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jueves, 31 de enero de 2019

La señora de la mañana

MITOLOGIA SUMERIA
La señora de la mañana


Por Samuel Noah Kramer y Diane Wolkstein
Traducción de Ofelia Iszaevich

¡Consejera honorable, Ornamento del Cielo, Júbilo de An!
Cuando el dulce sueño ha finalizado en la alcoba,
Tú apareces como brillante luz del día.
Cuando todas las tierras y la gente de Sumeria se reúnen,
Aquellos que duermen sobre los tejados y aquellos que duermen cerca de las murallas,
Cuando entonan tus alabanzas, y te traen sus inquietudes,
Tu estudias sus palabras.
Tu rindes un cruel juicio contra el malhechor;
Destruyes al perverso.
Ves con ojos amables al íntegro;
A ése le das tu bendición.
Mi Señora mira con dulce sorpresa desde el cielo.
El pueblo de Sumeria en procesión ante la sagrada Inanna.
Inanna, la Señora de la Mañana, es radiante.
Yo entono tus alabanzas, sagrada Inanna.
La Señora de la Mañana es radiante sobre el horizonte.

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miércoles, 30 de enero de 2019

La señora del atardecer

MITOLOGIA SUMERIA
La señora del atardecer


Por Samuel Noah Kramer y Diane Wolkstein
Traducción de Ofelia Iszaevich

Al final del día. La Estrella Radiante, la Gran Luz que llena el cielo,
La Señora del Atardecer aparece en los cielos.
El pueblo de todas las tierras eleva sus ojos hacia ella.
Se purifican los hombres; se lavan las mujeres.
El buey en su yugo muge en su honor.
Las ovejas remueven el polvo en su redil.
Todas las criaturas vivas de la llanura,
Las criaturas de cuatro patas del altiplano,
Los lozanos jardines y huertos los juncos verdes y los árboles,
Los peces de la profundidad y las aves de los cielos –
Mi Señora los apresura a sus lugares de descanso.
Las criaturas vivas y el pueblo numeroso de Sumeria se arrodillan ante ella.
Los elegidos por las ancianas preparan grandes platones de comida y bebida para ella.
La Señora se refresca en la tierra.
Hay una gran alegría en Sumeria.
El joven hace el amor con su amada.
Mi Señora mira en dulce sorpresa desde el cielo.
El pueblo de Sumeria en procesión ante la sagrada Inanna.
Inanna, la Señora del Atardecer, es radiante.
Yo canto tus alabanzas, sagrada Inanna.
La Señora del Atardecer está radiante sobre el horizonte.

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martes, 29 de enero de 2019

Proteo sufre el yugo de Neptuno

MITOLOGIA
Proteo sufre el yugo de Neptuno


Aceptar la soberanía de Neptuno afligía profundamente a Proteo, otros de los viejos del mar. No le era fácil aceptar el yugo de los Olímpicos, después de haber reinado tanto tiempo sobre las aguas con sus padres –Océano y Tetis- otrora poderosos Titanes.
Pero Proteo está obligado a reconocer a Neptuno como señor de las aguas. Su tarea, en el nuevo orden, consiste en apacentar los rebaños de focas pertenecientes al soberano: es el boyero del mar.
Todos los días, el viejo Proteo sale con las focas para descansar en la playa, a la sombra de unas rocas. Los animales, por su parte, se echan mansamente junto a él.
Esa es la hora en que los mortales juzgan oportuno consultar a Proteo. Pues saben que posee el don de la adivinación, la capacidad de revelar las disposiciones del Destino.
Proteo, sin embargo, no quiere revelar a los hombres las cosas venideras. Siempre que tratan de aproximársele con la intensión de interrogarlo, el viejo huye, o amedrenta a la gente transformándose incansablemente en diversos animales peligrosos y feos.
Algunos, sin embargo, están tan ansiosos por saber qué les reserva el futuro que no perciben el aspecto de animal feroz que ha asumido Proteo. Y continúan impasible frente a él, esperando la predicción que le aclarará el enigma de la existencia.
A éstos, como premio por la paciencia y el coraje, Proteo acaba revelándoles los misterios y haciéndoles conocer su destino.
(Fue así como el rey Menelao consiguió saber cómo sería posible volver a Esparta, después de la sangrienta guerra de Troya.)

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lunes, 28 de enero de 2019

La sagrada

MITOLOGIA SUMERIA
La sagrada

Por Samuel Noah Kramer y Diane Wolkstein
Traducción de Ofelia Iszaevich

El pueblo de Sumeria en procesión ante ti.
Toca los dulces tambores – ala.
El pueblo de Sumeria en procesión ante ti.
Digo “¡Salve!” a Inanna, ¡Gran Señora del Cielo!
Toca el tambor sagrado y los tímpanos.
El pueblo de Sumeria en procesión ante ti.
Digo “¡Salve!” a Inanna, Gran Señora del Cielo!”
Toca el arpa sagrada y los tímpanos.
El pueblo de Sumeria en procesión ante ti.
Digo “¡Salve!” a Inanna, ¡Primogénita de la luna!
Los prostitutos peinan su cabello.
Decoran sus nucas con pañuelos multicolores.
Se engalanan con los mantos de los dioses sobre sus hombros.
El hombre y la mujer virtuosos marchan ante ti.
Sostienen el arpa que mitiga a su lado.
Los que siguen llevan el cincho de la espada.
Empuñan la lanza en sus manos.
El pueblo de Sumeria en procesión.
Las mujeres adornan su lado derecho con ropajes de hombre.
El pueblo de Sumeria en procesión ante ti.
Digo, “¡Salve!” a Inanna, ¡Gran Señora del Cielo!
Los hombres adornan su lado izquierdo con ropajes de mujer.
El pueblo de Sumeria en procesión ante ti.
Digo, “¡Salve!” a Inanna, ¡Gran Señora del Cielo!
El pueblo compite con riatas de salto y cuerdas coloridas.
El pueblo de Sumeria en procesión ante ti.
Digo, “¡Salve!” a Inanna, ¡Primogénita de la Luna!
Los hombres jóvenes, quienes portan aros, cantan en tu honor.
Las doncellas y las sacerdotisas de los grandes peinados caminan en tu honor,
Portan la espada y el hacha de doble filo.
Los sacerdotes kurgarra que ascienden elevan sus espadas en tu honor.
El sacerdote, que cubre su espada con sangre, rocía sangre,
Rocía sangre sobre el trono y la sala de la corte.
¡El tambor tigi, el tambor sem, y el pandero ala resuenan!
En los cielos la Sagrada aparece sola.
Mi Señora mira con dulce sorpresa desde el cielo.
Ella mira con dulce sorpresa toda la tierra
Y al pueblo de Sumeria, tan numeroso como ovejas.

