"Pues el espíritu, que "sopla donde quiere" y cuando quiere, puede siempre venir a revivificar los símbolos y los ritos, y a restituirles, con el sentido que habían perdido antes, la plenitud de su virtud originaria."
René Guénon
Creemos en la validez de esta afirmación, también en esta época tan obscura, en la cual se ha perdido la visión de lo más alto y la percepción de las dimensiones espirituales: el espíritu no ha dejado de manifestarse. Por años hemos observado un interés prevaleciente por las culturas orientales en general; ahora parece que a través de una poderosa energía espiritual, fuerzas nuevas en la tierra de América indígena están revivificando una atracción y una atención del mundo hacia la cultura precolombina y su gran pasado, y el deseo de conocer sus lugares sagrados, sus misterios, y las raíces de las culturas antiguas que los han producido. Muchos visitantes de Europa viajan así hacia América, en busca de algo, empujados por una misteriosa atracción, y regresan con la percepción de sensaciones nuevas y profundas, como un encanto que los fascina y abre en su conciencia una puerta a lo invisible, a lo desconocido, a lo mágico. A pesar de la gran destrucción sufrida, las culturas precolombinas aún están vivas, y parece que en este fin de ciclo histórico y cósmico el mundo tuviera que empezar a entender el mensaje de Conocimiento que el Espíritu ha dejado en el mundo indígena americano, quizás inspirando así una renovación en el camino de una humanidad ciega y perdida en su ignorancia.
Mientras los hijos de la sociedad moderna, los habitantes de las grandes y ricas ciudades del mundo tecnológico se afanan en buscar fragmentos sueltos de una espiritualidad perdida, erradicada y destruida por la ignorancia y el materialismo, los indígenas de América, en su mayoría, siguen su vida basada en ritmos naturales, apoyándose en certidumbres y sabiduría que el hombre moderno ni siquiera podría entender. La diferencia no está en una forma diferente de "tener", sino de "ser". El "hombre civilizado" supone que quienes no han logrado poseer todo lo que él tiene, son por esto atrasados e ignorantes, cuando no "salvajes" (si echamos una mirada alrededor, al nivel de la experiencia común, sí podemos afirmar que esta última palabra bien se refiere a una especie humana hoy muy difundida en las grandes ciudades).
El indígena, por el contrario, considera en su vida el "ser", como base de la experiencia existencial. Su camino individual interior es una tensión hacia un nivel de conocimiento y sabiduría, que puede alcanzar en una vida de búsqueda, según el camino tradicional que sigue; en esta perspectiva espiritual alimenta pensamientos elevados, desarrolla la conciencia de lo absoluto, una tensión interior hacia la sabiduría, la paz, la perfección. El verdadero "guerrero", según la tradición indígena, tiene que ser "perfecto".1
Sin embargo, podemos afirmar que las etapas del estudio sobre estas culturas han llegado a un punto sin solución: aunque se hayan realizado muchas investigaciones y trabajos de análisis sobre los numerosos vestigios de estas antiguas civilizaciones (estelas, glifos, templos, frescos, códices, literatura, etc.) parece que no se ha captado el principio de la gran tradición espiritual que los ha inspirado y formado a todos; la mayoría de los estudios de antropología y arqueología están en efecto basados en rígidos sistemas "científicos" en los cuales no cabe ningún espacio para realidades trascendentes, y asimismo están muchas veces "cerrados" en abstractos esquemas y modelos de análisis, en los cuales no existe ni siquiera la preocupación de otros posibles procesos de conocimiento que no sean "científicos" en el sentido más moderno y, por consecuencia, totalmente materialista de la palabra. El resultado es que la gran tradición espiritual precolombina es casi desconocida. Por otro lado, es muy difícil comprender un mundo caracterizado por experiencias rituales para el hombre de hoy, que vive en una dimensión mental tecnocrática y pragmática, acostumbrado a "ver" todo y tener una "explicación racional" para cualquier aspecto de su existencia. La vida del hombre del pasado, que hoy estudiamos a través de la antropología, de la etnología, etc., estaba caracterizada por una actividad ritual muy intensa, base y expresión máxima de su vida y organización social.
