LA MUJER EN LA MASONERIA
Cuando los representantes actuales de la Francmasonería que se llama a
sí misma “escocesa” rechazan toda la posibilidad de iniciaciones
femeninas, el historiador sincero debe protestar.
La Guilda de los carpinteros de Norwich, que data de 1375, Guilda a la
que pertenecieron también los albañiles de York, recuerda que:
“Todos los años, el sábado siguiente a la Ascensión, los Hermanos y
las Hermanas se reunían en un lugar determinado para recitar oraciones
en honor de la Santa Trinidad y a favor de la Santa Iglesia, por la
paz y la unión del país y por el reposo del alma de los difuntos, no
sólo Hermanos y Hermanas sino también los amigos y todos los
cristianos(...) Si muere algún miembros de la Guilda, sus Hermanos y
Hermanas deben rezar por él y hacer celebrar una misa por el reposo de
su alma”...
Y eso no es todo. En los Archivos de la “York Lodge No. 236”, que
perteneció a la antigua Gran Logia de Inglaterra, al Oriente de York y
de origen inmemorial, hay un manuscrito de 1693, transcrito en un
pergamino y ligeramente mutilado. Por él nos enteramos que durante una
recepción en el siglo XVII: “Uno de los antiguos toma el Libro y aquel
o aquella que debe ser hecho masón posa las manos sobre el Libro, y
entonces le son dadas las instrucciones...”. (Revista “Hiram” mayo y
julio de 1908. artículo de Teder. La copia está certificada conforme
por el Sr. Isaac Brent, Vigilante de la misma Logia de York, William
Cowling, Maestro Consumado y Tesorero, y Ralph L. Davison, Maestro
Consumado, con fecha 13 de marzo de 1870)
Otro dato viene a contradecir la exagerada misoginia de ciertas
obediencias masónicas. Hay un gran nombre femenino entre los de esos
“constructores de catedrales” de los que tantos se vanaglorian de
descender: el de Sabine de Pierrefonds, hija de Hervé de Pierrefonds,
más conocido por la forma germánica de su nombre: Erwin von Steinbach,
que le fue dado por su participación en la construcción de la catedral
de Estrasburgo. Sabine esculpió también algunas de las estatuas de
Notre Dame de París. Claro que obras como las catedrales, cuya
construcción duró tres o cuatro siglos, necesitaron más de un maestro
de obras y es muy probable que Sabine de Pierrefonds no fuese la única
mujer que trabajaba en estas obras.
Por otra parte entre las posibles recepciones femeninas, tal como las
relatan los antiguos “Deberes” medievales, se puede pensar en las
esposas de los “Maestros”, ya que estos reglamentos mencionan
invariablemente a los dos:
“No revelareis los secretos o los proyectos de vuestro Maestro o de
Vuestra Maestra...” (cf. Antiguas Constituciones de los Masones
Francos y Aceptados, tomadas de un manuscrito escrito hace 500 años
por J. Roberts, Warwick-Lane, 1722, Reglamento de los Aprendices, 1,
4, 5, 7).
Su publicación evidentemente es anterior a las de las “Constituciones”
de Anderson y resultan más de fiar en cuanto al documento reproducido,
su antigüedad y su unidad, puesto que Anderson hizo una síntesis de
diversos documentos, mientras que aquí nos hallamos en presencia de un
texto único y completo. Y en lo que respecta a la “Maestra Evocada”,
se puede admitir que Sabien de Pierrefonds, escultora de Estatuas,
tuvo a su vez que formar Aprendices y Compañeros.
Pronto veremos que
esta Iniciación femenina a la “Francmasonería Aceptada” se extendió a
una Soberana, en lugar de a un soberano: la Reina Ana Esturado, hija
de Jacobo II, que reinó de 1702 a 1714.
VICENTE ALCOSERI