considerado como el
autor del Tercer Manifiesto. Estando vivo, fue el blanco de las autoridades
protestantes, ya que éstas sospechaban que él era el origen del mito rosacruz
el cual, desde la publicación de los dos primeros Manifiestos, tuvo un suceso
fulgurante. Paralelamente, muchos escritos a favor o dirigidos en contra de
éstos aparecieron en diversos países (se menciona más d 200 entre 1614 y 1620 y
aproximadamente 900 hasta el inicio del siglo XIX). Entre los escritores más
importantes que contribuyeron a expandir el Pensamiento Rosacruz desde el siglo
XVII, mencionaremos, entre otros, a Robert Fludd, Elías Ashmole, Michael Maier,
Jan Amos Coménius y John Heydon.
La
publicación de los tres Manifiestos tuvo dos consecuencias importantes. En
primer lugar, refuerza el interés por la Pansofía, es decir, el estudio místico
de la naturaleza, siguiendo los pasos de la corriente paracelsiana. En segundo
lugar, suscitó en Occidente la aparición de otras sociedades esotéricas. A eso,
es necesario agregar el hecho de que los tres Manifiestos se inscribieron en un
movimiento teosófico representado entre otros, por Aegidius Guttmas, Simón
Studion (cuya “Naometría” continúa
inédita en esta época) y sobre todo por Johann Arndt. Éste último elaboró y
precisó lo que será designado después con el nombre de “Teología Mística”, que
consistirá en una tentativa para integrar la mística medieval a la Teología,
herencia del Hermetismo. De cualquier manera que sea, el (re) nacimiento del
movimiento Rosacruz en el siglo XVII permitió una (re) unificación de las
diversas corrientes filosóficas de la época.
Manifiesto
“La Fama
Fraternitatis”
La “Fama
Fraternitatis”, primer Manifiesto, relata la historia de Christian Rosenkreutz
y hace un balance de su doctrina secreta. Éste habría nacido en 1378 en una familia venida
a menos de la aristocracia alemana. Siendo joven, se traslada a Tierra Santa y
visita el Oriente. Su permanencia en Egipto y en la ciudad de Fez en Marruecos,
le permiten desarrollar su conocimiento en todos los campos; maestría de las
lenguas antiguas, ciencias, magia, etc. De regreso en Europa, se encierra en su
casa y prosigue sus estudios. Después de algunos años de estudio y
meditaciones, forma, con “tres hermanos” que conoció de antaño en el convento
donde había sido educado, una Fraternidad que se enriquece progresivamente de
nuevos allegados. Durante varios años, Los Hermanos practican la doctrina que
les une. De esta manera, habría nacido la Orden de la Rose Croix y las
enseñanzas que debe perpetuar a continuación.
Siendo los
hermanos obligados al silencio, después del deceso de Christian Rosenkreutz, se
pierde el rastro de su Fraternidad. Casi un siglo más tarde, un hermano
descubre la sepultura del Maestro, sobre la cual una inscripción indica que su
apertura tendrá lugar 120 años después dela muerte de C.R.C. el texto de la
“Fama Fraternitatis” se complace en describir la misteriosa tumba en la cual
los símbolos, inscripciones, objetos y libros mantienen el misterio. Esa tumba
se abre finalmente y los despojos de Christian Rosenkreutz aparecen. Sostiene
en sus manos un pergamino con letras de oro, en la cual se puede leer su
panegírico y el de la Fraternidad. El libro se termina con las rúbricas de los
Hermanos delas primeras generaciones, así como con la sentencia: “Nosotros
nacimos de Dios, morimos en Jesús, revivimos por el Espíritu”. La tumba de
C.R.C se cierra y el siguiente anuncio cierra el libro: “Quien quiera que
demuestre afecto, vehemente, y desde el fondo del corazón, ello le será
beneficioso en bienes, cuerpo y alma; pero aquel cuyo corazón no sea
sincero, solamente ávido de riquezas, no
será capaz de ninguna manera ni por ninguna astucia de traernos prejuicio, sino
provocará su total ruina y destrucción. Y declaramos como verdadero además que
nuestro edificio (aunque una centena de miles de personas lo hayan visto y
observado de cerca). Permanecerá para siempre sin sufrir alteración eso
destrucciones, y oculto a la perversidad del mundo”.