Además, el prejuicio etnocéntrico que tenemos (según el cual nosotros poseemos la verdadera civilización) y la falta de respeto por los herederos vivos de la tradición prehispánica -víctimas de un continuado genocidio cultural-, nos parecen indicar una regla común: una grave incapacidad de comprensión para estas culturas. El abismo que nos separa de ellas es, como decíamos, de marco cultural, pues la civilización precolombina, como todas las culturas tradicionales, está constituida principalmente por procesos y caminos de conocimiento, basados en la experiencia de dimensiones que muy poco tienen de material.
Su realidad está fundada en una visión mítica, ritual y simbólica. Por ello, los indígenas son hombres libres, y llevan una existencia ligada a las leyes de la naturaleza; su realidad sigue siendo "mitológica": la concepción y explicación mitológica de los acontecimientos pone al indígena u hombre tradicional en un universo metahistórico, en el cual mitos fundadores y ritos aprendidos y perpetuados por la sociedad humana constituyen una relación indivisible y sin interrupción entre realidad concreta y realidad simbólica; su concepción circular del tiempo, además, en la cual el futuro consiste en la repetición del pasado, hacen de su simbología cosmológica un universo de referencias cerradas en ciclos, así que el concepto de lo eterno coincide siempre con la realidad del "aquí" y "ahora".
Esas realidades son las que el moderno científico trataría de descifrar, catalogándolas y esquematizándolas, buscando explicaciones fantásticas para explicar antiguos rasgos culturales de "unas misteriosas civilizaciones del pasado".
Por el contrario, estas dimensiones representan un mundo, o, mejor, un 'universo' que se aleja de una posible "esquematización" hundiendo sus raíces -tan profundas cuanto puras- en la tradición sagrada unánime. Estamos hablando de la Tradición que se ha manifestado en todo el mundo en formas diferentes, pero con principios afines o idénticos.
Si consideramos al hombre como un ser cósmico, que pertenece a la vida y al equilibrio del Universo, que radica en un pequeño planeta llamado tierra, ya podremos darnos cuenta de cómo es realmente posible que sus características rituales y religiosas tengan muchas semejanzas, juntándose en una simbología universal, a pesar de las diferencias étnicas, históricas y geográficas. Esta Simbología Sagrada que se ha dado en todas las grandes tradiciones del pasado, ha manifestado en sus múltiples formas culturales principios unánimes, que son los mismos que animan la Tradición Precolombina, como veremos en este trabajo; por lo que creemos que este enfoque es el que más puede ofrecer una llave interpretativa sobre las varias culturas tradicionales como, en este caso, la precolombina.
El hombre verdadero, por otra parte, ha descubierto en sí mismo un centro, que es como decir que el alma individual está ligada al alma cósmica; entonces el ser humano puede percibir dentro de sí mismo el espíritu del universo; si aceptamos la idea de que el hombre antiguo llega de una raza de seres superiores2 hombres-dioses (de acuerdo con las teorías platónicas y los textos sagrados) tenemos que creer que hay una raíz común en los distintos elementos rituales y sagrados del mundo.
El estudio de la simbología sagrada tradicional, entonces, puede explicarnos una cantidad de interrogaciones hasta hoy no resueltas, como el estudio del mundo ritual, que es la manifestación más directa de la Tradición. Las dos pueden poner las bases para buscar auténticas interpretaciones de la simbólica tradicional prehispánica.