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domingo, 27 de enero de 2019

Poderosa tempestad atronadora

MITOLOGIA SUMERIA
Poderosa tempestad atronadora


Por Samuel Noah Kramer y Diane Wolkstein
Traducción de Ofelia Iszaevich

Orgullosa Reina de los Dioses Terrestres, Suprema entre los Dioses Celestes,
Poderosa Tempestad Atronadora, viertes tu lluvia sobre toda la tierra y todo el pueblo.
Tú haces que el cielo truene y la tierra tiemble.
Gran Sacerdotisa, ¿quién puede aliviar tu corazón acongojado?
Resplandeces como el relámpago sobre las tierras altas; lanzas tus teas a través de la tierra.
Tu mandato ensordecedor, silbando como el Viento del Sur, desgaja las grandes montañas.
Pisoteas al desobediente como un toro salvaje; cielo y tierra tiemblan.
Sagrada Sacerdotisa, ¿quién puede aliviar tu corazón acongojado?
Tu grito aterrador que desciende de los cielos devora a sus víctimas.
Tu mano trémula hace que el calor del medio día revolotee hacia el mar.
Tu acecho nocturno de los cielos hiela la tierra con su brisa sombría.
Sagrada Inanna, las riveras de los ríos se desbordan con las crecidas olas de tu corazón...
En el séptimo día cuando la luna creciente llega a su plenitud,
Te bañas y rocías tu cara con agua bendita.
Cubres tu cuerpo con las largas vestimentas de lana de la realeza.
Te amarras el combate y la batalla a tu costado;
Los atas a un cincho y los dejas reposar.
En Eridu recibiste los me del Dios de la Sabiduría,
El Padre Enki te obsequió los me en su recinto sagrado en Eridu.
Él puso la realeza y la divinidad en tus manos.
Subes los escalones de tu trono sublime.
Te sientas en él en toda tu majestad
A tu lado, Dumuzi, tu amado esposo.
Los dioses de la tierra, deseando oír su destino, vienen ante ti.
Ante ti, los dioses de cielo y tierra se arrodillan.
Las criaturas vivientes y la gente de Sumeria vienen ante ti.
Atrapas con tu mirada al pueblo de Sumeria,
Y queda preso en tu sagrado yugo.

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sábado, 26 de enero de 2019

La sagrada sacerdotisa del cielo

MITOLOGIA SUMERIA
La sagrada sacerdotisa del cielo


Por Samuel Noah Kramer y Diane Wolkstein
Traducción de Ofelia Iszaevich

Digo, “¡Salve!” a la sagrada que aparece en los cielos!
Digo “¡Salve!” a la Sagrada Sacerdotisa del Cielo!
Digo “¡Salve!” a Inanna, Gran Señora del Cielo!
¡Antorcha Sagrada! ¡Llenas el cielo de luz!
¡Aclaras el día al amanecer!
Yo digo “¡Salve!” a Inanna, Gran Señora del Cielo!
¡Majestuosamente abrumadora Señora de los Dioses Annuna!
¡Llenas los cielos y la tierra de luz!
Yo digo “¡Salve!” a Inanna, Primogénita de la Luna!
Poderosa, majestuosa, y radiante,
Brillas resplandeciente en la tarde,
Aclaras el día al amanecer,
Te yergues en los cielos como el sol y la luna,
Se conocen tus portentos tanto arriba como abajo,
Por la grandeza de la sacerdotisa sagrada del cielo,
¡A ti, Inanna, yo te canto!

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viernes, 25 de enero de 2019

Nereo, el sabio viejo del mar

MITOLOGIA
Nereo, el sabio viejo del mar



Sentado sobre las olas del mar. Océano contempla pensativo el infinito azul de las aguas. Ahora no es más rey. Poseidón (Neptuno), el poderoso olímpico, es quien gobierna el elemento liquido del mundo.
Pero Océano no está triste: todavía recibe la veneración de los mortales, principalmente cuando planean alguna gran expedición marítima y precisan de especial protección.
Además, el fecundo dios tiene tantos hijos, ha esparcido tan profundamente su semilla en la naturaleza, que no siente el poder perdido.
Uno de sus hijos, Nereo, el viejo del mar, que naciera de la unión de Océano y Gaia (Tierra) –o, mejor, del amor de Ponto (el Mar) y Gaia la Tierra)- se ocupa de acrecentar el número de las criaturas del mundo que antes constituyera el dominio de Océano.
Nereo desposó a Doris, una oceánida, y con ella engendró cincuenta hijas: las cincuentas Nereidas, Ninfas del mar (el Mediterráneo).
Alegres y ágiles, gustan de pasear sobre las aguas, montadas sobre el lomo de los veloces delfines. Son hermosas, con su piel rosada y sus cabellos entrelazados con sartas de perlas. Son leves, cuando con pasos precisos y armoniosos danzan para encantar a la multitud de pobladores del mar. Toda una platea de peces, delfines e hipocampos salen a la superficie para disfrutar mejor del espectáculo.
Desde el fondo del mar, Nereo y Doris aplauden también el paso de las Nereidas y su cortejo de Tritones.
Y Océano, al verlas, sonríe orgulloso de sus cincuenta nietas; en esos momentos no le parece tan triste haber perdido el imperio de las aguas que le arrebatara Neptuno, dios que no es, como él, marino de pura cepa.

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jueves, 24 de enero de 2019

El retorno

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El retorno


Por Samuel Noah Kramer y Diane Wolkstein
Traducción de Ofelia Iszaevich

Se elevó un lamento en la ciudad:
“Mi Señora llora amargamente a su joven esposo.
Inanna llora amargamente a su joven esposo.
¡Ay su esposo! ¡Ay su joven amor!
¡Ay su morada! ¡Ay su ciudad!
Dumuzi fue capturado en Uruk.
No se bañará más en Eridu.
No se enjabonará más en el recinto sagrado.
No tratará a la madre de Inanna como a su propia madre.
Ya no cumplirá su dulce faena
Entre las doncellas de la ciudad.
Ya no competirá con los jóvenes de la ciudad.
Ni elevará su espada más alto que los sacerdotes kurgarra.
Grande es el dolor de quienes se enlutan por Dumuzi.”
Inanna lloró por Dumuzi:
“Se ha ido mi esposo, mi dulce esposo.
Se ha ido mi amor, mi dulce amor.
Mi amado ha sido llevado de la ciudad.
O, ustedes, moscas de la llanura,
Mi amado desposado me ha sido arrebatado
Antes que pudiera envolverlo con un sudario adecuado.
El toro salvaje ya no vive.
El pastor, el toro salvaje no vive ya.
Pregunto a las colinas y los valles:
‘¿Dónde está mi marido?’
Les digo:
‘Ya no puedo llevarle comida.
Ya no puedo servirle bebida.’
El chacal yace en su lecho.
El cuervo habita en su corral.
¿Me preguntan sobre su chirimía?
El viento ha de tocarla para él.
¿Me preguntan sobre sus dulces cantos?
El viento los ha de cantar por él.”
Sirtur, la madre de Dumuzi, lloró por su hijo:
“Mi corazón toca la chirimía del duelo.
En un tiempo mi muchacho paseaba tan libre por la llanura,
Ahora está cautivo.
En un tiempo Dumuzi paseaba tan libre por la llanura,
Ahora está preso.
La oveja entrega a su borrego.
La cabra entrega a su cabrito.
Mi corazón toca la chirimía del duelo.
¡O llanura traicionera!
En el lugar donde él una vez dijo
‘Mi madre preguntará por mí,’
Ahora no puede mover sus manos.
No puede mover sus pies.
Mi corazón toca la chirimía del duelo.
Quisiera ir con él,
Quisiera ver a mi niño.”
La madre caminó hacia el lugar desolado.
Sirtur caminó hacia donde yacía Dumuzi.
Miró al toro salvaje asesinado.
Lo miró a la cara. Dijo:
“Mi niño, el rostro es el tuyo.
El espíritu ha huído.”
Hay duelo en la morada.
Hay dolor en las cámaras interiores.
La hermana vagaba por la ciudad, llorando por su hermano.
Geshtinanna vagaba por la ciudad, llorando por Dumuzi:
“¡O mi hermano! ¿Quién es tu hermana?
Yo soy tu hermana.
¡O Dumuzi! ¿Quién es tu madre?
Yo soy tu madre.
El día que amanecerá para ti también amanecerá para mí.
El día que tú veas yo también veré.
¡Yo hallaré a mi hermano! ¡Yo lo reconfortaré!
¡Yo compartiré su destino!”
Cuando ella vio el dolor de la hermana,
Cuando Inanna vio el dolor de Geshtinanna,
Le habló con suavidad:
“La morada de tu hermano ya no existe.
Dumuzi fue arrebatado por los galla.
Yo te llevaría donde él,
Pero no conozco el lugar.”
Entonces apareció una mosca.
La mosca sagrada rodeaba el aire sobre la cabeza de Inanna y dijo:
“Si yo te dijera dónde está Dumuzi,
¿Qué me darías?”
Inanna dijo:
“Si me dices,
Te permitiré frecuentar las cervecerías y las tabernas.
Te permitiré residir en medio de la conversación de los sabios.
Te permitiré residir en medio de los cantos de los trovadores.”
La mosca habló:
“Levanta tus ojos hacia las orillas de la llanura,
Levanta tus ojos hacia Arali.
Ahí encontrarás al hermano de Geshtinanna,
Ahí encontrarás al pastor Dumuzi.”
Inanna y Geshtinanna fueron a las orillas de la llanura.
Encontraron a Dumuzi llorando.
Inanna tomó a Dumuzi de la mano y dijo:
“Irás al inframundo
La mitad del año.
Tu hermana, por que así lo ha pedido,
Irá la otra mitad.
En el día en que seas llamado,
Ese día serás tomado.
El día en que Geshtinanna sea llamada,
Ese día tu serás liberado.”
Inanna puso a Dumuzi en manos del eterno.
¡Sagrada Ereshkigal! ¡Grande es tu fama!
¡Sagrada Ereshkigal! ¡Entono tus alabanzas!