Hay que
señalar que antes de morir a edad muy avanzada, Christian Rosenkreutz había
anunciado: “Después de 120 años, me abriré”, haciendo aquí alusión al
descubrimiento de la tumba simbólica destinada a albergar su cuerpo
embalsamado, conjuntamente con los objetos más preciados que constituyen el
tesoro tradicional confiado a la custodia de los Rosacruces. Las páginas
finales de la “Fama Fraternitatis” están dedicadas a la descripción de esa
tumba, en las condiciones incluso predichas por C.R.C. Formaba una bóveda que
tenía siete lados y siete esquinas: en el centro de la Bóveda colgaba la Piedra
Filosofal, de prodigiosos poderes, esa misma que los Adeptos llaman “El
Compendio de La Luz”. La “Fama Fraternitatis” nos dice acerca de la Bóveda: “Si
bien el Sol nunca la iluminó, ella (la bóveda) brilla no obstante a causa de
otro Sol, el cual había aprendido esto del Sol, que se encuentra situado en la
parte superior del CENTRO”. Otra frase
que se refiere a esta Bóveda hace alusión claramente a la división triádica del
universo: “Dividimos ésta bóveda en tres partes: el cielo, la pared o los
lados, el suelo o el piso”.
Pero
esto es sin duda lo más curioso: además de los libros de la Fraternidad, la
tumba de Christian Rosenkreutz contenía un gran número de objetos
extraordinarios. De esta manera se puede leer: “En otro cofre se encontraban
espejos con diversas virtudes, en otra parte campanas, lámparas encendidas,
extraños cantos artificiales”. Y leemos justo después: En general, todo estaba
dispuesto allí dentro de tal forma que si después de muchos siglos la Orden por
completo pereciera, ésta podría ser restituida por ésta sola bóveda”. Este
pasaje designaba no solamente la salvaguarda de los símbolos y de las
enseñanzas tradicionales de la Fraternidad Rosacruz, sino igualmente la de una
técnica muy elaborada, es decir, la de los alquimistas, cuya fuente primaria se
remontaba hasta los antiguos Egipcios, y puede ser incluso hasta los Atlantes.
Por otra parte, la Tradición atribuye a los antiguos Rosacruces la posesión
efectiva de la Piedra Filosofal y el Elixer de la Vida, así como el arte de
volverse invisible, el poder de comunicarse con el mundo invisible, y toda una
serie de poderes taumatúrgicos.
Manifiesto
“La
Confessio Fraternitatis”
Veamos ahora
lo que es la “Confessio Fraternitatis”. De hecho, este segundo Manifiesto es la
prolongación de la “Fama Fraternitatis”. Está constituida por catorce capítulos
que tienen un vínculo con los anuncios hechos en el texto de 1614. De entrada,
los autores se dirigen a los “Hombres de ciencia de Europa”. Se defienden de
toda acusación de herejía y no dudan en declarar que el Oriente y el Occidente,
Mahoma y el Papa, son culpables de los sacrilegios contra Jesús. Mientras que
la Fama Fraternitatis hacía el elogio a Paracelso y de la Cábala, exaltaba la
Divinidad y evocaba sobre el fondo del Hermetismo de la Magia natural, el gran
“Liber Naturae”, o “Libro de la Naturaleza”, la “Confessio Fraternitatis”, es a
la vez más enigmática y más profética. Es cuestión de tesoros, de revelaciones
y de iluminación, a los cuales sólo algunos Iniciados podrán pretender.
Encontraremos allí una especie de utopía social y espiritual que los hermanos
tendrían por misión establecer en Europa, a fin de regenerar a la humanidad y
hacerla salir de una época desgarradora por los conflictos civiles y las
guerras de religión.
También se
encuentra en la ·Confessio Fraternitatis” una serie de predicciones referentes
al futuro del mundo, los mensajes divinos y los “caracteres” de a Naturaleza,
de la cual se dice que “La Divinidad los imprimió con toda claridad en la
maravillosa creación como son los cielos y la tierra, y todos los animales”.
Esas predicciones son más bien positivas, en ese sentido constituyen un
estímulo para manifestar la espiritualidad y el humanismo. Por otra parte, la
“Confessio Fraternitatis” reivindica el derecho de iniciar a todos los hombres
de buena voluntad en una “Ciencia de los secretos que es clara, simple y
absolutamente comprensible”. Para ello, lanza un llamado a todos aquéllos que
desean unirse a os Rosacruces, advirtiendo al mismo tiempo que sólo serán
admitidos en la Fraternidad quienes sean juzgados dignos. Finalmente, pone en
guardia al lector en contra de los “falsos alquimistas”. Notará que esta puesta
en guardia permanece hasta la actualidad, tan cierto es que en nuestra época
abundan los gurús y falsos profetas.