Existe una conexión muy estrecha entre los símbolos de la Tradición Precolombina y toda su manifestación cultural, empezando por los vestigios de las antiguas civilizaciones de América (monumentos, artes, códices, etc.), hasta la actual realidad indígena, pues los símbolos sagrados son el espejo, el fundamento de toda su actividad ritual, y verdadera expresión de sus principios existenciales. Por otra parte, los símbolos están vivos, y al alcance de quien quiera entender su mensaje, expresado en la evidencia con la cual se manifiesta en los numerosos monumentos del pasado, así como en las ceremonias indígenas; el hecho de que no se entienda su significado depende de la falta de conocimiento, así como de la escasa capacidad de interpretación y comprensión que tenemos respecto a ellos, por ser nosotros, como decíamos, tan diferentes.
En el Popol Vuh Ixquic recibe el germen que generará a Hunahpú e Ixbalamqué, y las palabras de las cabezas representadas en este mito expresan cómo la casta divina comunica a sus descendientes los conocimientos espirituales de origen divino.
Rito y mito están estrictamente ligados a los símbolos, en cuanto a través del rito y el mito los símbolos pueden expresarse en su función de instrumento de conocimiento -y verdadera iniciación- para el hombre, hacia las dimensiones trascendentes, siendo los símbolos una manifestación visible del idioma secreto del espíritu, de lo absoluto. Rito, mito y símbolo toman vida así a través de la acción del hombre, que así realiza un acto de participación cósmica, cumpliendo un trabajo de intermediación entre lo terreno y lo celeste, entre lo material y lo espiritual, en fin entre lo humano y lo divino. El símbolo en el ritual se hace activo, y obra en la parte inconsciente del hombre, que a través de esos símbolos sagrados, recibe mensajes e informaciones relacionadas con su mundo arquetípico superior: en este sentido los símbolos manifiestan realidades abstractas que están en nuestra psique. El que se pudiera llamar "pensamiento simbólico" permite procesos de identificación y asimilación en planos diferentes de lo real y de lo metafísico, hasta que el hombre, en plena conciencia de su ser cósmico, vive en participación total con los diferentes planos de la existencia, experimentando la posibilidad de convertirse él mismo en un símbolo.
Principalmente en el ritual, el hombre se vuelve un instrumento sagrado en sí mismo, y cumple acciones simbólicas.
Pero una simple descripción de un ritual no informa del sentido del ritual mismo; si no poseemos la clave de lectura de los símbolos que éste está manejando, no podemos entender los efectos que produce en la realidad invisible. Esa consideración es posible si aceptamos la existencia de un mundo superior que no pertenece a la realidad científica-visible-material; si todavía no aceptamos esta "otra" realidad, todo el mundo ritual pierde sentido, sustancia, justificación, explicación, y su razón de ser.
La simbología religiosa y la función religiosa de la psique inconsciente coinciden, porque sin la existencia de una psique humana que podría recibir la inspiración divina, y la podría expresar en palabras o darle forma, ningún símbolo religioso habría podido emerger al nivel de nuestra realidad. También los textos sagrados, fruto de la sabiduría milenaria de la historia del hombre, como la Biblia, el Tao Te Ching, elBhagavad Gita, y el Popol Vuh, están caracterizados por un idioma simbólico, relacionado con la simbología sagrada tradicional.
"Llegaron, vinieron,
siguieron el camino,
vinieron a terminarlo,
para gobernar aquí en esta tierra,
que con un solo nombre era mencionada,
como si éste fuera sólo un mundo pequeño."3
Es imposible hacer una breve relación sobre el mundo de los símbolos prehispánicos; su cantidad, la multiplicidad de sentidos que un símbolo lleva en sí mismo, así como la relación que algunos tienen con otros hacen de este tejido un campo de investigación vastísimo. (Existen muchos estudios que tratan del mundo simbólico en general, relacionados con la mitología de Grecia, India, China, Egipto, etc.; todavía el mundo simbólico precolombino no ha sido objeto hasta hoy de muchos análisis).
Sin embargo, nosotros creemos que la simbología del mundo prehispánico conlleva secretos de grandeza y profundidad tales como para compensar ampliamente el interés que se ponga en esta apasionante investigación: por eso intentaremos aquí tratar en líneas generales unos aspectos que creemos dignos de consideración.