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miércoles, 23 de enero de 2019

El sueño de Dumuzi

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El sueño de Dumuzi


Por Samuel Noah Kramer y Diane Wolkstein
Traducción de Ofelia Iszaevich

Su corazón se llenó de lágrimas.
El corazón del pastor se llenó de lágrimas.
El corazón de Dumuzi se llenó de lágrimas.
Dumuzi tropezaba a través de la llanura, llorando:
“¡O llanura, eleva por mí un lamento!
¡O cangrejos en el río, duélanse!
¡O ranas en el río, llámenme!
¡O mi madre Sirtur, llora por mí!
Si ella no encuentra los cinco panes,
Si no encuentra los diez panes,
Si no conoce el día de mi muerte,
Tu, O llanura, dile, díselo a mi madre.
En la llanura, mi madre verterá lágrimas por mí.
En la llanura, mi pequeña hermana se lamentará.”
Se tendió a descansar.
El pastor se tendió a descansar.
Dumuzi se tendió a descansar.
Cuando yacía entre brotes y juncos,
Soñó un sueño.
Despertó de su sueño.
Tembló por su visión.
Aterrado, se talló los ojos.
Dumuzi exclamó:
“Traigan...tráiganla...traigan a mi hermana.
Traigan a mi Geshtinanna, mi hermanita,
Mi escriba conocedora de las tablillas,
Mi cantante que sabe muchas canciones,
Mi hermana que conoce el significado de las palabras.,
Mi sabia mujer que conoce el significado de los sueños.
Debo hablar con ella.
Debo contarle mi sueño.”
Dumuzi hablo con Geshtinanna, y dijo:
“¡Un sueño! Mi hermana, escucha mi sueño:
Los juncos se elevan a mi alrededor; los juncos se espesan a mi alrededor.
Una única caña creciente tiembla por mí.
De un junco que crece gemelo, primero uno, luego el otro,
Es extirpado.
En un soto boscoso, el terror de los altos árboles se eleva a mi alrededor.
Vierten agua sobre mi sagrado corazón.
El fondo de mi mantequera se desprende.
Mi copa se cae de su clavija.
Mi cayado de pastor ha desaparecido.
Un águila atrapa a un borrego del corral.
Un halcón atrapa a un gorrión sobre la barda de juncos.
Mi hermana, tus cabras arrastran sus barbas de lapislázuli sobre el suelo.
Tus borregos rascan la tierra con patas dobladas.
La mantequera yace silente, no hay leche que se vierta.
La copa yace en añicos; no hay más Dumuzi.
El corral se entrega a los vientos.”
Geshtinanna dijo:
“Mi hermano, no me cuentes tu sueño.
Dumuzi, no me cuentes tal sueño.
Los juncos que se elevan sobre ti,
Los juncos que se engrosan a tu alrededor,
Son tus demonios, que te persiguen y atacan.
El junco solitario que tiembla por ti
Es nuestra madre; ella llevará luto por ti.
El junco que crece gemelo, del cual, primero uno, luego el otro,
Es extirpado, Dumuzi,
Es tú y yo; primero uno, luego el otro, será extirpado.
En el soto boscoso, el terror de los altos árboles que se eleva a tu alrededor
Son los galla; ellos descenderán sobre ti en el corral.
Cuando el fuego se apague sobre tu corazón sagrado,
El corral se convertirá en la morada de la desolación.
Cuando el fondo de tu mantequera se desprenda,
Serás aprehendido por los galla.
Cuando tu copa se caiga de su clavija,
Caerás al suelo, sobre las rodillas de tu madre.
Cuando tu cayado de pastor desaparezca,
Los galla causarán que todo se marchite.
El águila que atrapa al borrego en el redil
Es el galla que te arañará las mejillas.
El halcón que atrapa al gorrión sobre la barda de juncos
Es el galla que trepará la barda para llevarte.
Dumuzi, mis cabras arrastran sus cuentas de lapislázuli por el polvo.
Mi cabello se arremolinará en el cielo por ti.
Mis borregos rascan la tierra con las patas dobladas.
O Dumuzi, laceraré mis mejillas de dolor hacia ti.
La mantequera yace silente; no se vierte leche.
La copa yace en añicos; ya no hay Dumuzi.
El corral es entregado a los vientos_____”
Apenas hubo dicho estas palabras
Cuando Dumuzi exclamó:
“¡Mi hermana! ¡Rápido, sube la colina!
No vayas despacio con pasos nobles.
¡Corre, hermana!
Los galla, odiados y temidos por los humanos,
Vienen en barcos.
Cargan madera para atar las manos;
Cargan madera para atar el cuello.
¡Corre, hermana!”
Geshtinanna subió la colina.
El amigo de Dumuzi fue con ella.
Dumuzi gritó:
“¿Los ves?”
El amigo gritó:
“Ahí vienen;
Los galla grandes que cargan madera para atar el cuello,
Vienen por ti.”
Geshtinanna gritó:
“¡Rápido, hermano!
Esconde tu cabeza en el pastizal.
Tus demonios vienen por ti.”
Dumuzi dijo:
“Mi hermana, no reveles a nadie mi escondite.
Mi amigo, no reveles a nadie mi escondite,
Me esconderé en el pastizal.
Me esconderé entre las pequeñas plantas.
Me esconderé entre las grandes plantas.
Me esconderé en las zanjas de Arali.”
Geshtinanna y el amigo de Dumuzi respondieron:
“Dumuzi, si revelamos tu escondite,
Que nos devoren tus perros,
Tus perros negros de pastoreo,
Tus perros majestuosos de realeza,
¡Que nos devoren tus perros!”
Los pequeños galla dijeron a los grandes galla:
“Ustedes, galla, que no tienen madre ni padre,
Ni hermana, hermano, esposa ni hijo,
Ustedes que revolotean sobre cielos y tierra como celadores,
Que se cuelgan al lado del hombre,
Que no muestran preferencias,
Que no distinguen el bien del mal,
Dígannos,
¿Quién ha visto jamás el alma de un hombre amedrentado
Vivir en paz?
No busquemos a Dumuzi en la morada de su amigo.
No busquemos a Dumuzi en la morada de su cuñado.
Busquemos a Dumuzi en la morada de su hermana, Geshtinanna.”
Los galla aplaudieron gozosos.
Fueron a buscar a Dumuzi.
Llegaron a la morada de Geshtinanna. Exclamaron:
“¡Muéstranos dónde se encuentra tu hermano!”
Geshtinanna no habló.
Le ofrecieron el obsequio del agua.
Lo rechazó.
Le ofrecieron el obsequio del grano.
Lo rechazó.
Le acercaron el cielo.
Le acercaron la tierra.
Geshtinanna no habló.
Le desgarraron sus ropas.
Le vertieron alquitrán en su vulva.
Geshtinanna no habló.
Los pequeños galla dijeron a los grandes galla:
“¿Quién ha conocido, desde el principio de los tiempos,
A una hermana que revele el escondite de su hermano?
Vamos, busquemos a Dumuzi en la morada de su amigo.”
Los galla fueron con el amigo de Dumuzi.
Le ofrecieron el obsequio del agua.
Él lo aceptó.
Le ofrecieron el obsequio del grano.
Él lo aceptó.
Dijo:
“Dumuzi se escondió en el pastizal,
Pero yo no conozco el lugar.”
Los galla buscaron a Dumuzi en el pastizal.
No lo encontraron.
El amigo dijo:
“Dumuzi se escondió entre las plantas pequeñas,
Pero yo no conozco el lugar.”
Los galla buscaron a Dumuzi entre las plantas pequeñas.
No lo encontraron.
El amigo dijo:
“Dumuzi se escondió entre las plantas grandes,
Pero yo no conozco el lugar.”
Los galla buscaron a Dumuzi entre las plantas grandes.
No lo encontraron.
El amigo dijo:
“Dumuzi se escondió en las zanjas de Arali.
Dumuzi cayó en las zanjas de Arali.”
En las zanjas de Arali, los galla atraparon a Dumuzi.
Dumuzi empalideció y lloró.
Exclamó:
“Mi hermana me salvó la vida.
Mi amigo me causó la muerte.
Si el hijo de mi hermana se pierde en las calles,
Que el niño sea protegido – que el niño sea bendecido.
Si el hijo de mi amigo se pierde en la calle,
Que se pierda – que el niño sea maldito.
Los galla rodearon a Dumuzi.
Ataron sus manos; ataron su cuello.
Golpearon al esposo de Inanna.
Dumuzi elevó sus brazos al cielo, a Utu, el Dios de la Justicia,
Y exclamó:
“O Utu, tú eres mi cuñado,
Soy el marido de tu hermana.
soy quien llevó comida al recinto sagrado.
Soy quien llevó obsequios nupciales a Uruk.
Besé los labios sagrados,
Y bailé sobre las rodillas sagradas, las rodillas de Inanna.
Convierte mis manos en manos de gacela.
Convierte mis pies en pies de gacela.
Permíteme escapar de mis demonios.
Permíteme huir a Kubiresh!”
El compasivo Utu aceptó las lágrimas de Dumuzi.
Convirtió sus manos en manos de gacela.
Convirtió sus pies en pies de gacela.
Dumuzi huyó de sus demonios.
Escapó a Kubiresh.
Los galla dijeron:
“¡Vayamos a Kubiresh!”
Los galla llegaron a Kubiresh.
Dumuzi huyó de sus demonios.
Escapó hacia Belili la vieja.
Los galla dijeron:
“¡Vayamos con Belili la vieja!”
Dumuzi entró en la morada de la vieja Belili. Le dijo:
“Anciana. No soy cualquier mortal.
Soy el esposo de la diosa Inanna.
Sírveme agua.
Esparce harina para que yo coma.”
Después que la mujer sirvió el agua
Y esparció harina para Dumuzi,
Abandonó la casa.
Cuando los galla la vieron salir, entraron en la casa.
Dumuzi escapó de sus demonios.
Huyó al corral de su hermana, Geshtinanna.
Cuando Geshtinanna encontró a Dumuzi en el corral, lloró.
Llevó su boca cerca del cielo.
Llevó su boca cerca de la tierra.
Su pena cubrió el horizonte como una vestidura.
Se laceró los ojos.
Se laceró la boca.
Se laceró los muslos.
Los galla treparon la barda de juncos.
El primer galla golpeó a Dumuzi en una mejilla con un clavo cortante.
El segundo galla golpeó a Dumuzi con el cayado de pastoreo.
El tercer galla quebró el fondo de la mantequera,
El cuarto galla tiró la copa de su clavija,
El quinto galla destruyó la mantequera,
El sexto galla gritó:
“¡Levántate, Dumuzi!
Esposo de Inanna, hijo de Sirtur, hermano de Geshtinanna!
¡Levántate de tu falso sueño!
¡Tus ovejas fueron capturadas! ¡Y tus borregos!
¡Y tus cabras! ¡Y tus cabritos!
¡Despójate de la corona sagrada de tu cabeza!
¡Despójate de las vestimentas de me de tu cuerpo!
¡Que tu cetro real caiga al suelo!
¡Despójate de las sandalias sagradas de tus pies!
¡Desnudo, vienes con nosotros!
Los galla capturaron a Dumuzi.
Lo rodearon.
Ataron sus manos. Ataron su cuello.
La mantequera estaba silente. No había leche para verter.
La copa estaba quebrada. Ya no había Dumuzi.
El corral fue entregado a los vientos.