A pesar de
sus paradojas y alegorías, la “Confessio Fraternitatis” la “Fama”, acentuando
su alcance esotérico, El profetismo de este texto recuerda los “años cósmicos”
predichos en el siglo XII por Joachim de
Flore y se apoya principalmente en el sentido secreto de la Biblia. Roland
Edighoffer, no de los más grandes especialistas del Rosacrucismo, resume así la
“Confessio Fraternitatis”: “A fin de cunetas, el secreto de los Rosacruces, tal
como se trasluce en la “Confessio”, es la posesión de la Gnosis, en la cual el
“Corpus Herméticum” precisa que es “la culminación de la ciencia, que es ella
misma un don de Dios. Ya que toda Ciencia es incorporal, y el instrumento que
usa es el intelecto mismo”, ese ángel tutelar que guía al alma (Poimandres,
Tratado X). Esta es la “Ciencia de todos los secretos” a la cual los autores de
la “Confessio Fraternitatis” convienen a sus lectores. Así el espíritu de la
“Confessio” difiera notablemente de la de la “Fama Fraternitatis”. Ya no es
cuestión del bello optimismo que pone la Filosofía en el mismo plano de la
Teología”. Nos podemos imaginar fácilmente las polémicas y las reacciones que
suscita la aparición de los dos primeros Manifiestos, poniendo en tela de
juicio simultáneamente a la Iglesia, a los charlatanes y a los escépticos.
Tercer
Manifiesto
Las Bodas
Químicas de Christian Rosenkreutz
El Texto relata una leyenda
de la que los fundamentalistas, todavía en la actualidad, admiten la realidad
histórica. Primeramente, se trata de un magnífico relato simbólico e iniciático
del cual, Antoine Faivre, otro especialista eminente del Rosacrucismo, realizó
un estudio profundo de un artículo titulado “Los Manifiestos y las
Tradiciones”, en la cual describe, entre otras, la influencia que esos
Manifiestos ejercieron en el Esoterismo moderno. “Las Bodas Alquímicas” cuentan
de manera alegórica y a través de una trama inspirada en la alquimia, una
aventura de siete días poniendo en escena a Christian Rosenkreutz. Escrita en
primera persona, la historia relata cómo el “Fundador” de la Orden (del que se
trataba en la ”Fama Fraternitatis”) recibe la invitación a asistir a las “Bodas
Alquímicas del Rey y de la Reina”. Después de varias peripecias, llega al
Castillo en el cual son recibidos numerosos invitados para el matrimonio.
Primero,
fastidiado por la arrogancia de los otros convidados quienes contrariamente a
él, se creen prontamente “en su casa”, C.R.C. asiste a su lastimosa derrota. En
efecto, la mayor parte de ellos se encuentran eliminados por la prueba de la
pesa, durante la cual hacen inclinar la balanza del lado desfavorable. Juzgados
indignos para asistir a las Bodas, los presuntuosos se ven expulsados del
Castillo. Ellos deberán, antes de tener la nueva esperanza de una invitación,
sufrir un castigo más o menos grave, según el peso de “su pasivo”. Por lo que
se refiere a Christian Rosenkreutz, es uno de los raros elegidos quien,
habiendo triunfado en la prueba de la balanza, es admitido a las Bodas. Asiste
finalmente a un espectáculo suntuoso, luego contempla, aterrorizado, la
dramática decapitación del Rey, de la Reina y de los dignatarios de su corte.
Después embarcado en la flotilla que transporta los cadáveres de C.R.C. y sus
compañeros llegan a la Torre del Olimpo, donde obtendrán, gracias a unas
operaciones sucesivas de la Gran Obra alquímica una resurrección de los esposos
reales. Sin embargo, Christian Rosenkreutz no será admitido a recibir la última
recompensa. En efecto, durante su visita a las salas secretas del Castillo,
cometió la indiscreción de contemplar, sin haber sido autorizado, el sueño de
la diosa Venus, vigilada por el pequeño dios del amor: Eros.