En este trabajo pondremos atención particular en algunos símbolos que se repiten en las representaciones de la cultura mexicana antigua, relacionados con su mundo ritual, religioso y cosmogónico. Es notable darse cuenta que, juntando los significados de estos símbolos, toma forma una construcción admirablemente coherente de creencias y experiencias, que todas conducen al concepto primario de constante regeneración espiritual, expresado en la "Guerra Florida" de los Caballeros Aguilas y Tigres, símbolo de lucha interior, la búsqueda de la perfección en la superación de la dualidad, del mundo material, la tensión hacia el Absoluto.
En este estudio, repetimos, pondremos la atención sobre algunos elementos simbólicos universales, elementos naturales y arquitectónicos, como también sobre números, y otros símbolos arquetípicos, nada más para evidenciar algunas características que tienen en la cultura mexicana, relacionadas con otras grandes tradiciones.
Quetzalcóatl
Entre los muchos símbolos de la cultura prehispánica, Quetzalcóatl nos parece el signo emblemático que contiene la revelación del origen celeste del ser humano, tema fundamental en la Tradición Sagrada Mexicana.
Se puede notar cómo esta figura mítica está relacionada con otras culturas. En la tradición hindú encontramos el combate entre el águila-Garuda y el reptil-Naga. Podemos ver como Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, une las características del reptil y el ave y conjuga el elemento tierra (serpiente, el mundo material) con el aire (las aves y las plumas están relacionadas con el concepto aire-cielo-mundo espiritual). En las tradiciones mitológicas del norte de Europa el héroe Sigfrido tiene que luchar con el dragón (reptil, otra vez símbolo del mundo material y de las fuerzas telúricas, los vicios, las debilidades humanas) y después que vence al dragón "puede entender el idioma de las aves": eso simboliza claramente el alcance de un conocimiento superior; entender las aves es "comunicación con el mundo espiritual". En la antigua civilización latina los sacerdotes tenían la capacidad de leer el futuro mediante "auspicios": esta palabra tiene su derivación de aves spicere, mirar las aves para entender el mensaje en su vuelo.
En el Popol Vuh, texto sagrado maya, es un ave la que tiene que avisar a los Gemelos que la abuela está regresando y ellos pueden entenderlo, porque son seres de conciencia superior.
En la película Chac, dios de la lluvia4 los campesinos dicen que el Chamán "entiende el idioma de las aves". Por eso podemos ver cómo Quetzalcóatl tiene el sentido simbólico de la unión de los dos aspectos de la existencia, lo material y lo espiritual: unión de contrarios, perfección, armonía, conocimiento y elevación espiritual.
Como Sigfrido vence al dragón, así el guerrero Aguila logra la reintegración en su centro, para transformarse en un Quetzalcóatl.
"Por su parte, el hombre, por pertenecer a la vez a los abismos opacos y a los esplendores celestes, constituye el terreno de reencuentro fuera del cual los principios opuestos morirían en el aislamiento. Y por ser la efigie de la conciencia de esta dualidad creadora, la serpiente emplumada es el símbolo clave de la religión náhuatl".5
En los rituales de todo el mundo antiguo y en sus actuales sobrevivencias existen algunos elementos primarios que el hombre utiliza, y que llevan en su misma esencia el significado de su función sagrada y simbólica, como por ejemplo: el agua, el fuego, el humo sagrado. (sea el acto de fumar tabaco o el humo de incienso); de este modo el hombre mismo se afirma como ser viviente en el universo, en el cual toma su propio lugar cumpliendo sus ritos con los elementos de la naturaleza. Así puede juntarse con el "Todo", síntesis y origen de los elementos de la manifestación cósmica, y puede así, ritualmente, participar de las realidades visibles e invisibles. Así el chamán logra superar la división, el límite, para entrar en el mundo sobrenatural, porque ".aquí, a nuestro alrededor, se encuentra la eternidad misma." como dice don Juan (C. Castaneda).
