DIOSES Y HOMBRES
Casi Todos los estudios antropológicos parecen asignar a Sumer la antigua Caldea. La franja entre los ríos Eúfrates y Tigris, como la cuna de la actual civilización. Estos antepasados habrían recibido de los Dioses o ET, el conocimiento preciso para iniciar una andadura más evolucionada y más responsable. Estos entes extraterrestres nos habrían dado el arado y las semillas necesarias para desarrollar la agricultura. El tejido y sus artes. La Medicina y la Farmacia, la elaboración de los metales y lo que es más importante, unos conceptos éticos y morales, asociados a una Teogonía repleta de dioses que de una u otra manera venían a la Tierra y engendraban hijos con nuestra mujeres.
Los Sumerios tenían doce dioses principales y otros tantos menores. Marduk. Apsu, Tiamat y otros tantos hacían referencia nuestro Sistema Planetario. Nuestros antepasados adoraban al Sol y a los planetas, pues de ellos nacieron todos los hombres. Es decir, la vida se habría originado desde la propia creación en siete fases donde apareció, el agua, los animales y al final de todo el hombre. Fuimos hechos de barro, como dice el Génesis, por el simple hecho de que fue a través de la selección biológica como salió el primate ancestral. A este primate según dichas tradiciones y hace casi medio millón de años, los “mensajeros de los dioses” habrían implantado neuronas inteligentes y finalmente el ser humano fue digno de poseer un espíritu, un alma y un cuerpo, con que experimentar la vida en la rueda de las reencarnaciones.
A través del tiempo esta cultura Sumeria fue entregando su saber en todo el Mediterráneo, Egipto, Grecia y Roma. Estos pueblos poco a poco fueron perdiendo la idea original de que los primeros dioses eran el Sol y los planetas y fueron atribuyendo a los dioses figuras humanas.- Asimismo se les asignó a estas caprichosas deidades todas y cada una de las virtudes y defectos del ser humano. Así pues Júpiter era un promiscuo seductor. Mercurio un corre-ve-y-dile y Marte o Ares tenía un genio endemoniado y se le invocaba para la guerra.
Antes de los romanos, los Egipcios, que habían recibido la información primigenia de los caldeos, concebían a sus dioses con cuerpos humanos y formas animales. Así pues Anubis tenía cabeza de chacal y cuerpo de hombre y Horus tenía figura humana y cabeza de halcón. Amón cabeza de carnero y otros dioses se representaban como toros alados o cuerpos humanos con cabeza de gatos. De una u otra manera de la primera idea primigenia de los Sumerios, en que los dioses eran externos, enormes y creadores de vida, las deidades de los nuevas civilizaciones iban adquiriendo más figura, manera y modos humanos. Hasta el punto que muchos reyes y emperadores de la Tierra tuvieron la osadía de llamarse divinos, dioses o hijos de los dioses. En tan solo 2000 o 3000 años, el gran dios Apsu de los Sumerios (nuestro Sol) estaba a la simple altura de un tiranillo de tal o cual pueblo que por su megalomanía terminaba siendo el Emperador Sol o un Dios ungido con los más altos poderes del Cosmos.
Con las invasiones bárbaras y el comienzo de la era cristina, los antiguos dioses ya no eran los que en un principio se habían adorado. El pueblo hacía un paralelismo psicológico muy obvio: Si nuestro emperador es un dios y por otra parte es tan patético, lo dioses del Olimpo tiene que ser igual de tontos.
Hacia el año 500 DC. El Emperador Constantino estableció el cristianismo como la religión del Imperio. En aquel tiempo los antiguos Padres de la Iglesia habrían conseguido imponer sus tesis en el Concilio de Nicea, por las cuales, Jesús de Nazaret era elevado a la categoría de Hijo Unico de Dios y por tanto Dios. Arrio que habría defendido la idea de que un humano no se podía deificar, había muerto en el propio concilio y la tesis del dios antropomórfico se impuso, puesto que el ser humano de aquella época estaba a acostumbrado a deificar emperadores, reyes, magos y héroes.