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martes, 22 de enero de 2019

Pasión y violencia unen a Peleo y Tetis

MITOLOGIA
Pasión y violencia unen a Peleo y Tetis


Tal vez como homenaje a la esposa de Océano, la más hermosa de las Nereidas recibió también el nombre de Tetis.
Era tan fascinante su belleza que sedujo a numerosos corazones divinos. Entre otros, por ella suspiraban como si fuesen comunes mortales, Apolo, Poseidón (Neptuno), y hasta el mismo gran Zeus (Júpiter).
De todos sus enamorados, la nereida prefiere a Zeus. No por bello y fuerte –pues Apolo y Poseidón también lo eran-, sino por reinar sobre los dioses y los hombres. Ambiciosa, Tetis rechaza a los demás pretendientes y decide desposarse con el señor del Olimpo.
Pero el oráculo de Delfos deshace sus esperanzas de compartir el poder del mundo: predice que el hijo que nacería de la unión de Tetis y Zeus, se rebelaría contra su padre y llegaría a destronarlo.
Esta revelación hace que el soberano de los dioses sofoque su amor y entregue a la bella nereida, como esposa, al mortal Peleo.
Enfurecida por la decisión de Zeus, Tetis rehúye como puede el asedio del novio que le han impuesto. Para atemorizarlo, llega a asumir el aspecto de las fieras y los monstruos y, también, de llamaradas que amenazan devorar el mundo.
Peleo, entretanto, continua fiel y apasionado. Pacientemente, espera que la amada le sonría y le conceda un poco de cariño.
Los sufrimiento de Peleo conmueven al centauro Quirón, sabio consejero de dioses y mortales. La espera no conquistará a Tetis, le dice al novio enamorado. En un caso así, mejor es usar la energía.
Envalentonado por los concejos de Quirón, Peleo sale rumbo a la gruta donde la nereida acostumbra reposar. Con un rápido gesto, Peleo la abraza. La nereida se despierta, asustada, se debate, tratando de huir. Pero no lo consigue. Entre violencia y pasión, la hija de Nereo concibe al héroe Aquiles.
Después, en una fiesta memorable, a la que concurren todos los dioses del Olimpo, la hermosa Tetis, esa Tetis la joven, que recibiera el nombre de su abuela, la diosa oceánica, desposa al mortal Peleo.