Fuego, Agua, Humo.
Entre los elementos naturales, el fuego tiene un papel de primaria importancia por sus significados simbólicos, y de conocimiento, comunes a muchas otras culturas.
Aparece en el mito griego de Prometeo, en la simbología egipcia, así como en los rituales hindúes, etc.; en el Popol Vuh una tribu pide fuego y está dispuesta a pagarlo con la vida misma. El fuego está siempre relacionado con el concepto de purificación, energía primaria, vida, calor, civilización en el sentido más amplio de Conocimiento Superior.6
Hasta hoy muchos indígenas americanos repiten ceremonias sagradas con fuego; entre ellos los lacandones de México practican la renovación de los braseros para el "fuego nuevo".
En el Popol Vuh, los gemelos tienen que arrojarse a las llamas, en las cuales mueren, para resurgir renovados, vivos y "purificados" (pur-pyren griego significa "fuego").
Otro elemento verdaderamente primordial es el Agua, símbolo de vida-generación, relacionado a los cultos agrarios (agua-cosecha-sobrevivencia) pero también al concepto de "limpiar" en el sentido más amplio de sacar las manchas y purificar a nueva vida, como en el simbólico bautizo cristiano: en el Códice Tro-cortesiano se encuentra una representación de baño ritual indígena muy parecido a un bautizo. Se encuentran muchas representaciones simbólicas del agua también en Mitla, Teotihuacan, Chichén Itzá, etc. Los jugadores mesoamericanos hacían un baño ritual antes de empezar el Juego de Pelota, como hasta hoy muchas ceremonias indígenas empiezan con un lavatorio ritual.
Un elemento que aparece también en varias culturas es el Humo sagrado, representado en el Códice de Madrid y en bajorrelieves de Palenque, etc.; el incienso que los reyes entregaron a Jesús, como el copal que queman los Concheros en sus danzas, los Chamulas en las festividades (Semana Santa, día de San Juan, etc.), los Zapotecos en los rituales de hongos santos, etc. Son varias las atribuciones rituales al símbolo del humo: el humo sagrado se encuentra relacionado muchas veces con acciones de ofrendas, pero también posee, como el agua y el fuego, el concepto de purificación, con el sentido de alejamiento de fuerzas negativas que están en el aire. En el Códice Tro-cortesiano está representado un consumo ritual de tabaco: el acto de fumar se relaciona con la ingestión de drogas en ceremonias sagradas como veremos después.
Tenemos muchas representaciones precolombinas también con el Cáliz, símbolo universal; "recipiente" que contiene líquidos sagrados; en el ritual católico es un simbólico "graal" que contiene el vino-sangre de Cristo; en ceremonias mayas, aún hoy los indígenas Lacandones preparan su balché sagrado y lo toman en jícaras en el templo, choza sagrada; y en varias poblaciones indígenas de México se preparan bebidas sagradas (rezando, cantando con velas y flores, etc. como hacen los chamulas y otros) para tomarlos en ceremonias. ¡Se podría empezar a buscar las relaciones rituales de la leyenda del Santo Graal hasta las jícaras de balché!. Un hermoso cáliz de cristal de roca se encuentra actualmente en el Museo Arqueológico de Oaxaca.