En Inglaterra con la leyenda del Rey Arturo y el Mago Merlín se produce la última contienda entre los dioses de la naturaleza y el culto a Jesucristo. Los cultos celtas que propiciaban la integración del ser humano en la naturaleza, siendo uno con duendes, hadas y fuerzas primordiales era abolida y sustituida por el culto a un único dios. En aquel culto ancestral, el hombre todavía era pequeño en comparación al dios de la tormenta o la Dama del lago o la Magia de la Naturaleza. Pero con el culto a un ser antropomórfico, el hombre se veía liberado de todo mal, pues bastaba el favor del dios, o de sus representantes en la Tierra para adquirir un puesto en el “supuesto cielo” donde se otorgaría al final de la vida todo tipo de parabienes.
Imaginad si pudiéramos retroceder al principio de la era Cristina y en la aldea de Nazaret. Imaginad a la vecina de la Virgen María qué envidia y descontento tendría, al comprobar el capricho del destino al ver que su hijo, no era sino mortal y que el hijo de su vecina la Virgen María era ni más ni menos que un Dios. Está claro que esto no se dió, entre otras cosas porque a través de los años sucesivos, a Jesús el Cristo se le fue construyendo y atribuyendo todos y cada uno de los atributos de un Dios. Y por ende, a su madre, se le otorgaron las dignidades que correspondían a la madre del mismo Dios.
Hacia 3500 años, los antiguos dioses Sumerios eran inalcanzables, planetarios y por encima de cualquier posibilidad humana. Ahora un simple nazareno, que hasta ayer había corrido por las calles de la aldea y habría respirado, llorado y comido como el hijo de la vecina, se convertía en un dios. Y esta pobre naturaleza de un moral fue convirtiéndose con el paso del tiempo en un Super-hombre con todos los poderes, dignidades y atributos del más grande de los dioses.
Ahora el hombre de a pié, tenía un modelo a imitar. Tenía un punto de referencia claro: “Tengo que ser igual que mi dios” Y todos los actos, voluntades, costumbres, modos y maneras de los seres humanos se adataron al modelo que una casta sacerdotal había construido en pos de su Dios.
En nuestra época vemos como el modelo de belleza, por ejemplo, de Claudia Shiffer es imitado por millones de mujeres, que en pos de llegar a ser igual que su diva, se hacen tratamientos de leche de gorrión de los prados del Sur, o se implantan varios kg de silicona en distintos ángulos de su cuerpo, o hacen sacrificios heroicos con la comida para no tener celulitis o incluso piden un préstamo al banco para hacerse una liposucción, pero finalmente es posible que nos gustemos un poco más y seamos iguales que nuestra diosa de la belleza Claudia. ESTO NO ES SINO UN PROCESO NARCISISTA DEL CULTO AL CUERPO PARA EMERGER DE LA MANADA POR SER MAS BELLA QUE EL RESTO DE LA ESPECIE.
En el modelo religioso, el ser humano que desea imitar a Cristo, renuncia a todos los placeres, pasa hambre, renuncia al sexo por ser pecado, se quita la ropa para ser más pobre que las ratas, se queda sin cama para dormir, puesto que su Dios no tenía ni donde reclinar su cabeza. Se recluye, toma un látigo y se flagela día tras día para conseguir la sublimación de la carne y la gloria divina. Incluso reproduce los estigmas del Señor, y si no lo consigue se pone en sus carnes unos brazaletes de púas que le rasgan las carnes. En este caso al igual que con el modelo de la Claudia Shiffer, se sigue utilizando la cirugía por la vía expeditiva. Si en el primer caso el bisturí me raja el pecho para meter la silicona, en el segundo caso, el látigo de púas rasga la espalda del penitente para conseguir la sublimación del NARCISISMO ESPIRITUAL MAS SALVAJE, EGOCÉNTRICO Y ABSURDO DEL PROCESO DE LA VIDA Y DEL EQUILIBRIO PSICO-FISICO.
Si vemos las revistas de moda, vemos que a las modelos se les da una calificación de menos a más, al igual que se hacen tablas de los seres más ricos del planeta. Es decir se establece una jerarquía en torno al modelo más perfecto o el modelo o patrón más ponderado por la sociedad. En el caso espiritual se compite en la santidad para conseguir llegar más o menos bien, a parecernos a nuestro Dios. Y por eso el Santo de tal región es más santo que el otro de otra región. Y las iglesias y los templos y las páginas culturales de la Historia del hombre se llenan de figuras mortales de seres humanos, considerados como santos y venerables en la medida que consiguieron asemejarse más o menos al modelo que adoraban. Por supuesto nadie llega a ser igual que su Dios, porque en este caso el culto desaparecería y con ello toda la casta sacerdotal, y si preciso fuera, se atribuiría al dios de turno, nuevos poderes y nuevas prerrogativas inalcanzables para el pobre mortal.