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lunes, 21 de enero de 2019

El noviazgo de Inanna y Dumuzi

MITOLOGIA SUMERIA
El noviazgo de Inanna y Dumuzi

Por Samuel Noah Kramer y Diane Wolkstein

El hermano habló a su hermana menor.
El Dios del Sol, Utu, habló a Inanna, y dijo:
“Joven dama, el lino en su plenitud es bello.
Inanna, el grano brilla en el surco.
Yo lo cavaré por ti. Yo te lo traeré.
Una pieza de lino, grande o pequeña, siempre es necesaria.
Inanna, Yo te la traeré.”
“Hermano, cuando me traigas el lino, ¿quién me lo rastrillará?”
“Hermana, te lo traeré rastrillado.”
“Utu, cuando me lo traigas rastrillado, ¿quién me lo hilará?”
“Hermana, te lo traeré hilado.”
“Hermano, cuando me traigas el lino hilado, ¿quién me lo trenzará?
“Hermana, te lo traeré trenzado.”
“Utu, cuando me lo traigas trenzado,
¿Quién me lo urdirá?”
“Inanna, te lo traeré urdido.”
“Utu, cuando me lo traigas urdido,
¿Quién me lo tejerá?”
“Hermana, te lo traeré tejido.”
“Utu, Cuando me lo traigas tejido,
¿Quién me lo blanqueará?”
“Inanna, te lo traeré blanqueado.”
“Hermano, cuando me traigas mi sábana nupcial,
¿Quién yacerá conmigo?
Utu, ¿quién yacerá conmigo?”
“Hermana, tu novio yacerá contigo.
El que ha nacido de un útero fértil,
Y fue concebido sobre el trono sagrado,
¡Dumuzi, el pastor! Él yacerá contigo.”


Inanna habló:
“¡No, hermano!
El hombre de mi corazón trabaja con el azadón.
¡El labrador! ¡Él es el hombre de mi corazón!
Recolecta el grano en grandes montones.
Siempre trae el grano a mis almacenes.


Utu habló:
“Hermana, desposa al pastor.
¿Por qué no quieres?
Su crema es buena; su leche es buena.
Todo lo que toca brilla con resplandor.
Inanna, desposa a Dumuzi.
Tú que te adornas con el collar de ágatas de la fertilidad,
¿Por qué no quieres?
Dumuzi compartirá su rica crema contigo.
Tú que pretendes ser protectora del rey,
¿Por qué no quieres?”


Inanna habló:
“¡El pastor! ¡No me casaré con el pastor!
Sus ropas son burdas; su lana es áspera,
Desposaré al labrador.
El labrador cultiva el lino para mis vestidos.
El labrador cultiva cebada para mi mesa.”


Dumuzi habló:
“¿Por qué hablas del labrador?
¿Por qué lo mencionas?
Si te da harina negra,
Yo te daré lana negra.
Si te da harina blanca,
Yo te daré lana blanca.
Si él te da cerveza,
Yo te daré dulce leche.
Si él te da pan,
Yo te daré queso de miel.
Le puedo dar al labrador la crema,
La leche que me sobre.
¿Por qué mencionas al labrador?
¿Qué tiene él más que yo?


Inanna habló:
“Pastor, si no fuera por mi madre, Ningal, hubieras sido desterrado,
Si no fuera por mi abuela, Ningikuga, hubieras sido desterrado a las llanuras,
Si no fuera por mi padre, Nanna, no tendrías techo,
Si no fuera por mi hermano, Utu---“


Dumuzi habló:
“Inanna, no comiences un pleito.
Mi padre, Enki, es tan bueno como tu padre, Nanna.
Mi madre, Sirtur, es tan buena como tu madre, Ningal.
Mi hermana, Geshtinanna, es tan buena como la tuya.
Reina del palacio, hablemos de nuevo
Inanna, sentémonos a hablar juntos.
Yo soy tan bueno como Utu.
Enki es tan bueno como Nanna.
Sirtur es tan buena como Ningal.
Reina del palacio, hablemos nuevamente.
La palabra que hablaron
Era palabra de deseo.
Desde el inicio del pleito
Llegó el deseo a los amantes.
El pastor fue a la casa real con crema.
Dumuzi fue a la casa real con leche.
Ante la puerta, llamó:
“¡Abre la casa, mi dama, abre la casa!”
Inanna corrió hacia Ningal, la madre que la parió.
Ningal aconsejó a su hija, y dijo:
“Mi niña, el joven será tu padre.
Mi hija, el joven será tu madre.
Te tratará como a un padre.
Te cuidará como a una madre.
¡Abre la casa, mi dama, abre la casa!”
Inanna, a la orden de su madre,
Se bañó y se untó con aceite perfumado.
Cubrió su cuerpo con la blanca túnica real.
Preparó su dote.
Arregló sus preciosas cuentas de lapizlázuli alrededor de su cuello.
Tomó su sello en la mano.
Dumuzi aguardaba con esperanza.
Inanna le abrió la puerta.
Dentro de la casa ella brillaba ante él
Como la luz de la luna.
Dumuzi la miró con gozo.
Oprimió su cuello al de ella.
La besó.


Inanna habló:
“Lo que yo te diga,
deja que el cantor lo teja en un canto.
Lo que yo te diga,
Deja que fluya de oído a boca,
Deja que pase de viejo a joven:
Mi vulva, el cuerno,
La Barca Celestial,
Está plena de anhelo como la joven luna.
Mi tierra baldía yace estéril.
Y a mí, Inanna,
¿Quién arará mi vulva?
¿Quién labrará mi altiplano?
¿Quién surcará mi tierra húmeda?
Y a mí, la mujer joven,
¿Quién arará mi vulva?
¿Quién apostará los bueyes ahí?
¿Quién arará mi vulva?


Dumuzi respondió:
“Gran dama, el rey arará tu vulva.
Yo, Dumuzi el rey, araré tu vulva.”
Inanna:
“Entonces ara mi vulva, ¡hombre de mi corazón!
¡Ara mi vulva!”
En el regazo del rey se erguía el cedro ascendente.
Las plantas crecían altas a su lado.
Los granos crecían altos a su lado.
Exuberantes los jardines florecían.


Inanna cantó:
“ El ha retoñado; ha brotado;
Es lechuga plantada cerca del agua.
Él es a quien mi útero ama más.
Mi jardín bien aprovisionado de las llanuras,
Mi cebada que crece alta en su surco,
Mi manzano que carga frutos hasta su corona,
El es lechuga plantada cerca del agua.
Mi hombre de miel, mi hombre de miel que me endulza siempre.
Mi señor, el hombre de miel de los dioses,
El es a quien mi útero ama más
Su mano es miel, su pie es miel,
El me endulza siempre.
Mi ansioso e impetuoso acariciador del ombligo,
Mi acariciador de los suaves muslos,
El es a quien mi útero ama más.
El es lechuga plantada cerca del agua.


Dumuzi cantó:
“O dama, tu pecho es tu campo.
Inanna, tu pecho es tu campo.
Tu amplio pecho derrama plantas.
Tu amplio pecho derrama grano.
Las aguas fluyen de lo alto para tu sirviente.
El pan fluye de lo alto para tu sirviente.
Viértelo para mí, Inanna.
Beberé todo lo que me ofrezcas.”


Inanna cantó:
“Haz tu leche dulce y espesa, mi desposado.
Mi pastor, beberé tu leche fresca.
Toro salvaje, Dumuzi, haz tu leche dulce y espesa.
Beberé tu leche fresca.
Haz que la leche de cabra fluya en mi corral.
Llena mi mantequera sagrada con queso de miel.
Señor Dumuzi, beberé tu leche fresca.
Esposo mío, cuidaré mi corral para ti.
Cuidaré tu casa de la vida, tu almacén,
El paraje brillante y palpitante que deleita a Sumeria---
La morada que decide los destinos de la tierra,
La morada que da el aliento de vida al pueblo.
Vigilaré tu casa yo, la reina del palacio.”


Dumuzi dijo:
Hermana mía, iré contigo a mi jardín.
Inanna, iré contigo a mi jardín
Iré contigo a mi huerto.
Iré contigo a mi manzano.
Allí plantaré la dulce semilla, cubierta de miel.”


