¿Qué o
Quién soy?
Cortesía:
CARLOS NAPOLEON DEL CARPIO
“Aquellos
que bailaban eran vistos como locos
Por
aquellos que no podían escuchar la música”
(El
poder de la Kabbalah – Yehuda Berg)
Nuestra
identidad se va formando poco a poco a medida que crecemos en edad y acumulamos
conocimiento a través de las experiencias vivenciales intensas con relación al
resto de la humanidad y el universo que nos rodea.
El hombre se identifica y se comporta de acuerdo a un modelo de si mismo
que lleva en su interior, y que ha constituido conforme acumula conocimientos,
consciente o inconscientemente, sobre si mismo. Pero este modelo también
incluye al hombre potencial que se ha originado del modelo de lo que él es. La
vida, entonces, es un descubrir constante y gradual por parte de nuestra mente
consciente e inconsciente de lo que somos potencialmente.
Por lo tanto, somos conocimiento celular, orgánico, cerebral, intelectual,
emotivo, sentimental y a la vez como un todo, o ser humano; conocimiento que se
comunica o fluye entre las partes y en el todo simultáneamente, entendiéndose
el todo, no solo el ser humano, sino la humanidad entera y más aún hacia lo
cósmico ilimitado. La individualidad es aparente, y la afectación o
modificación de una variable, afecta el resto de la ecuación y su resultado, de
tal modo que nadie puede prever que algún tornado al otro lado del mundo, tuvo
como inicio el aleteo de una mariposa.
En la presente encarnación, nuestra mente nos identifica y define como una
persona que responde a un nombre propio como “José Reátegui” con cierta
nacionalidad, estatus social, político, económico y religioso, y es, además
miembro de una determinada familia cierto nivel económico, profesional, gustos
y tendencias entre otras cosas más; de tal modo que si “José Reátegui” llegara
a perder todo recuerdo o conocimiento de lo que él es, en ese momento y a pesar
de continuar viviendo biológicamente, “José Reátegui” estaría muerto; pero
”José Reátegui” no es el ser real, sino una persona virtual y temporal que
tiene existencia mientras la presencia energética del alma anime el cuerpo
físico. Algunas religiones sostienen que existe una sola vida terrestre por
cada individuo, mismo que posee un alma inmortal que continúa viviendo aun
después de la muerte biológica de todo ser humano.
Varias son las órdenes y fraternidades místicas que sostienen, al igual que
las religiones, que el alma es inmortal (Lin:. XIX), con el agregado o diferencia,
que afirman que una sola vida no es suficiente para alcanzar el propósito
evolutivo de la consciencia, de ahí que aceptan ciclos de reencarnación del
alma humana, y que es a través de este proceso que el “alma personalidad” se va
dando cuenta de su divinidad, y que el conocimiento de la encarnación anterior
permanece en el inconsciente, el cual viene a ser la consciencia del alma.
Somos conocimiento que no está limitado por la intelectualidad ni por las
palabras del idioma o lenguaje, sino que fue sintetizado como capacidades o
actitudes en el inconsciente, volviéndose pro-reactivo de la mente consciente y
manifestándose como acciones y reacciones del ser humano. Nuestra mente
racional y lógica, determina en última instancia nuestras acciones, sin
embargo, y esto es un tanto paradójico, no siempre es así, y en todas las casos
esta fuertemente influenciada por el conocimiento anterior que yace en nuestro
inconsciente.
La evolución es un aparente aprender eterno, un hacer, deshacer y modificar
de todo lo que interiormente hemos construido a través del conocimiento
adquirido, y esto es una lucha interior constante entre el pasado, presente y
posible porvenir.
Podemos pensar que, por nuestra propia voluntad y albedrío, generamos libre
y conscientemente nuestras ideas, pero en realidad solo motivamos su aparición,
las cuales “parecen” emerger del inconsciente como respuestas o soluciones a lo
que le plantea la mente consciente. Con cada nacimiento, nuestra mente
“ordinaria” y consciente, aparentemente olvida todo lo que fuimos en vidas
anteriores, sin embargo, poseemos ese conocimiento “sintetizado” en nosotros
mismos como capacidades que cobran manifestación a través de la presente vida;
quizás esta sea una respuesta o explicación de niños prodigio que a temprana
edad sobresalen en genialidad precoz en ciencia, arte, misticismo, deporte y
otras disciplinas, sin otra explicación viable que una “probable”
recapitulación de un conocimiento o capacidad desarrollada en vidas anteriores.
La vida más que descubrir el mundo que nos rodea, nos da la oportunidad de
descubrirnos a nosotros mismos; conocer nuestras características y
potencialidades, nuestras posibles reacciones y acciones antes de que
acontezcan y modificar, ni con el impulso, la acción, si esta llegara a ser
negativa o destructiva; la evolución se inicia con el descubrimiento de quien
somos y continúa con la modificación de aquello que nos dificulta nuestro
avance evolutivo en nuestra búsqueda de la perfección del ser.
Toda dificultad que se nos presenta en la vida actual es el catalizador que
“dispara” nuevas capacidades y facultades que yacen ignoradas en nuestro
interior, o que están por desarrollarse; los trabajos o personas que nos rodean
en la presente vida son necesarios para alcanzar nuestra realización por medio
del aprendizaje evolutivo. El ser interior posee todo el conocimiento no
exactamente en palabras, sino “sintetizando la intención o propósito del
mismo”; tal vez las características de “José Reátegui” pudieran ser recordar en
la presente encarnación, pero para el “ser” no es importante recordar
exactamente esta personalidad, sino las experiencias y capacidades que adquirió
a través de ella; el alma no es ni se llama “José Reátegui”, esta es una
personalidad (mascara) virtual y temporal que existe mientras la presencia
energética del alma esté presente en ese cuerpo físico y es a través de “José Reátegui” que el alma
adquiere ciertos conocimientos con propósitos evolutivos con la siguiente
ampliación de consciencia.
Concluyo
sin terminar:
El consciente e inconsciente del hombre se encamina cada vez más hacia su
propio encuentro y realización, en un solo ser consciente; como de igual modo,
el hombre en su andar evolutivo se encamina cada vez más a ser consciente de la
consciencia cósmica, el Adám Kadmón en su reintegración al Padre o Dios… y sin
embargo, y paradójicamente, siempre existirá un Dios delante de él, por que su
evolución le abrirá gradualmente los ojos de su consciencia, hacia nuevos
lejanos horizontes por conquistar y entonces comprenderá que el Dios que
perseguía y ha alcanzado, solo era una proyección, un tanto arquetípica, que
moraba en su interior, de un Dios que se encuentra aun más allá de los límites
de nuestro horizonte.
“El secreto se protege a
si mismo y
se basa en la práctica y
el espíritu”
Pax Vobiscum
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