Ahora mismo en este tiempo, todos los cultos de la Tierra persiguen una idea narcisista por la cual, YO me siento bien. YO voy al cielo, YO soy generoso, YO soy bueno. etc. etc… cuando en realidad el “YO” que te impulsa a tales afanes no es sino un narcisismo egocéntrico que nada tiene que ver con la espiritualidad.
Todo está jerarquizado en el planeta Tierra, pues nos hemos olvidados de la vieja enseñanza. Porque al seguir a un Ser, todos los que están por detrás no son sino distintos, distantes y seguidores del ser adorado. Y el concepto de integración de todo el conjunto requiere de la anulación del yo, de la ausencia de la jerarquización y de la ausencia de un dios distante y super-poderoso que jamás podremos alcanzar. Imaginad a este respecto un antiguo viajero de los Dioses Sumerios que retorna a la Tierra y contempla tres personajes de nuestro tiempo:
a) Visita a Bill Gates el magnate informático más poderoso del planeta con cientos de miles de millones de dólares.
b) Un parado de Vallecas, que con la ayuda familiar de 400 euros que cobra del paro alimenta a cinco de familia.
c) Una pobre mujer somalí, que con 28 años tiene ya 10 hijos y que en los próximos meses se quedará con solo uno o dos, pues se van a morir todos de hambre.
Este viajero de los dioses se volvería corriendo a las moradas celestes al comprobar que los seres humanos estamos peor que al principio de los tiempos. Que el modelo de la jerarquización nos está aniquilando y que la injusticia, del desamor, y la violencia campa por sus fueros en todos los territorios del planeta.
A este proceso se le llama democracia y la grandeza de la democracia es que usando la libertad, nada impide al currante de Vallecas que un día consiga superar a Bill Gates y que la mujer somalí termine siendo “miss Somalía” y se case con un príncipe azul rico y poderoso.
En el modelo jerarquizado que poseemos en la tierra, nuestros ídolos y el de nuestros hijos son casi divinos. De esta manera comprobamos que un corredor de coches gana al año 25 millones de euros por el deslumbrante mérito de mover el volante de un coche y otro señor en otro lado tiene como mérito saber meter un balón en un aro o en una red y por esta habilidad, además de ser el modelo maravilloso que sale en las revistas, se embolsa cientos de millones de euros, en el mismo tiempo en que ese día en nuestro planeta se mueren 70.000 personas de hambre en cada jornada.
Y todo esto es posible porque el modelo ético y moral por el que nos movemos esta jerarquizado y sigue el patrón etológico de la naturaleza por el cual el pez grande se come al pequeño y la hembra más dotada, que mejor mueve las plumas, se aparea con el macho más musculado y más ruidoso de la manada.
No vale el hacer las cosas para ser mejor persona, para ser bueno, para ir la cielo, para estar con Dios. No vale, absolutamente de nada, puesto que todo esto encierra un comportamiento egocéntrico, narcisista y jerarquizante.
Dios está en un 60% en la mujer somalí,. En un 35% en el currante de Vallecas y en un 5% en Bill Gates. Solo cuando consigamos que los tres estén al 33% igualados, en sus necesidades materiales y psicofísicas podremos dejar el 1% que resta para emplear nuestro tiempo en adoraciones banales a dioses culturales, creados por hombres equivocados.
Siempre cuento el mismo ejemplo, pero es que resulta perfecto para intentar explicar cuanto quiero decir: “Cierto día estando meditando se me apareció en dicha meditación un lama tibetano y me dijo: - “Me van a matar y vengo a ti atraído por tu meditación, pues yo también estoy meditando (Esto se dio en la última protesta del pueblo y monjes tibetanos en el Tíbet, que fue reprimida por los chinos con mucha violencia) el monje me preguntó: ¿Para qué meditas?...yo le respondí – Para conseguir ser más equilibrado, ser mejor persona, tener paz y ser espiritual. Yo le pregunté a su vez a él.. -¿Y para que meditas tu? El monje me dijo: - Observa… y vi al monje meditando y proyectando su cuerpo astral al interior del Himalaya para parar el movimiento de una placa tectónica, pues iba a haber un terremoto. Me sentí avergonzado. Pues yo solo meditaba para mi, para conseguir hacer crecer mi ego y mi narcisismo espiritual y este hombre, habiéndose despersonificado de su ego se había fundido con la Tierra para evitar una catástrofe.