Inanna habló:
“Me trajo a su jardín.
Mi hermano, Dumuzi, me trajo a su jardín.
Paseé con él entre los árboles erguidos,
Me paré con él entre los árboles caídos,
Junto a un manzano me arrodillé como se debe.
Ante mi hermano que venía con cantos,
Que ascendió hacia mi desde las hojas del álamo,
Que vino a mí en el calor del mediodía.
Ante mi señor Dumuzi,
Vertí las plantas de mi vientre,
Puse las plantas
Vertí las plantas
Puse el grano
Vertí grano ante él.
Vertí grano de mi vientre.”


Inanna cantó:
“Anoche mientras yo, la reina, brillaba resplandeciente,
Anoche mientras yo, la Reina del Cielo, brillaba resplandeciente,
Mientras brillaba resplandeciente y danzaba,
Entonando alabanzas a la llegada de la noche---
Me conoció --- ¡él me conoció!
Mi señor Dumuzi me conoció.
Puso su mano en mi mano.
Oprimió su cuello contra el mío.
Mi alto sacerdote está pronto para la cintura sagrada.
Mi señor Dumuzi está pronto para la cintura sagrada.
Las plantas y las hierbas en su campo están maduras.
¡O Dumuzi! ¡Tu plenitud es mi deleite!”
¡Ella lo pedía, lo pedía, ella pedía el lecho!
Ella pedía el lecho que regocija el corazón.
Que endulza la cintura.
Ella pedía el lecho de la majestad,
De la realeza.


Inanna pidió el lecho:
“¡Que se prepare el lecho que regocija el corazón!
¡Que se prepare el lecho que endulza la cintura!
¡Que se prepare el lecho de los reyes!
¡Que se prepare el lecho de las reinas!
¡Que se prepare el lecho real!”
Inanna extendió la sábana nupcial a través de la cama.
Llamó al rey:
“¡El lecho está listo!”
Llamó a su desposado:
“¡El lecho espera!”
Él puso su Mano en la suya.
Él puso su mano en su corazón.
Dulce es el sueño de la mano con la mano.
Más dulce aún es el sueño de corazón a corazón.


Inanna habló:
“Me bañé para el toro salvaje,
Para el pastor Dumuzi,
Perfumé mis costados con ungüento,
Cubrí mi boca con ámbar de dulce olor,
Pinté mis ojos con kohl.
Él formó mi cintura con sus bellas manos,
El pastor Dumuzi llenó mi regazo con crema y leche,
Acarició mi vello púbico,
Regó mi matriz.
Puso sus manos sobre mi vulva sagrada,
Avivó mi estrecha barca con leche,
Me acarició sobre el lecho.
Ahora yo acariciaré a mi alto sacerdote sobre el lecho,
Acariciaré al fiel pastor Dumuzi,
Acariciaré su cintura, la pastoría de la tierra,
Le decretaré un dulce destino.”
La Reina del Cielo,
La heroína, más grande que su madre,
A quien Enki obsequió los me,
Inanna, la Primera Hija de la Luna,
Decretó el destino de Dumuzi:
“En batalla soy tu caudillo,
En combate soy el portador de tu armadura,
En la asamblea soy tu abogado,
En campaña soy tu inspiración.
Tu, el pastor elegido del recinto sagrado,
Tu, el rey, el fiel proveedor de Uruk
Tu, la luz del gran santuario de An,
De todas las maneras eres apto:
Para sostener tu cabeza alta bajo el encumbrado dosel,
Para sentarte en el trono de lapizlázuli,
Para cubrir tu cabeza con la corona sagrada,
Para vestir túnicas largas sobre tu cuerpo,
Para ceñirte con las vestiduras de la realeza,
Para portar el mazo y la espada,
Para guiar con puntería el arco largo y la flecha,
Para abrochar la vara y la honda a tu costado,
Para correr por las calles con el cetro sagrado en la mano,
Y las sandalias sagradas en tus pies,
Para cabriolar sobre el pecho sagrado como un becerro de lapizlázuli.
Tu, el corredor veloz, el pastor elegido,
De todas las maneras eres apto.
Que tu corazón goce largos días.
Aquéllo que An ha determinado para tí --- que no sea alterado.
Aquéllo que Enlil ha concedido --- que no sea alterado.
Eres el favorito de Ningal.
Eres preciado por Inanna.”
Ninshubur, la fiel sirviente del recinto sagrado de Uruk,


Condujo a Dumuzi hacia los dulces muslos de Inanna y habló:
“Mi reina, he aquí la elección de tu corazón,
El rey, tu amado desposado.
Que pase largos días en la dulzura de tus sagrados muslos.
Otórgale un reinado favorable y glorioso.
Concédele el trono real, firme en sus cimientos.
Concédele el cayado de los juicios de los pastores.
Concédele la corona permanente con la noble y radiante diadema.
Desde donde el sol asciende hasta donde el sol se oculta,
Del sur al norte,
Desde el mar superior hasta el mar inferior,
Desde la tierra del árbol huluppu hasta la tierra del cedro,
Que su cayado de pastor proteja toda Sumeria y Acadia.
Como labrador, que sus campos sean fértiles,
Como pastor, que sus rebaños se multipliquen,
Que bajo su reinado haya vegetación,
Que bajo su reinado haya riqueza de grano.
En las tierras pantanosas que haya peces y parloteo de aves,
En el cañaveral que los juncos jóvenes y los viejos crezcan altos,
En las llanuras que los árboles mashgur crezcan altos,
En los bosques que los venados y las cabras salvajes se multipliquen,
En los huertos que haya miel y vino,
En los jardines que la lechuga y el berro crezcan altos,
En el palacio que haya larga vida.
Que haya crecida en el Tigris y el Eufrates,
Que las plantas crezcan altas en sus riberas y llenen las vegas,
Que la Señora de la vegetación apile el grano en montones y cúmulos.
O mi Reina del Cielo y de la Tierra,
Reina de todo el universo,
Que él disfrute de largos días en la dulzura de tu cintura sagrada.”
El rey fue con la cabeza en alto hacia la cintura sagrada.
Fue con la cabeza en alto hacia la cintura de Inanna.
Fue hacia la reina con la cabeza en alto.
Abrió con amplitud sus brazos a la sacerdotisa sagrada del cielo.


Inanna dijo:
“Mi amado, deleite de mis ojos, ven a mí.
Nos regocijamos juntos.
Tomó su placer de mí.
Me trajo a su morada.
Me tendió en el lecho fragante de miel.
Mi dulce amor, que yace junto a mi corazón,
Con juegos de lengua, una por una,
Mi hermoso Dumuzi lo hizo cincuenta veces.
Ahora, mi dulce amor está saciado.
Ahora dice:
‘Libérame, mi hermana, libérame.
Serás la hija pequeña de mi padre.
Ven, mi amada hermana, debo ir al palacio.
Libérame.....’”


Inanna dijo:
“Mi portador de capullos, tu seducción fue dulce.
Mi portador de capullos en el manzanal,
Mi portador de fruta en el manzanal,
Dumuzi-abzu tu seducción fue dulce.
Mi intrépido,
Mi estatua sagrada,
Mi estatua ataviada con espada y diadema de lapizlázuli,
Qué dulce fue tu seducción...”