Sacrificio
En la tradición mexicana un aspecto muy importante es el concepto de sangre-sacrificio-regeneración. La función simbólica de la sangre está en relación directa con el principio vital transpuesto al orden cósmico: sangre de sacrificio que contiene el principio de la vida.7
El sacrificio está representado en frescos, bajo-relieves, códices, etc. Se ven autosacrificios de sangre efectuados en los dedos, en la lengua, en las orejas, en el pene, sobre todo en la cultura maya, etc. y se han hecho estudios que analizan estos aspectos de esta tradición. Encontramos también representaciones de sacrificios humanos que incluyen en muchas ocasiones otros elementos simbólicos: de un cuerpo sacrificado brota una planta; otra vez de un cuerpo con cabeza cortada salen siete serpientes;8 otra vez de una "cabeza muerta" en la tierra se ve nacer un árbol, clara representación de la relación muerte-vida.9
Codex Vindobonensis
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El sacrificio es una de las manifestaciones más complejas no sólo del mundo antiguo, sino también de todos los misterios de las doctrinas religiosas y esotéricas. La representación más clara es el sacrificio de Cristo, y el misterio de la muerte, vida, la "Resurrección", y la Salvación. En el CódiceMagliabecchi 73 está representado un consumo ritual de carne humana: la relación con el ritual de la comunión cristiana ("comer el cuerpo" y "beber la sangre") es muy clara. La carne de un Ser Divino sacrificado es sagrada y regenerante para quien la introduzca en su cuerpo, pues el Ser Sagrado mismo transforma el cuerpo del hombre común.10 En el mismo concepto muerte-resurrección, en el Popol Vuh los gemelos son matados en Xibalbá y renacen otra vez; hay una relación con héroes o reyes-dioses de las mitologías de otras culturas: Orfeo y Osiris, que tienen origen divino, fueron matados y nacieron otra vez, representando un ideal religioso de tipo ciclo muerte-renacimiento, como igualmente existía el culto de sacrificar a Mithra, en Alejandría. Parecería, entonces, que la ceremonia del sacrificio represente la purificación suprema, principio de la redención de la materia, expresión de una doctrina altamente espiritual.
"...Cuando morimos
no en verdad morimos
porque vivimos, resucitamos,
seguimos viviendo, despertamos.
Existen en las culturas más antiguas también las Piedras Sagradas, representación simbólica de lugares sagrados, centro del mundo o dioses. Podemos ver esta tradición en los menhires, en los jardines rocosos típicos del budhismo zen, en las Hermae, descendientes de las piedras miliares de Grecia. También las piedras naturales tenían un significado simbólico y sagrado siendo consideradas moradas de espíritus o divinidades, piedras funerarias, piedras de confín u objetos de veneración religiosa. Las encontramos en el centro ceremonial de Stonehenge, representación de medidas cósmicas, construido con piedras; en toda América se encuentran grupos de rocas grabadas, petroglifos con múltiples representaciones simbólicas. Varios pueblos indígenas además cuidan piedras sagradas como morada de divinidades, como protección para el pueblo, etc.
Otro elemento que se repite en los rituales de todo el mundo es la Música, aspecto fundamental en el conjunto de las acciones rituales; música y canto participan del aspecto mágico del tocar y cantar. El "incantamiento" lleva en su significado primario la idea de canto "mágico". Se da la utilización de diferentes instrumentos: la caña de Pan en Grecia, la flauta de Krishna, etc. Encontramos también muchos instrumentos de percusión en los rituales de Africa indígena y Australia; en el ritual hindú, efectuado en los templos, la percusión tiene un papel muy importante siendo parte final del rito, cuando se abren las cortinas que esconden la imagen del dios; en la cultura mexicana la tradición de instrumentos de percusión es muy importante en las danzas de los Concheros, que utilizan varios tambores, como el Teponatzli, y como en otros grupos étnicos, sonajas en los tobillos y en sus manos. Leemos en el Popol Vuh: "...Intentamos el encantamiento... y cantaron, y tocaron la flauta y el tambor". Se habla de Hunahpú e Ixbalamqué, los héroes gemelos.
La utilización de cantos sagrados y repetición de sílabas sagradas, se encuentra representada en todas las religiones: en la cultura hindú se le llama mantra, como por ejemplo la sílaba Om; mismo es el Amén. El ejercicio de la vocalización de sílabas sagradas produce una vibración que une al hombre a la vibración cósmica. Muchas estatuas de cultura prehispánica son representadas con la boca abierta, expresando la utilización de esta práctica espiritual. Es el caso de muchas estatuas femeninas, nosotros creemos, con los ojos cerrados y la boca abierta, llamadas "la llorona", encontradas en el estado de Veracruz, como también el de unas estatuas de barro, representación de hombres cubiertos de plumas, y atribuidas a la divinidad Xipetotec, que también manifiestan prácticas de respiración, con ojos cerrados y boca abierta, en expresión de "sueño", que llama a la mente la experiencia del "sueño" chamánico.