Solo cuando me observo que estoy en tal o cual puesto de la escala evolutiva y miro por detrás y por delante a los que me siguen. Comienzo a evolucionar hacia la conquista de una mejor posición en la escala de la manada. Solo cuando culturalmente me dicen que este es más guapo, más grande, más rico y más santo, comienzo a caminar hacia la conquista de puestos más propicios para sentirme bien.
Nuestros dioses culturales son modelos de referencia seguir y a imitar, y esto además de ser imposible, puesto ellos, eran solo ellos, con sus propias necesidades evolutivas, no deja de ser absurdo en la media que me descentra de mi propio camino y mi propia experiencia para seguir el sendero de un modelo que no es el mío sino el de otro.
Claudia Shiffer es ella, con sus necesidades y sus experiencias vitales y Jesucristo, además de ser de otro tiempo, fue él con su realización personal e intransferible. Yo soy yo, y tengo que atender a mis carencias personales y entender que Dios está y es la Conciencia Planetaria. Un labrador que siembra el campo, que da gracias a Gaia o inteligencia terrestre por el fruto recibido, que con ese fruto lo comparte con su vecino y que con las sobras de de comer a los pájaros y hacer crecer la vida en el rio, preserva el árbol y contempla agradecido el amanecer; está y es UNO CON DIOS. Mientras que estando rezando todo el día y meditando para ser más bueno, más santo o más espiritual, tan solo alimenta nuestro narcisismo espiritual y no te vale de nada.
Si hacemos una pequeña meditación y dejamos que nuestro espíritu nos de respuestas, veremos que ahora más que nunca casi todos los valores por los que luchamos, las religiones y los dogmas por los que nos movemos están equivocados. Y están equivocados porque si tenemos 70.000 muertos de hambre al día esto no deja de ser un rotundo fracaso ético, moral y espiritual.
Comienza el tiempo del indio piel roja. Comienza el tiempo del Druida, comienza el tiempo de resurrección de los antiguos dioses de la naturaleza. Regresan los enviados de los antiguos dioses Sumerios y nos dicen que estamos torciendo el rumbo, puesto que el fruto de nuestras doctrinas y valores están auto-aniquilándonos.
Y no vale frustrar nuestra conciencia diciendo la culpa es de los políticos o de los banqueros o de los sacerdotes. El ser humano está absolutamente solo en este periodo de la historia. Hemos roto todas las barreras de solidaridad y vivimos egoísticamente más solos que nunca, con nuestro I-phone, nuestra televisión, nuestro coche y nuestro equipo preferido de futbol. Atrincherándonos en nuestra visión egocéntrica del mundo, en nuestra fanática perspectiva moral.
Nos quejamos de nuestros políticos, sin darnos cuenta que son exactamente iguales que nosotros, que han estudiado en el mismo colegio, que han recibido la misma educación y que siguen los mismos patrones culturales que nosotros mismos. Mirad a vuestro alrededor y deciros a vosotros mismos, quien de vuestro amigos, familia y conocidos sería mejor político que el que ahora manda. Os daréis cuenta que no os fiáis de nadie, que estáis solos y que nadie de vuestro entorno tiene la categoría moral para ser mejor de los que alegremente juzgamos. No están equivocadas estas u otras personas, está equivocado TODO UN SISTEMA, LOS VALORES MORALES, LOS PARADIGMAS RELIGIOSOS Y LOS CONCEPTOS ÉTICOS Y MORALES POR LO QUE SE MUEVE EL MUNDO. Y esto es así, puesto que la ausencia de estos valores ha hecho que el mundo sea dirigido por banqueros e intereses económicos.