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domingo, 20 de enero de 2019

La creación de todas las aguas

MITOLOGIA
La creación de todas las aguas


Un gran rio rodeaba toda la Tierra como un poderoso abrazo, y humedecía toda la naturaleza, dándole vida y energía.
Era tan fecundo que las jóvenes de aquella remota edad del mundo bañábanse en sus aguas, antes de casarse, para poder engendrar muchos y muchos hijos.
No era un rio propiamente dicho, sino un principio de unidad. Era circular. Infinito. Fluía sobre sí mismo. Y todos los otros ríos, las fuentes –y hasta el mar-, nacían de su fuerte corriente.
El mismo había nacido de la amorosa unión entre Gaia (Tellus), la Tierra, y Urano (Caelus), el Cielo. Era uno de los Titanes: su nombre era Océano (en griego: Okeanós, palabra emparentada con oka: rápido).
Casose con la hermosa Tetis, su hermana, titania joven, sabia y muy alegre, que gustaba pasearse en un carro de marfil sobre las aguas, imperio de su marido.
Cuando Tetis recorría las áreas húmedas del planeta, los peces estaban de fiesta; nadaban alrededor de su carro, saltando fuera del agua para ver a la bella criatura.
Océano y su mujer tuvieron millares de hijos: tres mil ríos y tres mil Oceánidas, ninfas del mar, que se deslizan sobre las aguas con sus largas cabelleras coronadas de flores.
Un día, los Olímpicos, comandados por Zeus (Júpiter), se dividieron entre ellos el mundo luego de una sangrienta guerra que duró diez años, y a su término destronaron a los Titanes.
Océano perdió el imperio de las aguas, que paso a poseer a Poseidón (Neptuno), quien se convirtió en dios de los mares.
Pero los hombres, durante siglos, continuaron respetándolo y rindiéndole homenaje.