Estas vocalizaciones, los mantras, tienen efectos especiales: en la tradición hindú, los Devas, en la lucha con los Asuras, se protegieron con la recitación de himnos de Los Vedas, himnos que tomaron el nombre de chhanda, palabra que designa el "ritmo".12 En la tradición Islámica, la palabra "ritmo" corresponde a dhikr, fórmulas rituales correspondientes a los mantras hindúes. Los mantras son fórmulas, su repetición tiene la finalidad de producir una armonización entre los diferentes niveles del ser, y de determinar vibraciones en los estados interiores del hombre, facilitando la comunicación en sintonía con los mundos superiores. Las oraciones de varios indígenas de México son muy rítmicas y repetitivas, como las de los lacandones; los yaquis también en sus ceremonias de peyote hacen vocalizaciones prolongadas; los chamulas tienen oraciones cantadas repetitivas con características similares.13
Es posible también encontrar en estatuas o frescos de cultura maya y teotihuacana representaciones de los chakras (palabra hindú que designa centros de desarrollo espiritual localizados en el cuerpo del hombre); representación de la llamada kundalini, o serpiente de energía sagrada que sube por la columna del cuerpo, como también se ven manos en posición de mudra,14 posturas de concentración similares al yoga, testigos de una gran tradición espiritual y esotérica.
Queremos también mencionar otro elemento común a la cultura precolombina, junto a otras grandes tradiciones del mundo: el uso de sustancias alucinantes, o sea el de sustancias psicotrópicas, con fines rituales, para alcanzar una comunicación con el mundo espiritual para obtener un contacto y una inspiración directa de los mundos superiores. Este era en los ritos griegos el fin de la ingestión del hidromiel en las ceremonias del dios Baco, bebida que tenía poder mágico y de inspiración poética: inspiración de origen superior, entonces. En el sentido más amplio la función poética es una "transmisión" del recuerdo de los acontecimientos de los dioses y de los héroes míticos; en este sentido la bebida, el licor sagrado, libera una "energía" que hace "recordar" los tiempos míticos, comunicando "sapiencia" y "verdad". La misma costumbre ritual se encuentra en el culto de Odín, como en la tradición hindú, en la cual el soma es un líquido sagrado que comunica mágicamente las fuerzas de Dios; también el Medioevo europeo da muestra de conocer la conexión entre poción sagrada y conocimiento: el famoso mago Merlín era llamado también "Ambrosio", ("el inmortal") por la "Ambrosía", líquido que tenía extraordinarias propiedades.
En la América indígena es muy frecuente la ingestión de sustancias como hongos, peyote, ayahuasca, balché, chicha, etc., que tienen el mismo significado y función. Muchas veces están relacionadas con experiencias de "visión" y "vuelo" chamánico, representado en varias formas como hemos visto. El consumo de estas sustancias se efectúa para inducir un estado que favorezca el contacto con el mundo espiritual. Se supone que el "ser" que anima la planta es un guía en el camino que se va a cumplir.
En la cultura huichol de México el consumo del peyote tiene un papel fundamental ligado al concepto de vida y conocimiento (el "fuego primordial" divino). Así se reza tomando peyote:
"...recobré el conocimiento: esto se hace para que siga habiendo vida; para que los niños se sigan desarrollando.Así es la palabra de Dios, de nuestro fuego. De nuestro Creador-el-Sol, que sube por aquí. Pues ellos se alimentan con el sacrificio de nuestras vidas. Por eso hay quienes sacrifican venados, o peces,. Así venimos avanzando.15
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