Como es de
conocimiento, el héroe de las “Bodas Químicas”
es decir, literalmente, “Cristiano Rosacruz”, no es un personaje
histórico que realmente haya existido; es el fundador legendario de la
Fraternidad de los Rosacruces. Para ser más preciso, encarnó en Europa el
resurgimiento de la Orden al inicio del siglo XVII. Ese personaje representa
también el tipo propi del Iniciado que parte a la búsqueda de la Sabiduría
Hermética y del Conocimiento en general. Los episodios sucesivos del relato
simbolizan las diferentes etapas de la Iniciación, después de la elección
decisiva de seguir un sendero iniciático hasta la conquista última de la
Iluminación. Por otra parte, se reconoce la doctrina de la reencarnación, según
la cual el alma es obligada a revivir aquí abajo hasta que no haya logrado la
última liberación. Esta doctrina esta simbolizada, entre otras, en las “Bodas
Químicas” por los convidados que fueron expulsados después de la prueba de la balanza,
no estando todavía su alma suficientemente pura para ser iniciado en esa vida.
Todo, en el
relato de las “Bodas Químicas”, es símbolos y alegorías. Hay que notar también
que el personaje de Christian Rosenkreutz no es presentado como en la “Fama Fraternitatis”:
al prodigioso Fundador de la Fraternidad Rosacruz le sucede un ermitaño
desposeído, viviendo en la ascesis; al mago le sustituye un hombre en espera de
Conocimiento. Esta humildad del “nuevo” C.R.C. pone en evidencia el
perfeccionamiento que su iniciación le confirió a través de las diversas fases de
su transmutación espiritual. Por otra parte, no olvidemos que es en Oriente a
donde su viaje inicial le condujo, alusión a un acercamiento entre el
esoterismo cristiano y el esoterismo musulmán. Este acercamiento fue puesto en
evidencia por el alquimista Rosacruz Thomas Vaughan, en el prefacio de la
traducción inglesa de la “Fama Fraternitatis” y de la “Confessio Fraternitatis”.
Dice en efecto: “Los Rosacruces recibieron su Ciencia de los Árabes, entre los
cuales está se conservó como monumento y el legado de los hijos de Oriente… Es
algo digno de señalar que los Magos que vieron a Cristo habían partido del
Oriente. Es de esta fuente viviente oriental, que los Hermanos de la Rosacruz
tomaron sus aguas saludables”.
De una manera
general, podemos decir que las “Bodas Químicas de Christian Rosenkreutz” se
inspiran a la vez del Hermetismo, de la Pansofía y de la Teosofía. Éstas
integran, como justamente lo señaló Edighoffer, las premisas de la ciencia
moderna inaugurada por Copérnico y formulada por Galileo. Este historiador
indica a este respecto en una de sus obras: “Si la
gracia es hija de la eternidad, la naturaleza es hija del tiempo, y la alquimia
está al servicio de la naturaleza”… Es en este sentido que las Bodas de
Christian Rosenkreutz son verdaderamente “Químicas”; éstas aseguran la
hierogamia de Dios con su creación, de la que el Renacimiento había descubierto
su inagotable riqueza. La Señora Alquimia sirviendo la Obra de la Iglesia
renovada y liberada de sus escorias, los Caballeros Rosacruces, a la
imitación de su Maestro legendario, deberían ser eslabones de la cadena
esotérica quienes, después de los Magos del Renacimiento hasta los Teósofos de
los siglos XVIII y XIX, asegurarían la perennidad del Arte Real.
Podemos
preguntarnos qué interés representan los Manifiestos para los Rosacruces
actuales. Por mi parte, se sitúa en tres niveles. En primer lugar, permiten
situar los orígenes puramente históricos de nuestra Fraternidad y probar que no
es de creación reciente. En segundo lugar, muestran que los Rosacruces son
desde siempre depositarios de un Conocimiento que se remonta a la más lejana
antigüedad, tradicionalmente desde los años 1630 a de C. siendo herederos de
las Escuelas de los Misterios quienes a su vez fueron herederos de los Atlantes
y éstos de la civilización Exterior; conocimientos que constituyen una síntesis
de las corrientes filosófica que marcaron la historia de la Humanidad. En
tercer lugar, transmiten un simbolismo iniciático siempre actual y sobre el
cual podemos todavía meditar. Sin embargo, son las enseñanzas que la Orden
Rosacruz perpetúan actualmente y las que deben, antes que nada, retener la
atención de sus Iniciados y Adeptos, ya que conciernen al presente y deben
permitirnos volver al futuro mejor, tanto para los Rosacruces como para los
demás.
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