O tomamos la Conciencia Planetaria y adoramos a los dioses antiguos que eran los planetas, nuestra bendita Tierra Tiamat, Era o Gaia, o no encontraremos la senda de la paz y de la armonía universal. O Enterramos a los Jesucristos, Mahomas, Budas.etc.etc. y nos volvemos pieles rojas, druidas y magos merlines o no encontraremos la senda del conocimiento. En la Conciencia Tiamat no es posible matar ni una simple gusana, ni cortar un árbol si no es para plantar dos más. En la Conciencia Terrestre, si respetamos la vida de un simple gusano, ¿Cómo podemos dejar morir a un hombre de hambre? En la conciencia de la Gran Madre Terrestre, todo evoluciona en conjunto, Dios es todo y está en el todo y no hay Jerarquía, ni hay santos, ni más evolucionados y unos que tienen razón o no, pues la evolución en conjunto ordenada y pacífica es la única razón existencial que hay que vivir y atender.
Si miras bien y reflexionas en cada uno de tus pensamientos, actos y actitudes, verás que todos están dirigidos a la autosatisfacción, al narcisismo espiritual y a la conquista de un puesto más evolucionado en la jerarquización de la manada humana. Si por el contrario te sientas en una roca y escuchas lo que la tierra te dice, verás que esta gran diosa tan solo te pide agua, porque está seca. Y la evolución, aunque te parezca estúpido, pasa por que en ese momento viertas un poco de agua junto a la piedra que empleas de asiento. Si sigues escuchando verás que la siguiente demanda del conjunto planetario te habla de vivir de una manera absolutamente distinta a la que estás viviendo. Ten la seguridad, de que Gaía no te dirá que vayas hoy a una iglesia a rezar, a realizar un curso de auto-conocimiento o a hacerte una liposucción para estar más guapo.
Los cambios planetarios no se hacen cambiando a los políticos de turno que tenemos ahora en el poder, sino alejándonos de un sistema equivocado para vivir más autosuficientemente y con más compromiso con la conciencia terrestre. En vez de darme un arenga sobre lo mal que lo hacen estos u otro, ¿No será mejor, plantar un árbol, dejar de consumir y alimentar la vanidad y las arcas de los poderosos y no darles apoyo ni votos, no tanto a tal o cual político de turno, sino a todo un sistema equivocado…?
Con 6.000.000 de parados es un delito moral votar en las elecciones derrocando a uno para poner en el poder a otro que estudió dos meses más atrás en el mismo colegio. Está mal el sistema pues nos hemos alejado del verdadero modelo evolutivo. Gandhi al comprobar que se especulaba con el lino y el cáñamo que los agricultores sacaban de la Tierra, se puso a hacer su propia ropa. Marchó al mar a tomar su propia sal y dejó de subir en los autobuses pues eran caros y malos. Y de esa manera, sin alimentar el sistema, sin perder la energía denunciando a unos y otros, consiguió la independencia de la India.
Si queremos un cambio planetario de nada vale estar todo el día denunciando lo que está mal o bien, sino poniéndose en marcha, hoy plantando un tomate en el tiesto de la terraza, mañana apagando un bosque, pasado mañana ayudando a un parado y al otro practicando la solidaridad del modelo planetario, del derecho natural y del culto a los antiguos dioses sumerios que eran los planetas y no las personas y las instituciones humanas.
Si sabes que a los chinos les explotan en las fábricas textiles en la confección de tejidos que luego se venden en nuestros países, simplemente no compres esa ropa. Si sabes que esta compañía vende un producto y con los beneficios hacer aviones de combate, simplemente no lo compres. Si son los bancos los culpables de la crisis, y tienes dinero, pues no lo metas en los bancos. Si el sistema político de un país está mal, pues no lo votes y vive de otra manera. Si sabes que un piso en la Gran Via vale una millonada, pues cómprate una casa en las afueras, pon una huerta y gallinas y vive con más naturalidad compartiendo tus huevos con la miel del vecino que vive en la montaña. Etc.Etc.
Esto trataba de ser un trabajo antropológico, pero veo que se ha convertido en una reivindicación casi revolucionaria, quizás porque los efluvios de la crisis en que vivimos contaminan nuestra alma y nuestro cerebro y la pena de comprobar cómo nos vamos a la deriva, exaltan nuestra pequeña ira interior. En todo caso es una reflexión en voz alta sobre la Conciencia Planetaria y el Egocentrismo narcisista espiritual.
Lice Moreno