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sábado, 19 de enero de 2019

Inanna y el dios de la sabiduría

MITOLOGIA SUMERIA
Inanna y el dios de la sabiduría


Por Samuel Noah Kramer y Diane Wolkstein

Inanna colocó la shugurra, la corona de la llanura, sobre su cabeza.
Fue al corral, con el pastor de ovejas.
Se recargó contra un manzano.
Al recargarse contra el manzano, su vulva era maravillosa de contemplar.
Regocijándose, la joven mujer Inanna aplaudió.
Se dijo:
“Yo, la Reina del Cielo, he de visitar al Dios de la Sabiduría.
He de ir al Abzu, al lugar sagrado en Eridu.
He de honrar a Enki, el Dios de la Sabiduría, en Eridu.
He de pronunciar una plegaria en las profundas aguas dulces.”
Inanna partió sola.
Cuando llegó cerca del Abzu (lo profundo, altar sagrado)
Él, cuyos oídos están ampliamente abiertos,
Él, que conoce los me (los atributos de la civilización), las leyes sagradas del cielo y de la tierra,
Enki, el Dios de la Sabiduría, el que sabe todas las cosas,
Llamó a su sirviente, Isimud:
“Ven, mi sukkal (sirviente),
La joven está por entrar al Abzu.
Cuando Inanna entre al recinto sagrado
Dale pastel de mantequilla para que coma
Vierte agua fría para refrescar su corazón.
Ofrécele cerveza ante la estatua del león.
Trátala como a un igual.
Saluda a Inanna en la mesa sagrada, en la mesa celestial.”
Isimud obedeció las palabras de Enki.
Cuando Inanna entró en el Abzu,
Le dio pastel de mantequilla para comer.
Vertió agua fría para que bebiera.
Le ofreció cerveza ante la estatua del león.
La trató con respeto.
Saludó a Inanna en la mesa sagrada, en la mesa celestial.
Enki e Inanna bebieron cerveza juntos.
Juntos bebieron más cerveza.
Juntos bebieron más y más cerveza.
Con sus vasos de bronce llenos hasta desbordarse,
Con los vasos de Urash, Madre de la Tierra,
Brindaron uno por la otra, se desafiaron uno a la otra.
Enki, intoxicado por la bebida, brindó por Inanna:
“¡En nombre de mi poder! ¡En nombre de mi altar sagrado!
Daré a mi hija Inanna
¡El alto sacerdocio! ¡La Divinidad!
¡La corona noble y permanente! ¡El trono de la realeza!
Inanna respondió:
“¡Los acepto!”
Enki levantó su copa y brindó por Inanna una segunda vez:
“¡En nombre de mi poder! ¡En nombre de mi recinto sagrado!
Daré a mi hija Inanna
¡La Verdad!
¡El descenso al inframundo! ¡El ascenso del inframundo!
¡El arte de hacer el amor! ¡El beso del falo!
Inanna respondió:
“¡Los acepto!”
Enki levantó su copa y brindó por Inanna una tercera vez:
“¡En nombre de mi poder! ¡En nombre de mi recinto sagrado!
Daré a mi hija Inanna
¡El sacerdocio sagrado del cielo!
¡La exaltación de las lamentaciones! ¡El regocijo del corazón!
¡La capacidad de juzgar! ¡La toma de decisiones!”
Inanna respondió:
“Los acepto”
(Catorce veces Enki levantó su copa por Inanna.
Catorce veces le ofreció a su hija cinco me, seis me, siete me.
Catorce veces Inanna aceptó los me sagrados.)
Entonces Inanna, de acuerdo con su padre,
Confirmó los me que Enki le había dado:
“Mi padre me ha dado los me:
Me ha dado el alto sacerdocio
la divinidad.
la corona noble y permanente.
el trono de la realeza.
Me ha dado el noble cetro.
el bastón de mando.
el patrón sagrado para medir y la línea.
el alto trono.
el pastoreo.
la majestad.
Me ha dado la princesa sacerdotisa.
la divina reina sacerdotisa.
el sacerdote de los encantamientos.
al sacerdote noble.
al sacerdote de las libaciones.
Me ha dado la verdad.
el descenso al inframundo.
el ascenso del inframundo
la Kurgarra (plañidera profesional).
Me ha dado la daga y la espada.
la vestimenta negra.
la vestimenta colorida.
la desatadura del cabello.
la atadura del cabello.
Me ha dado la norma.
el carcaj.
el arte de hacer el amor.
el beso del falo.
el arte de la prostitución.
el arte de favorecer.
Me ha dado el arte de la lengua honesta.
el arte de la lengua calumniante.
el arte de adornar el lenguaje.
a la prostituta de culto.
la taberna sagrada.
Me ha dado el altar sagrado.
la sagrada sacerdotisa celestial.
el resonante instrumento musical.
el arte del canto.
el arte del dignatario.
Me ha dado el arte del héroe.
el arte del poder.
el arte de la traición.
el arte de la integridad.
el saquear ciudades.
la exaltación de las lamentaciones.
el regocijo del corazón.
Me ha dado el engaño.
la tierra rebelde.
el arte de la benevolencia.
el viaje.
la morada segura.
Me ha dado el oficio del carpintero.
el oficio del calderero de cobre.
el oficio del escriba.
el oficio del herrero.
el oficio del talabartero.
el oficio del batanero.
el oficio del constructor.
el oficio del tejedor de juncos.
Me ha dado el oído perceptivo.
el poder de la atención.
los ritos sagrados de purificación.
el corral de forraje.
el apilar de los carbones calientes.
el redil.
el miedo.
la consternación.
la congoja.
Me ha dado al león, de amarga dentadura.
el encendido del fuego.
el apagar el fuego.
el brazo fatigado.
la familia allegada.
la procreación.
Me ha dado el enardecer la contienda.
la prudencia.
el consuelo del corazón.
la capacidad de juzgar.
la toma de decisiones.”
(Aun tambaleándose por la bebida) Enki habló a su sirviente Isimud:
“Mi sukkal, Isimud-------
La joven --- está por partir--- hacia Uruk.
Es mi deseo que llegue a su ciudad --- sin peligro.”
Inanna reunió todos los me.
Los me fueron colocados en la Barca Celestial.
El Barco Celestial, con los me sagrados, se alejó del muelle.
Cuando la cerveza salió de quien la bebió,
Cuando la cerveza salió del Padre Enki,
Cuando la cerveza salió del gran Dios de la Sabiduría,
Enki observó el Abzu.
Los ojos del Rey del Abzu examinaron a Eridu.
El Rey Enki observó a Eridu y llamó a su sirviente Isimud, diciendo:
“Mi sukkal, Isimud----“
“Mi rey, Enki, Estoy a tu servicio”
“¿El alto sacerdocio? ¿La Divinidad?
¿La corona noble y permanente?
¿Dónde están?”
“Mi rey las ha cedido a su hija.”
“¿El arte del héroe? ¿El arte del poder?
¿La traición? ¿El engaño?
¿Dónde están?”
“Mi rey los ha cedido a su hija”.
“¿El oído perceptivo? ¿El poder de la atención?
¿La toma de decisiones?
¿Dónde están?”
“Mi rey los ha cedido a su hija”.
(Catorce veces preguntó Enki a su sirviente Isimud;
Catorce veces Isimud respondió, diciendo:
“Mi rey los ha dado a su hija.
Mi rey ha dado todos los me a su hija Inanna.”)
Entonces Enki habló, y dijo:
“Isimud, ¿Dónde está ahora la Barca Celestial con los me sagrados?”
“La barca celestial está (a un embarcadero de distancia de Eridu).”
“¡Ve! Llévate a las criaturas enkum (espíritus protectores creados por Enki y colocados bajo los cimientos de Eridu).
Haz que devuelvan la Barca Celestial a Eridu!”
Isimud le dijo a Inanna:
“Mi reina, tu padre me ha enviado a ti.
La palabras de tu padre son palabras de majestad.
No deben ser desobedecidas.”
Inanna respondió:
“¿Qué ha dicho mi padre?
¿Qué ha agregado Enki?
¿Cuáles son sus palabras de majestad que no deben ser desobedecidas?”
Isimud dijo:
“Mi rey ha dicho:
‘Deja que Inanna avance hacia Uruk;
Tráeme la Barca Celestial con los me sagrados de vuelta a Eridu.’ ”
Inanna lloró:
“¡Mi padre ha cambiado su palabra!
¡Ha violado su voto – ha roto su promesa!
¡Me habló mi padre con engaños!
Con dolo declaró:
‘¡En nombre de mi poder! ¡En nombre de mi recinto sagrado!’
¡Te ha enviado a mi con engaños!”
Apenas había dicho Inanna estas palabras, cuando las criaturas enkum se apoderaron de la Barca Celestial.
Inanna llamó a su sirvienta Ninshubur, diciendo:
“¡Ven, Ninshubur, tu fuiste una vez Reina del Oriente;
Ahora eres la fiel sirvienta del recinto sagrado de Uruk.
El agua no ha tocado tu mano,
El agua no ha tocado tu pie.
Sukkal mía que me aconseja sabiamente,
Guerrera que lucha a mi lado,
Salva la Barca Celestial con los me sagrados!”
(Ninshubur tajó el aire con su mano.
Profirió un grito que destrozó la tierra.)
Las criaturas enkum fueron expulsadas de vuelta a Eridu.
Entonces Enki llama a su sirviente Isimud por segunda vez, diciendo:
“ Mi sukkal, Isimud----“
“Mi rey, Enki, estoy para servirte”
“¿Dónde está la Barca Celestial ahora?”
“Está (a dos embarcaderos de Eridu).”
“¡Ve! Lleva cincuenta gigantes uru,
Que ellos se lleven la Barca Celestial”.
Los cincuenta gigantes voladores uru se apropiaron de la Barca Celestial.
Pero Ninshubur la rescató para Inanna.
Enki llama a su sirviente Isimud por tercera vez, y dice:
“Mi sukkal, Isimud--- “
“Mi rey, Enki, estoy para servirte”
“¿Dónde está la Barca Celestial ahora?”
“Acaba de llegar a Dulma”.
“¡Rápido! Toma los cincuenta monstruos lahama (dragones)
Haz que traigan la Barca Celestial.”
Los cincuenta monstruos lahama se apoderaron de la Barca Celestial.
Pero Ninshubur rescató la Barca para Inanna.
La cuarta vez Enki envió a los kugalgal, los del sonido penetrante.
La quinta Enki mandó a los enunun
Pero siempre Ninshubur rescataba la barca para Inanna.
Enki llamó a su sirviente Isimud por sexta vez, y dijo:
“ Mi sukkal, Isimud—“.
“Mi rey Enki, estoy a tu servicio.”
“¿Dónde está la Barca Celestial ahora?”
“Está por entrar a Uruk.”
“¡Rápido! Toma a los guardianes del canal Iturungal,
Haz que traigan la Barca Celestial.”
Isimud y los guardianes del canal Iturungal se apropiaron de la Barca Celestial,
Pero Ninshubur rescató la Barca para Inanna.
Entonces Ninshubur dijo a Inanna:
“Mi reina, cuando la Barca Celestial
Entre por el portal Nigulla a Uruk,
Haz que el agua fluya sobre nuestra ciudad;
Haz que los barcos de aguas profundas surquen con velocidad nuestros
canales.”
Inanna respondió a Ninshubur:
“El día que la Barca Celestial
Entre por el portal Nigulla a Uruk,
Haz que el agua profunda anegue las calles;
Y fluya sobre las veredas.
Haz que los ancianos den su consejo,
Las ancianas ofrezcan su consuelo del corazón.
Los jóvenes muestren el poder de sus armas;
Y que los niños pequeños rían y canten.
¡Haz que todo Uruk esté de fiesta!
Que con cánticos el alto sacerdote salude a la Barca Celestial.
Y profiera plegarias grandiosas.
Haz que el rey mate bueyes y borregos.
Que escancie cerveza en la copa.
Que resuenen el tambor y el pandero.
Que se toque la dulce música del tigi.
Que todos los confines proclamen mi noble nombre.
Y que mi gente cante mis alabanzas.
Y así fue,
El día que la Barca Celestial entró por el portal Nigulla a Uruk;
Las aguas profundas anegaron las calles;
Las aguas profundas fluyeron sobre las veredas.
La Barca Celestial llegó a puerto en el altar sagrado de Uruk;
La Barca Celestial llegó a puerto en la morada sagrada de Inanna.
Entonces Enki llamó a su sirviente Isimud por séptima vez, y dijo:
“Mi sukkal, Isimud---“
“Mi rey, Enki, estoy a tu servicio”
“¿Dónde está la Barca Celestial ahora?”
“La Barca Celestial está en el Muelle Blanco”
“¡Ve! Se maravillan de ella en el Muelle Blanco.
La reina ha despertado admiración en el Muelle Blanco.
Inanna maravilla con sus portentos en el Muelle Blanco por la Barca Celestial.”
Los me sagrados fueron descargados.
Mientras los me que Inanna recibió de Enki eran descargados,
Eran anunciados y presentados al pueblo de Sumeria.
Entonces más me aparecieron, más me de los que Enki había dado a Inanna.
Y estos, eran anunciados también,
Y estos, eran presentados también a la gente de Uruk:
“Inanna trajo los me:
El colocar la vestidura sobre el piso.
El halago.
El arte de las mujeres.
La ejecución perfecta de los me.
Los tambores tigi y lilis.
Los panderos ub-, meze-, y ala-....”
Inanna habló y dijo:
“Donde la Barca Celestial llegó a puerto,
Ese lugar será llamado el Muelle Blanco.
Donde los me sagrados fueron presentados,
Lo nombro el Muelle Lapislázuli”.
Entonces Enki habló a Inanna, y dijo:
“¡En nombre de mi poder! ¡En nombre de mi recinto sagrado!
Que los me que llevaste contigo permanezcan en el recinto sagrado de tu ciudad.
Que el alto sacerdote pase en cánticos sus días.
Que los ciudadanos de tu ciudad prosperen,
Que los niños de Uruk se regocijen.
El pueblo de Uruk es aliado del pueblo de Eridu.
Que la ciudad de Uruk sea restaurada a su gran posición.

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